domingo, 3 de agosto de 2008

Todos los fuegos, el fuego

El Cardenal Juan Luis Cipriani sostuvo ayer por las ondas de la radio gubernamental (o sea RPP) que estaba de acuerdo con eso de reformar el alma –la metafísica propuesta del doctor Alan García en su mensaje a la nación-.
Qué bien que el cardenal Cipriani, vocero del Opus Dei, esté de acuerdo también en esto con el doctor García. Y digo también porque, en relación al concepto que ambos tienen sobre los derechos humanos, la coincidencia viene de lejos. Y en relación a la simpatía moral respecto del fujimorismo, esa es la tercera hermandad que vincula al jefe católico con el jefe de Estado, al que tan bien le queda el morado de la procesión.
Me he puesto a pensar, sin embargo, qué entenderá monseñor Cipriani por “reforma del alma”, teniendo en cuenta, sobre todo, el pasado de la institución eclesiástica con casa matriz en el Estado Vaticano.
Como se sabe, una de las más grandes reformas del alma de todos los tiempos fue la que propusieron los custodios de la fe cristiana tal como se entendía en Roma. Me refiero, por supuesto, a los operadores de la Inquisición, una instancia de la justicia canónica que el Papa Inocencio III impuso desde el año 1198.
En busca de mis viejos libros, tratando de hallar documentación para esta columna, me tropecé con la versión aggiornada del libro que el inquisidor catalán Nicolau Eimeric escribió en Aviñón hacia el año 1376. Me refiero al Directorium inquisitorum, que a lo largo de muchas traducciones y reediciones se ha llegado a titular “Manual de los inquisidores”.
Nicolau Eimeric, nacido en 1320 en Gerona, no fue sólo un compilador de ancho horizonte, un filósofo eclesiástico y un teólogo punitivo de amplísima cultura. Este dominico, que entró a esa Orden a los 14 años de edad, fue un teórico que sabía de lo que hablaba, dado que en 1357 fue nombrado por Roma Inquisidor General de Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca.
En su Directorium inquisitorum, Eimeric se propone concordar todo el derecho inquisitorial expuesto hasta la fecha y llenar todos los vacíos que pudieran poner en duda la jurisdicción de la iglesia, la gravedad de las ofensas y la naturaleza de las herejías que la Inquisición debía examinar. Y, según los entendidos, realiza esta labor con docta paciencia y serena maestría.
¿Quiénes eran los peores para este remoto padre de la derecha católica? Los peores enfermos del alma eran los heresiarcas, es decir los que creaban las herejías. Herejes eran los que profesaban cualquier celestial felonía, heresiarcas los doctrineros que ideaban el cisma.
Claro que lo primero es lo primero. Y lo primero, para este Manual, es hablar pestes de quienes, sin tener vínculo alguno con el pensamiento eclesiástico, propusieron doctrinas que resultaron incompatibles con la fe cristiana. Leer a estos autores, por lo tanto, es delito de lesa fe. Y estamos hablando, entre muchos otros, de Platón, Pitágoras, Epicuro, Aristóteles y hasta el mansamente teórico Demócrito de Abdera, el primero que creyó en la estructura atómica de la materia. La lista resulta interminable y es un catálogo minucioso del oscurantismo como voluntad divina.
Y luego hay una enumeración de vocación infinita de los “errados dentro de la doctrina”, o sea de aquellos que delinquen teniendo el deber de acatar las revelaciones de Dios, la interpretación romana de las escrituras y las sucesivas correcciones impuestas por los Concilios.
Entre estos urgidos de una reforma del alma al estilo patrístico están los carpocratianos, que tuvieron la insolencia de decir que Jesús había sido un hombre procreado por una pareja humana. Los adamitas resultaron peores: vivían calatos porque así –decían- imitaban la desnudez del paraíso primordial. Fuegos iguales esperaban a los acuarios, que al cáliz no le echaban vino sino agua. Llamas más severas eran el destino de los cátaros, que eran puritanos fanáticos, y de los maniqueos, discípulos del pensador persa Manes, que admitía dos naturalezas: la del bien y la del mal.
Y así el mapa de la maldad herética parece cubrir, a lo Borges, la faz de la Tierra y las islas ignotas adyacentes. Llamaradas eternas para los simoníacos, que comercializaban los sacramentos (algo que debía ser monopolio de Roma), y para los tesaresdecatitas, que propusieron celebrar la Pascua en la decimocuarta luna de diciembre. Y ya no hablemos de los acéfalos, que así se llamaban porque carecían gustosamente de caudillo, y de los fotinianos, que aceptaban que Jesús fue engendrado luego de un coito marital de María y José.
En este libro –impreso por vez primera en 1503- está todo lo que los patriarcas de la disciplina canónica, tibiamente resucitada por Juan Pablo II, dictaron como norma y revelaron como prohibición.
¿Qué era un hereje? Alguien que cree o enseña cosas contrarias a la fe de Cristo y de su Iglesia.
¿Cómo pescar a un hereje? Eso era tarea de la Inquisición. Ardiente tarea se diría. Ardiente y a veces enrevesadamente póstuma. Como ocurrió con el cadáver de fray Pierre Jean, de la orden de Frailes Menores, exhumado por orden del Papa Clemente VI, proclamado hereje sin obvia posibilidad de réplica, fracturado hueso a hueso y quemado en una hoguera. Y todo porque, años después de la muerte del fraile, el Inquisidor General de Béziers descubrió papeles heréticos que parecían comprometerlo.
Para no terminar de fatigar al lector con más detalles sobre la termorreforma del alma, sólo citaré, una vez más, a Eimeric justo en el momento en el que, insólitamente, se permite una doble duda: ¿Qué tipo de ejecución se merece un hereje relapso (es decir reincidente)? ¿Debe morir a hierro o por fuego? El autor acude, como casi siempre, a las voces oficiales. En este caso se trata de los Papas Inocencio IV, Alejandro IV y Clemente V: “Que todos los patarinos y todos los herejes, sea cual fuere su nombre, sean condenados a muerte. Se les quemará vivos en público, librados en público al juicio de las llamas”.
