martes, 30 de septiembre de 2008

El debate McCain –Obama, algo más que plataformas electorales distintas

El primer debate entre Barack Obama y John McCain ha mostrado dos maneras de concebir la sociedad y la política exterior estadounidense. Dos percepciones sobre las relaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad. Dos visiones de la naturaleza y el ejercicio del poder norteamericano en el proceso global. Pero quizás más que eso, dos maneras de entender la política en función de la razón.
Al Gore en su libro “El Ataque contra La Razón” señala, con severidad, que “la administración Bush ha demostrado desprecio por los principios básicos de un proceso de toma de decisiones racional, definido como aquel que pone énfasis en conseguir datos fiables, para después dejar que los datos fiables impulsen las decisiones. En cambio -sostiene- la marca de fábrica de la actual administración consiste en un esfuerzo sistemático por manipular los datos al servicio de una ideología…”. Para Gore este impulso ideológico por inventar la realidad originó la invasión a Irak, bajo el falso argumento que Hussein estaba vinculado a los actos terroristas del 11 de setiembre (como ha sido demostrado Hussein -un dictador censurable- nada tuvo que ver con el ataque ni estuvo asociado a Osama Bin Laden). Los efectos de la guerra innecesaria tienen costos incalculables para Estados Unidos y su pueblo.
Simplificar la política exterior y el interés nacional norteamericano a un reduccionismo extremo, ajeno a la realidad, en el que supuestamente hay que escoger entre el bien absoluto y el mal absoluto, encarnados en líderes políticos y estados- nación, en amigos y enemigos predeterminados, ha conducido a la crisis diplomática más grave de la historia de los Estados Unidos.
El “Fiat Lux” de su repentina emergencia como única superpotencia mundial a fines de los ochenta -que Clinton tradujo con cuidado y paciencia en un liderazgo unilateral negociado, con inteligentes contornos de legitimidad multilateral- ha sido sustituido por un sistema apolar, inestable, donde proliferan los conflictos. El unilateralismo excluyente ha fracasado. El mundo de la postguerra fría que llevó a Fukuyama a proclamar el “fin de la historia”, lejos de inaugurar una nueva fase de transnacionalidad estable y pacífica ha transitado hacia una suerte de recreación del precario e inestable sistema de poder previo a la primera guerra mundial. Es el resultado de lo que Gore denomina el ataque a la razón.
No fue razonable tampoco otorgar a los mercados todo el poder, desregulándolos en extremo. Ha producido la más grande crisis financiera después del crack del 29. Y no está dicho todo. La recesión aún es un fantasma. Una gestión política y económica alejada de la razón y sustentada en la creencia irracional en ciertas convicciones ideales (el mercado perfecto y el poder absoluto), ha terminado por afectar el poder duro (militar, político y económico) y el poder blando (valores como los derechos humanos, la democracia y la libertad) de los Estados Unidos.
En el primer debate entre Obama y McCain, estas cuestiones han estado subyacentes. Y aflorarán con mayor fuerza en las semanas que quedan de campaña. Continuar alejando la política y la economía de la razón o someter a ambas, en la tradición de Jefferson, a la prueba de su consonancia con datos y realidades fiables (los mercados no existen sin los estados, la gobernanza mundial es excluyente con la imposición de una sola voluntad) es una suerte de disyuntiva de filosofía política que encarnan en posiciones opuestas los dos candidatos.

Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.

lunes, 29 de septiembre de 2008

“El Comercio” puede cambiar

El cambio en la dirección de “El Comercio” puede ser decisivo para esa casa editora.
Decisivo porque “El Comercio” había caído en los últimos años en lo que don Luis Miró Quesada de la Guerra -su director más importante en el siglo XX- nunca imaginó. O sea: ser un negocio más que un periódico, terminar como un enredo de intereses en conflicto, sonar como una caja registradora.
Esos fueron los años malos e infecundos de don Alejandro Miró Quesada Garland, de cuyas pocas luces “El Comercio” padeció durante demasiados años. Y los peores años de su hijo, Alejandro Miró Quesada Cisneros, mucho más listo que su padre pero enamorado de las expansiones y las compras y los avales y no demasiado de la prensa.
Estos dos Alejandros sucesivos construyeron “El Comercio” que hoy conocemos: un imperio plagado de prudencias. Hicieron mucho más rica a la familia -es cierto-, pero distanciaron al histórico periódico de la veraz independencia que el extraordinario Luis Miró Quesada de la Guerra consideró siempre el patrimonio invisible de “El Comercio”.
Conocí a Miró Quesada de la Guerra cuando a la editorial “Mosca Azul” se le ocurrió juntarnos para un diálogo que habría de cerrar el ciclo que las conversaciones Basadre-Macera y Sánchez-Oviedo habían empezado.
Durante más de treinta noches acudí a su casa en Javier Prado. El carácter noctámbulo de don Luis me obligaba a llegar a las 11 de la noche.
Las conversaciones, que grababa con su consentimiento, fueron de lo más interesante gracias a las confesiones del legendario personaje. Duraban unas dos horas por noche y se hacían en una salita que su hija Viruca, a quien el viejo adoraba, había preparado. A eso de la medianoche, Viruca le hacía una seña a un mayordomo y éste traía un carrito donde había cosas que beber o masticar. Yo me tomaba un café y don Luis siempre tomaba un té inglés poco cargado y mordisqueaba lentamente galletas untadas con esos quesos holandeses que hasta ahora se venden en forma de triángulos.
-Mi padre parece un ratoncito- decía Viruca, aludiendo al infaltable queso.
Viruca, que moriría de cáncer poco después, era la única que se podía quedar como testigo. Con ella, don Luis se sentía a sus anchas.
Una vez se asomó, pipa en ristre, Alejandro Miró Quesada Garland, hijo de mi entrevistado y que por esa época dirigía la compañía de publicidad “Causa”. Fue notorio el fastidio que sintió don Luis al ver a su hijo tratando de espiar. Una sola mirada bastó para alejarlo.
Yo estaba estupefacto. Cuando su hijo ya no estaba al alcance de su voz, don Luis me dijo:
-Este hijo mío es muy bueno para la publicidad.
No fue una descripción paternal. Fue una profecía.
Seis meses después de esos diálogos que habían llenado decenas de cintas magnetofónicas, el hijo que debía dedicarse a la publicidad heredó el periódico tras la muerte de su ilustre padre. Los Miró Quesada eran nuestros Borbones republicanos y la línea de sucesión había que mantenerla.
Seis meses después, con don Luis muerto y su hijo encumbrado, Abelardo Oquendo, fundador de “Mosca Azul”, puso a consideración de la familia Miró Quesada los cientos de papeles que contenían la trabajosa transcripción de las conversaciones Miró Quesada-Hildebrandt. Fatalmente, una cláusula del contrato que don Luis había firmado con la editora había consagrado esa exigencia.
La venganza de Alejandro Miró Quesada Garland, el hijo no preferido de don Luis, fue vetar la publicación del libro. Esas conversaciones, en efecto, permanecen inéditas.
Yo hice público el veto de este poco magno Alejandro. Mis problemas con “El Comercio” y el odio de ese periódico en contra mía nacieron con ese libro que la rabia de un hijo que siempre se sintió postergado canceló con un “¡No!”
Don Luis Miró Quesada de la Guerra hizo de “El Comercio” un periódico ajeno a los intereses de la derecha cavernaria y lo más distante que pudo de sus empresas endogámicas y sus conexiones bizarras.
Los norteamericanos lo odiaron por su histórica campaña en contra de la International Petroleum Company por la ocupación ilegal de los pozos petroleros de Talara.
“El Comercio” era el diario conservador que no se casaba con nadie. El diario de los negocios era “La Prensa”.
Los sucesores que don Luis hubiese amonestado, los Alejandros que hace dos noches terminaron felizmente su misión, convirtieron al diario nacionalista y centrista en un remedo de “El Mercurio”, el diario que recibió dinero de la CIA durante la gestión de Allende, el diario que aplaudió el golpe de Pinochet y se entregó a sus designios.
Hoy esa etapa sombría parece haber terminado. Ojalá sea así. El Perú se merece que “El Comercio” sea rescatado de las manos de quienes lo vieron tan sólo como una mina. Buena suerte, señor Miró Quesada Rada. Tiene ante usted un enorme desafío de navegante y ojalá que logre usted derrotar a la piratería de los huesos cruzados. Pero no crea que será algo fácil.

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Posdata: en la columna publicada el viernes se deslizaron dos gruesos errores: “petit histoire” en vez de “petite histoire” y aun sin tilde ortográfica siendo que en el contexto era sinónimo de todavía. Sorry.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Crítica de sazón dialéctica

De tanto Gastón Acurio y tanta orgía de sabor y tantos Perú-mucho gusto diré, sencillamente, que a mí la comida peruana no me gusta, que no me rindo ante ella y que tengo algunas razones que en La Divina Comida no tendrán nunca en cuenta.
La comida peruana es como ver a Maribel Verdú vestida por los talibanes. O sea que en la comida patriótica lo principal está oculto y a veces bien oculto.
Carnes ahogadas en un mar de cebollas, pescados masacrados por la piconería de un rocoto, aliños haciendo de protagonistas: esa es una síntesis de muchos de nuestros manjares.
Todo lo que pique y nos convierta en dragones apagándonos con cerveza, es celestial según la receta que nos viene de nuestros ancestros. Lo que pique, lo que hiera, lo que estrague y hasta lo que violente.
Fuego en la boca, intestinos en llamas, tacutacus con helio. En la comida peruana, por lo general, los extras se han apoderado del escenario y el protagonista yace debajo de una capa de sabores asesinos.
Si es un arroz con pato, el pato es el derrocado y el dictador es el culantro. Si se trata de un pedazo de bife troceado y con vocación de guiso, viene la cebolla por arrobas y se apodera de la escena. Hasta el palillo tiene aspiraciones de señorío. Ni qué decir del orégano, que es toda una autoridad para imponerse.
La cocina peruana es muchas veces un caos de sensaciones. No tiene el manejo mañoso de la francesa, que también apuesta a las salsas exageradas pero que siempre le permite al actor principal prevalecer. No tiene la claridad de la exquisita cocina italiana, maestra de la sencillez hedonista. No tiene el minimalismo marítimo de la japonesa.
La comida peruana viene de las demasías españolas y de la temeridad criolla. Sólo un amor enorme por el peligro explica que aquí un cebiche sea un mero traicionado por ajíes que parecen drogas. Y que se celebre todo aquello que distorsiona los sabores primarios de las cosas, desde los cubitos hasta el saborizante a granel.
No niego el ingenio de nuestra cocina y su acierto inamovible en relación a la causa criolla, que, como casi todos los platos surgidos de la pobreza ocurrente, es parte de lo mejor del menú nacional.
Lo que digo es que en vez de Acurio mordiendo un pan con cebolla con un poco de jamón del país, la cocina peruana debería de buscar una modernización de sus íconos y una revolución de sus contenidos.
Esa revolución debiera de consistir en proponernos permitirles a las vísceras, las carnes, los pescados, las pechugas de variados vuelos, saber a lo que saben y ser lo que son.
Lo que no nos dicen es que muchos extranjeros vienen a comer a Lima por la calidad de sus cocineros a la hora de hacer comida internacional. Un Rafael Osterling, por ejemplo, sería un capitán de cocina en cualquier ciudad cosmopolita.
Y lo que no nos dirán es que hay otros que prueban la comida peruana como si del canotaje en un Urubamba crecido se tratara. Para ellos la comida peruana es un safari por las fieras campiñas del ají, turismo de aventura y lágrimas picosas.
Frente a las delicias del criollismo hervido, este columnista aguafiestas seguirá prefiriendo la precisión bíblica y la generosidad terrena de un buen plato de lentejas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

