miércoles, 30 de abril de 2008

Periodista evaluó riesgos en Nazca

A la luz escalofriante de lo que está pasando con las avionetas que parten de Nazca y aterrizan de emergencia en el arenal o en la Panamericana, o se desbaratan letalmente contra un muro matando a cinco turistas franceses, lo que voy a narrar en estas líneas indigna particularmente. Y esta denuncia implica directamente a los generales de la FAP (r) Aurelio Rubén Crovetto Yáñez y Santiago Domínguez Perdomo, presidente del Directorio y gerente general de Corpac, ­ese foco infeccioso que está en la jurisdicción del ministerio de Transportes y Comunicaciones, esa casi dependencia de Lan-Chile.
Tengo ante mi vista un informe del Órgano de Control Institucional de Corpac. Está fechado en diciembre del año 2007 y lo firman la contadora Delia Elizabeth Díaz Durán, jefa del Órgano de Control Institucional, y el abogado Carlos Guevara Vereau, auditor encargado. Entre innumerables perlas que demuestran que a Corpac habría que fumigarla, brilla una especialmente maligna.
Se refiere a la contratación de una persona sin calificación profesional para la evaluación de riesgos en ciertos ­aeropuertos, incluyendo el de Nazca. Me refiero, fatalmente, a una colega periodista muy respetable por sus trabajos de investigación pero sin ningún mérito académico o técnico como para recibir semejante encargo.
Mónica Vecco Ordóñez, en efecto, fue contratada por Corpac en los años 2006-2007 “para evaluar los riesgos de los aeropuertos de ­Iquitos y Nazca” y, en un segundo tramo, para hacer lo mismo en los aeropuertos de Cuzco, Arequipa y Ayacucho.
La auditoría interna señala, en inflamado tono, lo siguiente: “…se advierte que la contratada es bachiller en periodismo, con experiencia en su especialidad, no evidenciándose que tenga especialización, calificación, conocimientos, ni experiencia en servicios de aeronavegación… o que haya realizado trabajos similares por los que se le contrató”.
Además, la orden de su contratación vino de la gerencia general, no de la Gerencia Central de Aeronavegación o de la Gerencia Central de Aeropuertos, con lo que se violó toda la normativa vigente para encargos de esta responsabilidad.
En lo que se refiere a Nazca, el trabajo que debía realizar Mónica Vecco se describió así contractualmente:
“Investigar los potenciales riesgos sociales generados como consecuencia de la implementación de los servicios aeroportuarios en el Aeródromo de Nazca. Investigar, identificar y comunicar las acciones realizadas por la Municipalidad Distrital de Vista Alegre, que impide la aplicación del TUA… (Tarifa Unificada de Uso de Aeropuerto)”
¿Cumplió su objetivo la colega Vecco?
El informe de control interno dice que no. “No se evidencia que haya investigado los potenciales riesgos sociales generados como consecuencia de los servicios aeroportuarios del aeródromo de Nazca, no ha determinado las acciones pendientes que permitan implementar los servicios aeroportuarios del Aeródromo de Nazca y no precisa el diseño de la estrategia que permita viabilizar la puesta en marcha de los servicios normalizados del Aeródromo de Nazca… En lo que respecta a las recomendaciones, la contratada no ­identifica qué problemas pendientes existen con los operadores…” ¡Pero si de eso se trataba el asunto!
¿Podrían haberse evitado las recientes muertes y los innumerables conatos de tragedia que todos hemos visto con Nazca como escenario? Nadie puede decirlo a ciencia cierta. Lo que resulta penalmente denunciable es que Corpac disponga así de sus recursos y se ría de los ingenieros y los especialistas.
La auditoría interna también descubrió que de los seis maltrechos informes, sólo dos fueron presentados, en primera instancia, a la gerencia general. En realidad llegaron primero a la presidencia del Directorio y, a pesar de ese salto a la garrocha, el gerente general “otorgó las actas de conformidad de servicio para el pago de los honorarios”, los que llegaron a la suma de 45,000 soles por ese rubro.
Y escribo “ese rubro” porque la colega Vecco también fue contratada por Corpac, en ese mismo periodo, como experta informática (que no es) “para el diagnóstico Web Size e Intranet Corporativo de Corpac”. ¿La Intranet de Corpac diagnosticada por una periodista? Por ese trabajo, que también se incumplió (“lo que dio origen a que se pague por un servicio que la Corporación no recibió”, página 49) la señorita Vecco percibió la suma de 26,400 soles. Una tercera contratación por algo que podría sí pertenecer a su especialidad –“Diseño de la Imagen Institucional de la Empresa”– figura en el documento oficial que tengo en mis manos con unos honorarios pagados de 48,000 soles.
Creo que Corpac y la ministra Zavala nos deben una explicación. Y pronto. Y ojalá que Mónica Vecco pueda decirnos cuán valiosos fueron sus informes para evitar lo que está pasando en Nazca.

martes, 29 de abril de 2008

Un solo mundo

En Lima, el doctor ­Alan García cambia una ley para permitirse decidir cuándo las tropas del ejército pueden actuar en zonas no declaradas en emergencia. ¡Todo el poder para él!
En Roma, el ex neofascista Gianni Alemanno –preso en 1982 por haber pretendido incendiar la embajada soviética en Italia– gana las elecciones por la alcaldía de Roma. Su lema es este: “Volvamos a ser los dueños de casa”. Su propósito: lanzarse en contra de la inmigración.
“No me equivoqué en la política de lucha contra Sendero y el MRTA”, dice Alberto Fujimori en la sala del tribunal que lo juzga. “Y jamás ordené ejecuciones extrajudiciales”, añadió. Nunca se le había visto más satisfecho. La campaña contra Aprodeh y adjuntos parecía haberlo tonificado.
En la franja de Gaza, los israelíes lanzan un misil sobre una casa palestina. Mueren ­una madre y cuatro de sus hijos. La madre se llamaba Miyasar, esposa de Abu Mateg. Este llega después de la explosión y encuentra trozos de carne humana por todas partes. Los pequeños fueron Rudina (5 años), Hana (3), Saleh (4) y Musab (15 meses). El ejército israelí dice que disparó contra milicianos radicales. “Nadie ha visto milicianos por aquí”, dijo uno de los tíos de los niños. Cuando dice “aquí” se refiere a Beit Hanun, un miserable campo de refugiados al norte de Gaza.
Wálter Menchola, el congresista que fuera sancionado por tener una relación particular con la compacta estudiante universitaria Karen Kú, preside ahora la Comisión Investigadora de las Casas del Alba. ­Acaba de anunciar que una de sus prioridades será “investigar posibles nexos de ­esas instituciones con el MRTA”. El congresista ha tomado muy en serio su papel.
En Washington, los 41 senadores republicanos –con el candidato presidencial John McCain a la cabeza– logran vetar una ley que hubiese anulado un fallo de la Corte Suprema de los Estados ­Unidos que consagra, en la práctica, la diferencia salarial por motivos de género. La demanda que originó la sentencia fue presentada por Lilly Ledbetter, una empleada de Good Year que hacía lo mismo que sus colegas hombres y que, sin embargo, recibía un salario 40 por ciento menor. Los republicanos celebraron su triunfo pro corporativo con harto júbilo.
La agencia de noticias France Presse da cuenta, en un despacho desde Lima, de la intensificación de la campaña gubernamental contra grupos defensores de los derechos humanos. Del Consejo Nacional de los Derechos Humanos han sido retiradas 64 de esas organizaciones, aparte de los obispos de la Conferencia Episcopal Peruana.
En Colombia, gemelo del Perú, se va más allá en la misma ruta: el grupo Águilas Negras, remanente de las Autodefensas Unidas de Colombia, es acusado de amenazar a defensores de los derechos humanos que participaron en una marcha, el 6 de marzo, cuyo propósito era protestar por la indefensión de las ONG colombianas ante el ataque del ejército y sus diversos sicarios. En lo que va del año, unos 22 sindicalistas han sido asesinados en Colombia. El último fue José Molina, líder campesino de Huila, abatido por tropas regulares en un retén. El ejército dijo que Molina “pertenecía a las FARC”. Campesinos a quienes Molina servía señalaron que era sólo “un activo líder comunitario”.
En Lima, César Nakazaki, abogado de Alberto Fujimori, condenó a Aprodeh y dijo que lamentaba que grupos como el mencionado “piensen más en hacerle daño al país con la única idea de combatir a Fujimori”.
A veces, el Perú y el mundo encajan noticiosamente a la perfección. Un país que el Apra quiere ver aglomerado por el susto y, al frente, un mundo donde el terror y el dinero han emprendido la aventura conjunta más exitosa de la historia. García no está solo en su empeño por hacer del Perú un país con los valores de Fujimori: el mundo parece asentir y aplaudir en simultáneos escenarios. Fujimori parece haber estado ayer en la franja de Gaza, en el capitolio de Washington, en un retén de Huila, votando en Roma por el orden. Pero no, no es sólo Fujimori. Es Bush y su pezuña universal. Es García y el sobaco viajero del nuevo mundo global. Global también en infamia y abolición de valores. Son Bush, las Águilas Negras, García, John McCain, Ehud Olmert, Fujimori y Uribe, todos repetidos mil veces, licuados por la misma mano y mezclados en una sola plaga langostinera que tapa el sol y derriba los aires respirables. Es el mundo: lo que quedó de él cuando la sala se mudó a la cloaca.

lunes, 28 de abril de 2008

Que se me venga la noche

Todos dicen “se le viene la noche” cuando quieren decir que alguien la va a pasar muy mal y he visto esa frase en los periódicos demasiadas veces en los últimos tiempos. Debo decir que no comparto esas calumnias en contra de la noche.
Será porque la noche es mi territorio y mi sociedad. Porque de noche escribo y a veces, también de noche, amé y obtuve algunos viceversas. Porque la noche es negra como “Platón”, el labrador gourmet que tuvo una abuela llamada “Misisipi”. Negra como Billie Holiday, que se pinchó con morfina hasta morir y cantaba como una diosa triste “Solitude”, que no era sólo una canción sino una declaración de principios.
El desprestigio de la noche es tan viejo como Dios, cuya primera tarea, como se sabe, fue separar las tinieblas y conectar el cielo a la red de luz del universo. Los nazis llegaron a llamar “Nacht und Nebel” –Noche y Niebla– a la escogencia de los prisioneros –sobre todo judíos– que morirían en sus infames campos de concentración. Y en el “Cantar de los cantares”, Salomón le hace decir a una mujer que sin duda merecía más: “Nigram sum, sed formosa” (“Negra soy, pero hermosa”). Vinculo ambas cosas porque el prejuicio en contra de la noche viene del racismo y va a hacia él. “Venus negra que embruja con su filtro lunático” escribió, malbarateando la noche, el español Emilio Carrere, fundador de la novela policiaca madrileña. Y qué decir del nictofóbico Lope de Vega, que llega a insultar a la noche con estos endecasílabos odiosos y esforzados: “Porque siendo alcahueta de mil modos/ te sirven las estrellas de coroza,/ para que miren tus infamias todos…”
Los pesares son negros y las noches son de brujas y Malignos. De noche dicen que ocurren las mejores traiciones de arma blanca y negro es el futuro cuando las hadas no te simpatizan. Y aunque la señora Bovary se salteaba al marido en pleno día, la noche y el adulterio han sido atados con nudos marineros. La noche y el luto son primos literarios, la noche y la lobreguez son hermanos de imagen, y los hombres sombríos están hechos de negra tinta china que gotea. Otelo es nigérrimo tirando al carbón pero a ningún nenúfar se le ocurre ser negro y si hubiese habido claveles negros alguien les habría atribuido un maleficio, o sea una leyenda tan negra como la esclavitud.
La Real Academia sigue diciendo que negro es ausente de todo color, como si el negro de las andaluzas se viera desvaído y pudiera ser descalificado por algún idiota salido del arcoiris. Y las novelas de Chandler son negras porque bucean en basureros urbanos mientras que los negros de la literatura son los que prestan gracia a los ágrafos que quieren editarse y hasta premiarse con su “Planeta” más. Y ya no necesito decir por qué hay trata de negros pero no de negras porque para eso está la trata de blancas, qué me dices. Y, claro, me dirán que hay una Nochebuena. Pero, justamente: por algo es Nochebuena y no, sencillamente, una buena noche.
Y de todo ese betún de las palabras vienen las diatribas sobre la noche, que no es falta de claridad sino énfasis voluntarioso de la oscuridad y éxito del silencio.
Yo he pasado muchas noches en blanco leyendo un libro que no me dejaba, o pensando en musarañas que me exigían tiempo, o mirando una ventana a la que nadie iba a asomarse (y que por eso valía la pena una vigilia). Siempre supe que de noche los olores del campo se duplican y que sólo de noche, en algunos cielos que nada tienen que ver con Lima, uno puede ver las estrellas que sirven para achicarnos y recordarnos qué ínfimos terminaremos siendo no importa lo que hagamos. Porque el día es un espejismo de grandeza humana pero la noche te evoca la caverna, el primer miedo de la especie, el lenguaje que fue antes de que las lenguas se guerrearan.
Que se me venga la noche.

sábado, 26 de abril de 2008

“¡Matemos a Soberón!”