Eimeric añade un servicial detalle: no olvidar atarles la lengua o amordazarlos antes de encender la hoguera “pues si conservan la capacidad de hablar pueden herir con sus blasfemias la piedad de los que asisten a la ejecución...”
Por eso es que cuando alguien como monseñor Cipriani habla de reformas del alma propuestas por el doctor García, yo, blasfemo sin redención posible, hijo y padre de herejes, hago, modestamente y salvando las distancias, lo que dicen que hacía Stalin cuando alguien le hablaba de cultura. O sea que busco mi revólver.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Debemos recordar que Jesús de Nazaret, enfrentó al imperio esclavista romano que por aquella época dominaba Judea apoyado por las clases ricas. La prédica de la igualdad y el amor entre los hombres; la defensa de los pobres; la justicia social, el deslinde del reino eterno de Dios, del temporal y terrenal de los hombres; fueron razones más que suficientes para declarar insurgente al hijo del hombre, llevarlo a juicio político ante el tribunal de raposas, juzgarlo y condenarlo a azotes, vejámenes, tortura y crucifixión.
Con el asesinato de Jesús, creyó Roma haber aniquilado un peligroso brote de descontento en la vasta superficie de su imperio. Se equivocó. Los discípulos siguieron las enseñanzas del Maestro, en las condiciones difíciles de la clandestinidad, protegidos en las catacumbas, ganando nuevos adeptos.
El Emperador decreta la persecución de los cristianos. La brutal represión va desde la decapitación, crucifixión o la utilización de los presos en el circo romano a donde eran lanzados para ser devorados por tigres y leones ante el delirio de la aristocracia romana y el fanatismo de una turba embrutecida y engañada. Muestras de infinito heroísmo, digno de imitar, nos legaron estos primeros mártires del verdadero cristianismo. Vana ilusión resultó ser la represión. Nuevos adeptos remplazaban a los caídos y el fenómeno se reproducía en espiral incontenible.
Las contradicciones propias del imperio al extender indefinidamente sus fronteras, debilitaban su unidad. Constantino Primero, el Grande, tuvo la previsión de olfatear en el cristianismo la posibilidad de preservar la cohesión del imperio. Ante la imposibilidad de exterminarlos, decide atraerlos, negociar con ellos. Él mismo se “convierte” al cristianismo en el año 313 d.c. y con el Edicto de Milán queda sellado el pacto entre lo divino y lo humano. Comienza así, para el caso particular de la Religión Católica, una extraña simbiosis entre el poder celestial y el terrenal opresor, antes combatido por Jesús.
La nueva condición creada llenó de privilegios a una cúpula ensotanada complaciente y vendida; hambrienta de dinero y poder que se alejó de sus bases y olvidó los perseguidos y mártires. Surge un clero rico que fundió sus intereses indisolublemente a los de la casta gobernante. Ambos se necesitaban y debían trabajar juntos hasta el fin de los siglos. Con el transcurso del tiempo el papado acumula un poder impresionante, basado en la conversión de príncipes al cristianismo, agrupados en los Estados Pontificios, donde el Papa era soberano absoluto; las posesiones feudales de los dignatarios eclesiales en todos los países, desde las pequeñas parroquias rurales pasando por los arzobispados, obispados, abadías y conventos; el control de la educación; el dinero; la acumulación de metales y piedras preciosas; y, sobre todo, explotando la ignorancia y los sentimientos de temor del hombre a lo que vendría después de la muerte: el suplicio eterno en el infierno o el goce perpetuo en el cielo “ a la diestra de Dios, padre todo poderoso”.
Siendo el poder para ejercerlo, los ricos al interior de la iglesia lo aprovechan para proseguir su expansión a todo occidente, en alianza o valiéndose de tronos amigos. Todo método fue válido. Las Cruzadas contra Tierra Santa fueron el pretexto para la conquista de territorios en el medio oriente; la inquisición fue arma letal para llevar a la hoguera y quemar vivos a contradictores acusados de herejía; el ataque a las ciencias una de las forma de imponer el oscurantismo del largo período de la edad media evitando el avance y desarrollo de la humanidad, puesto que las luces del saber destierran el miedo y la opresión.
Sometida Europa, muchos curas viajaron con los expedicionarios españoles al nuevo mundo. Conquistadores y sacerdotes la emprendieron contra las creencias y adoraciones milenarias de los nativos politeístas. Templos al Dios sol, la Diosa luna, a la madre tierra, al agua, al jaguar etc. fueron demolidos y sobre sus ruinas se construyeron las iglesias del nuevo orden impuesto a través de la violencia y el despojo. Los amos llegados del viejo mundo debían convertir al cristianismo a aquellas criaturas no consideradas humanas porque desconocían la existencia del único “Dios verdadero” traído por la Iglesia y la Corona a nuestro continente.
De estos hombres descienden las modernas oligarquías latinoamericanas. El Vaticano reunió a los teólogos para decidir, a su acomodo, si el indio tenía o no alma. Definido positivamente el problema se crearon los resguardos, con el fin aparente de la conversión del indio a la fe cristiana, que ocultaba, maliciosamente la explotación del mismo, a manos de los curas y señores feudales.
La espada y la cruz se turnaron en el despojo del indio. Frente a estos atropellos Fray Bartolomé de las Casas alzó su voz para defender al débil y Pedro Claver se entregó en cuerpo y alma para mitigar las penurias de los negros esclavos, mientras el obispo del Cuzco protegió a Atahualpa. Fueron raras excepciones en ese ruinoso y mezquino mundo de la conquista y la Colonia.


