viernes, 22 de agosto de 2008

Vacunas matadoras

En Santiago del Estero, una provincia argentina donde todavía hay miles de quechuahablantes, la pobreza conoce muchos vecindarios.
La pobreza y, demasiadas veces, el analfabetismo puro y duro. Santiago del Estero viene del fondo de la historia argentina, le da la espalda al Atlántico migratorio y, quizá por eso, poco tiene que ver con el peronismo multilingüe que grita en montonero, malbaratea en lenguaje menemita y perfecciona su tartamudez en idiolecto kirchner.
Pues bien, a Santiago del Estero fueron los químicos del laboratorio británico GlaxoSmithKline para probar, en carne de niños atendidos por la salud pública, una vacuna experimental para combatir el neumococo, la bacteria de la neumonía y la meningitis.
Es cierto que ya hay una vacuna en el jugoso mercado de los ministerios de salud, pero esta requiere de varias aplicaciones –con lo que el seguimiento en zonas rurales se hace difícil- y, además, protege sólo de siete de los serotipos más insidiosos (pero no de todos).
Cientos millones de dólares están en juego gracias a que, de tener éxito, Glaxo no tendrá dificultad alguna en aliarse otra vez con la Organización Panamericana de la Salud –convertida para algunas ocasiones en filial de las grandes farmacéuticas- y vender su producto como de uso masivo y obligatorio (a costa del tesoro público).
Así que, como decía, hasta Santiago del Estero fueron las redomas, las cepas, y las mutaciones vinculantes de Glaxo y su ejército de investigadores moleculares. Y allí empezaron a inyectar a cuanto niño pudieron.
Esa fue la buena noticia para Glaxo. La mala noticia para Santiago del Estero es que catorce de los niños vacunados con el nuevo producto en trance de experimentación–bautizado como Synflorix- han muerto. La noticia la reseñó ayer la agencia de noticias argentina Telam.
Ayer también se supo que el responsable de Salud de Santiago del Estero, Franklin Moyano, le ha pasado el caso a la justicia provincial y que ya está en curso una investigación.
Glaxo no sólo habría sido temeraria sino maliciosa a la hora de reclutar a los sujetos del experimento.
“No se les explicaba a los padres que se trataba de una vacuna en etapa experimental y muchos padres que dieron su consentimiento no sabían leer”, dijo Ana María Marchesse, presidenta de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de Santiago del Estero.
Y añadió:
“En algunos casos, primero les aplicaban la vacuna a los niños y luego les daban a firmar el consentimiento a los padres. Pero ese consentimiento tenía trece páginas; trece páginas que yo, siendo médica, tuve que leer tres veces para entenderlas”.
Un cable de la Associated Press recaba las declaraciones de Glaxo:
“Sarah Alspach, portavoz de GlaxoSmithKline en Estados Unidos, dijo a la AP que la compañía no atribuye las muertes a la vacuna, pero que a fines de junio suspendió temporalmente el estudio (del Synflorix) en tres países sudamericanos (Argentina, Panamá y Chile) por recomendación de una junta independiente que monitorea la salud de los niños que participan en el ensayo”.
La señorita Alspach añadió que la tarea de esa junta ya terminó, que la conclusión de sus miembros fue que el experimento era inofensivo y que, por lo tanto, Glaxo planea probar la nueva vacuna en unos 24,000 niños latinoamericanos.
La pregunta que quedó por hacerle es por qué Glaxo no experimenta con niños de Misuri o de alguna Dakota o de cualquiera de las Carolinas. O por qué, siendo británica desde 1715, no inyecta sus mágicas fórmulas a niños de Manchester o Liverpool. ¿O debí decir Cardiff o Belfast? ¿Y no habrá niños en el peñón de Gibraltar?
Quizá sea porque en este mundo –sueño de fenicios, bazar acribillado, territorio comanche de las corporaciones- hay niños de primera, niños de segunda y niños de tercera. Como en el Titanic.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no soy ningún experto en el tema, soy comunicador social, ni biólogo ni nada por el estilo. Pero sé que las corporaciones farmacéuticas ya no trabajan sólo para curar o volver crónicas las enfermedades (algo que les da más plata que curarlas), sino también para enfermar gente. Así como las multinacionales del armamento fomentan guerras, para incrementar sus tasas de ganancia, Bayer, Glaxo y demás infectan gente para después venderles los remedios y tratamientos. Pero es peor todavía: lo que en realidad buscan es tener capacidad para amenazar con intoxicar o enfermar grandes núcleos poblacionales como forma de presión politica y económica. "Si nacionalizás tal empresa, te suelto un virus X en tal lugar y no sobrevive ni Gardel".
Ahora que es posible manipular el ADN de cualquier ser vivo, se sabe que, aunque cada persona tenga un ADN diferente, existen familias de ADNs. Por eso es posible resolver crímenes o establecer parentezcos mediante muestras de ADN. Por eso, si permitimos que vengan a probar sus vacunas acá, los estamos ayudando a completar el "mapa genético" de nuestro país, dándoles armas para una eventual guerra étnica.
Seguro que hay algún protocolo oculto en relación a eso. Aparte de los 8.000 pesos por cada niño usado como conejito de indias que, según escuché en la radio, se pagó, bajo cuerda, a los directores de cada hospital.