Cómplices del MRTA al descubierto! –grita “La Razón”. ¡Son unos miserables encubre-terroristas! –ulula Lourdes Alcorta.
¡Es hora de investigar a las ONG que se ensañaron con Fujimori! –clama Carlos Raffo–. Y añade: ¡Es hora de saber la verdad!
¡Nunca se había visto tal unanimidad en el Congreso! –abona un locutor de RPP recordando su etapa de biógrafo apologético de Fujimori (también lo fue de un textilero con prontuario, pero, en fin, nadie es perfecto).¡Aprodeh es el brazo político del MRTA! –afirma un columnista que fue conspicuo en el canal-acequia de Vicente Silva Checa y Jorge Morelli.
No es que la Inquisición haya vuelto. Las que han vuelto son la fujiprensa y la fujiatmósfera y las fujitramas de los psicosociales que se cocinaban en el SIN y pasaban a “La revista dominical” y de allí a la prensa coral que amenizaba la fiesta de Boloña y su combo.
Porque, ¿cuál es el crimen de Aprodeh?
Es haber dicho la verdad: que el MRTA se disolvió de facto tras su derrota militar y política en la embajada del Japón y que hoy, sencillamente, no está vigente. Tan cierto es eso que el presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada, le tuvo que atribuir al MRTA la autoría del atentado del centro comercial El Polo para demostrar, ante los micrófonos amigables de RPP, “que el MRTA sigue siendo un peligro”. Todo el mundo sabe que ese atentado con nueve muertos fue reivindicado y ejecutado por una célula remanente de Sendero, de cuya ominosa actualidad, en el Vrae por ejemplo, nadie duda.
Es falso que Aprodeh haya exculpado al MRTA de la acusación de terrorismo. En la primera parte de la carta enviada a la eurocámara, la entidad hace un deslinde soberano respecto de la violencia terrorista que practicaron Sendero, como doctrina, y el MRTA, como instrumento eventual. “Aprodeh…ha tenido desde los inicios del período de la violencia política una clara posición de rechazo y condena a los actos de terror de los grupos como SL y el MRTA que operaron en esos años”, expresa el documento fechado el 22 de abril y firmado por Francisco Soberón Garrido y Juan Miguel Jugo Viera. El mismo termina con una reflexión que comparten muchos observadores de la escena política nacional: “…no se debe sobredimensionar la existencia y actividad de un grupo como el MRTA, lo que puede servir para perseguir a activistas sociales y opositores políticos acusándolos injustamente del delito de terrorismo”.
Lo que pasa es que la difamación exorbitada, la histeria ejecutiva y las amenazas de las ñañas y los ñaños de la nueva falange mediática convienen al calentamiento no-global que se quiere crear en el Perú del doctor García. Es decir, primero hay detenciones de campesinos adversarios de Majaz, acusaciones de terrorismo a una decena de ambientalistas, carcelería para los asistentes a una reunión internacional que fue asistida por el cáterin de la municipalidad de Quito. Segundo, algunos voceros de la policía política del peor aprismo –el de Alva Castro– arman una campaña que justifica algunas de esas detenciones arbitrarias. Tercero, se pretende que, ante la proximidad de una cumbre europea importante a realizarse en Lima, Estrasburgo suscriba la tesis de que el MRTA –la única organización que podría estar próxima a las FARC dado su común origen castrista– está vivito, coleando y matando. Todo encaja. Como encaja la canallada de insinuar que este diario es parte de los planes que Chávez, las FARC y la milagrosa laptop de Raúl Reyes disparan a los cuatro vientos.
Es importante para los intereses menos nacionales crear un eje FARC-MRTA-oposición ambientalista-sindicalistas-prensa incómoda. Y si a ese complot tan conveniente puede añadirse “el derechohumanismo” del que habla “La Razón”, pues el modelo colombiano habrá sido casi clonado entre nosotros.
Que el señor Ollanta Humala se preste a las unanimidades que emocionan al Chema y excitan a la Alcorta revela que, en algunos casos, el líder del nacionalismo cede su papel al del inculpado de Madre Mía. No es una coincidencia que haya sido Aprodeh, precisamente, la organización que emprendió la investigación y firmó la acusación en contra de aquel Humala que combatía al senderismo con las armas de la ley y, al parecer, por lo menos en un caso específico, también con las que Fujimori y Montesinos alentaron.
Que Humala se haya vengado de Aprodeh resulta humanamente explicable, tristemente explicable. Que no haya habido un solo congresista nacionalista capaz de romper con esa lógica de acusado con sangre en el ojo sí que resulta extraordinario. ¡La oposición desaparece cuando la peor de las pezuñas del gobierno patea el suelo!
Aprodeh recibe unos seiscientos mil dólares anuales, que provienen de agencias gubernamentales y privadas de los Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Suecia. Sus papeles están en regla y sus balances, a tiro de la Apci siempre, no se parecen a los del Banmat. Su prestigio internacional hizo que, ante el pedido peruano de enmendar un documento ya concertado, algunos eurodiputados verdes y socialistas consultaran con la organización. Que la carta de Aprodeh haya sido el único factor que explique la derrota de García en Estrasburgo es una convenida desfiguración. Podría ser que los que votaron en contra de García hayan sospechado de cuáles podían ser los verdaderos propósitos del régimen que manda en el Perú.
El próximo 13 de mayo, Francisco Soberón deberá estar en San Francisco para recibir un premio especial del “Center for Justice and Accountability”. Junto a Harold Hongjiu Koh, decano de la Escuela de Leyes de la Universidad de Yale, Soberón recibirá el premio Judith Lee Stronach de los Derechos Humanos por su protagónico papel en la hazaña judicial, internacionalmente reconocida, de haber puesto donde ahora está al ciudadano japonés Alberto Fujimori Fujimori, el padre putativo de Raffo y su banda. Entenderán, amables lectores, por qué Soberón, según la lógica de los mandaderos de Giampietri, debe ser mediáticamente “aniquilado”. Quedará como baldón del ollantismo en rompanfilas haberse sumado al vocerío de la señora Alcorta.

viernes, 25 de abril de 2008

Humillación trasatlántica

El doctor Alan García quería que el Parlamento Europeo pusiera al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en la lista de organizaciones terroristas que manejan Bruselas y Estrasburgo.
Entonces recurrió, a través de la Cancillería, a sus nuevos aliados: los diputados europeos del Partido Popular, el partido de José María Aznar, el heredero del franquismo victorioso, el que hizo de bajista en la reunión de las islas Azores, aquella en la que Bush le anunció al mundo que invadiría Irak y masacraría a los iraquíes en busca de las armas de destrucción que él sabía que no existían.
Dos de esos 24 diputados del aznarismo en Estrasburgo –Ignacio Salafranca y Fernando Fernández– presentaron entonces el asunto como una enmienda a uno de los documentos-marco de la inminente cumbre Europa-América Latina a realizarse en nuestra capital.
Pues bien, vino la votación y el planteamiento fue derrotado en el pleno de ayer (se aprobó, en cambio, exigirle a las FARC la inmediata liberación de Ingrid Betancourt). Y esto a pesar de que el Partido Popular Europeo (PPE) –la unión de la centroderecha con vagas raíces demócrata-cristianas– es el más numeroso en asientos de toda la Eurocámara. En efecto, el PPE posee 268 de los 732 puestos. Sin embargo, la moción fue respaldada por 271 votos, rechazada por 275 (votos socialistas y verdes) y mereció la abstención de 16.
El gobierno peruano había planteado que el “rebrote” del MRTA –algo que la prensa próxima a la policía política de García considera un hecho– hacía necesaria esta especie de interdicción internacional. A la hora de las réplicas se escucharon argumentos como este: cuánto podía favorecer al señor Fujimori el que la Eurocámara dijera ahora, y a pedido del gobierno de Lima, que el MRTA era una organización terrorista vigente. A los populares que representaban la posición peruana les costó mucho salir del apuro.
La derrota de García adquiere dimensiones internacionales. Lo increíble es que su canciller se haya dejado mangonear por “el héroe del Frontón”, Luis Giampietri, y haya echado mano al auxilio del aznarismo que acaba de perder su segunda elección consecutiva ante Rodríguez Zapatero. Si el Apra continúa en el seno de la II Internacional, la del socialismo europeo que comenzó con inspiradores como Kautsky y terminó con rematadores de activos como Felipe González, será por olvido u omisión. No tardará García en ordenar el traslado de todo el menaje aprista al nuevo hogar.
Ahora bien, ¿era veraz decir que el MRTA se ha reactivado y se yergue como amenaza para la estabilidad democrática? No, no era veraz. ¿Supuso García que las mentiras de Alva Castro y su prensa prosperarían en un pleno donde se discuten temas como Kósovo o la puesta en marcha de Galileo, el sistema de navegación satelital europeo? Todo indica que sí. No se explica de otro modo que se haya expuesto a una humillación trasatlántica completamente innecesaria. A no ser que le haya querido hacer otro favor a Fujimori justo cuando su prensa celebra los once años del rescate de los rehenes de la embajada japonesa.
Lo más paradójico quizás resulte que un presidente de la República que alguna vez dio una orden tan ambigua que produjo una masacre de más de doscientos prisioneros rendidos y un vicepresidente que fue uno de los que ejecutó esa sanguinaria represalia, se atrevan, temerariamente, a lanzarse a esta aventura europea. Digamos que el naufragio de periplo tan insensato estaba cantado.
Como en esta columna no hacemos del enredo un capital ni del misterio un cielo protector, iremos al grano: a estas alturas de la historia, ¿ha sido el MRTA una organización terrorista? No, en sentido estricto. Ha sido una organización subversiva y guerrillera que utilizó métodos terroristas y que los padeció por parte del Estado. Porque si siguiéramos la lógica de los ñaños y las ñañas del pensamiento correcto y los intereses concretos, ¿fue Javier Heraud un terrorista porque murió con un arma a la mano? Y Luis de la Puente Uceda –por el que sacó la cara el Vargas Llosa de los sesenta– ¿era un terrorista? Y el movimiento de La Convención, ¿era terrorismo rural? ¿Cuántos años le hubieran caído al terrorista Francisco de Miranda, que nació en Caracas, luchó como oficial norteamericano contra los ingleses colonialistas, participó en la revolución francesa protagonizando la toma de Amberes en 1792, se enfrentó a los españoles, gracias a la ayuda británica, en la América harta del siglo XIX, y murió en una mazmorra gaditana en 1817? ¿Cuántos años, ah? ¿Y con jueces con rostro o sin rostro?