La sagrada familia

Esta es una historia de pequeñeces. Y aunque este periódico no llega a Arequipa, vuelvo temáticamente a esa ciudad entrañable.
Sucede que don Jorge Turpo dirige el semanario “Vistaprevia”, una publicación arequipeña que hace poco reveló el cutra-doctorado del doctor César San Martín (por supuesto, exculpado después por el Consejo Nacional de la Magistratura).
En estos últimos días, el señor Turpo ha descubierto algo más sabroso que un cartón hecho con babas. Es una petit histoire que, sin embargo, ayuda a entender el porqué de algunos maquillajes.
La cosa empieza con el Club Internacional de Arequipa, una especie de Regatas mistiano pero con mayores pretensiones. Digamos que no hay arequipeño que se respete que no quiera ser miembro de esa sociedad.
Pues bien, el presidente elegido de ese club es el señor Enrique Valenzuela Valencia, o sea el hermano de nuestra Barbara Walters doblada al español y en latina frecuencia.
Hace poco, la directora de “La ventana indiscreta” llegó a su tierra natal y amadrinó la inauguración de dos canchas de tenis construidas por su hermano-presidente. Digamos que años de hacer andinismo en la escala social, años de desembarazarse de la proba humildad de “El piojo”, años de espera pundonorosa culminaron aquella jornada grabada por las cámaras de “La ventana...” y transformada, más tarde, en un reportaje sobre el éxito empresarial y la alegría de la fraternidad.
Pero ocurre que aquel comentado cherri de entrecasa le ocultó a los televidentes algunas incomodidades que sufre el hermano de nuestra Oriana Fallaci aun sin editar.
Lo que el programa no comentó fue que para construir las dos canchas de tenis, Enrique Valenzuela hizo talar 24 bellos y viejos árboles. Fue tal la indignación del ecologismo arequipeño, que intervino el ministerio público y la municipalidad de Arequipa multó al sudoroso tenista-presidente con 82,800 soles. Es decir, no lo multó a él sino a la institución que él quiere “hacer más grande”.
Más tarde, Enrique Valenzuela mandó construir un tercer piso y no se le ocurrió mejor asunto que no pedir permiso municipal. Pues al club le cayó otra multa, esta vez de 8,000 soles.
Casi de inmediato, Enrique Valenzuela tuvo otra idea genial: remodelar la piscina temperada, también “para hacerla más grande”. Pero como parece gozar instalado en la informalidad –a despecho de sus esfuerzos por graduarse de caballero sureño-, hizo la dicha remodelación sin contar con el imprescindible permiso municipal. Así que al Internacional le cayó una tercera multa de 20,000 soles.
El alcalde Simón Balbuena es socio del “Club Internacional”, pero aun así ha mandado a Cobranzas Coactivas esas multas que Valenzuela, quizá envalentonado por el indiscutible poder adjunto de su hermana, se niega a pagar. Y estamos hablando de 110,000 soles.
Como Valenzuela no quiere pagar y no quiere pagar, un miembro de su ahora encumbrada familia le ha aconsejado, al parecer, tomar la ofensiva. Así que Valenzuela ha enjuiciado al municipio que lo multó por ilegal y encima está pidiendo 550,000 soles por “daños y perjuicios”. Y el alcalde está asustado por la artillería que, desde el canal de Ivcher, puede lanzarse en su contra. Y ya sabemos que a la hora de escarmentar a algún enemigo del canal o la familia, la directora de “La ventana...” le cierra la puerta a las razones.
Como me dice el colega Turpo en su deliciosa carta, lo más oloroso de todo este pequeño incidente es que Valenzuela (hermano) remodela piscinas y fomenta el tenismo mientras el club sigue careciendo de una planta de tratamiento de los desagües. Lo que quiere decir que la caca de los 20,000 socios del “Internacional” sigue deslizándose, en orden aleatorio y por gravedad, hacia el muy castigado y cada vez más denso río Chili.
He caído en este recuento de insignificancias sólo para demostrar cómo es que la familia es, hasta para las frías estrellas de la comunicación, lo más importante del mundo. O sea “el núcleo de la sociedad”, como también decía Manuel Apolinario Odría.

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Al terminar estas líneas me entero, gracias al blog de Paola Ugaz, que el director de “El Comercio”, Alejandro Miró Quesada Cisneros, ha renunciado y que con él se irá también Bernardo Roca Rey. Asumiría –y hasta ahora no me lo creo- Francisco Miró Quesada Rada, un hombre decente. Si es así, felicitaciones. Se han librado de un lastre que tenía, como en la película, el olor del dinero. ¿Y Friz Dubois, el embajador de Bush en la redacción? Dicen que también se irá. ¿Puede haber tanta buena noticia en una sola noche? Veremos.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Terremoto en Arequipa

La arequipeña Universidad Católica de Santa María acaba de realizar una encuesta, sobre prensa y periodistas, que cubre un universo de seiscientas mil personas asentadas en la Arequipa metropolitana.
El resultado es sísmico, cataclísmico y pirotécnico.
Preguntados sobre el trabajo de los periodistas, el 24 por ciento de arequipeños lo aprueba y el 65 por ciento lo desaprueba. Y aunque hay un 65% que afirma que el periodismo sí fomenta la democracia, hay un 70% que opina que en Arequipa no se hace periodismo de investigación y otro 65% que cree que los medios de prensa de la región no son respetables.
¿Los periodistas de Arequipa luchan en contra de la corrupción? Un 34% dice que sí y un 49% dice que no. ¿Comentan de manera imparcial y correcta? Un 15% dice que sí frente a un aplastante 74% que dice que no. ¿Coimean los periodistas de Arequipa? El 36 por ciento afirma que no. El 46% asegura que sí.
¿Y son capaces o incapaces los periodistas que tienen que padecer el paisanaje apopléjico de La Ortiga? El 24% de arequipeños opina que los periodistas de su región son capaces y el 60% emplea el sugerido término de “incapaces” para calificar a los hombres de prensa.
Devastadora encuesta la de la universidad Santa María. Expresa el drama de la prensa de provincias y es muy probable que sus cifras puedan ser intercambiables con las de Lima. Claro, lo que pasa es que en Lima ninguna entidad seria ha tenido el coraje de emprender una tarea radiográfica como la que estamos señalando.
Es cierto que en la última encuesta nacional de Ipsos-Apoyo el 42% de los opinantes había dicho confiar en la prensa escrita mientras que un 49% señaló su desconfianza en esa prensa de papel. Pero como que eso se convierte en la punta del témpano que hoy, en toda su magnitud, retratan las cámaras submarinas de la Santa María.
¿Cómo se ha ido apartando la prensa, en general, de la buena fe de la gente? ¿Por qué lo que ayer era seguridad hoy es incertidumbre y lo que fue esperanza es ahora escepticismo?
La respuesta no es tan sencilla como decir que el dinero mandante y sonante es el único responsable.
Es cierto que la intromisión grosera de “la propiedad” –entendida como particularidad de intereses- ha convertido a muchos “directores” en ujieres apenas letrados y a muchísimos periodistas en cronistas de lo que no ocurrió pero sirve al propósito bastardo de los propietarios.
Pero también es cierto que el gremio que alguna vez acogió a José Carlos Mariátegui y a Francisco Igartua recluta, con cada vez más entusiasmo, a un lumpen dispuesto a todo. Y cuando digo a todo es que es a todo: a calumniar por orden superior, a insultar a quien el amo odie o tema, a falsear la realidad de acuerdo a lo que cada “familia mafiosa” de la prensa impone como realidad.
De allí que en el Perú se tracen, cada día, cinco versiones distintas sobre el mismo hecho. De allí que la palabra de la prensa escrita se haya emputecido al punto de que el invento lodoso de Montesinos-Bressani-Olaya –la llamada prensa chicha- haya encontrado nuevas encarnaciones y distintos capitalistas. De allí que para tener una visión poliédrica de algo haya que embutirse tres o cuatro diarios (a ver si así llegamos a un promedio más o menos veraz).
Entre los sucios negocios, las evasiones fiscales canjeadas con auxilios editoriales y la militancia en ideologías que perpetúan el dominio del capitalismo hampón, la prensa escrita peruana –hechas las honrosas excepciones que pasan siempre por individualidades que son parte de una especie en extinción- ha ido cavando su propia tumba. Como si de un poblador de Putis se tratara. Como si se tratara de uno de esos pobladores de Putis que “la gran prensa” –boca llena de caries de la derecha- nunca quiso poner en sus páginas cuando Fujimori se meaba en la Constitución.
Se trata de un desprestigio muy bien ganado.
Para mí que la prensa peruana -y no sólo la escrita: miremos quién manda en la tele y quiénes aburren en las radios- empezó su decadencia el día en que se divorció de la inteligencia, de la universidad, de unos ciertos ideales que querían cambiar las cosas y emparentarse con los ofendidos; el día en que entendió que Sancho Panza era su patrón; el día, en suma, en que Alfonso Tealdo fue reemplazado por Alejandro Guerrero y Raúl Villarán moría en la bohemia pobre mientras Guillermo Thorndike le pedía plata a los Banchero para después traicionarlos.
Lo que la prensa peruana necesita es un médico legista.

jueves, 25 de septiembre de 2008

La señorita Susana

Susana Villarán parece pertenecer a la Roma 1, la estación de bomberos con más linaje de esta ciudad que alguna vez quemaron los chilenos.
Con su casco de puntas, su manguera en ristre, el hacha de los salvatajes, el espíritu de cuerpo bomberil en la mirada fija, Susana Villarán ha salido a decir que Lourdes Flores es una irresponsable al anunciar el moqueguazo.
“Es imprudente, irresponsable –ha dicho–. Los ánimos están caldeados. ¿Se quiere ganar titulares atizando las cenizas para reavivar el fuego?” –se ha preguntado.
Y ha seguido pontificando esta Canonesa de la Cruz de las izquierdas amortajadas que lidera un partido llamado “Fuerza Social”:
“Los medios de comunicación son bastante funcionales a este tipo de política superficial e irresponsable...Ella (Lourdes Flores) siempre va con cámaras a todas partes. Está muy mal asesorada y tiene que hacer un reciclaje”, ha discurseado.
Esta mujer de púlpito y claustro quisiera no saber que Lourdes Flores sólo ha comprobado la temperatura moqueguana. Y Moquegua está con fiebre alta de la rabia porque este gobierno de falsarios –con las excepciones del caso, desde luego– ha vuelto a incumplir, escrupulosamente, cada punto del Acta que firmó para Canal 7 y para que Cesitar Campos, cuyo gordo expediente llegaría al Mar Muerto si fuera un rollo de papel higiénico, siga diciendo que todo va bien y que sólo la envidia puede decir lo contrario.
Y me pregunto: ¿Para esto se es socialista? ¿Para ponerse a la derecha de la derecha? ¿Para hablar como Margaret Thatcher? ¿Para acusar a la oposición que va a las zonas de conflicto de crear esos conflictos? ¿Para ponerse histérica cuando una región protesta con lo que tiene y como sabe frente al desaire del gobierno?
La señorita Susana está preocupada por la quemazón del descontento. Bien, pues que le exija al gobierno que deje de burlarse de los tacneños y moqueguanos. Que se enfrente a la mafia mediática que por ahora la acoge cuando se disfraza de nodriza de la democracia.
¿Democracia llama la señorita Susana a este juego donde los de abajo miran a los de arriba tomar decisiones para que abajo nada se mueva?
Yo le sugiero a Susana Villarán, muy modestamente, que pelee las internas del PPC con Lourdes Flores Nano (es posible que las gane). Que rete a duelo a Mercedes Cabanillas para ver quién es la lideresa de la Nada. Que le pida trabajo a Yehude Simon, un converso que está en eso de hablar doblado y mirando al suelo para que la derecha no le recuerde su pasado. Que le solicite a uno de los Agois una columna en su pasquín ultramontano. Que le pregunte a Chicho Mohme, en suma, cómo hizo para ser millonario repentino traicionando a Toledo y canjeándole a Bertini algunos secretos de índole penal.
Que haga cualquier cosa la señorita Susana. Que vaya, por último, donde Gisela a bailar por un sueño socialistón a la europea. Pero que no se siga llamando socialista. Porque si Susana desciende de Mariátegui, entonces Jaime Bayly desciende de Oscar Wilde.

