miércoles, 28 de enero de 2009

Freud se pronunció

Si alguna vez se escribiera una Historia de la Inteligencia, Sigmund Freud sería una de sus cimas.
Freud fue el Cristóbal Colón de la conducta humana, un descubridor inmóvil y de dimensiones copernicanas que nos devolvió el derecho a la complejidad que las religiones nos habían quitado.
El psicoanálisis fue probablemente la mayor hazaña inductiva del siglo XX y aun hoy da la sensación de ser la hipótesis más audaz y verosímil que se haya construido en torno al malestar y al origen de nuestras surtidas máscaras.
Desde las sentinas privadas de sus pacientes Freud hizo un viaje hacia el encubrimiento como segunda naturaleza y puso sobre la mesa las cartas tramposas que decíamos no tener y nos paró frente al espejo más implacable y, radicalmente, fue borrando, una por una, las mentiras piadosas, las cegueras premeditadas y, al final, la coartada de la inocencia.
Freud cambió la mirada del humanismo y nos liberó, para siempre, de las garras espantosas de “lo sublime”. Veníamos de la memoria, nos dijo, y no del misterio pontificio. Y podemos ser monstruosos o beatíficos a voluntad y de manera intermitente. Y tenemos ese bajo continuo, ese shadow cabinet que se llama inconsciente y que se asoma a cada rato a nuestras vidas de un modo protagónico y al margen de nosotros mismos. Es decir, estamos habitados y esa es la manera más breve de decir cuán imposible es la soledad.
Freud hizo por la humanidad lo que muy pocos: amplió el mundo y cerró un círculo que el temor, la hipocresía y las supersticiones habían mantenido inconcluso. No hay personaje más odiado por el romanticismo idiota que Freud. Ni apestado más temido por la sotanería que Freud. No fue verdad todo lo que dijo pero jamás dejó de decir lo que creyó que era verdad. Y si se trata de porcentajes, sus aciertos resultan abrumadores.
Dos mil años antes que Freud, un judío fuera de lo común quiso darnos el consuelo de ser divinos. Freud demostró que quienes más nos gobiernan son nuestros demonios y que todo parecido del hombre con Dios es pura casualidad. Aceptar eso no nos hace más sombríos. Nos hace conscientes. Y si algo demostró Freud toda su vida fue esa plenitud vigilante que le impedía equivocarse en lo fundamental.
Cuando a Freud le escribió una carta el activista Chaim Koffler, directivo de la Fundación para la Reinstalación de Judíos en Palestina, el creador de la teoría psicoanalítica le respondió con unas breves líneas de una lucidez casi doliente. Koffler le había pedido al judío Freud ayuda para la causa del sionismo.
“No puedo hacer lo que usted desea –contestó Freud el 26 de febrero de 1930–...yo no creo que Palestina pueda jamás devenir un Estado judío ni que el mundo cristiano, al igual que el mundo islámico, puedan un día estar dispuestos a confiar sus lugares santos a que los guarden los judíos”.
Y añadió:
“No puedo experimentar la menor simpatía por una piedad sionista mal interpretada que hace de un trozo del muro de Herodes una reliquia nacional y, a causa de ella, desafía a los habitantes de todo un país”.Es lo que decía al comienzo de estas lí-neas. Si la Historia de la Inteligencia se escribiera, Freud sería un Everest.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta la respuesta porque me recuerda algunas causas políticas del catolicismo que pierden por completo de vista lo de verdad valioso y fundamental del cristianismo: al amor más allá de toda moral y de todo prejuicio y de toda costumbre e institución

Anónimo dijo...