jueves, 24 de abril de 2008

El fin de la histeria

¿Qué es lo que quieren los ñaños y las ñañas creyentes de que el terrorismo y la rebelión legítima son sinónimos?
Yo sé, más o menos, qué es lo que quieren:
Quieren que el miedo cunda, que la policía decida, que la prensa acompañe, que la derecha no tenga contratiempos, que los jueces empapelen, que los puertos se vendan, que la DEA señale, que Gonzalo Prialé pontifique sin réplica donde Althaus, que la izquierda salga con bandera blanca y manos en la nuca (como en La Moneda).
Están convencidos de que la derrota del comunismo debió traer consigo el fin de la historia y el finiquito del debate. Traducido al lenguaje de la comisaría de Monserrate, que es el que mejor manejan: qué bien que Melissa Patiño haya sido pescada en pleno aquelarre subversivo. ¡Bien hecho!
Y esto lo dice alguien que creció profesionalmente en el nido de Gustavo Mohme Seminario y que hoy desfigura y cagarrutea el periódico que el ilustre difunto creó para limpiar la atmósfera de Lima. Ese alguien se cree reencarnación chicana de Joseph McCarthy pero lo que hace y cómo lo hace lo sitúa, más bien, como nietecito de Eudocio Ravines. Nada más. Y lo grita en la TV una versión menos afortunada de la escalada social de Saby Kamalich haciendo de María en la famosa telenovela. Esta señora, flamante comisaria del pensamiento correcto según los editoriales de “Gisela”, dice que “La Primera” está al servicio de Chávez y la subversión y jura que a la policía sólo le interesa la investigación seria y el Estado de Derecho. Y, claro, lo que demanda es que a “La Primera” le caiga la policía supuestamente calumniada. Y está segura de que en esta campaña no está sola, lo que es verdad aunque de algunas compañías uno no pueda jactarse en público.
Pero detrás de aquél o de ésta están los organizadores de una nueva intolerancia de derechas. Y a esa gente, no a sus vociferantes correveidiles, habrá que enfrentarse.
En el Perú se nos quiere hacer creer que las grandes discusiones sobre horizontes y rumbos se han terminado. Al contrario: es que han vuelto. Y ahora vienen alentadas por el descrédito del modelo ortodoxo liberal en gran parte del mundo. ¿O es que nadie ha leído a Stiglitz o a Koenig alertándonos sobre cómo terminan las políticas que el doctor García y el para Uribe aplican con método en Perú y Colombia?
Es más: las grandes discusiones vienen ahora alentadas por multitudes paraguayas que rugen y que se suman a uruguayos y a venezolanos, a bolivianos y a ecuatorianos, que lo que quieren es un común acuerdo que impida el regreso de las repúblicas bananas y los presidentes mosqueados. Esa es la batalla regional que se está librando: a ver si Latinoamérica vuelve a ser el trastero tranquilo de los que matan países o a ver si Latinoamérica se permite una segunda y pacifista independencia.
Nadie quiere aquí guerra ni secuestros ni violencias crónicas como algunas toses. Pero también se batalla para no ser esclavos del viejo amo yanqui que mató a dos millones de vietnamitas y creó, con su locura homicida, al monstruo camboyano de Pol Pot, padre de Abimael (por eso es justo decir que Sendero le debe más de lo que cree a los Estados Unidos). Nuestros mejores mayores nos soñaron libres de tutelas. Recordémoslos cada vez que la canalla en coro nos propone ser la segunda voz de la embajada norteamericana.
El terrorismo es condenable. La rebelión es legítima cuando las injusticias pretenden perpetuarse. Las palabras rebelión, rebeldía, disentimiento, lucha, oposición, temple y coraje no han sido extirpadas del idioma.
Si un joven no pensara en un mundo renovado, si una joven no abrigara alguna utopía solidaria, si las nuevas generaciones no quisieran remover esta escombrera e impedir este suicidio planetario, sería un asunto de llorar. La rebeldía de los jóvenes nos salva del sarcófago.
Náusea produce que, en la batalla de las ideas, la derecha que gobernó este país ciento cincuenta años pretenda ser señorita casadera y prenda mía. Y da grima ver cómo parte de la izquierda que Mohme cobijó se pasa al pliego de la Usaid.
Mientras tanto, la policía provee: entrega cartas antiguas sacadas de contexto al diario “El Comercio”, grabaciones con olor a canela a su ventana indiscreta, filtraciones distractivas a la comparsita.
Y al mismo tiempo, la laptop intacta del cuatro veces bombardeado Raúl Reyes sigue excretando nombres, cartas que sólo un idiota podría haber escrito, admisiones que sólo al DAS y a la CIA se les puede ocurrir, memos sanguinarios que parecen venir de Aracataca, inventarios de armas traficadas para hacer con ellos suculentos titulares estilo gusanera de Miami. Ah, y por supuesto: la laptop de Reyes también dice que todos los que visitaron Quito invitados por la Coordinadora Bolivariana son (o serán) de las FARC. ¡Esa laptop es for all purpose! ¡Adelante, bravos periodistas de investigación! ¡Grandes batallas os esperan!

miércoles, 23 de abril de 2008

Corazones partidos

Ubilde Suárez Cornejo tenía 80 años y era presidente de la Confederación de Trabajadores Jubilados del Perú. Ayer, mientras terminaba de hablar en una audiencia pública de la Sexta Sala Civil de Lima, el corazón se le plantó.
Suárez Cornejo había hecho el enésimo alegato de su vejez para que el Estado les reconociera a los jubilados los devengados previstos en la ley 23908. Fue al terminar sus argumentos en contra de la Oficina de Normalización Previsional –esas malditas ventanillas de las que escapan negaciones dichas con gusto, noes con halitosis, regrese-usted-mañana dichos con un diente de oro–, después de oír su última frase, fue en ese momento, decía, que el pecho le pesó como un yunque.
Suárez se derrumbó ante la incredulidad de la Sala, presidida por el siempre doctor Arnaldo Rivera Quispe. Según Humberto Mesías, secretario de Organización del gremio de los jubilados sometidos a la ley 19990, los jueces demoraron más de media hora la llegada de los médicos porque estaban convencidos de que Suárez Cornejo fingía y dramatizaba para hacer más convincente su discurso. ¿No son unos mañosos estos, doctor, unos teatreros?
La verdad es que Suárez había sido fulminado por un ataque al corazón. Cuando llegaron los camilleros con cara de morgue y el fiscal de turno con su ábaco de muertos públicos, encontraron en uno de sus bolsillos las pastillas sublinguales que no alcanzó a llevarse a la boca.
Suárez Cornejo tendría que darle gracias al destino por terminar como terminó: con la cólera puesta, la palabra en la boca, una sala escuchándolo. Más que al destino, tendría que haberle agradecido al corazón inteligente que le editó la última escena de su vida como si Vittorio de Sicca hubiese sido el guionista. Hubiera tenido que darle las gracias al corazón fiel y camarada que lo exoneró de las cámaras lentas, los dolores lentísimos, la demorada muerte de la jubilación misérrima.
Porque el Estado es más o menos bueno con los que esquilma pero es un truhán con los que ya esquilmó y dejaron de estar en la maquinaria de la producción. Dicen que aquí no hay pena de muerte, pero es a la muerte despaciosa a la que se condena a los viejos de la cédula muerta, a los pensionistas de los 280 soles, de los 470 soles, de los 195 soles. Ser un viejo jubilado en el Perú es ponerte en una cola que da la vuelta a la manzana. Es esperar la compasión que no te ha de mirar ni de reojo. Es hacer otra cola para que, al final, te den un genérico dudoso comprado por tonelada y comisión. Es esperar inútilmente la gratitud que perdió el vuelo, el tren, la dirección, la gratitud que no tiene pasaje de vuelta.
Ser viejo ya es triste porque, como decía Leopardi, la vejez priva a la gente de los placeres pero le deja las apetencias. Pero ser viejo y jubilado común en el Perú es peor que perder la esperanza. Un Estado ladrón gobernado por sucesivos forajidos condena a sus viejos a la indigencia mientras el dinero que les sacó de los bolsillos se convirtió en la carretera a Eisha, el subsidio a los Picasso, el regalito al Edelnor privatizado, la planilla gigante de los ministerios, el Banco de Materiales que era una casa de putas, la casa de putas que era el Banco que tuvo que ser salvado porque peligraba el sistema, ¿verdad PPK, comisionista de dos mundos y un solo bolsillo?
Si no eres solvente por herencia o por hábito o por lotería, muérete a tiempo, por favor. Que no te toque tocar puertas sordas y llamar a teléfonos que escupen grabaciones. Claro, hay excepciones. Una de ellas es esta: si robaste en mancha, en masa, en macrocifras, si con el diez por ciento de ese dinero compraste la impunidad y la prescripción y con otro diez por ciento te hiciste de una reputación de segunda mano aunque de buen ver, si eres un megaladrón y estás megablindado porque sales en los cuchés y pusiste plata en la campaña del que corta el jamón, entonces criogenízate y dura hasta que el hartazgo te liquide.
Es cierto que sólo vemos envejecer a los demás. Es el consuelo narcisista que Malraux definió tan bien. Pero si eres pensionista en el Perú, no tienes ni siquiera el alivio de la distracción. El maltrato te obliga a mirarte en el espejo. La vida a la que te reducen te aniquila. Mueres de ventanilla, de cola interminable, de proctólogo con mala cara y poco tiempo, de pan con mantequilla pero sin mantequilla.
Ayer murió, enfrentando a los abogados de la ONP, don Ubilde Suárez Cornejo. Murió de inciso.

martes, 22 de abril de 2008

Generales Gallina

El general Gallina va al megajuicio del gángster Fujimori y dice: “No me acuerdo”
“Nunca me enteré”
“¿Qué documento?”
“Yo hacía análisis de Inteligencia”
“¿Cómo iba a saberlo si no era mi área?”
“Eso ya se lo contesté al doctor Nakasaki”
El general Gallina era muy valiente cuando mandaba cavar sus fosas a las víctimas, o decidía volar con una granada una barraca de paisanos, o saludaba con voz de trueno a Hermoza Ríos en los desfiles militares. Era muy valiente con los desarmados y con los indefensos. Era un tigre con las viejas de Cayara, los churrupacos de Barrios Altos, los sindicalistas del Santa, el periodista de Los Cabitos.
El general Gallina desciende en sucesión vertical de Mariano Ignacio Prado y Ochoa, el huanuqueño general presidente que se fue de viaje en plena guerra con Chile, por un lado, y del general Atahualpa, que se dejó atrapar en plena plaza y permitió que un patán nos enseñara el castellano, por el otro.
El afluente mayor de este Amazonas gallináceo es don Mariano, por supuesto. Porque Atahualpa como que improvisó el miedo. Prado, en cambio, elaboró un miedo paciente y, casi se diría, magistral.
Su historia ha sido piadosamente preservada por los que mandan porque, al fin y al cabo, don Mariano es uno de los fundadores del Perú plutocrático aun hoy vigente. No se puede reconocer así nomás que el bisabuelo fue un traidor y que el árbol genealógico de la derecha peruana abunda en asaltabancos como Echenique y en huidizos raudos como los de algunas batallas por la defensa de Lima. La historia del Perú que se cuenta a los escolares narra sucesivas desgracias pero no nombra responsables. Como si la desgracia llegara con el clima como un maná invertido.
Chile nos declaró la guerra el 5 de abril de 1879, en plena presidencia de Mariano Ignacio Prado, la que había empezado el 2 de agosto de 1876. Al principio, hubo esperanzas. Pero con la pérdida de la fragata “Independencia” y del blindado “Huáscar”, en octubre de 1879, el mar quedó descubierto y el desembarco de las soldadescas del sur se vio como inexorable.
El 18 de diciembre de 1879, en plena guerra, con la flota chilena asomándose por el Callao, Mariano Ignacio Prado, el presidente de la República, el comandante de todos los ejércitos, el Director de la guerra, se va en secreto del país que debía defender hasta la última hora. Se va de noche y en secreto.
Deja al incompetente general Luis La Puerta como presidente. Y deja, para la Historia General de la Cobardía (todavía no escrita), la siguiente proclama:
“Conciudadanos: Los grandes intereses de la Patria exigen que hoy parta para el extranjero, separándome temporalmente de vosotros, en los momentos en que consideraciones de otro orden me aconsejan permanecer a vuestro lado. Muy grandes y muy poderosos son, en efecto, los motivos que me inducen a tomar esta resolución. Respetadla, que algún derecho tiene para exigirlo así el hombre que como yo sirve al país con buena voluntad y completa abnegación… Al despedirme, os dejo la seguridad de que estaré oportunamente en medio de vosotros. Tened fé en vuestro conciudadano y amigo”. Mariano Ignacio Prado. Lima, Diciembre 18 de 1879.”
Se va don Mariano y no dice por qué. Se va y no dice por cuánto tiempo. Se va a hurtadillas. Se va como se van los allanadores, los ladronzuelos, los donjuanes aventajados. Y después dirá que se fue en secreto “para evitar que lo supiese el enemigo, que a la sazón cruzaba con su flota por el Callao”. Y añade: “(Y también) para no caer prisionero, como habría sucedido en una de las veces que los chilenos abordaron el buque, si hubieran sospechado que yo iba en él”. (Declaración de Nueva York, 7 de agosto de 1880).
¿Y por qué se va?
Siempre lo repitió: para comprar él mismo, en persona, los blindados que nos hacían falta para restaurar el equilibrio naval. Los biógrafos alquilados por sus descendientes, los cobardes que encontraron en él un paradigma inconfesable, los generales Gallina de todas las épocas vienen de esa misma noche del 18 de diciembre de 1879.
¿Y logró algo esta madre de todos los Gallinas?
Por supuesto que no. En esa misma declaración neoyorquina admite: “Desgraciadamente nada he podido hacer todavía. Sin recursos, desautorizado y contrariado y enfermo como me encuentro, todos mis esfuerzos se escollan ante las dificultades que me rodean; no desespero, sin embargo; esas mismas dificultades son un estímulo más para insistir en mi propósito y mi trabajo”. Lo que no dice es que cualquier gestión para comprar armas o buques hubiese tenido que hacerse en Europa, no en Nueva York, desde donde trata de explicarse. Y lo que no aclara es que era imposible comprar armas a ninguna potencia una vez declarada la guerra, dada la declaración de neutralidad que Inglaterra alentó y cundió en todos los frentes.
Piérola toma el poder tras la huida de don Mariano. Piérola es valiente pero toma las peores decisiones porque tiene que prescindir de los jefes militares leales a Prado. Improvisa y yerra. Innova y hunde más al país. Prado no sólo se ha fugado sino que ha asegurado la derrota del Perú. Misión completa.
Sus biógrafos de alquiler dicen que el mismo día de la declaración de guerra, don Mariano renunció al generalato divisionario con que Chile –donde vivió varios años– lo había investido por su amistad especial. En efecto, don Mariano, como presidente de facto tras derrocar a Diez Canseco, había salvado a Chile del bombardeo de la flota española en 1866. Y lo había hecho con la mirada americanista que Chile parecía alentar también. Cuando la flota peninsular bombardeó Valparaíso, nuestra armada salió en defensa del vecino agredido. Chile no había encargado todavía la construcción de los blindados con que nos aplastaría trece años después.
Prado regresó al Perú sólo en 1886. Como en el Perú el olvido es siempre lo más conveniente, no fue juzgado. En 1899 dicen que empezó a sentirse mal. Entonces se fue a París, donde quiso morir y donde murió el 5 de mayo de 1901 a la muy noble edad de 75 años. Hubo discursos emocionados y bandas militares.
De esos sedimentos, de esa Taboada ancestral y oculta, vienen los generales Gallina, los que se arrodillaron ante Fujimori, el otro fugitivo, el de nuestra época. De allí vienen las sombras y los sarros. De allí proceden los salazar, los hermoza, los rivas y sus escribas subarrendados.