(cesarhildebrandtpt781@gmail.com)

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Pollos y cucarachas

A la señora Pilar Nores habría que ponerla en un altar. Es una mujer educada, estoica, crecida para el castigo, demócrata y honorable.
El hecho de que sea argentina debería tomarse como un accidente superable y a sus reconocidas virtudes habría que añadir el hecho de que la fortaleza de sus sentimientos maritales supera a las piedras de Machu Picchu y al adobe de Chan Chan.
En estos días, sin embargo, la señora Nores de García ha considerado indispensable salir en defensa de su esposo y, como es lógico, ha tenido que recurrir a apelaciones balsámicas y a argumentos de acróbata.
En resumen, la señora Nores ha dicho que la culpa de la popularidad de su ilustre cónyuge la tiene el precio del pollo. Que es como decir que el desastre de Bush se debe a los caseros morosos que no le pagaron a tiempo a los bancos.
No, señora Nores. La culpa del 19 % de aceptación nacional de su marido la tienen, además del pollo, el gavilán pollero que está en Salud, el cerdo que convenció al doctor García de que la solución era competir con Uribe para el puesto de porrista de Bush, la urraca esa que se lleva las cosas en el MEF, el búfalo que miente en el Congreso, la cucaracha de Vivienda, las marabuntas de las Ugeles, el chacal de Essalud, la zorra del ministerio que usted sabe, las lagartijas de Indecopi, los gusanos de Forsur, las ladillas de Canal 7, el pato del IPD y la araña peluda que ha tejido su casa en las ruinas ideológicas y populares del Apra.
Porque el Apra es como la casa de los Usher y García es un enterrado en vida. Y de resultas de esa decadencia funeraria es que lo que hoy pulula en Palacio no es el Apra del Cachorro Seoane, ni el Apra de Townsend, ni el Apra de Villanueva sino esa Apra de Prialé que se rindió ante Julio de la Piedra y que pasó de Arévalo a Ravínez, esa Apra que Belaunde derrotó, Doris Gibson zahirió y Juan Gonzalo Rose despreció asqueado.
Ese 19 por ciento no pasa por el pollo sino por las perceptivas aves carroñeras que vuelan por encima de García. Y porque el Apra ha sido, por fin, lo que los coqueros que rodearon a Carlos Langberg soñaron: una frivolidad con discursos, un servicio completo a la riquería, un modo de ganarse la vida.
El Apra es cada vez más nuestro PRI, nuestro laboralismo sin obreros, nuestro socialismo a lo González (con González hablando y Solchaga vendiendo España por pulgada cuadrada). Y siendo todo eso, y habiendo traicionado hasta a la traición, tampoco es que pueda aspirar a ser favorita de las encuestas.
Así que, señora Nores: haría usted bien en no comprarse líos que, en el fondo, le son ajenos. Y haría mucho mejor si se dedicara a sus tareas de buena samaritana sin tratar de explicarle a la gente, con la simplonería de una cuculí, que lo de su marido es por el pollo.
Y si alguna vez se dudó qué era primero: el huevo o la gallina...pues ahora ya nadie duda de que, en el caso del Apra pradista de hoy, primero fue la gallina turuleca. La gallina turuleca y desnaturalizada que se olvidó de los huevos.

martes, 23 de septiembre de 2008

La crisis financiera mundial y el fracaso del neoliberalismo desregulador

Al anunciar la más grande intervención de su gobierno en los mercados, como la única solución a la crisis financiera, el Presidente Bush justificó la estatización de gran parte del sistema financiero norteamericano, señalando que “el riesgo de no actuar sería mucho mayor, más presión sobre nuestros mercados financieros causaría pérdidas de empleo masivos, devastaría las cuentas de ahorro de las pensiones, erosionaría más aún el valor de las casas y secaría la fuente de los préstamos para nuevas casas, coches y estudios. Son riesgos que los americanos no pueden permitirse”.
A partir de esta decisión y con el consenso negociado de los demócratas, el gobierno norteamericano a través de una agencia estatal anticrisis adquirirá las hipotecas “tóxicas” (impagables) de los bancos hasta por un valor de 700 mil millones de dólares. A esta cifra hay que añadir 900 mil millones de dólares del presupuesto nacional que la Reserva Federal utilizó para adquirir los activos de las agencias Fannie Mae y Freddie Mac, tomar el control de la aseguradora AIG –la número uno del mundo– refinanciar y otorgar garantías a las hipotecas con riesgo de no pagarse, otorgar un crédito de salvación a Morgan Stanley y comprar Bearn Steearn. El paquete de intervención estatal en los mercados financieros, que se suponían eficientes y transparentes y se revelaron ineficientes y transgresores del riesgo moral, llega así a más de 1.6 billones de dólares. El 15% del PBI norteamericano. Esto sin contar el costo de las intervenciones de los bancos centrales europeos en su propio sistema financiero, contagiado por las hipotecas subprime.
Llega, así, a su fin el fundamentalismo neoliberal que durante 30 años pregonó la desregulación extrema de los mercados. La desregulación afiebrada e ideológica ha implosionado y se ha revelado ineficaz, incompetente e irresponsable. Ha significado, en la generación de la crisis, la extrema privatización de colosales ganancias para sus operadores y, en la solución del desastre que ha creado, la socialización de las pérdidas también en magnitudes colosales. El desastre que han producido los ultraliberales en economía y neoconservadores en política, lo paga ahora inocentemente el ciudadano y el Estado norteamericano.
La adquisición estatal de los activos contaminados permitirá que el estallido de la burbuja financiera no conduzca al desplome de la economía real. Y eso es bueno. Pero la superación de la crisis tomará un tiempo. Los expertos señalan que la fase aguda de afectación de los mercados financieros se prolongará hasta el tercer trimestre del 2009. Y terminará probablemente a fines del 2010. Pero su fase crónica “double dip o triple dip” (doble o triple recaída) puede abarcar un periodo de seis o siete años.
John McCain que impulsó y se comprometió con la doctrina neoliberal de la desregulación, hoy abjura de ella –creo sinceramente– reclamando una sensatez macroeconómica que revalorice la regulación estatal. Barack Obama, limpio de compromisos con la intervención en Irak y el pensamiento económico neoliberal, con honestidad, releva a su adversario de toda responsabilidad directa en la crisis. Pero recuerda que la culpa es de la “filosofía económica que él defiende”. Obama coincide con Bush en la creación de la agencia estatal anticrisis, pero plantea con inteligencia y sensibilidad una diferencia fundamental. “No hay que socorrer sólo a Wall Street (las finanzas), sino también a Main Street (la economía del ciudadano de a pie).

Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.

lunes, 22 de septiembre de 2008

El lobby del cemento

El lobismo está de moda. Viene en manada, disfrazado de opiniones, vestido de interés neutral. Si seguimos así, el lobismo terminará comiéndose a la abuelita y haciendo que la mayor parte de opinadores pertenezcan, en secreto, a las planillas del cómo es y del cuánto hay.
Llorente y Cuenca, por ejemplo, ejerce el lobismo legítimo y diurno. Pero tiene una red de periodistas “amigos” que están prestos a servir, primero, y a cobrar, después.
Ahora bien, en las legiones del lobismo no hay sólo periodistas porcentuales. También hay técnicos, estadísticos, empresarios y, sobre todo, abogados -de esos que salen en “Cosas” asistiendo a un partido de polo-.
Un día, por ejemplo, al ministerio de Economía se le ocurrió reducir a cero el arancel para la importación del cemento. La única empresa beneficiada con esa medida fue “Cémex”, la cementera mexicana que ha incursionado en el mercado peruano.
A mí me parece mal, por supuesto, que una medida general termine mejorándole la vida a una empresa en particular. Y no sé si el lobby de “Cémex” aceitó algunas poleas ministeriales.
Lo que sí sé es que en este caso se movieron intereses fenicios que querían hacerse pasar por preocupaciones “nacionalistas”.
Lo cierto es que “Cémex” no llega ni al 2% en participación del mercado peruano. Y más cierto todavía es que, cuando se tomó la medida, había una efectiva escasez de cemento en algunas regiones del país. En Iquitos, por ejemplo, por esa época, la bolsa de cemento llegó a costar 35 soles, mientras en Lima se seguía vendiendo a menos de 17.
Pero esa penuria por el cemento sólo se publicó en términos adecuados en la prensa regional. La gran prensa trató el asunto minimizándolo todo lo que podía.
Y es que se trataba de hacer creer que el cemento nacional sobraba y que no había razón alguna para importarlo en condiciones competitivas.
De esa campaña se encargó, claro, Llorente y Cuenca, en cuya lista de colaboradores, amigotes y asalariados subrepticios deben figurar algunas de las plumas mejor pagadas del medio.
A nombre de la Sociedad Nacional de Industrias salió a protestar el doctor Alejandro Daly. Parecía humalista este Daly hablando en la radio, la tele y los papeles del “interés nacional”, de la necesidad de velar “por lo nuestro” y de cómo es que en otros países “se protege lo que es propio y da trabajo”.
Lo que Daly no dijo es que no estaba hablando como abogado distante del evento sino como cercanísimo amigo de la familia Rizo Patrón, dueña de “Cementos Lima”, orquestadora de esa campaña y dueña del 52% del mercado nacional del cemento.
Daly es ahora, por supuesto, abogado de “Cementos Lima” y, como tal, interpuso una denuncia en contra de “Cémex” en la sala de Dumping y Subsidios de Indecopi. Lo anecdótico es que Daly ha sido funcionario de Indecopi, ha paseado por esa sala su autoridad y conserva entusiastas amistades en Indecopi, la entidad que tuvo el descaro de exculpar a Bryce en el caso de su flagrante plagio.
El cemento nacional es como un amor de a tres que, como en el caso de Oscar Wilde, no se atreve a decir su nombre. “Cementos Lima” es el gigante y cubre Lima. “Cementos Pacasmayo” se reserva el norte. Y “Cementos Yura”, de los famosos Rodríguez Banda, tiene el territorio del sur. Nadie se mete con nadie, nadie invade el califato del otro y todos están tranquilos.
Lo que preocupa a este trío oligopólico es que “Cémex” está por anunciar una millonaria inversión para poner una planta en Lima, mercado que ha considerado como uno de los mejores de Sudamérica. Serían varios cientos de millones de dólares, una tecnología ensayada en setenta países, cientos de puesto de trabajo y, sobre todo, una ruptura de ese paraíso de cemento donde los Rizo Patrón hacen de Adán y Eva antes de que llegara la serpiente.
La empresa Llorente y Cuenca, que administra la imagen y defiende los intereses de “Cementos Lima” en donde sea necesario, ya se está poniendo en contacto con sus columnistas y sus escribas de dictado. Quizás al cemento más que a los puertos apuesta la iniciativa de un hombre tan concreto y arenoso como Luis Giampietri -me refiero a la idea de limitar el ingreso de capital extranjero “para ciertos casos”-.
A mí me importa un rábano si “Cémex” llega o no, y si instala una planta o no. Ni soy venal, ni constructor, ni legionario de algún lobby, ni espero ningún “auxilio” publicitario de esos mexicanos que ignoro. Lo que me importa es que los fariseos se queden como debieran estar siempre: con el culo expuesto para risa de toda la platea.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Recordando a Belaunde Terry

No fui justo con Fernando Belaunde Terry. No fuimos justos. No le perdonamos nada.
Y ahora que la política peruana parece a veces un muladar es bueno recordar lo mejor del legado de Belaunde: su probada honradez, su incapacidad para la rapiña.
Belaunde murió en un departamento de 50,000 dólares que, años atrás, había comprado Violeta Correa, la compañera de toda la vida.
Belaunde había vendido su casa de Inca Rípac, en Jesús María, y había hecho lo mismo con su departamento playero en la playa La Honda. Parte de ese dinero se lo había ido gastando en pequeños gustos y con lo que quedó -más la ayuda de algunos populistas- había accedido a un departamento mesocrático, amoblado sin ninguna demasía.
Pero pasada su segunda presidencia, más que octogenario, vendió esa última propiedad, obtuvo por ella 90,000 dólares y repartió ese dinero entre sus tres hijos. Sabía que la muerte lo había empezado a rondar.
Por esos años, Violeta había recibido una escueta herencia. Con ese dinero –unos 50,000 dólares- compró el piso donde ambos vivirían lo que les quedaba de vida y donde ella se moriría –porque la muerte siempre es una traición- antes que Belaunde.
Dicen que Belaunde jamás pensó que sobreviviría a quien había sido la mujer que lo sacó de la pena y lo liberó de la sonrisita limeña. Dicen que quedó devastado y que miró la muerte como un modo de reunirse con Violeta. En el entierro de su mujer, el arreglo floral que le dedicó tenía encima una tarjeta sencilla con una sola frase escrita con caracteres de anuncio: “¡Espérame!”
De Belaunde se puede decir que no hizo esto y que omitió aquello, que permitió la proximidad de los PPK y las mañas de Ulloa y las representaciones de Rodríguez Pastor. Se puede decir también que “la conquista del Perú por los peruanos” sonaba a campanario antiguo y a tautología de bandera. Y hasta puede decirse que con Belaunde el arte de cerrar los ojos a la realidad adquirió ribetes de tragicomedia. Le sucedió cuando llamó abigeos a los guerrilleros de los 60 y cuando reincidió en algún adjetivo bandoleril en el momento en que Sendero asomó su sangrienta pezuña.
Pero también habría que decir –y no se dijo a tiempo, no lo supimos decir a tiempo- que Belaunde reivindicó la serenidad del centro, la naturalidad del justo medio, el pragmatismo tranquilo del sentido común. Porque este hombre de modales pensados y hablares de lavanda jamás fue tentado por ningún extremo. La mesura fue su gran pasión.
Y lo más importante: Belaunde no tocó un centavo del tesoro público, no se hizo rico en la presidencia de la República, no se ensució en contabilidades invisibles ni firmó declaraciones juradas plagadas de mentiras.
Y hoy que la política peruana consagra la impunidad y azuza el saqueo -desde los pollos de un pobre diablo llamado Anaya hasta los negocios de aguas servidas próximos a consumarse en lo de Taboada-, hoy es preciso decirle a los jóvenes que la política de este país supo también de gente decente que llegó al poder sin dinero y salió del poder sin dinero. Sin dinero pero con honor.
Y es bueno que lo escriba un periodista que fue implacable con Fernando Belaunde. Un periodista que hoy extraña a rabiar esa perseverancia en el decoro que hoy agiganta su figura.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Si Dios fuera peruano (II)

