Al cura Alberto Cutié lo han pescado con las manos en la masa. Si Cutié, el héroe de la pequeña Habana, fuera del Opus Dei, gritado habría:
-¡Manos a la Obra!
Dicen que era un espectáculo oírlo y/o verlo hablar de las virtudes teologales, las tierras santas, el carácter salutífero de las bienaventuranzas y el fuego eterno de gas natural que aguardaba a quienes se salieran de la disciplina mariana.
Me imagino cómo se habrá reído de todos y hasta de sí mismo cada vez que embocaba en alguna latina de South Beach o visitaba algún departamentico del Ocean View para afilar la herramienta y probarse cuán doble podía ser.
Como el cura Lugo, que llegó a obispo de San Pedro, en Asunción, sembrando su doctrina allí donde más puede florecer, del mismo modo el cura Cutié le metía la mano al bikini de la potranca que lo acompañaba, cansado quizá de emplear la mano en tareas ermitañas o de meterla sólo en la alcancía de la arquidiócesis de Miami Beach.
En favor de Cutié y Lugo puede decirse, sin embargo, que por lo menos no han sido pedófilos ni han hecho de la confesión un sucedáneo masturbatorio ni de la educación un pretexto para asaltar braguetas.
Pero el problema para la iglesia de Roma es que hace décadas que Freud le va ganando el partido por goleada. Y no hay cómo impedirlo.
El sexo no es opcional ni electivo ni postergable. Su abolición por decreto conduce al crimen o a la hipocresía. O al crimen de la hipocresía, que es tan íntimo de la iglesia.
El celibato es una creencia de origen pagano que llegó a mitos populares y religiones establecidas. En la India se le llama brhamacarya, que significa “modo de ser de Brhama”, y está ligado a la idea de que el celibato es un método insuperable para vencer la magia.
En el budismo japonés, el celibato fue esencial hasta la reforma de Shinran (1173-1262), considerado una personalidad enorme en la historia del budismo. Shinran hizo lo que hace rato debieron de hacer los curas de Roma: casarse para no mentir, casarse para no ser despreciables.
Como se sabe, el celibato no nació con la iglesia de Roma. Ni siquiera figura en el Nuevo Testamento.
Fueron los excesos papales en el dormitorio, el nepotismo y la promiscuidad de tanto santo padre de próstata cansada por el uso, los factores que llevaron a la reforma gregoriana que, en el siglo XIII, introdujo por vez primera la invalidez de los matrimonios de clérigos.
Fue el teócrata Inocencio III, el Papa de la cuarta cruzada y la campaña contra los abigenses, el que firmó esa primera disposición sobre el celibato.
A pesar de eso, la desobediencia continuó y las camas de la gleba siguieron rechinando debajo de tanta castidad contradicha. Es por eso que en el Concilio de Trento, que empezó en 1545 y se prolongó durante 18 años, el papa Pío IV confirmó el mandato del celibato y condenó a la iglesia de Roma a edificar el más grande templo que la simulación haya merecido.
A San Ambrosio se le atribuye esta hermosa frase:
“Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto, la disciplina de la Iglesia es rica”.
Cutié y Lugo podrían añadir:
“Muy rica”.
jueves, 7 de mayo de 2009
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6 comentarios:
Ya en este mundo se perdio el respeto, realmente estamos jodidos, que le costo a ese curita retirarse de la iglesia y con todo derecho meterse sus polvitos.
El cree que puede con sus actos cambiar una institución. El tema no pasa por cambiar las reglas de una iglesia. O sea si la iglesia cambia yo cambio, si la iglesia dice que esta bien, esta bien; si la iglesia dice que esta mal, esta
mal. Se trata de respeto por el otro, por lo que piensa el otro.
Lo que ha hecho este curita es faltar el respeto al projimo, a los que creen en DIOS de verdad, LOS NIÑOS.
A ese paso y con esas cojudas excusas, cada quien va a poner sus reglas en cada institución, algo así como comer cuando te da hambre así estes en medio de un partido de fútbol.
Si la iglesia tiene que cambiar sus reglas, seguro, pero ese tema se los dejo a los tontos.
Últimamente la Iglesia Católica viene protagonizando una serie de escándalos que opacan el ajetreado devenir de los ricos y famosos. La prensa de espectáculos se ha volcado a investigar, tanto en Asunción como en Miami, la intimidad de sacerdotes mediáticos. Para los medios no existe mejor primicia que desnudar a una figura que ha construido su prestigio sobre la base de su presumible moralidad.