lunes, 21 de abril de 2008

El doctor García en coma

La doctora Mercedes Cabanillas dice que el doctor García es tratado injustamente en las encuestas.
Como se sabe, el doctor García está en coma demoscópico. Su aprobación desciende a la suma de 26 por ciento a nivel nacional y el repudio estadístico que le respira en la nuca desde hace meses se ha elevado a la cifra del 70 por ciento.
¿Son injustas las masas con el doctor García, como dice compañeramente una Mercedes Cabanillas en plan de Florence Nightingale con cofia y todo?
No son injustas. Lo que pasa es que las masas recuerdan.
Recuerdan, por ejemplo, que el doctor García mintió como un vericida, como un maníaco, como un vendedor de resurrecciones y manos santas, para llegar a la presidencia de esta casa de cartón que es la república. Y como alguna vez escribió Corneille: “Nadie promete más que un mentiroso”.
O sea que el doctor García dijo A pero hizo Z, y prometió H pero se decidió por B, y juró que jamás firmaría R pero de rodillas suscribió R+R, y sostuvo, por último, que se mantendría en Ñ (la ñ de campaña, la ñ de mañoso) pero apareció al lado de Julio Favre, por la mañana, en el camastro con cochinillas de Vega Llona en plena siesta, y bañado en aceite de palma en la ducha de Dionisio Romero. Es decir, que García llegó a su segundo debut disfrazado de Billinghurst y, una vez en palacio, se quitó el vestuario hechizo, se lo entregó a Nava para que lo planchara y lo guardara para la próxima farsa, y se vistió de Manuel Apolinario Odría, el que persiguió con el revólver de Esparza a su papi (al papi de Alan) y mandó matar al Negreiros de veras (el actual es un stencil borroso). Muy tierno todo.
Yo sostengo, modestamente, que siendo Odría, hablando como Odría hubiese hablado, haciendo lo que Odría hubiese hecho, García está terminando de matar al padre. Que Saúl Peña me dé una mano en esto y ya verán cómo es que todo se aclara. De lo que no dudo es de que en la cabeza privilegiada del doctor García hay mares de sargazo, cisnes de Alicia Alonso, instalaciones de las que brotan chispas, luces de un gran talento y noches de adrenalina que dejarían muda a Carmen Ollé.
Y esa deflagraciones del lóbulo frontal han empezado a sentirse. Eso de las patadas y aquello de los imbéciles no es nada si lo comparamos, por ejemplo, con el asunto de los profesores. Cuando García empujó a Chang a descalificar a todo el magisterio, ¿tenía opciones de recambio? No tenía nada. Y por eso es que muchísimos pobres han sentido que García se burla de ellos: lanza diatribas en contra de los maestros pero deja a los niños de las clases C, D y E en sus manos. Y cuando García da la orden de despotricar del Cusco insultando a sus autoridades, ¿no sabía que gente serena e ilustrada como Lumbreras opinaba que los cuzqueños tenían razón al no permitir la privatización de su historia a la luz de lo que ha pasado con sus trenes turísticos? Y cuando García sostiene hasta el empecinamiento al señor Alva Castro, ¿puede no saber que Alva Castro es, políticamente hablando, un cadáver que apesta y contamina? ¿Y a quién se le ocurre repartir alimentos a las tres y media de la mañana? Y podríamos seguir.
García está, en parte, pagando su traición. Pero en un país casi fundado en las mentiras tendremos que admitir que traicionar –que es la mentira elevada a la N potencia- no parece ser un pecado mortal. El problema adicional de García es que está haciendo mal lo que podría hacer bien y está llevando al país a un clima de confrontación peligroso. O sea que no le ha bastado mudarse a la derecha con todo descaro y dejando el alquiler impago. Encima gestiona con gran incompetencia la hora de las vacas gordas y acentúa las desigualdades con su política de cantar las cifras azules del PIB mientras en el sur la inflación limeña del cinco por ciento llega al diez en algunos productos.
García está convencido de que algún director de periódico, que terminará debajo de una cama cuando la violencia regrese, es el non plus ultra de la inteligencia. Y cree que Dionisio Romero quiere el bienestar del país. Y está convencido de que Vega Llona tiene un corazón musculado cuando lo único que le queda es un muñón imprecisable bañado en sangre venosa. Y conversa con esa gente y con sus ministros de cerviz no levantada y cree que todo anda muy bien y que los pobres siguen siendo el montón de extras de esta película mil veces vista.
Entonces llega una encuesta y el doctor García pregunta qué está pasando. Pero no se lo pregunta a la gente que defraudó con su macromentira electoral. Se lo pregunta a Roque Benavides. Y quizás al presidente de Capeco, al jefazo de Adex, al capitán de la Confiep, al Montesinos de turno en el ejército, a Hugo Otero que se sabe las cuecas de memoria, al capo de la vaina. Y todos quizás le digan que así es el pueblo de ingrato, que no hay que hacerle caso a las encuestas, que el modelo no es transable y que estamos en el camino de Corea del Sur.
-Pero en las primeras fases del modelo coreano el Estado tuvo un gran papel –alcanza a susurrar el saldo cerebral del doctor García modelo 2006.
-No hagamos comparaciones que no vienen al caso. La guerra fría demandaba que Corea del Sur creciera en plazos brevísimos –le responderán.
Y el doctor García volverá, tranquilizado, a lo suyo. Lo suyo hoy es cómo hacer para que capitales chilenos, asociados con Dionisio Romero, se hagan con todos los puertos en subasta. Y cómo cobrarle a los mineros boyantes sólo lo que los contratos de Fujimori –ese extranjero- establecieron. Y cómo sacar a Kouri del apuro en que está. Me pregunto si su santa esposa lo reconocerá o le exigirá el DNI. Me pregunto si el espejo le devolverá alguna imagen.
Hay una manera de lograr que el doctor García crezca en las encuestas: una macondiana epidemia de olvido, una amnesia en polvo propagada por Sedapal, una variedad gaseosa y policíaca del Alzheimer.
Quizás a Alva Castro se le ocurra algo.

domingo, 20 de abril de 2008

¡PROVECHO, DON DIONISIO!

Vaya. Ahora nos quieren hacer creer que Julio Favre es “el gran beneficiado con este gobierno”.
Ciertamente, el ex hombre de confianza de Montesinos, sea visto muy favorecido con el régimen. Pero no es el “ganador de la Tinka gubernamental” como por ahí andan diciendo.
Podríamos decir –para mantener el mismo lenguaje– que Favre es el ganador de uno de los premios secundarios. Porque quien sea llevado el cheque máximo, el premio mayor, el gran billeton, es don Dionisio Romero.
¿Con el “Banco de Crédito”?
No señor. Aunque pudo haber sido, sobre todo con eso de “vender las acreencias” a un banco grande, como afirmó el propio presidente de la republica en uno de sus tantos artículos.
¿Las inversiones en “etanol”?
Tampoco señor. Eso es para más adelante.
¿Entonces?
ALICORP, señor.
No exagero al decir que gracias al régimen encabezado por Alan García, Dionisio Romero ha visto multiplicarse sus ventas al estado hasta por 10 veces. Pues para el año 2005, las ventas de ALICORP al estado fueron de poco menos de 500 mil soles. Pero para el año 2006, las ventas se elevaron a casi 4 millones y medio de nuevos soles. Cifra que aun es pequeña. Pues en el 2007, las ventas de ALICORP al estado superaron los 16 millones de soles. Así lo prueba el siguiente cuadro, extraído de la página del SEACE.


alicorp5.jpg

Clic en la imagen para ampliarla y verla mejor

¿Y por qué han bajado tanto las ventas en lo que va del 2008?
Pues, basándonos en la información histórica, las ventas, para ALICORP, se elevan a partir del mes de Mayo. En el 2007, por ejemplo, ALICORP gana solamente dos licitaciones hasta el quinto mes. La primera por 207,329 soles y la segunda por 216,986 soles.
¿Y en el 2006?
García recién ingresa a Palacio a mediados del 2006. Hasta Agosto de este mismo año, la empresa vendedora de alimentos de Dionisio Romero gana muchas licitaciones, esto aun con el señor Toledo en el poder. Pero a partir de Agosto –ya con el APRA instalado en el gobierno– gana muchas más. De hecho, gana decenas de licitaciones en un solo día, como lo muestra el siguiente cuadro.

alicorp25.jpg

Resaltadas lucen las licitaciones ganadas, por ALICORP, en un sólo día.

¿Entonces, quién es el gran ganador, quién sea llevado el premio máximo? Don Dionisio Romero. ¡Provecho!

Posdata: ¿Y por qué estas cosas no las saca la señora Rosa Maria Palacios Mcbride?
Porque la señora está muy ocupada desnudando la corrupción de los “chamanes”, la de los colegios sin autorización de funcionamiento y cosas así. Es decir, enfrenta corajudamente a los pobres diablos que no tienen dinero para anunciar en la tele.
¿Y la señota Valenzuela?
Ella prefiere cubrir los entrenamientos militares o los pignis escolares, donde también suelen haber grandes conspiraciones.
Cada quien está en lo suyo.