Una carta escondida durante 70 años La carta original, del fundador del psicoanálisis, sobre el futuro Estado de Israel, se mantuvo escondida desde 1930, año en la que fue escrita. Cientos, miles y miles de psicoanalistas, han escrito, toneladas de artículos y vagones de libros sobre psicoanálisis, ninguno sobre el rechazo, la oposición, la repugnancia de Freud al proyecto sionista. La cosa tiene plena actualidad, en tiempos donde el sionismo y su obra maestra, el lV Reich tienen incidencia a escala global. Quién, cómo y por qué se forzó a Freud a dar una respuesta La carta de Sigmund Freud fechada el 26-12-1930, está dirigida a Chaim Koffler, miembro de la FUNDACION PARA LA REINSTALACION DE JUDIOS EN PALESTINA (Keren Havesod) y fue traducida por primera vez del alemán, por Jacques Le Rider. Cuándo y dónde vió la luz la carta luego de 70 años de oscuridad y obscurantismo La carta, fue publicada por la revista « Clínicas mediterráneas » (Nro. 70, Erés, 2004), acompañada de un comentario de Elisabeth Roudinesco, historiadora del psicoanálisis.



CARTA DE FREUD : Señor Doctor, No puedo hacer lo que usted desea. (NOTA: apoyar públicamente al sionismo) La reticencia de mi personalidad a interesar al público es inmodificable y las circunstancias críticas actuales no me parecen las mas adecuadas para un cambio de actitud. Quien quiera influenciar al gran público debe tener algo muy sorprendente y entusiasta para decir y mi juicio sobre el sionismo de ninguna manera lo permite. Tengo los mejores sentimientos de simpatía por los esfuerzos libremente consentidos, soy fiador de nuestra universidad de Jerusalem y me alegro de la prosperidad del establecimiento de nuestros colonos. Pero, por otra parte, yo no creo que Palestina pueda jamás devenir un Estado judío ni que el mundo cristiano como el mundo islámico, puedan un día estar dispuestos a confiar sus lugares santos a que los guarden los judíos. Me parece que hubiera sido mas atinado, fundar una patria judia sobre un territorio históricamente no cargado, pero ciertamente, se que por un designo tan racional, jamás se podría suscitar la exaltación de las masas y la cooperación de las personas ricas. Concedo también y lamento que el fanatismo poco realista de nuestros compatriotas, tiene gran parte de responsabilidad para despertar la desconfianza de los Ärabes. ¡No puedo experimentar la menor simpatía por una piedad sionista mal interpretada que hace de un trozo del muro de Herodes, una reliquia nacional y a causa de ella, desafía a los habitantes de todo un país ! Juzque usted si con un punto de vista tan crítico como el moi, soy la persona que se necesita para jugar el rol de consolador de un pueblo enbanderado en una esperanza injustificada.

Anónimo dijo...

Otro peso pesado de la intelectualidad judía y que nada tendría que envidiarle en logros a Freud como Albert Einstein, brillantísimo visionario físico y corajudo humanista, apoyó abiertamente la causa sionista después de la segunda guerra mundial, aunque inocentemente creía en la convivencia pacífica con el pueblo árabe; apoyarse en la palabra de una autoridad aislada en sí y fuera de contexto, no le da valor de óleo y sacramento a sus ideas, al parecer la ojeriza del Sr Hildebrandt a todo lo que represente Israel o sionismo, lo lleva a perder objetividad haciendo un involuntario favor de simpatía a un pueblo como el palestino amante de la violencia y envenenado por una religión que representa la cultura de la muerte.
- Dudo que alguien escriba una seguidilla de artículos así contra las matanzas que alguna vez hubo y persisten en algunos casos en Chechenia, el Sahara, Sudán, el Congo, Timor, los Balcanes, Liberia, contra el pueblo kurdo, etc. ¿será porque las víctimas eran menos importantes?.
- Seguramente los judíos son poco simpáticos, pero habría que vivir en el pellejo de un habitante de Tel Aviv que debe sentir la misma indignación que los peruanos de la época de Sendero luminoso y los coches bomba; los terroristas, practicantes de un modo de lucha en extremo cobarde, no merecen un ápice de consideración tampoco. Lamentable la muerte de niños e inocentes en este capítulo de la eterna lucha en oriente, pero la rabia contra la causa sionista apelando incluso a figuras históricas no vienen al caso.

MxDelRo dijo...

Colocar a Sigmund Freud como un “Everest de la historia de la inteligencia” es descabellado.
Más aún cuando el psicoanálisis es una Pseudociencia por pretender ser una ciencia sin ajustarse al método científico (Wikipedía) .
Y la frase contra el sionismo no tiene razón , cuando hoy en día el 90 % de los judíos son ateos, las causas de lo que hoy vemos en Gasa no es por creencias religiosas, si no por los mismas razonas materialistas y los grandes intereses económicos que siempre han movido al hombre a cometer estas tristes barbaridades.