Si Dios fuera peruano

1)Enrique Zileri sería inmortal.
2)Garrido Lecca sería el alcalde de Santa María.
3)Teófilo Cubillas podría haber sido clonado.
4)Las minas de tajo abierto no abundarían en la farándula sino en Huancavelica.
5)Laura Bozzo no se habría repuesto de la epidemia de peste bubónica que asoló Venecia en el siglo XIV.
6)Beto se llamaría Truman Capote y escribiría maravillosamente.
7)Marcelo Oxenford no sería un argentino tan estirado.
8)Melcochita habría sido lapidado en una hambruna Neanderthal.
9)La señorita Higashi habría decidido afeitarse.
10)Mario Huamán habría tocado otro tambor.
11)Los ingleses habrían conquistado Arequipa.
12)Las cuentas regresivas no serían siempre las de los salarios.
13)El banco de oro no se lo habría llevado ese choro disfrazado de mendigo.
14)A Micky Rospigliosi le importaría un cuerno.
15)Los Fujimori no habrían desembarcado en el Callao sino en Valparaíso.
16)Sabríamos exactamente cuándo se jodió el Perú.
17)Castañeda Lossio sería alcalde de Palermo.
18)Marco Parra no habría abandonado el Parque de las Leyendas.
19)La banda del SAT por lo menos tocaría algunas piezas.
20)La ANDA no cargaría al Señor de Turno.
21)Nakazaki se habría fusionado con Ajinomoto.
22)Baruch Ivcher no habría hecho el 2.
23)Villa Stein sería un balneario.
24)El Alto Perú no habría llegado a ser Las Casuarinas.
25)El análisis de eses no sería una prueba de evaluación magisterial.
26)La tecnología de punta no sería patrimonio de los Barracones.
27)Porky habría conquistado a Keiko y se la habría llevado a Hollywood.
28)Genaro no tendría también el Canal de Yerbateros.
29)Maribel Verdú habría nacido en Tarapoto.
30)El Ojo que Llora sería sólo una escultura y no un diagnóstico nacional.
31)Jaime Bedoya tendría poderes fulminantes.
32)Piérola habría dirigido a los chilenos.
33)Un chileno no habría fundado “El Comercio”.
34)A Chelita no la habría tomado un maldito tumor.
35)El puma Carranza habría estirado las dos patas (como en el fútbol).
36)Alva Castro viviría en Castro Valley.
37)En vez del piojo Dancourt habríamos tenido a la pulga Messi.
38)La señora Iparraguirre habría nacido bella y Guzmán recordaría una infancia feliz.
39)Palito Ortega no nos seguiría visitando.
40)El 9 y el 13 no se comunicarían a través de sus antenas.
41)La Católica sería más protestante.
42)Diego Portales habría sido chalaco.

viernes, 19 de septiembre de 2008

¿O sea que la crisis no nos alcanza?

En el Perú, la locura es una lava que avanza, un puré de delirios que alcanza para todos. ¿La locura o el cinismo?
Ejemplos: ayer, en la radio gubernamental, Luis Alva Castro decía que la inseguridad ciudadana había disminuido “en 7 por ciento”, que el crimen retrocedía, que el narcotráfico boqueaba en las penúltimas, que los servicios de Inteligencia estaban mejor que nunca y que, en fin, hasta la policía se había convertido en un cuerpo ejemplar de agentes de la ley. Y lo decía el mismo día en que Artemio, desde su madriguera en esa selva que Alva Castro ni presiente, rechazaba el ultimátum de rendición planteado por el jefe de la policía, general Octavio Salazar. Claro que no lo decía en RPP sino en “Radio Luz”, de Aucayacu.
En la radio del régimen de turno –o sea RPP– nadie le preguntó lo único que cabía preguntarle a estafador de tal calaña: si creía que el Perú era una legión de imbéciles, un comité provincial del Apra, una manada de búfalos mirando la cámara de Nat Geo.
Lo festejaron más bien en RPP, la voz gangosa del rampar con paga. Y lo hicieron con la misma voz con la que calumnian a los médicos, a los huelguistas con o sin mandil, a los sin sosiego de todas las siglas.
A renglón seguido, apareció el más poderoso de los bipolares y dijo, desde Brasil, que a qué tanto aspaviento, que la crisis mundial no alcanzaría al Perú, que estábamos blindados y que se dejara de armar escándalo por este contraciclo pasajero.
“Las medidas para curarnos en salud, ya las tomamos”, dijo García fingiendo que la economía es su oficio y la gestión su caucau. ¡Como si nadie supiera que García sólo sabe sumar su patrimonio!
Nadie de la radio que nos une alrededor de la adulación le preguntó en qué se basaba para tanta bocanada de optimismo, qué demonios podía pensarse de un país que dice que la economía es global hasta la promiscuidad pero que está al margen de las crisis globales. De un país que dice que, como es tan pequeño, saldrá ileso del huracán que sólo se lleva las grandes residencias. ¿Qué lógica de ostra es esa?
O sea que, aconsejado por Cantinflas, Alva Castro emerge de un charco de sangre a decirnos que la paz urbana está cerca mientras que el doctor García, sumergido en un baño María de litio, nos dice que aquí la crisis no llegará porque le hemos, globalmente, cerrado la puerta.
O sea que alguien les ha dicho que deben de salir más en la radio gubernamental. Que el descenso en las encuestas se debe a falta de comunicación. Que los éxitos no se están nombrando. Que el que calla otorga y el que no llora no mama y que sólo el Apra salvará al Perú.
El presidente de la globalización está en Brasil vendiendo inversiones y trozos de Perú. Para él, la globalización es una chequera, varios telecés, montañas dinamitadas para sacarles el oro y madereros chilenos colonizándonos después de limpiar el follaje de mosquitos y huambisas. García cree en Brasil y en Chile. Y en el dinero, desde luego.
No cree en el Mercosur, en la Comunidad Andina, en la Unión Sudamericana de Naciones.
Es que en esos organismos pugna todavía el continente mestizo y reformista al que García le ha dado la espalda pensando que Washington o Bruselas lo adoptarán como a un igual.
En realidad, el único que lo considera hermano de cadenas y agachadas es Uribe, que cree que la derrota de las FARC –deseable desde la perspectiva de la razón– implica el triunfo de la caverna colombiana.
Loco Alva Castro. Loco García. Pobre Apra, que ha llegado a ser un montón de palabras, un amasijo de yerros retorcidos. Y pobre Perú, en manos de esta locura sin método.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Órdenes son órdenes

Los juristas internacionales que han venido a ayudarnos a desentrañar las miserias morales del fujimorismo nos han dicho que las órdenes de asesinato no se escriben, ni se envían como memos, ni se consignan para la historia. Y nos han dicho también que a veces, muchas veces, ni siquiera se dan porque son tácitas y sobrevuelan como aves carroñeras sobre las cabezas del poder.
Pinochet no le dijo a Contreras que matara a Orlando Letelier. No necesitaba decírselo. Contreras dedujo el imperativo de ese crimen de las señales que le daba el edificio Diego Portales, sede de la junta fascista: oficiales que se jactaban de haber visto morir a los enemigos, altos mandos que sabían que en tales sótanos se estaba torturando, el teniente Edwin Dimter que, orgulloso, contaba cómo había reventado a patadas a Víctor Jara antes de ordenar dispararle balas de fusil-ametralladora que perforaron 42 veces ese cuerpo ya ido.
Por eso, cuando Pinochet se quejó, en un consejo de ministros, de lo enemigo que era Orlando Letelier impidiendo que Europa le prestara dinero a Chile y aun bloqueando préstamos estadounidenses, Manuel Contreras dio la orden y, meses después, Letelier y su secretaria Ronnie Moffitt se desangraron en el coche donde Michael Townley, ex agente de la CIA y colaborador de la gusanera de Miami, había puesto una bomba-lapa accionada a control remoto.
Es cierto, no hay órdenes de exterminio ni siquiera de Videla, que fue más exterminador que el mismo Abbadón. Y no hay registro escrito de los excesos de macaco lascivo de Trujillo. Y hasta la alimaña de Batista saldría limpia de un escrutinio sobre si dio o no órdenes mecanoescritas para sus torturadores y asesinos.
Sin embargo, hay excepciones.
En el libro “Esclavos de la libertad”, de Vitali Shentalinski, he leído una orden operativa de fusilamiento dictada por el comisariado popular de un pueblo alejado de Moscú, en plena etapa del estalinismo. Es sobria, urgente y está dirigida a un cuartel del NKVD, el nombre que en 1934 adquirió el GPU, que fue por su parte la segunda cara de la CK o Checa, creada por Lenin en 1917.
Se trata de un grupo de presuntos disidentes –el año es 1935– a los que se les ha “probado” haber traicionado a su país y al socialismo. Me sorprende la alegría germicida que parece estar detrás de esas palabras: “Procédase a la ejecución de los agentes contrarrevolucionarios que les enviamos...”
No es, sin embargo, lo más interesante del libro. Lo más interesante (y escalofriante) es la cantidad de delaciones que contiene, las huellas casi literarias del soplonaje de escritores que se dirigían a Beria para traicionar a sus colegas, para denunciar lo que había ocurrido en casa de tal escritor, en el cumpleaños de tal poeta, en la lectura de textos de Anna Ajmátova.
Leyendo algunos de esos documentos uno se da cuenta de cómo se construyó ese imperio que trató de aniquilar las dudas matando o encerrando a quienes dudaban y que logró la temblorosa unanimidad que sólo se detenía a los pies de los gulags. En suma, el horror edificado para imponer la felicidad y decretar que los otros no merecen estar sobre la tierra.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Si Dios fuera peruano

Si Dios fuera peruano:

1) El congresista Gustavo Espinoza (no Montesinos) sería chileno.
2) Enrique Agois sabría escribir.
3) Fernando Vivas no olería a naftalina, que suele ser el olor de los closets.
4) Nicolás Lúcar habría nacido Crousillat, de frente y sin máscaras.
5) Abimael Guzmán habría sido araucano.
6) Germán Leguía sería el entrenador de San Lorenzo de Almagro.
7) Raúl Vargas sería estrella en “La voz de América” y dobletearía en “Radio Bío Bío”.
8) Fernando Ampuero no habría necesitado del sicariato.
9) Genaro Delgado Parker habría sido victimado por el mismo cobarde (Robert Ford) que mató a Jesse James.
10) Cipriani habría nacido en la franja de Gaza.
11) El doctor García sería el presidente del Ecuador.
12) El general Edwin Donayre sería un muy recordado héroe del Cenepa.
13) Javier Velásquez Quesquén habría sido hallado por un arqueólogo mexicano.
14) Gisela Valcárcel distraería a las tropas de Bush en Bagdad.
15) Alberto Fujimori habría gobernado dos décadas la prefectura de Imamoto.
16) Lourdes Flores habría sido huérfana de padre antes de las primeras eleciones perdidas.
17) “El Comercio” no honraría su nombre cada 24 horas.
18) Aldo Miyashiro habría defendido Iwo Jima y tendría un busto en Nagoya, su tierra natal.
19) Víctor Joy Way habría estado en el mismo avión de Lin Piao.
20) A Alejandro Toledo le habría ido de maravillas en Stanford.
21) Luis Giampietri habría nacido en Viterbo, Italia, y habría sido amante secretísimo de Clara Petacci.
22) CPN se llamaría, sin medias tintas, “Radio Minería”.
23) Hernán Garrido Lecca no habría podido escaparse del cómic de donde procede.
24) Boy George habría venido hace 25 años.
25) Cecilia Valenzuela habría detenido sus sucesivas reencarnaciones en las cercanías de Hernán Cortés.
26) Ántero Flores Aráoz habría sido asaeteado –con fines culinarios– en una azotea de El Porvenir.
27) Tongo no habría nacido.
28) El cañón del Colca habría bastado para derrotar a los chilenos.
29) María Sharapova se bañaría en Punta Hermosa.
30) PPK sería sólo una marca de pinturas.
31) La prensa peruana no estaría tan preocupada por la crisis de las hipotecas (basura).
32) Enrique Cornejo habría muerto –por un lamentable equívoco– en la matanza de San Valentín.
33) Alan García no andaría disfrazado de bolsa de valores.
34) Baruch Ivcher habría sido declarado héroe nacional por su sacrificio en la Guerra de los Seis Días.
35) Luis Delgado Aparicio serviría en un café de Buenos Aires.
36) Algunas de las grandes fortunas del Perú no se explicarían sólo por el guano que las impregna.
37) Chiquitín Salazar no habría llegado a adulto.
38) José Anaya –el de los pollos– no habría salido del gallinero.
39) Joselo García Belaunde no habría nacido en Concepción.
40) Bill Gates habría sido socio del Regatas.
41) La Comisión de la Verdad no habría sido demonizada por los que creen en la comisión.
42) Nuestro plato de bandera no sería el chupe del jefe.
43) Susy Díaz ya habría sido arponeada por el capitán Ahab.