Tomado del blog "Matices de Opinión".
Autor: Pedro Armando Rosario Ubarnes

sábado, 19 de abril de 2008

Francia tiene la razón

El canciller Joselo García Belaunde está molesto con Francia porque Francia les ha advertido a sus súbditos que no se les ocurra treparse a una de esas avionetas que sobrevuelan las líneas de Nazca.
¿Y qué quería? ¿Qué los franceses no se enteraran de que en el Perú el capitalismo salvaje y el mercado de los Cro Magnon han impuesto la moda del sálvese quien pueda?
Ricardo Valle Cabrera tiene 30 años de piloto aeronáutico civil. Trabajó cuatro años y tres meses en “Aero Ica”, la empresa a la que pertenece la avioneta que mató a los cinco turistas franceses, y hace poco estuvo en la cabina de mi programa en Radio San Borja.
Lo que contó parecía salido de una película exagerada del ya superlativo Alex de la Iglesia. Para empezar, en las trece “empresas” que se disputan a los turistas con jaladores –como en terminal de microbuses– los pilotos ganan dos dólares por pasajero, lo que representa unos 500 dólares mensuales. El resto de sus ingresos procede de las propinas que solicitan.
Ha habido casos, según relata Valle Cabrera, en que se ha usado gasolina de automóvil para volar. De hecho, uno de los pocos inspectores honestos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) comprobó una vez esa temeridad en una nave de “Aero Santa Bernardita”. Y es que a veces la importada gasolina 100-L, apropiada para la aviación ligera, no llega a tiempo.
Las avionetas que parten del aeródromo de Nazca tienen una antigüedad promedio de 30 años, no están precisamente bien mantenidas y las hay que tienen la venerable edad de 51 años. Nos referimos, por ejemplo, a la avioneta Cessna 170 de la fatídica “Aero Ica”: su debut aéreo fue en 1957. Es que en “Aero Ica” quizás piensen que la antigüedad es clase.
La DGAC –una mezcla perfecta de chanchullo rentado e incompetencia a veces criminal– jamás ha puesto mano firme en ese frente tan delicado para el turismo. El aeródromo de Nazca, además, es una instalación que se ha vuelto peligrosísima porque lo que en aviación se llama “área de emergencia” ha sido invadida por edificaciones que nunca debieron permitirse. Hay momentos de saturación en los que un enjambre de doce naves sobrevuela las líneas. Y eso, que ya sería temerario de por sí, se vuelve potencialmente asesino si se tiene en cuenta que hay pilotos que no respetan sus hojas de ruta y se meten en las carreteras aéreas de la competencia.
Esto produjo la colisión aérea de 1997, que dejó doce muertos –diez turistas extranjeros y dos pilotos peruanos– y que fue aplastada, como noticia, porque ocurrió el mismo día de la muerte de Lady D. ¡Suerte maligna la de la DGAC!
Lo evidente es que la Torre de Control de Nazca controla muy poco y, además, no puede hacer nada cuando avionetas que han despegado de Ica o de Palpa se meten en el cielo de Nazca sin contar siquiera con planes de vuelo. Y a pesar de que hay tres niveles de vuelo –es decir, tres alturas diferentes para reducir el riesgo– siempre hay irresponsables que cambian su distancia de tierra, con lo que las evoluciones alrededor de algunas de las figuras más solicitadas pueden volverse un juego siniestro: cómo evadir al que vuela demasiado cerca, un Top Gun con naves de museo en el desierto.
¿Y los innumerables aterrizajes forzosos en la carretera Panamericana sur? En el 90 por ciento de los casos se trata –dice Valle Cabrera– de falta de gasolina. “Es que muchas veces, por el apuro de salir y ganar más pasajeros, las naves salen sin haber cargado combustible. Creen que con los 20 galones del primer servicio es suficiente”, añade.
Algunos de esos aterrizajes, sin embargo, no están vinculados a tanques vacíos. Tal fue el caso del “Caravan” de “Aerocóndor” –nave para doce pasajeros– que alguna vez regresó de emergencia con la turbina partida en dos.
¿Y la DGAC? Nada de nada. Allí está, con sus sueldazos engordados por el Pnud, con sus mañas aprendidas en la Fuerza Aérea, con su ministra punible que habla como la Thatcher y piensa, en materia de seguridad aérea y responsabilidad del Estado, como Susy Díaz. Sí, la ministra que parece empleada de Lan Chile y que exige para los pilotos chilenos favores extremos, como ese de volar sin visa de trabajo.
Lo que Ricardo Valle Cabrera ha hecho por enfrentarse a la mafia de la FAP y su sucursal en la DGAC no cabe en estas líneas. Sólo diré que hace tres años está sin trabajo porque los cogoteros discípulos de Elesván Bello no le perdonan haber investigado el masivo asesinato de Andoas.
El 5 de mayo de 1998 –o sea cuando Fujimori era una buba en la ingle derecha del Perú– un avión Boeing 737, alquilado por Tans (fachada de la FAP) y puesto al servicio de la Oxy, se estrelló de noche mientras buscaba la pista del aeropuerto sin balizaje de Andoas. Ese vuelo, que había partido de Iquitos, jamás debió de salir. Pero salió y los mecheros del “aeródromo” de Andoas no fueron suficientes. Y a pesar de que hubo sobrevivientes, 74 personas murieron. Valle Cabrera averiguaría más tarde que el piloto, José Salazar Fernández, había volado con la ficha médica vencida y que el copiloto, Carlos Umbert, no había hecho, desde hacía dos años, los ensayos reglamentarios en el simulador de vuelo. No es que estemos diciendo que esas fueron las causas de la tragedia. Es que esos son dos ejemplos de que en la aviación civil en el Perú todo puede suceder.
En marzo del 2007 Valle Cabrera presentó ante la Fiscalía una denuncia por peculado, abuso de autoridad y delitos en contra de los medios de transporte. ¿Los implicados? Roberto Rodríguez Gayoso, Director General; Juan Crovetto, Director de Seguridad; y Víctor Fajardo, Inspector de Operaciones de la DGAC.
La denuncia era un legajo del grosor de una guía telefónica. Estaba llena de documentos probatorios, cartas decidoras e informes que serían la delicia de cualquier fiscalizador. Pero cuando Valle Cabrera pregunta si hay alguna respuesta –“no importa, aunque sea que me digan que desestiman la denuncia”, la frase es monótonamente la misma. “Sus papeles están siendo examinados”, dicen. Trece meses de examen. Un número igual al de las “empresas” que pueden, en cualquier momento, matar a más turistas.
¡Y todavía se atreve Joselito a llamar exagerados a los franceses! No, hombre: exagerado es que tú sigas ocupando el puesto que fue de Porras Barrenechea.

viernes, 18 de abril de 2008

Aconsejando al doctor García

El doctor Alan García desayuna con sus consejeros. Un consejero es el que le dice lo que al doctor García ya se le había ocurrido. Por eso es que ser consejero del doctor García es un asunto delicado. Sólo los zalameros más adivinos y los adivinos más convenidos han sobrevivido al rudo oficio.
A media mañana, después de un tentempié que consiste, por lo general, en 600 gramos de embutidos, el doctor García se reúne con los ministros que están en el centro de la atención pública. Un ministro, como se sabe, es el que hace lo que el doctor García habría hecho en menos tiempo, el que dice lo que el doctor García dirá mejor y el que jamás ­inaugurará las obras que a su sector competen porque para eso está el doctor García. Cuando el doctor García grita frente a una de esas entidades de índole ministerial, las ondas sonoras de su última frase rebotan y se amplían en los pliegues cavernosos de su interlocutor. Un ministro es una gruta que te remeda, el cañón profundo que te repite (pite, pite, pite), la voz a ti debida pero sin Salinas.
Cuando llega la hora de preparar el almuerzo, don Julio Favre, disfrazado de Gastón Acurio, se presenta en Palacio y acude a la cocina real para empavonar los pollos que ha colocado en el rubro “Despacho Presidencial”. Pero él es sólo una de las variables gastronómicas en las vastedades que se presentan a la elección del señor Presidente. Ricardo Vega Llona, en plan de una Teresa Ocampo luciendo el logotipo de Saga, se encarga de las piezas de caza, las favoritas del doctor. Y muchos juran haber visto al sombreado doctor Luis Nava en plan de Isabel Álvarez hacer, con manos tesoreras, el mejor cebiche de mango y langostinos. Las carnes rojas de las grandes matanzas están a cargo, como siempre, de Agustín Mantilla y postres como el semifredo de aguaimanto sólo los puede recrear el congresista Zumaeta encarnado en bruja de Cachiche.
Durante episodio tan frugal el doctor García sigue oyendo, con la paciencia de la sabiduría, las consejerías de quienes lo calcan y las advertencias de los prosternados y hasta las críticas expresadas en el lenguaje de las señas que el doctor García desconoce (mayormente). Por último, autocrítico hasta la mortificación, llama, sucesivamente, a Mauricio Múlder y a Mirko Lauer, les pregunta qué les parece todo y cuelga el teléfono antes de recibir una respuesta.
–No me parece –dice, después de colgar–. En todo caso, lo pensaré.
Así, fortalecido por opiniones tan diversas, sale el doctor García a recorrer el país y a imponer la serena majestad que alguna vez conmovió por la espalda al señor Jesús Lora durante aquel mitin de la CGTP, cuando el Apra alentaba al Sutep a hacerle huelgas a Toledo y la socialdemocracia hervía en la sangre del caudillo. Eso fue tres años antes de que la famosa transfusión de orchata, tras el secuestro tramado por los Agois, convirtiera al doctor García en una copia intelectual de Manuel Prado.
Después de inaugurar colegios donde no hay profesores que poner, regalar laptops a maestros que el fundador de la dinastía Chang ha condenado, enfrentarse al friaje haciendo calistenia para su próximo reporte en RPP –en reemplazo del reportero Villarreal–, el doctor García regresa a Palacio y, según todos los testimonios recogidos, cena a solas.
Es en ese momento de solitud cuando el doctor García recibe las mejores muestras de amistad y los más agudos pareceres para aligerar su gestión y enfrentar el deterioro que –Carlos Germán Belli dixit– en cada linaje ejerce su dominio. Es el mejor momento del día. Sometida a tan precisa consultoría, la jornada se aclara, los enemigos ­aparecen con claridad, las ­alianzas más endiabladas se tornan verosímiles y, en suma, la política vuelve a ser ­ese ajedrez que sólo los genios solitarios pueden entender a cabalidad. No hay García más presto a una exhortación que el García solo cenando en Palacio. No hay García mejor enseñado que el doctor García dando cuenta de una pequeña res en el deshabitado comedor de Palacio. Es en ese momento que los Gar­cías varios cuidan a su mentor presidencial dándole la asistencia debida.
Al día siguiente, pletórico de buenas guías, saldrá el doctor García y dirá:
–Mi instrucción es sacar a patadas a todos estos y, si son apristas, de dos patadas… ¡Imbéciles!
Dicho lo cual llamó al señor Vargas y le preguntó qué le había parecido esa dosis de energía casi borbónica. Pero en el momento en que el señor Vargas empezaba su discurso aprobatorio, el doctor García colgó el teléfono móvil y se lo entregó a su edecán más próximo.
–Ya lo sabía –dijo-.
Todavía no entiendo por qué nadie le preguntó qué tipo de patadas estaba concibiendo. ¿Por detrás y en el culo? ¿De frente, a la altura de todas las batallas? ¿De costado, en la cabeza del fémur? Y si son mujeres, ¿por detrás o por delante, ya que sería penoso de costado? ¿Contaremos con ese detalle?

jueves, 17 de abril de 2008

¿Antisemita yo?

El presidente de la Asociación Judía del Perú me llama antisemita. Lo hace en el periódico de los evasores de impuestos más impunes de la comunicación: la familia ­Agois.
Espero que los judíos del Perú no se sientan representados por la ordinariez de Herman Blanc. Espero que mis amigos y amigas de esa colonia no acepten a Blanc como portavoz. Se merecen otra cosa.
Todo empezó cuando el director de “La Razón”, el señor Uri Ben Schmuel, escribió el 3 de abril una columna en la que justificaba los crímenes del grupo Colina, santificaba los ­asesinatos selectivos (“no son violaciones a los derechos humanos”), minimizaba “los daños colaterales”, difamaba a las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos acusándolas en bloque de senderistas –y bien sabía que una de esas víctimas ­era un niño de ocho años ba­leado en la cabeza–, reclamaba la suciedad de todas las guerras (“la guerra demanda lo que sea necesario para ganarla”) y, por último, en el extremo de la náusea editorial, solicitaba que Martin Rivas fuese condecorado (“Si fuéramos un país agradecido, Santiago Martin Rivas (y, para el caso, también Fujimori) tendría que ser condecorado…”)
Sucede que el señor Uri Ben Schmuel es judío. Sucede que escribe para un diario que es propiedad de una familia judía (los Wolfenson, de tan dilatada labor junto a la banda de Montesinos y Olaya, estos dos últimos notorios gentiles). Y sucede que su argumentación sobre “los asesinatos selectivos” y “los daños colaterales” resulta calcada de los últimos gobiernos de Israel, que han hecho de la matanza teledirigida y a domicilio una de las bellas artes, de igual modo que Thomas de Quincey halló en el asesinato un sombrío magisterio cuyo epicentro era Londres.
Escribí, entonces, un artículo que volvería a escribir letra por letra. Se llamó “Judíos nazis”, no mencionaba ni aludía al tal Herman Blanc, y era una respuesta a la connotación sanguinaria del pronunciamiento de Uri Ben Schmuel. Y como este señor llamaba a Martin Rivas “un soldado que sirvió a la Patria” y demandaba una condecoración para tamaño criminal, me permití sugerir que esa medalla podía llamarse la Orden de Ariel Sharon en el grado de Sabra y Chatila.
¡Y cómo ha ardido en odio Herr Blanc! Es que para gente como él, Sabra y Chatila son dos nombres malditos: corresponden a los de dos aldeas libanesas de refugiados donde, el 16 de septiembre de 1982, los falangistas cristianos maronitas, con la complicidad del general Ariel Sharon, organizaron una matanza multitudinaria de familias palestinas. No menos de mil palestinos desarmados fueron asesinados ante la inacción premeditada de las tropas del Tsahal que habían ocupado la parte oeste de Beirut.
Claro que en Israel no todos son como este aspirante a censor que escribe en “Correo”: tras la masacre, hubo manifestaciones pacifistas en Tel Aviv, la Comisión Kahan aceptó la responsabilidad moral del ejército israelí y recomendó el cese de Sharon como ministro de Defensa, y el gobierno de Menahem Begin empezó a tamba­learse hasta su caída definitiva al año siguiente (1983).