No escaparon Bolívar y los patriotas a las intrigas eclesiales. El terremoto de la semana santa de 1,812, que destruyó Caracas y otras ciudades de Venezuela, fue imputado por el clero a la furia divina desatada para castigar a quien se atrevía desafiar la autoridad del Rey. También los curas propalaron la especie que Bolívar y su tropa eran la encarnación del anticristo que cual jinete del Apocalipsis traía la destrucción y la muerte. Los obispos de Popayán y Bogotá excomulgaron al padre de la libertad por el delito de blandir su espada contra la tiranía y la opresión.
Llegadas las repúblicas, como en la época de Constantino, el clero bate incienso sobre lo más pútrido de los nuevos gobernantes y cual camaleón en celo se inserta al proceso uniéndose a la parte más retardataria de los potentados de la tierra, los comerciantes, prestamistas usureros y banqueros para truncar los cambios que debían producirse en las naciones recién liberadas. Se aliaron a la oligarquía contra el pueblo que siempre han detestado.
En las oscuras y aciagas noches de las primeras violencias rebeldes identificadas con movimientos de liberación nacionales o con ideologías Marxistas, los más destacados representantes del alto clero, declaraban que: “matar revoltosos, guerrilleros o comunistas no es pecado mortal”, inaugurando de esta manera una alianza indisoluble de la iglesia con el terrorismo de Estado que se implantaría a lo largo y ancho de América Latina y que en otros formatos se prolonga hasta nuestros días. Desde los púlpitos de las iglesias se incitaba a la violencia contra los opositores al gobierno; muchos curas marcharon al frente de operaciones punitivas a matar luchadores sociales al grito de ¡viva Cristo Rey!, ¡viva la virgen María!
No los conmovió el Concilio Vaticano II, con su llamado a la opción por los pobres y, la teología de la liberación les fue ajena. Helder Cámara y Casaldáliga, en Brasil; Monseñor Romero, en el Salvador; el Padre Luna, en el Ecuador, nada representaban para ellos. Atrapados acariciando sus dólares, no se dieron cuenta que otra iglesia surgía a su alrededor. Los Sacerdotes Camilo Torres Restrepo, Manuel Pérez y muchos otros, mostraron con su ejemplo la consecuencia con la causa de Cristo. Dios los bendiga.