Etcétera, etcétera, etcétera.

martes, 16 de septiembre de 2008

Adopta un periodista



Rosa Maria Palacios trabajó para una dictadura. Ahora, la señora ‘lucha’ contra la corrupción (de pobres diablos) e impulsa campañas para aniquilar a los sinvergüenzas de 10 mil o 15 mil soles. Cosa que está muy bien. Pero esa no es la gran corrupción contra la que todos debemos de luchar. Pues la gran corrupción no mueve unos pocos miles o cientos, sino millones. Pero a esos verdaderos sinvergüenzas la señora Palacios no los investiga, pues esos sinvergüenzas, de saco y corbata, son también anunciantes. Es decir, quienes le pagan el sueldo a la conductora de ’Prensa Libre’.
‘El Comercio’, propietario de ‘América TV’, siempre estuvo vinculado a la derecha. Pero no a la derecha democrática, sino a la derecha dictatorial. ‘El Comercio’ estuvo con Fujimori y, también, en su momento, con Odria, a quien llamaron “el salvador del Perú”.
Para que vean qué tipo de porquería es ésta.

Periodista adoptado: Rosa Maria Palacios.
Diario adoptado: ‘El Comercio’.

Publicación independiente. No vinculada a César Hildebrandt.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Máquinas de escribir

Leo en el blog madrileño de Fernando Sánchez Dragó -que es premio Planeta y todo, por si acaso- que el fastuoso Francisco Umbral nunca usó una computadora para escribir porque estaba seguro de que en ese teclado silencioso su estilo habría cambiado.
Sánchez Dragó añade que nunca supo de dónde podía venir el prejuicio de Umbral, pero lo cierto es que el autor de “Mortal y rosa” le fue fiel a su Olivetti con la misma pasión con la que le fue infiel a todas las mujeres que pasaron por su ego y se chamuscaron en su rápido olvido.
La verdad es que yo tengo en mi sala -y ahora como decoración nostálgica- una Underwood de los años 20 del siglo pasado y ese es mi homenaje a las máquinas de escribir.
No sé si el estilo tendrá algo que ver con el clamor de yunque de una Olimpia aporreada con dos dedos -el índice de la mano izquierda y el medio de la derecha-, pero la verdad es que a veces extraño esa máquina que en “Caretas” me esperaba con su aspecto de Eva Braun dispuesta a todo.
En casa, después de dar de baja a una Underwood que me regaló mi padre, me compré una Olivetti portátil con estuche verde. Sonaba menos que la teutona Olimpia y era veloz y clara en su tipografía, pero era también frágil y había que repararla cuando se la castigaba a parrafadas.
La ventaja sentimental de una máquina de escribir era que sólo servía para escribir. Esa humildad de miras, ese apego bruto a un solo cumplimiento, esa especificidad inexorable, hacía que aquel aparato se asociase al acto de escribir de un modo que una computadora jamás conocerá. Y a ratos daba la impresión de que, una vez puesto el ritmo de crucero, la máquina se adelantaba al encargo que pensabas darle.
Una computdora es una hembra emancipada de altísimas cualidades. Es una CEO que a veces, por afición, puede escribir. Una máquina de escribir, en cambio, era una maruja con ruleros que barría el porche y hacía el pesto con su pizca de espinaca.
Uno usa a las computadoras. A las máquinas de escribir se las amaba.
Y la batalla de las teclas golpeando sobre el rodillo era parte de cierto código violento que, quizá, expresaba una voluntad de énfasis y un clima de tormenta creativa. Como que uno no se puede imaginar los Trópicos de Henry Miller escritos en un teclado con sordina.
En la película sobre el caso Watergate -“Todos los hombres del presidente”- todavía se puede ver lo que era una redacción poblada de esos tanques que disparaban palabras y que, en un comienzo, se llamaron dactilógrafos. Blanqueada por la luz de neón, esa sala del Washington Post donde se escribió la historia final de Nixon era un solo ambiente lleno de Olimpias dispuestas a tolerar el frenesí y la histeria de los cierres.
Los chicos de hoy llaman al Office Word y escriben pianísticamente. Y la pregunta que me hago, en honor de Umbral, es esta: ¿Se hubiera llegado a ser tan light (como se es ahora) machacando una máquina de escribir con la cinta negra rota en algunos tramos? ¿Habría llamado Umbral imparciales a los relojes y habría descrito “la lenta majestad de los tapices” en el teclado de eso que en España llaman, espantosamente, ordenador?

domingo, 14 de septiembre de 2008

La matriz del capitalismo

Si todo se vende y hasta las santas patronas exigen su colaboración y Santa Rosa su sencillo y la virgen de Fátima sus emolumentos en forma de suvenires y cuchés, ¿por qué diablos no podrá venderse el himen?
Eso es lo que ha pensado la universitaria estadunidense que se hace llamar Natalie Dylan, una chica de 22 años que jura no haber sido penetrada sino por las ideas liberales y que ha puesto en subasta la pérdida de su virginidad en internet.
“Vivimos en una sociedad capitalista. ¿Por qué no puedo capitalizar mi virginidad?”, ha dicho esta discípula espiritual de Maritornes.
Y tiene toda la razón. Matando a su propio perro del hortelano, Natalie Dylan ha decidido volar alto -espera que alguien llegue a pagar hasta un millón de dólares por desmembranarla-, ha puesto en valor piernas, pechuga y encuentro y, acompañada de una foto que la muestra como una chica agradable, ha lanzado su desafío.
El problema es que e-Bay, el supermercado virtual, no ha aceptado incluirla en su menú de ventas.
Pero Natalie no se anda con rodeos. De inmediato ha buscado una vitrina aparente y la ha encontrado en la página web del comercio “Moonlight Bunny Ranch”, de Las Vegas.
Ese es un comercio especial porque se dedica –como diría un Góngora de Surquillo- al alquiler de plazas de garaje sexuales. Vamos, que es un burdel a todo meter y hasta con faroles rojos en sus búngalos trepidantes. Y allí ha terminado la foto de Natalie, como el bocado de cardenal más apetecible de todo Nevada. Un bocado que se entregará ante el cheque más gordo, prescindiendo de la apariencia de quien lo banque. Porque esas son las leyes del mercado.
Ahora bien, ¿cómo puede una chica que estudia en San Diego, California, y tiene 22 sólidos años haber conservado su virginidad?
Natalie jura que su castidad es producto del heroismo abstinente y de la autosatisfacción prudente. Y dice estar dispuesta a someterse al polígrafo y al médico legista que designe el hombre que quiera inaugurarla.
Lo que quizá juegue en contra de los intereses de la señorita Dylan es la escasa cotización que tiene actualmente en bolsa el valor de la virginidad. Excepción hecha de los pederastas y de algunos duques, pocos son los hombres que, a estas alturas de la historia de los sentidos, consideren la primera noche de una mujer como algo más que un molestoso hecho de sangre. Es que Miss Natalie quizás ignore la terrible frase de Paul Morand: “Era bella como la mujer de otro”.
Es probable que en el siglo pasado la puja por la virtud de esta estudiante -que quiere obtener un máster con el dinero que le rinda lo que asegura jamás haber usado a plenitud- habría originado un tumulto de angurrientos.
Y ya no digamos lo que hubiera significado en el siglo diecinueve.
Cuando Napoleón III se enamoró de la española Eugenia de Montijo no faltaron los que le dijeron que la tal dama ya había sido pasada por las armas. El emperador que tan mal terminaría quiso hablar del asunto, y sin tapujos, con Eugenia. Esta, que era de veras casta hasta parecer de mármol, terminó la defensa de su reputación con estas palabras: “Verdad es, Sire, que he amado, pero sigo siendo la señorita de Montijo”.
Napoleón III la obtuvo en matrimonio.
Pero esos eran otros tiempos.
En resumen, dudo mucho que algún desflorador, entre anacrónico y desdichado, pague un millón de dólares por incursionar en la señorita Dylan.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Lucille Ball ha regresado

Lucille Ball ha vuelto reencarnada en Sarah Palin.
La diferencia es que Lucille Ball era una ignorante encantadora y una huachafa del hogar y Sarah Palin, siendo tan huachafa e ignorante como ella, podría ser la presidenta de un país con el mayor arsenal atómico del mundo.
Es que todo ha cambiado, para mal y hacia abajo, en la política norteamericana.
Décadas atrás, Sarah Palin no hubiera servido ni para amante borrosa de un viejo senador del medio oeste.
Hoy acompaña al viejo John McCain en la fórmula republicana, un combo de guerra fría y brutalidad armada con el que el sistema de las corporaciones pretende mantenerse en el poder.
La señora Palin es minuciosamente estúpida y hasta ahora había abierto la boca sólo para recitar su panfleto conservador. O sea que Dios nos hizo del mismo barro que Bush deja como estela, que Darwin es peligroso, que no está demostrado que el saqueo del planeta haya influido en el calentamiento global, que el aborto debería estar siempre penado con la cárcel y que los Estados Unidos muchas veces sólo cumplen las consignas del Señor, alabado sea.
Decía que hasta ahora sólo había abierto la boca para paporretear ese “Coquito” conservador, porque hace dos noches ha añadido a su elocuencia Neanderthal la dosis de Apocalipsis que le hacía falta para ser perfecta.
Entrevistada por Charlie Gibson, de la cadena televisiva ABC, ha dicho que Estados Unidos “debe vigilar a Rusia” y declararle la guerra “si es preciso” si ese país invade otra vez “una democracia más pequeña como Georgia”.
John McCain no la ha corregido porque él piensa lo mismo y ha elegido a Palin para que diga por él lo que el republicanismo duro ofrece como alternativa a Bush: más dureza, pero con eficacia.
Palin tiene 44 años y obtuvo su pasaporte recién hace dos. Y ha viajado a Israel (tiene la bandera de ese país en su oficina y dice que todo buen cristiano tiene que ser sionista porque ambas creencias son hermanas), Alemania, México y Canadá. O sea que es tan cosmopolita como un amante de los rodeos de Tenesí (y ella es también, claro, amante de los rodeos).
Interrogada por Gibson sobre “la doctrina Bush”, la señora Palin hizo una mueca de desconcierto y quedó petrificada. Cuando Gibson le explicó que “la doctrina Bush” consiste en declarar guerras preventivas, la señora Palin dijo que, en esa materia, “el presidente Bush ha cometido algunos errores”. No dijo, desde luego, cuáles eran esos errores porque no sabía de lo que estaba hablando. Lo que sí dijo es que ella autorizaría misiones secretas en Pakistán sin la autorización de los paquistaníes y “mayor presión” sobre Irán.
McCain, que es un palurdo sin resquicios, está feliz. Un electorado manejado por los grandes medios audiovisuales ha encontrado a su abeja reina. Y McCain, que decía que Janet Reno –la fiscal de Clinton- era una machona que podía ser el padre de Chelsea Clinton, sintoniza ahora perfectamente con la plebe patriotera que no pregunta por propósitos, se alimenta de las noticias de la Fox, y está convencida de que sólo las armas nucleares evitarán que Irán las obtenga.
La señora Palin ignora que Georgia no es precisamente una democracia sino un protectorado servil de los Estados Unidos de América. Ignora que fueron las armas georgianas las que dispararon primero sobre las mayorías rusas de Osetia del Sur. Supone –estoy seguro- que Abjasia es una línea aérea y cree que pocos recuerdan su infame sociedad con el hitleriano Pat Buchanan, al que ayudó en su campaña cuando éste visitó Alaska.
El último de los cinco hijos de la señora Palin tiene síndrome de Down. Esta Vilma Picapiedras que algún día podría cargar el maletín desde el que empezar una guerra nuclear mundial, ha exhibido a este niño en cuanto foro ha podido para demostrarle a sus rivales que es mejor tener un hijo Down que abortar. Y desde luego ha subrayado que ella sabía que su cría padecería de ese retardo. ¿Creerá que el niño no intuye el uso que están haciendo de él?
Con el mismo criterio, la gobernadora de Alaska ha expuesto ante todas las cámaras imaginables al hijo de su hija de 17 años, a quien no le brindó educación sexual alguna porque en esa casa –completada con un marido que es campeón de carreras de motos en la nieve- mencionar la palabra “condón” es poco menos que una blasfemia.
Esa es la América que nos espera con McCain, el hombre que cayó prisionero mientras echaba bombas de napalm en Vietnam. Ese hombre amargado y siniestro ha encontrado a la pareja ideal. En eso está terminando el sueño de Thomas Jefferson.