Para tener una idea de cuán ­irracional resulta que se me acuse de “antisemita” –viejo truco que ya no asusta a nadie– transcribiré el último párrafo de la columna que ha merecido la acidez grástica del señor Blanc:
“Y si el director de “La Razón” desprecia a quienes defienden la vigencia de los derechos humanos, esperamos que nunca necesite apelar a ellos para salvarse de una persecución genocida, como aquella de la que fue víctima su pueblo. Porque el señor director de “La Razón” es humano, aunque haga todo lo posible por disimularlo”. ¿Qué parte de este párrafo es el que no entendió, señor Blanc?
Y, claro, sostuve –y sostengo– que las opiniones del señor Uri Ben Schmuel podrían haber sido suscritas por Himmler, Göering y el mismísimo Hitler. ¿No decían también ellos que “la guerra todo lo justificaba”? ¿No hubiesen llamado ellos “derechohumanistas” –como llama burlonamente Uri Ben Schmuel a quienes se preocupan por la vigencia del Estado de Derecho– a quienes los acusaban de carniceros?
Es tan bruto este señor Blanc –una excepción dada la legendaria inteligencia de su pueblo– que afirma que Hamas “ejerce un cruel terrorismo de Estado...”y es tan mentiroso que me acusa de “minimizar la dimensión del Holocausto” cuando no hay en todo ese escrito una sola palabra que pueda citar para sustentar su dicho. Y las palabras que siguen a esa mentira no sé si atribuirlas a un reciente accidente cerebrovascular –en cuyo caso merecerá todas las indulgencias– o a una mala fe que linda con la felonía: ­“Otra muestra de sus prejuicios antisemitas es su minimización de la dimensión del Holocausto, al comparar a personas de religión judía que en su opinión cometieron arbitrariedades con los jerarcas nazis, que no sólo desarrollaron una criminal propaganda antisemita, sino que llevaron a la práctica el asesinato sistemático del pueblo judío por el único hecho de ser judíos”.
¿Alguien puede ayudarme a descifrar este galimatías, esta jerga oscura y vagamente lamentosa que pretende decir lo que sus frases no alcanzan a decir y lo que su puntuación convierte en mensaje idiotón de un cuaderno “Loro” doblado en los bordes?
Vamos, señor Blanc. Usted sabe que no soy antisemita. Y no puedo serlo porque la cultura no me es tan remota –como parece ser su caso– y porque he dedicado toda mi vida a luchar por los derechos democráticos y por los fueros de la libertad. Y el odio que usted finge creer que tengo no me haría libre. Me convertiría en lo que es usted: un esclavo de su nacionalismo rabioso.
El problema del pueblo judío es que mucha gente pueda ­creer, equivocadamente, que el Estado de Israel –usurpador de ­derechos, terrorista de tanto combatir el terror– lo representa. Y no es así. El Estado de ­Israel no representa las grandezas del pueblo judío. El problema no son los judíos –a pesar de que detrás de ese escudo ­tantas veces milenario se escondan sujetos como Blanc–. El problema es Israel y la política que ha ­obligado a avalar a la Casa Blanca.
El problema es un Estado que tiene el arma atómica sin reconocerlo, mata e invade cuando quiere, no reconoce ninguna frontera pero exige la santidad de la suya, desacata cincuenta resoluciones de la ONU, convierte a Hamas en partido heroico matando a sus líderes y ­allegados, desautoriza a la dialogante Autoridad Palestina con su política de represalias en masa en Gaza y la edificación de enclaves cisjordanos que hasta la señora Rice ha condenado y, en suma, se porta como un Estado que no admite otros derechos que no procedan de la fuerza.
El judío Einstein no avalaría lo que hace hoy Israel. El judío Chomsky no aprueba lo que hace hoy Israel. El judío Barenboim se pelea en público con autoridades israelíes por la política de Israel hacia los palestinos. Miles de judíos pacifistas, tan anónimos como valientes, expresan su repudio a lo que Israel perpetra en contra del pueblo con el que debía convivir.

Sí, claro, hubo y hay terrorismo árabe. Y eso es tan condenable como cualquier terrorismo. ¿Pero por qué no admitir, de ­una vez, que no habría habido ni OLP, ni FPLP, ni Yihad, ni Hamas si no hubiese ocurrido “la migración forzosa” de cientos de miles de palestinos en 1948? ¿Por qué no decir que no habría Hizbolá si Israel no hubiese intentado destruir el sur del Líbano en más de una ocasión? ¿Hasta cuándo Israel va a imponer sus puntos de vista a un mundo que aspira a que dos Estados –ambos de origen semítico, para tortura del señor Blanc– coexistan?
Hamas acaba de decir, a través de un vocero importante ­–Khaled Meshal, jefe de su buró político– que estaría dispuesto a aceptar un Estado palestino con las fronteras de 1967. Eso implica reconocer la existencia y el derecho a la paz de Israel. Lo que plantea Hamas como condición puede discutirse: que Jerusalén Este sea su capital y que se permita el retorno de los refugiados que quieran retornar.
¿Cuál es la respuesta de Israel?
Ayer mismo, cuando el señor Blanc publicaba su limítrofe texto, Israel ha bombardeado el campo de refugiados de Al Bureij matando a dieciocho palestinos, todos civiles. “Entre los fallecidos hay mujeres y niños”, reseñaba el diario “El País”. En un ataque a la casa de un dirigente de Hamas, y ante la respuesta de milicianos palestinos, han muerto, de otro lado, tres soldados de Israel. La respuesta de la fuerza aérea israelí ha sido inmediata: tres ataques consecutivos, cuatro militantes de Hamas y uno de la Yihad muertos. Más odio recíproco que vengar. No hay mejor manera de sabotear cualquier posibilidad de paz que arrasando con Gaza y atizando la hoguera.
¿Soy antisemita por escribir esto?
Por supuesto que no.
¿Es antisemita Jimmy Carter, que ayer mismo ha vuelto a sostener que la paz pasa por incluir a Hamas en las conversaciones y que por decir eso ha recibido un portazo en la cara de los gobernantes de Israel y ha sido despojado de la custodia oficial que le debía brindar el Shin Bet?
Por supuesto que no.
Cuando los verdaderos sucesores de Ben Gurion tomen el poder en Israel, la paz será posible. Mientras tanto, los Blanc intentarán callarnos con la más vieja e ­inútil de las extorsiones.
No, señor Blanc: a pesar de judíos como usted, no puedo ser antisemita. Fíjese que ni siquiera Baruch Ivcher me volvió antisemita. Fíjese que ni cuando Nicanor González me dijo que cancelaba mi programa “Testimonio” por la entrevista que le hice en Beirut a Yasser Arafat –y por la presión de gente parecida a usted, por supuesto– me tentó el antisemitismo.
Usted, en cambio, al no referirse para nada al artículo del director de “La Razón”, al eludir trabajosamente la cuestión de fondo, al pasar por alto lo escrito por su tácito alumno ­Uri Ben Schmuel, al hacerse el loco, en suma, ha demostrado una de estas dos cosas (elija por favor): o un fujimorismo que pasa por el montesinismo y llega al martinrrivismo, o una trémula incapacidad para condenar a quienes ensuciaron mi país.
“César Hildebrandt es antisemita. Triste y vergonzoso”, escribe Blanc.
Blanc es un calumniador fracasado y un descrédito para los más de cinco mil años de cultura judía, digo yo. Que para la próxima le pase el texto a una persona inteligente en el idioma castellano, añado, con todo respeto. Shalom aleichem.

miércoles, 16 de abril de 2008

SE TIRAN (LO QUE ERA) NUESTRO GAS Y NADIE DICE NADA

Esto ha dejado de ser país para ser un burdel de lo más asqueroso y nauseabundo.
Aquí no hay intereses de la nación y eso de que “lo hago por el Perú” ya está muy pasado de moda –como estos sinvergüenzas lo suelen decir–. Aquí lo único que se aplica y lo único que vale es el “cómo es la cosa”; “cuánto va engordar mi cuenta corriente instalada en el HSBC”.
Eso es lo que ha pasado con nuestro gas de camisea. O mejor dicho; con el gas que emana nuestra tierra pero es en realidad de los privados. Gas por el cual nos dan una miserable limosna pero en México lo venden a tres veces su precio, o, talvez, hasta un poco más, como señala Humberto Campodónico, en su siempre interesante columna.Recojo esta noticia de la página web del diario “La Jornada” de México, con la convicción de que no será publicada en la tele de los Ivcher, la radio de los Delgado y mucho menos en los periódicos de los Miró Quesada. Pues éstas son las cosas que no se deben de decir. O si se dicen; hay que decirlas a medias para que nadie nos reclame por nuestra independencia (no es así señora Rosa Maria Palacios Mcbride, conductora de ese relleno sanitario llamado “Prensa Libre”)

Repsol venderá a CFE el gas más caro del mundo, denuncia AMLO

La intermediación de la trasnacional española Repsol para la compra de gas licuado a Perú, y su venta a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para generación de energía eléctrica, le costará 21 mil millones de dólares a México, entre 2011 y 2016, debido a que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa aceptó adquirir el combustible a esa empresa con base en el índice Henry Hub, el más caro del mundo.
Al presentar ayer los detalles del contrato, Andrés Manuel López Obrador confirmó –como lo publicó La Jornada el 29 de febrero pasado– que Repsol se benefició de información privilegiada de la actual administración federal para hacerse del negocio. Sin embargo, explicó, debido al alto precio del gas se elevará el costo de la energía eléctrica que, alertó, será trasladado al consumidor.
En cambio, explicó, para Repsol, “que se ha convertido en la empresa favorita” del presidente Felipe Calderón, esta operación constituye una de las más importantes y rentables, debido a que a Perú sólo le pagarán 6 mil 26 millones de dólares por el gas durante 15 años, por lo que su utilidad únicamente por ser intermediario será de aproximadamente 15 mil millones de dólares.En conferencia de prensa, el ex candidato presidencial presentó ayer un conjunto de documentos que comprueban cómo la trasnacional española se beneficiará con la venta de 500 millones de pies cúbicos diarios de gas importado de Perú, a partir de un convenio suscrito durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo. Informó que se constituirá una comisión anticorrupción que investigue este caso, y que entregará la información a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados, para que ésta a su vez requiera una investigación a la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Anticipó también que cuenta con información adicional sobre contratos obtenidos por el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, cuando fue apoderado legal de Transportes Especializados Ivancar, y advirtió que no se permitirá un albazo legislativo que pretenda aprobar una reforma administrativa para permitir la participación de empresas privadas en la explotación y exploración de petróleo.
Este martes, López Obrador proporcionó detalles del contrato entre la CFE y Repsol, avalado por funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex), de la Secretaría de Energía (Sener) y de la Comisión Reguladora de Energía, como resultado de la licitación pública internacional 181664067-009-006 (LI-509-06), por un “servicio de recepción, almacenamiento y regasificación de gas natural licuado y suministro de gas natural a la CFE para la zona de Manzanillo, Colima”, y luego de que otras compañías trasnacionales abandonaron el proceso.
Sostuvo que la firma del contrato entre Repsol, la CFE y Pemex es “un botón de muestra de cómo la privatización del sector energético significa jugosos negocios para las empresas extranjeras, en perjuicio de los intereses nacionales”, y además afecta a la economía del país y representará “un daño al erario”.Explicó entonces que, a partir de un análisis del “gobierno legítimo” basado en información pública y fidedigna, se detectó que el costo máximo del gas que Repsol traerá de Perú es de 2.45 dólares por millón de BTU (unidades térmicas británicas).
Dicho costo se desglosa, a su vez, de la siguiente manera: costo de producción, 60 centavos de dólar por millón de BTU; transporte por gasoducto a la planta de licuefacción, 40 centavos de dólar; licuefacción, un dólar, y transporte por barco a Manzanillo, 45 centavos de dólar.
Así que, detalló, en suma los 500 millones de pies cúbicos diarios durante 15 años representan un costo real de apenas 6 mil 26 millones de dólares.
Sin embargo, la Comisión Federal de Electricidad –acusó– aceptó pagar a la trasnacional española, a precios actuales, 21 mil millones de dólares, y por lo tanto, Repsol tendrá una utilidad extraordinaria de aproximadamente 15 mil millones de dólares.
El negocio para Repsol, dijo, se deriva del hecho de que mientras el gobierno de Calderón firmó el contrato con la trasnacional española con el índice más caro del mundo, fluctuante y con tendencia al alza, la empresa ibérica “tuvo la ‘oportunidad’ de firmar con el gobierno de Perú un tope al precio del gas que asegura que el incremento acumulado anual no será superior a 5 por ciento en los primeros seis años del suministro, y de 7 por ciento en los cinco años siguientes”. Refirió que la Contraloría del gobierno peruano inició, desde 2006, una investigación sobre las condiciones del contrato para la explotación de yacimientos de gas en Camisea, en la zona desértica central de ese país, a diferencia de México.
López Obrador sostuvo que desde 2005 la CFE trabajaba de manera interna en la elaboración de un proyecto para el suministro de gas natural y otro para la construcción de una planta de regasificación en Manzanillo, e “inexplicablemente” Repsol conoció de esos planes y, con la información privilegiada, operó para meterse al negocio.
Así, dijo, la empresa española se sumó al consorcio que originalmente había obtenido en 2000 la concesión para la explotación de gas en la región de Camisea, y en diciembre de 2005 el entonces presidente Alejandro Toledo firmó el decreto para permitir la venta de gas a México y en la costa oeste de Estados Unidos.
Sin embargo, en México la Comisión Federal de Electricidad publicó hasta junio de 2006 las bases de licitación para el suministro de gas y la construcción de la planta de regasificación; esto significa que Repsol amarró el contrato para la obtención del gas desde año y medio antes que la paraestatal iniciara los trámites oficiales.
El contrato, dijo, tiene vigencia a partir de 2011, pues desde 2008 y hasta esa fecha, se prevé concluir la planta de licuefacción, cuando Repsol estaría en condiciones de comenzar el suministro del gas a México.
Sería conveniente, concluyó López Obrador, que se iniciara una auditoría a la CFE, porque esta operación podría implicar una quiebra de la empresa, y consideró que éste también es el propósito del gobierno federal: terminar de arruinar a Petróleos Mexicanos para justificar su privatización.