PIDAMOS AL PARLAMENTO DE LA UNIÓN EUROPEA QUE INCLUYA A LA IGLESIA CATÓLICA, EL APRA, EL PPC, EL OPUS DEI Y LOS FUJIMORISTAS EN LA LISTA DE GRUPOS TERRORISTAS!!!


CIPRIANI, GIAMPIETRI, R. REY, RAFFO, LOURDES “HITLER” ALCORTA, MULDER, Y GONZÁLEZ POSADA SON PUNTA DE LANZA DEL FASCISMO EN EL PERÚ!!!

Anónimo dijo...

César

La frase "Cuando oigo la palabra 'cultura', busco mi pistola" ¿no la dijo Goebbels y no Stalin?

Anónimo dijo...

Estimado César:

No me sorprende que Cipriani quiera lavarse la cara ahora, después de ser el "colaborador" del régimen fujimiorista, el mismo que se prolonga en el actual gobierno de su mentor Alan García.
Felicitaciones por el blog.

Salvador Núñez dijo...

El Opus Dei prevalecerá por los siglo de los siglos.
La Iglesia de Roma siempre estará por encima del hermano de Jesús, el negado Santiago, y es que el poder de Imperio, me refiero a la Iglesia del Cesar, nunca bajo la guardia y los ritos de Mitra y de los demás dioses griegos prevalece, los santos de cada oficio son como los dioses de Grecia, San Isidro patrono de los labradores, Pedro el ermitaño patrono de los panaderos y veterinarios, San José de los carpinteros.
Danae dio a luz a Perseo por la gracia divina de Zeus que fecundó a una humana en forma de lluvia dorada, y esa inspiración fue la que le quito el derecho a San José de ser padre biológico de Cristo.
¿Se imaginan que peligroso sería para la Iglesia y para los grandes tiranos ver que Jesús fue un ser como todos nosotros y que por lo tanto es más posible seguir su ejemplo?
El mensaje de Cristo es subversivo porque despreciaba todo lo material, colocó a los humildes a la altura de todo, le dio esperanza al que ya no tenía fe en la vida y nos enseñó a compartirlo todo, incluso la vida, eso es lo que obligo a Constantino a tomar la cruel medida de unirse a su enemigo y tomar la capa de piel de cordero y ocultar su macabro deseo de continuar el poder de su corrupto imperio.
La Biblia es un resumen de los caprichos de quienes negaron a los hermanos y a los hijos de Cristo.
Que felicidad vivir en esta época y poder decirlo, en otros tiempos la pena hubiera sido la hoguera.

Anónimo dijo...

Y mientras el doctor García es cargado en hombros por plazas y mercados del centro de Lima, en el continente se escucha:

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ratificó la conformación del "eje del Sur".

Es una alianza estratégica formada por Venezuela, Argentina y Brasil.