viernes, 12 de septiembre de 2008

El golpe fascista ha empezado en Bolivia

Como no puede comprometerse con ninguna idea porque hace décadas que no piensa sino que lacta horchata de la ubre caída de Milton Friedman, a la caverna no le queda otra cosa que considerar, en el caso de Evo Morales, que el racismo basta como programa político.
-“Indio maldito”- clamaban las paredes cruceñas grafiteadas por el ustachi Marinkovic, descendiente de fascistas croatas y heredero de un latifundismo a la colombiana que aspira a tener sus propios paras y su Uribe a la medida.
Y ahora resulta que este “indio maldito” se ha atrevido a expulsar de su altiplano al mismísimo embajador de los Estados Unidos de América, Mr. Philip Goldberg.
Goldberg ha estado muy activo repartiendo el dinero que la CIA ha puesto en circulación en Bolivia para precipitar el golpe pinochetista (u obandista, o banzerista, o barrientista, escoja usted) que acabe con Evo Morales y su mayoría insoportable.
El problema para Goldberg es que hay estadounidenses decentes que no entienden la política exterior de su país. Y fue uno de ellos –el estudiante John Van Schaick, becario de la Fundación Fullbright en La Paz- el que denunció haber sido citado a la embajada dirigida por Goldberg para una reunión con el agregado de Seguridad, Vincent Cooper, agente no demasiado encubierto de la CIA.
El señor Cooper le pidió al estudiante Van Schaick que informara a la embajada estadounidense en La Paz de todo lo que viera “sobre la infiltración de cubanos y venezolanos en Bolivia”. Van Schaick simuló asentir y de inmediato hizo averiguaciones que lo llevaron a la conclusión de que Vincent Cooper le estaba haciendo la misma solicitud de espionaje a todos los becarios y voluntarios estadounidenses que pasaban por suelo boliviano.
Cuando el estudiante leal a sus principios hizo la denuncia, al embajador Goldberg no le quedó otra que presentar sus excusas ante el canciller David Choquehuanca y aceptar la expulsión de Vincent Cooper. Un comunicado del embajador hoy declarado persona no grata admitió que Cooper “había dado información incorrecta a ciudadanos de los Estados Unidos”.
No ha sido el único incidente entre Goldberg y el Ejecutivo boliviano. Uno de ellos fue entre grosero y pintoresco y ocurrió cuando Evo Morales dio su primer discurso de rendición de cuentas ante el Congreso. En ese discurso Morales recordó la criminal aventura del estadounidense Lescat Claudius de Orleáns y Montevideo, un terrorista que en el 2006 puso bombas en dos hoteles de La Paz y mató a dos personas. Al escuchar esa mención, el embajador Goldberg hizo ostensible abandono de la sala.
Alguna otra vez Goldberg apuntó con más burla que gracia que esperaba que Morales no pidiera el cambio de la sede de Disneylandia. Fue cuando Morales se quejó del trato vejatorio del que había sido víctima en el aeropuerto de Nueva York, adonde llegó para dar un mensaje ante la asamblea general de la ONU.
Estas escaramuzas son poca cosa, sin embargo, si se las compara con la insolencia sediciosa con la que Goldberg ha estado coordinando el golpe fascista con el que Bush quisiera imitar lo hecho por Nixon y Kissinger en contra de Allende.
En efecto, con absoluto desparpajo el señor Goldberg se ha reunido con el prefecto separatista Rubén Costas –y a los pocos días estalló el movimiento abiertamente sedicioso de Santa Cruz-, con la prefecta de Chuquisaca, Savina Cuéllar –una especie de Pasionaria leída de derecha a izquierda- y con los líderes autonomistas de Beni, Pando y Tarija.
Goldberg no ha escatimado su reconocimiento a Branko Marinkovic, el líder del comité cívico cruceño. Marinkovic ha llegado a decirle al semanario croata “Globus” que “Morales es admirador de Stalin” y que “en Bolivia el comunismo se llama indianismo”.
El problema es lo que está detrás de estas conexiones inaceptablemente invasivas. Morales ha sido informado de que ya hay mandos policiales y militares que despachan directamente con la embajada de los Estados Unidos en La Paz, tal como ocurría en Santiago entre octubre de 1972 (cuando la huelga de camioneros financiada por la CIA estuvo en su apogeo) y septiembre de 1973, cuando en la embajada de los Estados Unidos se bebió champaña tras el éxito del 11 de septiembre.
La decisión de expulsar a Goldberg se da, además, horas después del sabotaje terrorista al gasoducto más importante de Bolivia, lo que ha obligado a reducir en tres millones de metros cúbicos diarios la exportación de gas al Brasil. La réplica del escenario que precedió al bombardeo de La Moneda y a la masacre pinochetista parece estar en su última etapa de construcción.
Pues bien, ayer, en un gesto de dignidad que pocos pueden asumir en Latinoamérica, Morales ha hecho con Goldberg lo que cualquier gobierno decente tiene que hacer con los forajidos: expulsarlos.
De inmediato, por supuesto, el vocero del Departamento de Estado, Sean McCormarck, ha dicho que esa decisión soberana “es un grave error”.
Frase amenazante que se decía casi al mismo tiempo en que una pandilla fascista atacaba a un grupo de campesinos que se dirigía a la ciudad de Cobija. La emboscada fue preparada por el prefecto separatista de Pando, Leopoldo Fernández, y por la lideresa ultraderechista del comité cívico insurreccional, Ana Melena. Hasta el momento de escribirse estas líneas, los muertos contados eran cuatro –tres del bando de los campesinos, uno del grupo paramilitar de la prefectura-, aunque podían aumentar a seis. Sorprende que el titular de las agencias de noticias haya sido, casi unánimemente, “Protestas crecen en Bolivia: cuatro muertos”. Hasta en eso el libreto de Kissinger se está duplicando.
La guerra civil soñada por la derecha continental ha empezado en Bolivia. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha prometido ayuda militar en el caso de que haya que resistir a un golpe de Estado derechista. Lo que Estados Unidos hace en secreto, Chávez lo grita casi para darle de comer a su ego. Quizá algún día aprenda de sus enemigos y así pueda auxiliar mejor a sus amigos.
Y dudo mucho de que Evo Morales agradezca la histeria con la que el gobernante venezolano –Robespierre de Carabobo- botara ayer de Venezuela al embajador de los Estados Unidos, Patrick Duddy, en respuesta a la previsible medida norteamericana de expulsar, por su parte, al embajador de Bolivia, Mario Guzmán. Eso de “váyanse al carajo, yankis de mierda, acá hay un pueblo digno, yankis de mierda” es propio de una pulpería que expende el vino litrado donde derrapa la inteligencia.
¡Válgame, Dios! ¡La izquierda latinoamericana necesita estadistas, no imitaciones guaraperas de Bolívar!

jueves, 11 de septiembre de 2008

EL AUTOATENTADO DEL 11 DE SEPTIEMBRE

Si hubiera una olimpiada de periodistas y bloggers sobones, el Perú se llevaría todas las medallas, superaría todos los récords y arrasaría con todas las marcas previamente establecidas. Porque mientras la prensa está ocupada con el asesinato del hijo de “tal” vecino, los blogs entretenidos con un nuevo celular o en un programa de computadora que recién ha salido al mercado, afuera pasan cosas, de ésas que no llegan a oírse y si se oyen se cuentan a medias.
Estamos a pocos días de celebrar un aniversario más del atentado del 11 de Septiembre. Al respecto, publiqué, en este blog, hace unos meses, un interesante reportaje que dejaba la duda si acaso los atentados habían sido realmente elaborados por terroristas de Al-Qaeda o por Geore Bush que, en su plan de dominio global, había encontrado la forma de invadir Irak y robarle su petróleo, con el pretexto de la seguridad mundial.
Pues ahora, y con un nuevo video, vamos a confirmar esas dudas que quedaron la última vez. Porque, como se podrá apreciar en las siguientes imágenes, debajo del impacto del avión con la torre norte, se observan claras explosiones de bombas colocadas al interior del Word Trade Center. Bombas que habrían sido colocadas por el gobierno norteamericano para así, con esta tragedia, crear el fantasma de que el mundo está en peligro y que los Estados Unidos harán lo que sea por liberar a nuestro planeta de él.
Veamos las imágenes:



Momento exacto de la explosión

Acercamiento hecho por computadora


Este video lleva ya varios días en Internet y está por demás decir que no lo publicarán la mayoría de los blogs, ni los medios de prensa televisiva o radial.

Tomado de "Matices de Opinión".


Publicación independiente. No vinculada a César Hildebrandt.

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"César Hildebrandt. Blogger" no actualiza hoy con un post del periodista no por voluntad propia. Sino porque el futuro conductor de “El perro del hortelano” no ha enviado una nueva columna a “La Primera”. Hoy, dicho diario, expone la misma columna de ayer.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Este domingo a las 9