Tomado del blog "Matices de Opinión".
Autor: Pedro Armando Rosario Ubarnes

Vallejo en el corazón

Ayer 15 de abril se volvió a morir César Vallejo. Digamos que se ha muerto 70 veces. Y digamos también que está más vivo que algunos de sus colegas que se reeditan cada año y que se suicidaron de un sueldazo en la sien en plena hacienda pública.
Vallejo es un poeta que pocos han leído, que muy pocos han entendido y que todos ­aplauden porque eso es lo correcto y porque, además, se le recuerda en su fase de modernista hablando de los heraldos negros que nos manda la muerte.
Pero ese no es el Vallejo que fue reivindicado póstumamente. El Vallejo que fue reconocido cuando ya era tarde es el que hizo sufrir y sufrió en los Poemas Humanos y el que ardió de cólera y lloró como un niño en los poemas dedicados a España. También es el Vallejo experimentoso y sentimental de “Trilce”, escrito para desafiar lo chocanesco –con todo lo que eso puede significar–.
Lo más genial de Vallejo es su relación con el idioma. No exagero si digo que con él las palabras conocen sentidos distintos y los sentidos se expresan con palabras nuevas. Vallejo amaba el idioma español pero, al mismo tiempo, lo galopaba sin piedad, lo extenuaba en aventuras descubridoras. Vallejo no se cansa de navegar corriente arriba y de fundar nuevas comarcas de las que huye tan pronto lo ­aburren. Vallejo es un mujeriego del idioma. Y por eso es tan intratable para muchos traductores.
“Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas…” dice para confirmarnos que la crueldad de la guerra se lleva al padre y al marido pero también al luchador que es parte del nosotros. Y como para Vallejo la muerte siempre es “lacónico suceso”, añade:
“Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vásquez,
a la hora del fuego, al año del balazo,
y cuando andaba cerca ya de todo”.
Como saben los lectores de Vallejo, este Pedro Rojas guerrillero y antifranquista termina resucitando laicamente, como aquel otro combatiente del archiconocido poema “Masa”. Porque Vallejo resucita a quien no debe morir y, como no cree demasiado en Dios, acude al poder popular y a la voluntad del herido tumulto para lograrlo. Por eso es que Rojas, levantado entre los muertos, vuelve a escribir con el dedo en el aire “¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”.
Nadie había hecho bodas tan notables de la rabia y la ternura. Nadie había ensayado tan radicalmente con las palabras ni con la emoción. Hay veces en que Vallejo parece tener más ojos, más oídos, más nervios y más capacidad de ser solidario que el más sensible de sus prójimos. Bueno, eso se llama, abreviadamente, genialidad.
“Ahí pasa la muerte por ­Irún:
sus pasos de acordeón, su palabrota,
su metro del tejido que te dije…
¡Llamadla! Hay que seguirla
hasta el pie de los tanques enemigos,
que la muerte es un ser sido a la fuerza,
cuyo principio y fin llevo grabados
a la cabeza de mis ilusiones,
por mucho que ella corra el peligro corriente
que tú sabes
y que haga como que hace que me ignora”.
La muerte no lo ignoró aquel abril de 1938, a los 46 años de su edad. Vengativa, lo visitó en la cama modesta de aquella clínica del boulevard Arago, donde vivió los últimos tramos de ese matrimonio que yo siempre he ­imaginado como espantoso. Su viuda contaría, años después, que Vallejo se murió sin diagnóstico y así se hizo notar en el certificado de defunción. Gerardo Diego, a quien madame Vallejo odió siempre, ha descrito la hambruna que se sufría en esa casa.
El Perú oficial despreció a Vallejo. Clemente Palma, el crítico literario más importante de la Lima que Vallejo merodeó sin demasiadas ganas, se burló del poeta y vaticinó su defunción literaria. También estuvo lo del incendio en el norte, un capítulo que acaba de recordar notablemente Eduardo González Viaña. Es cierto que José Carlos Mariátegui vislumbró al genio, pero la voz del fundador del socialismo peruano no era en ese momento tan importante como lo fue cuando la historia lo puso en la cumbre que le correspondía. También es cierto que Antenor Orrego lo estimó humana y literariamente y que, a raíz de su muerte, un joven José María Arguedas escribió, con el seudónimo de Pedro Tierra, un emocionado artículo vallejiano aparecido en la revista “Hoz y martillo”. Pero el Perú oficial –es decir, la derecha que no lee y el pueblo que le sirve agachadamente– le dio la espalda.
El asunto es que Vallejo se fue a Europa con el ánimo de no volver a este país erizado de Palmas. Y la verdad es que se murió en la miseria. Y también es verdad que sin la campaña de André Coyné, el francés a quien también le debemos el descubrimiento de César Moro, Vallejo no habría sido admitido, veinte años después de su muerte, en la comunidad literaria de Lima. Claro que después de Coyné se puso de moda decir que Vallejo “era el más grande”. Y lo era, pero no porque lo dijeran en Lima. Porque a Vallejo lo ­amaron y lo elogiaron, en Europa, Pablo Neruda, Louis ­Aragon, André Malraux. “Tenías algo de mina, de socavón lunar, algo terrenalmente profundo” le escribió Neruda en agosto de 1938. Y el español Andrés Iduarte estampó en la revista “Hora de España” estas palabras que no cesarán de ser ciertísimas: “Le faltaba (a Vallejo) toda condición para eso que llaman ‘el éxito’. No admitió ser poeta bufón de poderosos, ni secretario de imbéciles, ni traspunte de badulaques… Vivió en la amargura y en la pobreza, pero sin rencor ni resentimiento… La muerte de Vallejo la produjo, sencillamente, el hambre a que lo condenó su nobleza…”
Que estas líneas sirvan para desenmascarar al viejo país falsamente aristocrático que maltrató a Vallejo y que, años más tarde –“muerto el combatiente”– le dedica discursos y homenajes. Y que sirvan quizás para recordarles a algunos a qué frivolidad de membretes que elevan socialmente y a qué poquedad de premios que “consagran”se ha reducido, en muchos sentidos, el quehacer de los que escriben amando la deriva de los acomodos. Quizás para ­ellos Vallejo escribió esto:
“Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido,
hasta el suelo”.

martes, 15 de abril de 2008

Jesse James quiere ser ministro

Si algún tipo de anti¬aprismo existe como medida de precaución, Luis Alva Castro justificaría ampliamente esa existencia.
Porque el antiaprismo como vacuna y aun como antibiótico parece imprescindible para no ser contaminados por ese cinismo que babea, ¬ese amor por el crimen que sonríe, esa predilección por las sombras que Alva Castro encarna tan resuelta como partidariamente.
Ayer, por ejemplo, Alva Castro fue al Congreso a desafiar a la decencia. Dijo que el gasto previsto en la resolución 096-2008-IN/PNP no se ha efectuado todavía, como si eso fuera lo relevante. Claro que los desembolsos se irán haciendo a lo largo de todo el ¬año y por eso es que el título del dispositivo es “Exoneran de proceso de selección la contratación de servicios para la ejecución del Plan de Estrategia Publicitaria enero-diciembre de 2008”.
Lo importante es que el ministerio que Alva Castro regenta se salta a la garrocha el concurso o la licitación para favorecer, ostensiblemente, a una antena fría y, en el momento de la resolución, vinculada al partido de gobierno.
Alva Castro no puede dejar de mentir. Trátese de campesinos muertos o de dineros que se le han confiado, su tropismo instintivo es hacia la mendacidad. Y ayer soltó otra mentira descomunal: dijo que un criterio para la asignación de la inversión publicitaria en TV había sido “la percepción de niveles de seriedad, responsabilidad y veracidad y su condición de señal abierta o por cable”.
¡Palmas apristas, compañeros!
Alva Castro ha citado una resolución que no existe y ¬unos criterios que se acaba de inventar. Lo que la resolución de marras señala es que esa plata del presupuesto policial (más de seis millones de soles) se gastará “en función de los índices de lectoría, audiencia o sintonía, según corresponda…”
Y en el caso de RBC no hay índices de sintonía por decisión propia. Por lo tanto, se ha incurrido en un ilícito y si tuviéramos a un Contralor General de veras y no atenazado por el miedo, esto ya se habría convertido en el proceso legal correspondiente. Porque no sólo está el caso de RBC –aunque este sea el más notorio–.
¿Por qué RPP recibe casi el triple que “El Comercio”, siendo las tarifas de la radio infinitamente menos caras que las del papelote? ¿Por qué la muy pútrida y agonizante revista “Gente” recibe más presupuesto que el diario “Ajá”? ¿Por qué “El Popular” es el primer beneficiado en la repartija del rubro prensa escrita? ¿Por qué no hay mayor diferencia entre lo asignado a Canal 4 y lo regalado a Canal 5, siendo que hay un abismo de sintonía entre ambos? Algunas respuestas son obvias: porque con RPP se “maneja” el día a día, porque Genaro coordina con el régimen para no perder su precario papel de administrador judicial, porque Escardó entrega tro¬feos de hojalata y editoriales que los incautos leen antes de entrar donde el dentista.
Y así podríamos seguir. Así como un día Alva Castro expropió el ahorro de miles de peruanos congelando certificados de ahorros en dólares y devolviéndolos en ruinosos intis –reinado de Alan I, 1985-1990–, así ahora ha decidido que el ministerio del Interior es su huerto, los policías sus ujieres, los congresistas su claque y la prensa, en general, ¬esa cochinadita que Mantilla habría moldeado tan bien como Montesinos.
Pero de cochinadas nos ¬inundan.
Ayer, el ministro Enrique Cornejo –el del ICE,¿recuerdan?– decía que lo primero que hizo, luego de la llamada del doctor García, fue cesar a Jorge Aparicio, gerente general del Banco de Materiales.
Lo que no dijo es por qué mantiene como jefe del gabinete de ¬asesores del mismo Banmat a José Luis Miguel de Priego Palomino, implicado en una decena de procesos penales. El señor De Priego fue gerente general del Banco de la Nación cuando Alfredo Jaililie era el cajero del montesinismo, cuando se perpetró el cuantioso robo (llamado “salvataje”) en el banco Wiese, cuando ocurrió el incendio letal del banco que gerenteaba y cuando Fujimori ordenó el pago de 15 millones de dólares “como indemnización” para Vladimiro Montesinos. Y allí está, en el Banmat, feliz de la vida, mimetizado con “los nuevos cuadros” llegados del local de Alfonso ¬Ugarte y de sus filiales de provincias.
Que el Banmat es un nido de ratas, se sabía. En diciembre del 2006 tres funcionarios del Banmat de Puno dijeron que habían sido asaltados en el camino a hacer un depósito. La policía descubrió poco después que no hubo ningún asalto y que Cecilia Quispe, Miguel Vesalco y Yuri Limachi, los tres empleados del Banmat, se habían birlado los 26,995 del depósito y habían fingido el despojo.
Lo pintoresco es que han ¬echado al gerente general pero todo indica que no van a tocar al presidente del directorio del Banmat. Este señor se llama Mario Valcárcel Aragón, fue nombrado por Garrido Lecca y ha sido acusado por el Quinto Juzgado Penal Anticorrupción por el delito de “encubrimiento real”. En su calidad de liquidador del Banco República, Valcárcel envió al Congreso información premeditadamente falsa. La fiscalía lo acusa, en concreto, de haber hecho creer al Congreso que el Banco República era un acreedor mayor de las empresas Vista Florida Fabrimet. Lo que quería el Banco República era, en realidad, apoderarse de esas empresas y para eso derramó dinero negro en más de un juzgado de Chimbote –tal como lo pudo comprobar la jueza Antonia Saquicuray–. Quizás no sea irrelevante recordar que Garrido Lecca fue director del Banco República entre 1994 y 1996.
En Tarapoto, en enero de este año, se denunció el cobro de cupos para el otorgamiento de préstamos subsidiados a las víctimas del terremoto ocurrido el 2005 en la región San Martín. Un presupuesto de 18 millones de soles no ha llegado hasta ahora a quienes realmente lo necesitaban.
En Banmat se roba con cargador frontal. En el Plan ¬Anual del 2008, por ejemplo, figuran rubros como este: 54,000 dólares (sí, en dólares) “por servicio de transporte aéreo para pasajeros”; 66,000 soles “por servicio de alquiler de fotocopiadoras”; 50,000 soles “por servicio de empaste de libros”; 180,000 soles “por mensajería y paquetería”; 135,000 soles “por instalaciones eléctricas para sistema de aire ¬acondicionado en los pisos 6, 8, 9, 11 y 12 de la sede central”.
Y lo más cómico: 42,000 soles “por contratación de servicios de auditor gubernamental (Apoyo Comisión de Auditoría 12 Meses)”.
Ladrones. Todo indica que los tiempos de Enci y las diligencias asaltadas y la entrada a saco en los almacenes y los ábretes-sésamo de las cajas fuertes y la cuatrería cuando hay luna menguante ¡han regresado! Es el far west de los remigios fanfarroneando en la cantina. Las pistolas humean y las horcas esperan. ¡Jesse James quiere ser ministro!