Salvador Núñez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Salvador Núñez dijo...

Existe la creencia de que el tema de la superioridad racial es un hecho.
Por ejemplo: La mayoría de patentes relacionados a inventos es de alemanes, rusos y americanos, es decir tudescos, caucásicos y anglosajones.
Sin embargo ante de la llegada del imperio romano, los ingleses eran simples campesinos y los alemanes unos guerreros despiadados que segun Herodoto, de los antiguos historiadores del imperio romano, hasta Wilhelm Worringer, de los historiadores modernos, sostienen que los antiguos alemanes no tenían arte, agricultura, filosofía, ciencia ni nada, eran bárbaros; pero miren ahora lo que es Alemania: La tierra de Beethoven, Bach, Hans Geiger, Konrad Zuse, la lista es interminable, y es que no existe las razas superiores, existen las sociedades superiores, y eso es lo que son Ingletarra y Alemania, sociedades evolucionadas, no razas evolucionadas.
Es lamentable lo de esos pobres niños y una vergüenza para Glaxo en Ingelheim, ellos como sede central alemana deben manifestarse y sancionar a los responsables o en todo caso que responda la sede responsable, que en este caso es la de Estrados Unidos.
Por otro camino pero con el mismo destino, digo, para que esto del racismo desaparezca, toda América debe promover sus valores culturales, su música, sus bellas artes, su danza y teatro, cultivarlo en los niños y jóvenes, otorgar becas a los genios nacionales para que estudien en el extranjero temas de ingenierías y humanidades, dándoles a su regreso todas las facilidades para que puedan realizar sus sueños, eso, es una sociedad superior, no la mierda que tenemos que tragar todos los días, sea quien sea el gobernante de turno, una persona puede marcar la diferencia, hay que trabajar y crear las condiciones para que nuestra actual "sociedad" abandone esa gravedad que lleva a la involución como cultura.
¡Que Cesar Hildebrandt vuelva a la televisión!¡Que le den más promoción a Marco Aurelio Denegri!¡Que perdonen a Pablo Masera por haber sido fujimorista y le reconozcan la grandeza real e incuestionable que tiene!
Hay tanta gente valiosa, y esas personas debe estar en los ojos de los jóvenes, hay que convertir a nuestros intelectuales en "símbolos patrios", eso es sociedad de avanzada, hay que arrancar estas telarañas que están asfixiando nuestros sueños, esta podredumbre televisiva que quita la ilusión de algún día saltar como un león hacia el nacimiento de nuestro propio ser.