viernes, 11 de diciembre de 2009

Cuentos chinos

Me apresuro a leer la nota que me dará la pista sobre “las cuantiosas comisiones” que estarían detrás de la posible compra de tanques chinos MBT- 2000.
Me decepciono. Lo que leo es que la empresa china Norinco “habría sido sorprendentemente generosa en su oferta de comisiones”.
¿“Habría sido”? ¿Así nomás? ¿No hay nada que sostenga tamaña verosimilitud?
Después leo: “Los rumores salidos del Ejército indican que la venta al Perú ha sido inflada hasta llegar a un precio de dos millones de dólares por unidad, donde se incluye una apetitosa comisión.”
¿“Los rumores salidos del Ejército”? ¿No serán los rumores de los que quieren que compremos los T-90 rusos? En todo caso, si alguien construye una sospecha alrededor de un rumor, ¿debería de embarcar a un diario que necesita cuidar de su prestigio en este viaje de 20,000 leguas por los tremedales de la suposición y del escándalo con pies de barro?
¿Y cómo que “inflado hasta los dos millones de dólares por tanque”? ¿No sabe el cronista que un tanque T-72 ruso cuesta no menos de cinco millones de dólares? No hablamos de automóviles sino de blindados de última generación.
Leo también: “Según información interna del Ejército, los especialistas habrían rechazado la adquisición. Uno de los aparatos habría sido puesto en mantenimiento después de registrar fallas masivas durante su funcionamiento...” Dos “habría” en un solo párrafo acusatorio. Mal asunto.
En esta república del condicional, en este discurso del subjuntivo, lo que “habría” parece haber sucedido ya, el rumor adquiere estatuto de fuente, lo posible ya es parte del pasado. Esto no es periodismo de investigación: ¡esta es la mayor revolución del idioma y la mayor lasitud de la lógica!
A mí me importa un ardite que los tanques que compre el Perú sean chinos o noruegos, rusos o argentinos. Lo que me importa es que la Fuerza Armada recupere su destrozada capacidad disuasiva no sólo en materia de blindados sino en relación a la marina y a la aviación.
Los temas de Defensa deberían ser tratados con un mínimo respeto por el lector y por el país. No es serio enlodar una operación de renovación del parque de blindados apelando a rumores, chismes y maledicencias vertiginosas.
Que Contraloría controle y que la prensa fiscalice, que para eso estamos, por lo menos, en una democracia relativa y no en una dictadura absoluta como la de Cuba, donde no hay Contraloría ni prensa digna de llamarse prensa.
Pero, en todo caso, los nostálgicos del muro berlinés y del Fidel habanero podrían haberle consultado al mismísimo caudillo cubano respecto de lo que piensa sobre el armamento chino.
Porque resulta que el 6 de octubre del 2009, en su serie “Reflexiones” que publica el diario “Granma”, el camarada Fidel Castro dijo esto del multitudinario desfile por los sesenta años de la Revolución de Mao Tse Tung:
“Fue motivo de asombro el hecho de que China presentara 52 nuevos tipos de armamentos, entre ellos la última generación de carros de combate, vehículos anfibios, radares, aviones de exploración y equipos sofisticados de comunicación... Los medios de prensa resaltaban la presencia de los cohetes intercontinentales DF-31, capaces de golpear con cabezas nucleares blancos situados a 10,000 kilómetros de distancia...”
Son palabras de Fidel Castro, que sí sabe de tanques y que –hasta podría decirse- tiene por ellos una devoción especial. Lo recuerdo aplaudiendo, emocionado, la entrada de blindados del Pacto de Varsovia –una de las firmas que usaba la Unión Soviética- a la Praga primaveral de 1968 el día en que los rusos decidieron terminar con el experimento del socialismo independiente de Dubceck.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Encontrè otro blog de Cèsar Hildebrandt y se ve muy interesante:
www.cesarhildebrandt1.blogspot.com