El domingo estaré otra vez ante unas luces, frente a unas cámaras, en un estudio de TV.
Será por Canal 11, que Ibope dice que es un canal siberiano de antena, todos los domingos a las 9 de la noche.
Gélido o no, Canal 11 ha sido el que, al final, se ha atrevido a abrirme una puerta. Y esa valentía es algo que quienes esperan mi retorno deberán de reconocer.
Se necesita ser valiente para contratarme. Y no se necesita ser brillante para imaginar la cantidad de presiones que están recibiendo (y recibirán, espero que a pie firme como hasta ahora) los directivos de RBC Televisión.
“Colegas” verdeados por la envidia, autoridades temerosas, canallas de todas las raleas lanzan advertencias, anuncian tiempos peores, amenazan con un bloqueo de estilo cubano sobre la emisora que se ha atrevido a sacarme del exilio interior al que “el sistema” –el sistema de los humoristas vendidos y los vendidos que hacen de humoristas involuntarios- me había condenado.
Alguien me dijo hace poco, con no poca fruición:
-El “sistema” te ha sacado del medio. Y el “sistema” ha demostrado que se puede vivir sin ti.
Me dio ganas de decirle a esa persona que no era para tanto. Que, en realidad, yo también había aprendido a vivir lo más lejos del sistema que me fuera posible.
Tradúzcase “sistema” por tejido de intereses y carencia de escrúpulos y se entenderá mejor esa frase que quiso ser lapidaria.
Y ahora no es que el “sistema” me haya recuperado. Es que un canal que a va contramano del “sistema” está decidido a desafinar y a ejercitar la libertad que los demás temen o despilfarran.
En resumen, que todos los kuchinkis están sobresaltados. “Los destructores” del erario público están temerosos. El basural de la política está conmovido.
A mí no me importa quiénes se ponen nerviosos. A mí lo único que me importa –como siempre- es no decepcionar.
Mi compromiso, como toda la vida, es con el público que quiere salirse del desayuno escolar que ofrece la TV como ración diaria de política. Mi compromiso es con los que están hartos de tanta afonía en relación a los temas que de verdad importan.
Y el programa se llama “El perro del hortelano” para mandarle, desde el saque, un mensaje al presidente de la República. Este no será un programa al que llame el señor Luis Nava –cuyos ancestros fueron, como se sabe, descubiertos por un entomólogo francés a orillas del Putumayo en 1846- ni el ilustrado señor Chirito, secretario y jefe de prensa de Su Excelencia, respectivamente.
Modestamente, creemos que el verdadero enemigo del Perú no es el perro del hortelano que derogó a mordiscos la ley de la selva. El verdadero enemigo del Perú es la perra corrupción. Y la perra corrupción está volviendo a tener crías en este segundo alanismo del Señor.
El programa tendrá opiniones pero no pretende ser, desde luego, una sucesión de indignaciones. Lo que contaremos a los televidentes de la TV abierta –abierta en canal por quienes la han amordazado- serán cosas que hayan sucedido, hechos comprobables y documentados, delitos menores y mayores siempre sostenidos en papeles.
De modo que los que deberían de temernos son los cutreros. Y los que escriben desde la cutra. Y los que defienden a los cutreros. Y los que se han hecho ricos en la cutrería. Y los que le dicen a la pobrería que el destino de la patria los obsesiona cuando lo que los obsesiona es el cheque de la riquería.
La democracia no consiste en votar cada cinco años. La libertad de prensa no consiste en ver cómo se roba mientras se habla de Karen Dejo. El periodismo no consiste en construir un imperio que le deba favores a casi todos los personajes importantes de la política y la economía. Tampoco consiste en hacer chicharrones porque así lo exige un empresario que come tacos y es dueño ilegal de dos canales de TV “peruanos”.
El periodismo, desde siempre, fue una variante de la herejía, un discípulo de la insumisión, un amigo de la duda. El periodismo que vale la pena, quiero decir. Porque el otro pasará por Taboada.
Este domingo a las 9 de la noche, en el supuesto frío polar del Canal 11, habrá una llamita a la que arrimarse. Los esperamos.

martes, 9 de septiembre de 2008

La borrachera de GEORGE W. BUSH, en las Olimpiadas de Beijing



Publicación independiente. No vinculada a César Hildebrandt.
Más imágenes en "Matices de Opinión".

lunes, 8 de septiembre de 2008

Chavismo en la Casa Blanca

En el imaginario pero imprescindible “Manual de Idiotas Liberales”, escrito por John Quiñonez (sin acento) y Rudolph Pendavis (con cachita), puede leerse lo siguiente:
“El Estado no sólo es subsidiario, es decir que sólo debe tener presencia en aquellos rubros de la economía que el capital privado declare desiertos o carentes de atracción. El Estado es, fundamentalmente, un obstáculo para el desarrollo y, por lo tanto, cualquier sistema liberal que aspire a ser serio deberá tender a reducir al Estado a su mínima expresión, a quitarle cada vez más prerrogativas o nivel de injerencia en el funcionamiento del mercado. Por supuesto, podría haber cepciones...”
Y cuando uno va al capítulo de las excepciones, se encuentra con algunas sorpresas:
“El Estado deberá dejar su papel no interventor:
a) Cuando las circunstancias así lo demanden. Estas circunstancias podrían ser las siguientes:
a1) Cuando el modelo que afirma que el Estado no debe de intervenir necesita de los recursos públicos por tratarse de una emergencia;
a2) Cuando alguna maniobra gansteril perpetrada por un sector del empresariado haya puesto en peligro al modelo que afirma que el desarrollo se basa en el emprendimiento de empresarios no regulados;
a3) Cuando haya que salvar Bancos privados, dado el peligro que para el sistema financiero -basado en ellos- significaría su cierre o cesación de pagos;
a4) Cuando el dinero privado en circulación no baste para tapar el agujero negro que haya dejado alguna maniobra especuladora basada en la sobrestimación de las expectativas (por ejemplo, cuando las hipotecas basura son usadas como si de bonos seguros se tratara).”
Lo que quiere decir que el modelo de Milton Friedman (teoría) y Augusto Pinochet (práctica), consiste en que el Estado no debe molestar a los privados sino con carreteras y puertos y teléfonos y policías que cuiden los negocios. Eso se llama el mercado funcionando según sus propias señales.
Por ejemplo, si me llamo Dionisio Romero voy donde Montesinos y le pido que me rebaje de 25 a 12% el arancel del trigo (señal del mercado). Cuando Montesinos me rebaja el arancel del trigo de 25 a 12%, yo gano más, pero el pan, que se hace con ese trigo importado, no baja de precio porque yo debo de subir mis márgenes de rentabilidad.
Ahora bien, si mi apellido es Wiese o Picasso y tengo un Banco que ha ganado millones cuando las vacas eran gordas y ahora pierde millones porque las vacas se han adelgazado (señal de mercado), entonces voy donde el Estado -que está durmien- do-, lo despierto, le doy su colaboración, lo llevo a la bóveda que todavía conserva y le saco el dinero que es necesario para que mi entidad privada sea salvada con ese dinero que hubiera servido para otros fines menos edificantes (escuelas, salud, mejoramiento de salarios de la policía y alguna que otra banalidad siempre diferible).
En resumen, amables lectores: la parodia continúa y a nivel mundial. Ayer, el señor Bush, miembro de la banda del muy famoso criminal Dick Cheney y presidente de los Estados Unidos en sus ratos libres, ha decidido que el gobierno tome el control de dos gigantes financieros privados: Fannie Mae y Freddie Mac.
Estos dos enormes bancos privados habían entrado de lleno en la fiesta de las hipotecas basura y habían perdido, hasta ayer, 14,000 millones de dólares.
Y como ahora están al borde de la quiebra, entonces el señor Bush se olvida de la teoría santificada por los Rudolph Pendavis de todas las bolsas y corre a auxiliarlos.
¿Con cuánto ayudará el Estado estadunidense a estas dos víctimas de sus propios desmanes?
Hasta con un monto de 200,000 millones de dólares si es necesario. Con lo que, sumando esos 200,000 millones de dólares a los 200,000 millones de dólares ya puestos para aliviar la situación de otros bancos igualmente sacudidos por la crisis de las hipotecas, tenemos que, hasta el momento, el juego especulativo de la banca privada estadunidense está costándole al gobierno de Bush la bonita suma de 400,000 millones de dólares.
Ayer, luego del anuncio de Bush, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke -otro liberal a ultranza-, dijo que lo hecho estaba muy bien hecho porque no había otra cosa que hacer. Tautología de la escuela de Chicago que significa (más o menos): haremos siempre lo que nos dé la gana.
¿Y qué dirán aquí los kuchinkis, los fariseos que tocan la flauta cuando lo que quieren es tocarte el bolsillo cada vez que a sus amigotes del hampa empresarial se les pasa la mano? ¿Qué dirán? Pues lo mismo que dijeron hace algún tiempo, cuando el gobierno británico estatizó el Northern Bank para salvarlo. O sea, nada.
Porque a los pobres hay que recortarles subsidios para que haya dinero cuando el Estado (que sólo molesta cuando las cosas van bien) deba salvar los bancos de los ricos. El Dios del Opus Dei aprueba esta doctrina.

domingo, 7 de septiembre de 2008

García está muy nervioso

Luis Alva Castro sigue incinerándose. Y como ya no puede echar al fuego la buena reputación que no tiene, ni la mala fama (que en su caso es incombustible), lo que echa cada día a las hogueras son toneladas de cocaína ficticia que su prensa fotografía en forma de humo.
Todos los días este ministro de habilidades diferentes dice que quema camionadas de pichicata. Y, claro, con la policía archipodrida que le sirve, puede enseñar actas que nada indican y decomisos de harina y descubrimientos de talco y alijos de sal fina y redadas de chuño. Y es que lo que quiere este vástago del Apra es blanquearse, precisamente.
¿Y por qué quiere blanquearse el doctor Alva Castro?
Porque lo necesita. Y porque así se lo demanda su jefe y mandante, el doctor García.
Es que el doctor García está (él también) un poco nervioso por algunas cosas publicadas en los últimos tiempos. Algunos llegan a decir que el temblor de manos que lo empieza a emparentar hospitalariamente con el arquitecto Belaunde se habría agudizado por esa ansiedad que el litio y Canal 7 no logran calmar.
Entre esas publicaciones molestosas está la de Gustavo Gorriti y Sheila Díaz, miembros del equipo de prensa del hoy amenazado Instituto de Defensa Legal (IDL), en relación a ciertas proximidades palaciegas con el clan de los Sánchez Paredes, esa familia que tiene varios muertos y varios investigados pero que jura que sus muchos millones de dólares son puros como manantial y que sus minas son asunto de estos días y suerte de la bienaventuranza y de la geología.
¿Y cuáles son esas proximidades? Para empezar, Gorriti y Díaz han descubierto que la pareja García- Nores vendió, en el 2003, una camioneta Nissan Frontier a la empresa Alta Tecnología e Inversión Minera y Metalúrgica, propiedad de los Sánchez Paredes.
La primera curiosidad es que nadie sabe cómo es que el doctor García logró que Nissan Maquinarias S.A. le vendiese, en el 2002, una camioneta que costaba 29,850 dólares al increíble precio “de promoción” de 18,000 dólares (redondos como un buen negocio).
Digamos que el doctor García es un suertudo. Y por partida doble. Porque once meses después de haber obtenido ese descuentazo en Maquinarias, el doctor García le colocó el vehículo a la ya nombrada empresa Alta Tecnología..., de los Sánchez Paredes. Y la vendió a 22,000 dólares, cuatro más de lo que le había costado en las rebajas de Nissan.
Digamos que no sólo es suertudo sino que es un magnífico vendedor.
Gustavo Gorriti y Sheila Díaz descubrieron también que en el año 2004 un policía de tránsito multó al conductor de esa camioneta de placa PIJ-441.
¿Quién conducía esa Frontier turbo-diesel de cinco asientos? Pues el señor Alfredo Sánchez Miranda, hijo de don Orlando Sánchez Paredes y muy querido sobrino de los malogradísimos Perciles y Segundo Sánchez Paredes, ambos asesinados a tiros por sendos sicarios y en ajustes de cuentas de la misma índole.
Alfredito Sánchez Miranda es quien acaba de acusar a Américo Zambrano, de “Caretas”, de difamar al clan familiar con sus investigaciones.
Cuando la camioneta se vendió por segunda vez, quien representó a la empresa Alta Tecnología... fue el señor Belisario Estévez, que fue viceministro de Comercio en el primer y apocalíptico gobierno del doctor García. Esa transacción entre Estévez y García fue, por lo que se ve, un asunto entre conocidos.
Cuando el dúo Gorriti-Díaz preguntó por el caso en Palacio de Gobierno, ese ciempiés del alanismo sin fisuras que se llama Luis Nava –o sea el secretario privado de Su Excelencia- dijo que sí, que en efecto la camioneta se había vendido a Sánchez Miranda en el 2003, pero que todo era una casualidad, una coincidencia construida por el azar.
-El doctor García puso un aviso en los clasificados de “El Comercio” y así se produjo la venta –habría dicho el doctor Nava.
Pero como Gorriti es como Humphrey Bogart cuando hacía de Marlowe, se pasó días buscando en la biblioteca respectiva el tal aviso. No encontró nada, por supuesto. Digamos que por la boca puede morir el ciempiés.
Lo que sí encontró Gorriti fue que una empresa de carga llamada “Transportes Don Reyna” –propiedad de José Antonio Nava, hijo de Luis Nava, el secretario presidencial- le había brindado algunos servicios regulares a la minera del clan Sánchez Paredes, la llamada “Comarsa”.
¿Qué? ¿Otra coincidencia? Así parece.
Gorriti y Díaz revelaron que entre el 12 de noviembre y el 30 de diciembre del 2003, “Transportes Don Reyna” hizo nueve esforzados viajes hacia la mina aurífera de los Sánchez Paredes. Por esos traslados camioneros de insumos químicos diversos, la empresa que gerenteaba el hijo de don Luis Nava cobró la suma de 76,429 soles (suma total de los nueve traslados).
Pero si esos negocios y contactos son pura concurrencia de casualidades, lo que no parece ya casualidad es que en el primer directorio de la minera de los Sánchez Paredes figure –según ficha hallada por Gorriti y Sánchez- el también doctor Humberto Abanto, que fue gerente general de dicha empresa hasta el 2007. Abanto es un notorio allegado y protegido del doctor Luis Alva Castro, quien lo nombró asesor de una comisión del Congreso, en el 2001, y consultor de otra comisión –la de Economía- en el 2006 (cuando Alva Castro la presidía).
Ahora ya sabemos, entonces, por qué el doctor García está anhelante, por qué Alva Castro dice que quema toneladas de polvos blancos cada día, y por qué el Instituto de Defensa Legal, donde Gorriti y Díaz trabajan, está siendo objeto de una punitiva investigación ordenada “desde las más altas esferas”.
Mi saludo y mi admiración a Gorriti, a Díaz y al IDL.