En los casos de Fernando Lugo, ex obispo y actual mandatario paraguayo, y del mediático y caído en desgracia Alberto Cutié, hay que establecer una clara distinción pues en el primero hubo un sonado destape; pero no así en el segundo ya que su protagonista, aparentemente, deseó ser fotografiado. De otra manera no se explica que haya acariciado a una voluptuosa señorita a pocos metros de su parroquia. El padre Alberto lucía de lo más relajado en las fotos pues en ningún momento oculta su rostro y se muestra cariñoso con su bella acompañante.
El sacerdote, como todos sabemos, siempre criticó el celibato en sus programas radiales y televisivos. Él es partidario de que los religiosos decidan si querían vivir en pareja. Sus posturas son muy abiertas y bien recibidas entre los creyentes más jóvenes; pero incomodan a los sectores más conservadores de la feligresía católica. Las reacciones de los fieles no se encuentran divididas, como pudiera pensarse, pues ha recibido un sinnúmero de muestras de apoyo, a pesar de haber faltado a sus votos de castidad. La comunidad hispana de todos modos ha sido impactada con esta noticia. Y lo que más le preocupa no es el escándalo en sí; sino que el padre sea apartado del sacerdocio.
En una manifestación hecha pública por un periodista de Miami, pidió disculpas y aseguró que su dedicación a Dios seguirá intacta. Por medio de este hombre de prensa dijo también que “no lleva una doble vida” y que “no ha sido castigado por la Iglesia”. Cutié, de ser suyas esas declaraciones, miente descaradamente al sostener que “no lleva una doble vida” pues es evidente que tiene (o tuvo) una relación con la mujer con la que fue descubierto en una playa. También miente cuando señala que no fue sancionado pues el portavoz de la Arquidiócesis de Miami anunció que el padre “ya no estará a cargo de la parroquia de San Francisco de Sales (en Miami Beach), ni en los medios de comunicación de Pax Communications”. Por si fuera poco, John Favarola, arzobispo de su congregación, reveló a una cadena televisiva que la conducta del clérigo le parece repudiable y lo despojó públicamente de sus funciones.
La Iglesia está entre la espada y la pared pues si opta por la expulsión perdería influencia en la comunidad latina ya que el padre es muy popular. La gente ya ha perdonado a Cutié y espera que sus superiores lo reincorporen a la brevedad.
Este caso ha reabierto el viejo debate de si el celibato debe ser obligatorio para los hombres de casullas y sotanas. La curia romana descarta de plano la revisión del celibato, clausurando toda posibilidad de discusión.
La “iglesia” católica tiene y a tenido muchos problemas con algunas partes del cuerpo y con los instintos humanos (somos animales) al decretar celibatos a sus fieles y dirigentes.
El Vaticano esta empantanado en el problema sexual, no ve una salida inteligente, sabia y coherente a sus “decretos”. El pene, el clítoris, la vagina, el ano, el esperma, la boca, la mano, la vista, el oído y etc, son un dolor de cabeza para el Papa y su sequito. No ven la forma de solucionar, mejor dicho, encontrar una forma de reprimir el noble y bello acto sexual entre los humanos.
Cuando un cura tiene hijos, aparecen los cucufatos y plumíferos que condenan sin piedad este hecho, como acto inmoral, como vergüenza, como un acto reñido contra el divino Dios. Pero cuando un Papa tiene hijos se hacen de la vista gorda, o cuando dentro de esta “santa iglesia” hay prácticas de pederastia la denominan como actos aislados, muy lejos de los “principios” de la iglesia.
Pero un humano normal y cualquiera que mira y escucha al Papa Benedicto XVI dirá o pensará “Ay Dios mío este cura es homosexual” pero quedará en silencio por que esa acusación es muy grande y en la iglesia católica no existe esa “lacra”, por tanto me callo.
Bueno…
Una nueva estocada para la agonizante iglesia catolica a manos de sus propios miembros.
Si como dice el autor de este blog el celibato fue una imposición creada en el siglo XII entiendo que por razones políticas antes que teológicas, entonces debemos colegir que dicha condición moralmente no es sostenible en el tiempo, en todo caso Jesús nunca se pronunció a favor o en contra del celibato. Ya es hora que las cabezas de la Iglesia Católica se reuna en un nuevo concilio y debatan extensamente sobre la conveniencia de esta pesada e inhumana carga.
Los curas también son humanos y pecan, las moralinas son una cojudez
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