El Psicoanálisis siempre criticado por :
En su modelo de demarcación de la ciencia, Karl Popper tomó al psicoanálisis como ejemplo de pseudociencia, en contraste con la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Popper observó que mientras las condiciones de refutación de las hipótesis de Einstein estaban determinadas con precisión y Einstein estaba dispuesto a empezar de nuevo si la evidencia no las sustentaba, las teorías de Sigmund Freud eran infalsables y le permitían reinterpretar la evidencia para mantener las hipótesis.
Alan Sokal y Jean Bricmont explican, en imposturas intelectuales, cómo Jacques Lacan usa el lenguaje matemático en su teoría del psicoanálisis de forma incorrecta y totalmente fuera de contexto para aparentar un carácter científico.[18] Otros autores, sin embargo, explican que el uso por parte de Jacques Lacan de un lenguaje matemático significó no el intento de demostrar matemáticamente las afirmaciones del psicoanálisis, sino una representación simbólica de algunas de tales afirmaciones. La respuesta de Sokal es que tal uso simbólico de conceptos matemáticos, muy probablemente desconocidos por la gran mayoría de los lectores de Lacan, es de dudosa utilidad.
El epistemólogo Mario Bunge también usa al psicoanálisis como ejemplo en su modelo de demarcación de la ciencia. Sostiene que el psicoanálisis es una forma de pseudociencia porque carece de consistencia externa: las diferentes disciplinas científicas interactúan apoyándose las unas en las otras, tanto en sus aspectos teóricos como empíricos. El grave problema del psicoanálisis, sostiene Bunge, es que se trata de una disciplina aislada del resto del conocimiento, no interactúa con disciplinas obviamente pertinentes, tales como la psicología experimental, la neurociencia cognitiva y las ciencias biológicas. Más aún, el psicoanálisis es incongruente con los descubrimientos de estas disciplinas.[19] [20] [21]
Autores como Van Rillaer recopilaron ejemplos sobre la forma en que Freud y otros psicoanalistas descalifican a sus críticos empleando argumentos de autoridad y falacias ad hominem. El psicoanálisis debe contextualizarse en el momento y la época histórica donde surgió.
Si bien los partidarios del psicoanálisis y algunos autores postmodernos como Jacques Lacan consideran al psicoanálisis una forma de ciencia o de conocimiento diferente a las ciencias modernas, su estatus científico es muy cuestionado. Algunas de las criticas son las siguientes:
• El psicoanálisis es considerado una pseudociencia por la psicología cognitiva, la psicología evolucionista, la biología molecular, la neurobiología y la psiquiatría actual. Le critican el hecho de que se basan en teorías obsoletas e hipótesis que nunca tuvieron apoyo empírico.
• Las ideas psicoanalíticas son muy discutidas y tienen una aceptación muy escasa en el mundo anglosajón, considerándolas como pseudociencia, aunque tuvieron durante el siglo XX una importante influencia sobre el cine y la literatura.
• Es criticado por sus construcciones metapsicoanalíticas: el complejo de Edipo, el complejo de castración, el deseo fálico de las mujeres, el instinto de muerte, etcétera, no poseen ninguna base empírica o científica.
• En su modelo de demarcación de la ciencia, Karl Popper tomó al psicoanálisis como ejemplo de pseudociencia, porque violaba el principio de falsabilidad, en contraste con la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Popper observó que, mientras las condiciones de refutación de las hipótesis de Einstein estaban determinadas con precisión y Einstein estaba dispuesto a empezar de nuevo si la evidencia no las sustentaba, las teorías de Sigmund Freud eran infalsables y le permitían reinterpretar la evidencia cuando no confirma las hipótesis.
• Adolf Grünbaum considera que la teoría sí puede ser falsada y, de hecho, resulta ser falsa.