De la cual dependerá, -dijo- en buena medida, la estructuración de la unión suramericana.

"Hemos retomado la conformación de la alianza de tres, el eje del sur: Caracas, Brasilia y Buenos Aires. Tres países que nos complementamos para enfrentar el desafío del futuro", enfatizó.

"Esta segunda reunión de Cristina, Lula y yo, es para seguir dando forma a ese eje central del Sur, del cual va a depender en buena manera la dinámica de estructuración de la unidad suramericana",

Chávez hizo estas declaraciones tras arribar al aeropuerto de Buenos Aires, donde sostendrá una breve cumbre con sus pares de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y la anfitriona, Cristina Fernández.

Lula se encuentra en Argentina acompañado de unos 200 empresarios de su país para participar en una reunión corporativa con hombres de negocios locales y con la presidenta Fernández.

El mandatario venezolano refirió que el mundo con el esquema del neoliberalismo fracasó rotundamente y las consecuencias se están sintiendo "por lo que estamos frente a una crisis alimentaria, financiera, energética, ecológica y moral, incluso".

"Por lo tanto, este eje que se está conformando entre Venezuela, Brasil y Argentina y más allá, la integración suramericana, busca enfrentarse a esos dilemas. ¿Cómo? Desarrollando nuestro potencial agroalimentario, industrial energético, financiero, porque Suramérica tiene todo para ser una potencia mundial", dijo.

"Tenemos todo para ser una potencia mundial Suramérica", resaltó, al tiempo que agregó que el conversatorio con sus homólogos contribuirá a concretar acuerdos que garanticen la seguridad alimentaria de los países.

El presidente venezolano destacó, igualmente, el buen estado de las relaciones con Argentina.

"Se han colocado de 0 a 80, y ahora Cristina y yo estamos decididos a llevarlo a 100", aseguró Chávez.

Argentina "es el país que más nos está ayudando en el plan 200 fábricas socialistas, hay centenares de técnicos argentinos ayudándonos a montar, a diseñar los proyectos", añadió el mandatario antes de dirigirse a la sede de la Cancillería argentina, donde lo esperan Fernández y Lula.

Después del encuentro a tres bandas, Chávez cumplirá el programa de la visita de trabajo en Argentina, que incluye un acto en la provincia de Buenos Aires junto a Fernández, con quien viajará mañana a Bolivia para reunirse con su homólogo Evo Morales.

Anónimo dijo...

ALAN GARCIA(GARSUA) Y CIPRIANI(SOPLONI) PAR DE RATAS MISERABLES,QUE NOS VAN A DAR CONSEJOS Y LECCIONES DE ESPIRITUALIDAD Y MORAL.LOS DOS HAN TREPADO A LA CUSPIDE CHICHA DE UN PAIS SUB DESARROLLADO,PONIENDO COMO PELDAÑOS CADAVERES, COBARDEMENTE ASESINADOS UNO EN EL FRONTON Y LURIGANCHO CUANDO PENSO QUE LOS TERRORISTAS LE IBAN A QUEMAR LA PELICULA,EN LA CUMBRE SOCIALISTA QUE SE DEBATIA POR ESOS DIAS EN LIMA.EL OTRO TITERE Y SOPLON DE FUJIMORI CUANDO COBARDEMENTE PONIA LOS MICROFONOS EN LOS TERMOS QUE LLEVABA A LA EMBAJADA DEL JAPON,CON LO CUAL MONTESINOS SABIA PERFECTAMENTE LO QUE HACIAN LOS "TERRORISTAS" DE 16AÑOS SE EDAD, QUE NO SABIAN NI DISPARAR.AHORA ESTE PAR SE RATAS DE CLOACA NOS VIENEN CON CUENTOS CHINOS.POR FAVOR COMPINCHES CHICHA CIERREN EL HOCICO Y NO LA CAGUEN. CFB.

Anónimo dijo...

El cura cipriani,soplon y sobon del duo montesinos fujimori,que en la escuela de sub oficiales,sostuvo una conversacion con los alumnos,en la cual el cura se despacho como un camionero de la parada,como un rufian,como lo que es nos viene a pedir que nos reciclemos espiritualmente.Lo que debes hacer cura cobarde es renunciar y encerrate en un convento para pagar todas tus perradas.