lunes, 14 de abril de 2008

Un apestoso asunto

Como el ducto que arroja la mierda de Lima al mar de mierda que vamos espesando colapsó en San Miguel (luego de poner en peligro los taludes cercanos a la Costanera), los expertos en la materia (literal) trataron de que Ventanilla recibiese el encargo. Y como el alcalde de Ventanilla armó un escándalo y amenazó con contratar a los colinas de los Barracones para impedirlo, los doctos en ductos le han enchufado la descarga al distrito de La Perla.
Entonces va a La Perla el ministro de Vivienda -¡cómo se robaba en los tiempos del Instituto de Comercio Exterior!- y dice dos puntos:
“Los vecinos de La Perla pueden estar tranquilos. Nada de esto afectará su salud”.
Pero antes de esa declaración que lleva implícita la idea de la inocuidad y de la benevolencia aséptica de la mierda, los vecinos de La Perla han recibido a los empadronadores del gobierno regional del Callao, quienes les han ofrecido dinero como indemnización por aceptar que el interceptor norte sea un vecino más de sus acantilados.
Los vecinos reflexionan: “Si nada nos va a pasar, ¿por qué nos quieren indemnizar”?
Y claro que les va a pasar. Toneladas de heces náufragas desembocarán en las orillas de La Perla, creando un sedimento de inmundicia que el tiempo engrosará y elevará hasta ser como un subacuático macizo cordillerano de mierda, la cordillera negra de la mierda debajo del colegio militar Leoncio Prado, una muchedumbre de excrecencias surtidas que amansarán la mar brava, teñirán los roqueríos y se elevarán en forma de vapores hasta las narices de los vecinos. Y es que una cosa es que ese cargamento desembocara a más de cien metros de la orilla, como sucedía en San Miguel, y otra mucho peor es que lo que Lima entrega a sus retretes se mezcle con la espuma de las mareas altas.
Así que Cornejo -¡cómo se robaba en tiempos del ICE!- quiere imponerle a La Perla la obligación de ser -ya que no la Costa Verde- la Costa Amarillenta de nuestro litoral urbano. Y tiene la desfachatez este sujeto de decirle a la vecindad que “los técnicos han encontrado la solución”. Sí, son los mismos técnicos sedapalinos que siguen pensando que el mar es vertedero y que Lima debe seguir defecando en mancha en sus oleajes.
Seguro que Cornejo -¡cómo se robaba…etcétera!- no vive en La Perla. Seguro que no tiene a ningún pariente cercano que viva en La Perla. Seguro que esa Venecia de aguas mayores que piensa instalar en La Perla jamás se le ocurri-ría ponerla en las inmediaciones del Regatas, el nuevo club del señor Presidente.
“Se está desarrollando el concurso para la construcción de la planta de tratamiento de Taboada”, ha dicho el ministro de Vivienda tratando de hacerles creer a los modestos pobladores de La Perla que su enmierdamiento inminente y marinero será cuestión de semanas nomás.
¿Desarrollando? ¿El concurso? ¿La planta de tratamiento? Hace décadas que Sedapal, esa entidad que le da razón a los privatistas, habla de lo mismo. Y aquí, con tanto Cornejo, lo provisorio siempre aspira a la posteridad.
¿No hay acaso una tierra de nadie, un segmento de playa lejano de cualquier población donde “imponer” esta “solución de emergencia”? Claro que hay. Lo que no hay es planificación ni responsabilidad.
Yo propongo que si el cloacal señor Cornejo quiere que La Perla acepte los desperdicios ciudadanos, se vaya a vivir allí.
Roland Barthes nos recordó alguna vez que la única mierda que no huele es la escrita. Pues la que propone el señor Cornejo para La Perla no tiene nada de prosaica. Es el mismo abono humano que el higienista francés H. Du Roselle calculó, en 1867, en unos 750 gramos per cápita cada día, es decir 275 kilos anuales por individuo, o sea mil y quinientos kilos anuales para una familia de cinco miembros. ¡Y cómo se robaba en los tiempos del ICE!

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Posdata: El viernes pasado, sin que yo lo pidiera o lo insinuara por supuesto -no ando pregonando virtudes imaginarias cada tanto-, los pobladores del cerro El Pino, en La Victoria, bautizaron una de sus muy desheredadas calles con mi nombre. Sentí que ya me había muerto cuando me enteré. Y sentí que me reencontraba con la vida en su versión más dura subiendo esos escalones y llegando hasta la cinta que me dieron para cortar. El alcalde de La Victoria, el arquitecto Alberto Sánchez Aizcorbe, me acompañó. Desde luego que ignoro por qué una asamblea decidió que mi nombre, peligrosamente pendiente de lo que me queda por vivir, debía de estar en una de sus calles. Si cuento esto es sólo para agradecerles a esos valientes pobres que me han homenajeado sin razón alguna y al alcalde Sánchez Aizcorbe que está empeñado en hacer de La Victoria un distrito mejor.

sábado, 12 de abril de 2008

Escopeta de dos cañones

“La vida de las personas no depende de su estabilidad sexual”, dijo ayer el doctor Alan García hablando del insulto proferido en contra de una árbitra de fútbol.
Es cierto. La vida de las personas, en el Perú, depende más bien de Alva Castro y sus uniformados y de los jueces al servicio de esta república intimidada que quiere fundar el ­Apra musoliniana que hoy encarna el aggiornado doctor García.
Si eres comunero ayacuchano, por ejemplo, dependerás de qué ordene el jefe del destacamento llegado “para reinstaurar el orden”. Y si eres ­achuar de Andoas tu vida de civil en libertad y de paisano caminante dependerá de un estúpido general de la policía que está bajo las órdenes de Alva Castro. Y si eres campesino ambientalista o ganadero en tus trece y habitas en la flamante provincia china de Majaz (al norte del Perú), te llegarán notificaciones avisándote que estás en la lista de los terroristas. Y si te metes con la Newmont, en Cajamarca, te empapelarán como al cura ­Arana. Y si gritas, en una calle de Quito, “Alerta, alerta, que camina la espada de Bolívar por América Latina” o si cantas “Y no queremos y no nos da la gana de ser una colonia norteamericana” –como gritó y cantó Melissa Patiño– entonces vienen los agentes de Alva Castro y te meten 40 días a ­una cárcel común porque un juez maldito le pone su firma a la arbitrariedad.
“No hay derecho de impedir el acceso de las mujeres a la membresía de ciertos clubes”, dijo ayer también el doctor García al recordar el dispositivo legal que impide esa discriminación. Pero este feminista de mano larga y altas cualidades no quiere que le hagan pregunta alguna sobre las mujeres que Alva Castro mandó detener en Aguas Verdes y que están siendo acusadas de nada por magistrados briosamente analfabetos. Y como no quiere preguntas incómodas, entonces manda que lo entrevisten en RPP, donde pregunta el silencio y repregunta la anuencia y replica la subordinación y agradece el avisaje.
El 27 de febrero fue Alva Castro al Congreso a jurar por el Dios que no lo quiere que la policía no tenía ni una sola escopeta de perdigones de plomo a la hora en que reprimió el paro agrario en Ayacucho. “Si la policía no tenía perdigones de plomo y la muerte de los dos campesinos se produjo por perdigones de plomo, entonces ¿quién disparó?” se preguntó el ministro del Interior en esa ocasión. “Fueron los propios campesinos”, se respondió ante la satisfacción de la bancada oficialista. Volvíamos a los tiempos de los Espichán y las Chávez, a la época dorada de la muerte, a los ­años en que las víctimas se secuestraban a sí mismas y a los días de los asesinatos autogenerados.
Pero resulta que un valiente fiscal de Huamanga llamado Hugo Martínez ha descubierto que la policía sí tenía escopetas de perdigones en su panoplia disuasiva y ha señalado, además, como probable autor de la carga mortal, al suboficial Carlos Rodríguez Huamaní. En todo caso, hay una investigación jurisdiccionalmente impecable que está en marcha y que podría comprometer, de verificarse en todos sus alcances, al señor Alva Castro.
¿Qué hace entonces el presidente de la República? Pues sale por RPP y dice que a él no le vale lo que diga el fiscal, que a él lo que le importa es lo que dijo Alva Castro y lo que mostró la autopsia. Y añade, ante el silencio aterrorizado de ­Raúl Vargas, que, entonces, la muerte de Rubén Pariona y ­Emiliano García se debió a disparos de “una escopeta hechiza” llevada al escenario del enfrentamiento por los propios campesinos. O sea: los campesinos enfrentados a la policía decidieron matar a dos de los suyos. Ya lo decía: la muerte en modalidad de autoservicio.
Estamos advertidos. Este doctor Alan Fujimori, este doctor Alberto García, este doctor tan Kenya como Pérez, también se ríe de la división de poderes, de los fueros respectivos y del ministerio público. Y se permite decir que quienes insistan en señalar la responsabilidad política de Alva Castro “lo que quieren es neutralizar a la policía frente al violentismo que puede desatarse con ocasión de la cita de la Apec”.
Son las 8 y diez de la noche mientras escribo estas líneas y busco inútilmente en la red el comunicado de la Fiscal de la Nación. No lo encuentro. ¿Saldrá mañana? ¿Recordará la doctora Echaíz que defender a sus fiscales del amedrentamiento presidencial es un deber que sí hubiera cumplido Adelaida Bolívar?
Poco a poco, el doctor García hace metástasis. Ahora aprueba y califica las investigaciones del fiscal de Huamanga (tal como hizo con el fiscal también huamanguino Carlos Escobar en el caso Cayara, ese capítulo de oprobio que tuvo entre sus encubridores al patriarca Armando Villanueva).
Hoy volveré a buscar el comunicado que ayer no pude encontrar. Me tranquilizaría saber que el golpe de Estado blanco que pretende el doctor García encontrará más obs­táculos que los que puedan hallarse en la escasísima prensa de oposición. Me daría mucho gusto saber que la doctora Echaíz es el tipo de mujer moderna y decidida que el doctor García dice respetar. Estaría muy agradecido, como sencillo ciudadano, si alguna institución respetable pone en su sitio a quien no cree en las instituciones y aspira a ser un Luis con Pompadour y todo.