• El epistemólogo Mario Bunge sostiene que el psicoanálisis es una forma de pseudociencia que mantiene hipótesis irrefutables, vale decir, que son inmunes a los ejemplos desfavorables. Pero, contra lo que suele pensarse, la principal crítica de Bunge al psicoanálisis no es que éste sea irrefutable, sino que, a diferencia de las disciplinas científicas genuinas, el psicoanálisis no cumple el importante requisito de consistencia externa. Las diferentes disciplinas científicas interactúan apoyándose las unas a las otras tanto en sus aspectos teóricos como empíricos. El grave problema del psicoanálisis, sostiene Bunge, es que se trata de una disciplina aislada del resto del conocimiento (no interactúa con disciplinas obviamente pertinentes, tales como la psicología experimental y la neurociencia cognitiva). Más aún, el psicoanálisis no es congruente con las ideas desarrolladas por estas disciplinas. Según Bunge, la biopsicología (término con el que engloba las disciplinas científicas mencionadas) no ha hallado nada que pueda apoyar al psicoanálisis, sino que más bien ha provisto información que lo contradice.
• B.F.Skinner criticó a los psicoanalistas y psicólogos cognitivos de especular con procesos internos cuando no disponen de los medios de observación apropiados.
• Hans Eysenck recopiló y criticó todos los estudios existentes sobre la efectividad del psicoanálisis. Resultado: El tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis (ver su libro Decadencia y caída del imperio freudiano, publicado en Internet.[22] )
• Alan Sokal y Jean Bricmont explican, en "Imposturas intelectuales", cómo Jacques Lacan usa el lenguaje matemático en su teoría del psicoanálisis de forma incorrecta y totalmente fuera de contexto para aparentar carácter científico.
• Freud es criticado por varios autores por haber fraguado sus investigaciones. Historiadores y periodistas mostraron que hay una gran divergencia entre la evolución de los casos clínicos tal como Freud la relata en sus textos y los casos reales. Uno de los casos más famosos es el de Sergei Pankejeff (el hombre de los lobos), investigado por la periodista Karin Obholzer. Pankejeff sufría de una grave neurosis y pesadillas recurrentes que le impedían valerse por sus propios medios. Freud interpretó los sueños del paciente, concluyendo que estaban relacionados con un trauma sexual de su infancia. Según Freud, al comunicarle el origen de su problema, Pankejeff se curó completamente. Sin embargo, las investigaciones mostraron que la historia fue muy distinta. No sólo Pankejeff nunca se curó, sino que siguió siendo tratado por otros psicoanalistas hasta su muerte y su estado durante ese transcurso empeoró considerablemente. Pankejeff cobraba un sueldo mensual a cargo de la Fundación Sigmund Freud, con el propósito de mantenerlo oculto en Viena, para que el fraude no se hiciera público.
• El caso Anna O.: Freud afirmó hasta el fin de su carrera que su amigo Joseph Breuer había conseguido curarla de sus síntomas histéricos. Las investigaciones del historiador Henri Ellenberger demostraron que Anna O. tuvo que ser internada en una clínica psiquiátrica inmediatamente después de haber terminado con su terapia, y que pasaron años antes de que pudiera curarse. Sin embargo, Bertha no padecía histeria, sino una grave enfermedad física llamada meningitis tuberculosa, que estaba muy extendida en Europa. Se había contagiado probablemente de su padre, que había fallecido a causa de esa enfermedad. Bertha había pasado muchas horas cuidándole, exponiéndose a la infección. Como era de esperarse, la enfermedad de Bertha Pappenheim nunca fue curada mediante el psicoanálisis. Poco después de ser mal diagnosticada y tratada por Breuer sin ser curada, Bertha fue internada. También afirmó con frecuencia haber curado pacientes sin presentar las pruebas correspondientes.

Anónimo dijo...

zzzzzzzzz me quede jato!! gracias mxdelro

Anónimo dijo...

Es verdad, me llamó la atención que Herr Hildebrandt haya decidido incluir a Freud por esta sola frase, que no negaré es en realidad iluminadora, pero a decir verdad deja muchoque desear el hecho que Freud haya fundado una seudociencia en toda regla como el psicoanálisis. ¿Lo seudocientífico es evidencia de alcanzar el Everest?