sábado, 6 de septiembre de 2008

El cáncer de Fujimori

Espero que Fujimori no tenga cáncer. Nada sería peor para los fines de la justicia que un acusado de tantos crímenes sea socialmente absuelto por la vía de la conmiseración. Un tumor no debería convertir en víctima a un verdugo.
En “La enfermedad y sus metáforas” Susan Sontag –que murió después de una larga lucha con la cangrejería que llevaba dentro- planteó la extraña dualidad del cáncer: como estigma, por un lado, y como llamado a la solidaridad, como dulce compañía, por el otro.
He visto a enfermos de cáncer más o menos desahuciados encerrarse a morir sin permitir contacto alguno con el exterior. Ese es el cáncer como presunta maldición, como infortunio y casi como peste. Nunca olvidaré la ermitaña y pudorosa muerte de la gran pintora Tilsa Tsuchiya, que volteó la cabeza hacia la pared –como en el poema de Blanca Varela- meses antes de expirar formalmente.
Y he visto, por otra parte, a cancerosos incipientes convertir su cáncer en una virtual tarjeta de invitación al acompañamiento y hasta a la compadrería. Es más, he visto a cancerosos imaginarios, a neoplásicos voluntarios, demandar privilegios compasivos y reconocimientos tan urgidos, primero, como chasqueados, después. En una sociedad de hombres-placebo el cáncer tiene también su picaresca.
El cáncer, en suma, puede ser un arma. Y por lo que leemos en el vocero del fujimorismo, los adictos a la podrida nostalgia de los Joy Way y los Yoshiyama ya están jugando con el cáncer de páncreas del ex fugitivo aun antes de un diagnóstico creíble.
Se diría que, en el caso de Fujimori, el cáncer vende. Y hay fujimoristas que están seguros de que una milagrosa prescripción descenderá de algún séptimo cielo nipón si es que la enfermedad echa una mano. En esa corriente de jugar con las tristezas populares puede inscribirse la destitución –exigida por el fujimorismo y acatada por la fiscal de la nación- del doctor Luis Bromley Coloma, ex jefe del Instituto de Medicina Legal.
Lo bizarro, lo paradójico, lo literario, en suma, de todo esto es que el cáncer parecería rondar –como dato posible y como conveniencia- al hombre que canceró al Perú.
Si González Prada imaginó un país infectado en el que el pus se asomaba con cada apretón, el Perú de Fujimori fue el esquelético experimento de una neoplasia medular. Lo que quiero decir es que el mal de Fujimori llegó al tejido más sustancial de la sociedad peruana, corrompiendo sus fibras y deshaciendo su institucionalidad. Y el Perú no ha superado ese episodio clínico.
En la concepción totalitaria del hampa fujimorista, no hubo descuido alguno ni isla que se resistiera ni instancia que se salvara. Nunca el delito, concebido como utopía invertida, supo de una tal unanimidad y de tamaño empuje. Y nunca un concierto de truhanes produjo una obra tan acabada. Y es que jamás el Perú había sido gobernado desde ese extranjero desprecio que Fujimori sólo reveló tras su huida, cuando exhibió, como un trofeo, su excluyente ciudadanía japonesa.
Porque con el cáncer de Fujimori la Fuerza Armada fue la primera banda de ladrones que tuvo Migs, tanques, hangares y basura condecorada; el Congreso una especie comprada en el Banco de la Nación; la Fiscalía un fumadero gobernado por una madame; la Contraloría un susto crónico; el Poder Judicial un urinario; el “Poder Electoral” un pony; los servicios de Seguridad e Inteligencia un coto personal de Montesinos. Y así hasta la náusea.
¿Qué se salvó de la metástasis fujimorista? Nada. El Perú entero –con sus redundantes islas guaneras incluidas- se sumergió bajo el tsunami de un proyecto alevoso que todo lo pudo y que dejó sus larvas a la espera de una nueva oportunidad.
Hoy esa oportunidad parece cercana. País que remeda sus propias muecas y que olvida hasta lo inolvidable por falta de entereza, el Perú apro-fujimorista de estos días se prepara para una nueva recaída.
El sueño de una chusma romana alentando a Nerón a bajar el pulgar para ver muerto al vencido, para hacer de la muerte un pasatiempo, está otra vez a la espera de su reconstrucción.
Paniagua duró muy poco. Toledo no fue quimioterapia. García y Fujimori se han aliado. La enfermedad y su posible remedio se han reunido otra vez y han negociado un armisticio. Ahora, la enfermedad es cura y la cura es Cipriani, que es la extremaunción de la decencia. El cáncer avanza. El cáncer del Perú, quiero decir.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Soldados que se matan

El Pentágono ha admitido hace unas horas que la tasa de soldados estadounidenses que se suicidan luego de asaltar Irak o Afganistán ha alcanzado las cotas más altas. Tan altas como las azoteas que algunos de ellos escogieron como lanzadera.
Estamos hablando, según el coronel Eddie Stephens, subdirector de Recursos Humanos de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, de diez suicidas cada mes: 62 casos claros y 31 que se están investigando en lo que va del 2008. La cifra de este tipo de víctimas llegó a 121 en el 2007, lo que demuestra que las cifras del 2008 son ominosamente más altas. Un cálculo global hecho por organizaciones independientes sitúa en 577 el número de autoeliminados desde el comienzo de la guerra.
Muchos de estos chicos que se refugian en la milicia para salir de un gueto, de un racismo, de una familia supurada, van a Irak o a Afganistán creyendo que la aventura será como una consola de play station, un matar y reír inagotable, subiendo de nivel por cada diez afganos sin cabeza, por cada 20 iraquíes corregidos con metralla aérea.
Pero lo que creen que va a ser frenesí lúdico y mortal kombat con láseres, de pronto es una niña mártir que vuela por los aires junto a tres invasores, o un artefacto casero y poderoso disimulado bajo el asfalto, o el fuego rencoroso y anónimo, nacional y justo, que viene desde esa azotea no prevista, no marcada en la hoja de ruta.
Y el juego de las muertes enemigas y en racimo se convierte en tanquistas yanquis quemados, infantes de marina desmembrados, ciegos de pólvora, pálidos de muerte. Y el sueño de tener una carrera rápida en esa legión siempre extranjera termina, para muchos, en una convalescencia en Alemania y un adiós de muñón en un andén. O sea que Faulkner y no un patriotero idiota había sido el guionista. O sea que la película de Miramax que iba a ser tan buena es un documental de HBO con ayes y agujeros.
Y no sólo eso. También están las preguntas que los reclutas se deben de hacer después de bombardear un barrio entero. O tras enterarse de lo que gana la empresa Halliburton, del vicepresidente Dick Cheney, sobrevalorando sus servicios en Irak. O a medida que se va aclarando el motivo de la invasión y la veraz razón de la masacre de un país entero, de la Mesopotamia adánica: el petróleo que late como un pulso bajo la arena y el poder de ese cartel que ovó a lo largo de los años, y desde 1870, John Rockefeller y un grupo de pioneros del gansterismo corporativo, el monstruo parido por la Standard Oil: mami de la Chevron, tía de la Amoco, abuela de la Exxon.
Porque delante de un niño iraquí muerto de refilón por “fuego amigo” y metralla equívoca, ante el cadáver de un niño derramado por una ametralladora calibre 50, resulta bien difícil que alguien te hable de la patria en peligro, la democracia en juego y la causa de la libertad.
En los cinco primeros años de “la guerra” en Irak, Estados Unidos ha perdido más de 4,000 efectivos (sin contar los que se fueron por mano propia). Eso en estadística se traduce así: 2,19 militares cada 24 horas. Sería poco si se tratara de una epopeya antifascista. Resulta mucho para una devastación surgida de lo más inmundo de la política imperialista: las petroleras que arroparon al Sha e inseminaron las monarquías alibabosas e hidrocarboníferas del golfo.
De modo que un día, perseguido por un recuerdo ensangrentado, escuchando en sueños la gotera de la sangre ajena que en vano derramaste, quebrado por dentro y asqueado de los políticos que hablan de Irak y Afganistán como si fueran botines y propiedades del juego del Monopolio, un día de esos en los que tu mujer te recuerda lo poco que ha valido todo, un día de esos, una noche de esas, coges la pistola y acabas con la pesadilla. Y te encuentran con un hueco en la sien y la tele encendida en el canal de noticias de la Fox, la madre de todas las batallas.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Garrido Lecca en campaña

Hernán Garrido Lecca era un niño hermoso y sanguíneo cuando su papi lo bendijo con una profecía de entrecasa:
-Tú serás presidente de la república.
Desde la temprana edad de los dos añitos, Garrido Lecca ha estado convencido de que la presidencia es su destino manifiesto, los peruanos sus inexorables súbditos y los periodistas sus chulillos en potencia.
Claro que él sabe que tiene que ganarse tal augurio. Por eso se ha esforzado tanto y ha sido, sucesivamente, imitador de Hans Christian Andersen, revendedor de influencias, crítico a lo Iscariote de Alan García cuando éste no podía regresar al Perú, cajero de Alan García cuando éste regresó al Perú para vender la idea del cambio responsable, socio del Carvajal que se hizo rico con Oscar Dufour y más rico todavía con un maletín cervecero que contenía 700,000 dólares, consocio del Chang con banda (ministerial) en la compra de “Crisol”, lobista para quien lo desee, consultor de tantos directorios como sea menester, CEO local y encubierto del Banco Azteca, negociador de reliquias robadas que gracias a él están más robadas que nunca en los predios de Yale, productor de “Piratas en el Callao” (que no es la biografía del Apra portuaria, por si acaso), inventor de una cubeta de hielo que servía para hacer cubitos de hielo, comentarista económico en los programas de TV de este columnista (donde criticaba lo que ahora hace su gobierno), plenipotenciario de sí mismo, gordo desaparecido, flaco con banda elástica en el cuajar, ministro de Salud sin haber puesto ni un esparadrapo a ninguno de sus también presidenciables vástagos.
Y como este Leonardo de múltiples miradas quiere ser presidente (papi dixit), pues ha empezado su campaña para el 2011 acompañado por un colmenar de zumbantes mermeleros que lo apapachan con sus comentarios y lo sirven con sus no-preguntas.
Y allí va Garrido Lecca disfrazado de Nictálope hospitalario “descubriendo” que los médicos de guardia duermen cuando no tienen nada que hacer ni paciente alguno que atender.
¿Pero este Tobi convertido en Pepe del Salto no sabe que en los países civilizados los médicos de guardia nocturna duermen cuando no hay pacientes que atender, precisamente para no estar molidos cuando alguna urgencia se presenta?
Lo que pasa es que Garrido Lecca ha descubierto que despertando a algún médico con la cámara compinche al lado ya tiene seguro un nuevo titular en algunos de esos noticieros producidos por el Guasón y leídos por alguna Gatúbela.
Así que después del segundo asesinato, tres minutos después de la última violación postmortem, tras el caso del niño apedreado por un grupo de pitbulls aliancistas, sale el “doctor” Garrido Lecca encimando a un médico que duerme porque no hay nadie a quien atender.
La mermelería en tropel no le pregunta, por supuesto, por qué no se preocupa de las goteras en el pabellón de Neumología del hospital Dos de Mayo, ni de los alicates ferreteros que Traumotología tiene que usar en varios “establecimientos de salud”, ni de la falta de placas radiográficas en buena parte “del sistema”, ni de la burla sistemática de la que son víctimas los médicos del sector Salud (que ya van por la huelga enésima, que será tan inútil como las anteriores).
Porque este “doctor”, que quiso pagarle a “La Razón” para tenerla y que duerme unas siestas equinas en su pequeño yate anclado en Santa María del Mar, quiere ser presidente el 2011. Y por eso le está tomando el pulso al sector Salud.
De allí sus viajeros insomnios, la quemazón de pestañas y el sacrificio de las noches en vela pero con camarógrafos. Mártir de la medicina había resultado.