Las revelaciones sobre el “lobby” de la corrupción no han impactado sólo en la estructura del gobierno y la vida nacional. Lo han hecho también en la imagen del Perú en el mundo. Se ha recreado en las cancillerías extranjeras y en la prensa internacional la imagen de un país cuyos déficits institucionales, autoimpulsados por la corrupción y el autoritarismo, se imponen a los positivos superávits de la eficacia macroeconómica y el crecimiento.
Haciendo un balance de los efectos de la crisis que sacude al Perú, el diario español “El País” esboza una conclusión: “De momento, el gran perdedor de esta crisis es el gobierno, con un jefe de Estado cuya popularidad roza el 15% pese a que Perú, incluso en tiempos de turbulencia financiera internacional, vive su mejor momento económico en décadas. El alza de precios y la corrupción son los males por los que se recuerda la nefasta primera administración de Alan García. El otro es el narcoterrorismo, que reapareció esta semana de mano de Sendero Luminoso con un atentado de 16 muertos”.
En realidad el gran perdedor podría ser el Perú, pues si el país se desmorona social y políticamente en el contexto de una economía que se encuentra en su mejor momento de los últimos sesenta años (no obstante que el crecimiento caerá en 2,2 para 2009 según el FMI), se habría despilfarrado irresponsablemente una oportunidad histórica.
Esa es la enorme responsabilidad que asume, con valor y legitimidad, Yehude Simon, el nuevo presidente del Consejo de Ministros. Para no reproducir la tragedia de otra “prosperidad falaz”, será indispensable un cambio de políticas, no sólo de imágenes. En la economía, impulsar la transformación productiva para dar sostenibilidad al crecimiento, articular la indispensable disciplina macroeconómica con el financiamiento de una estrategia de desarrollo social, hoy inexistente. Asumir la agenda de la redistribución del ingreso. En lo social, insertar y rediseñar los programas sociales en una estrategia nacional de cohesión social y lucha contra la desigualdad. En lo político, introducir prácticas de gobernanza basadas en el diálogo, la concertación, el respeto escrupuloso del principio de legalidad, lucha creíble contra la corrupción. Reactivar la agenda positiva de la regionalización. Reconocer al “otro” como actor legítimo del sistema político, recuperar la agenda democrática.
Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.
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2 comentarios:
Lo primero que sorprende, es que el Presidente de la República se ha reunido con algunos de los corruptos más de una vez. Pero aún en esas condiciones es increíble que sobre la crisis internacional, dos semanas después de que esta se revelaran con toda su fuerza, y diez días después de que dijera la barbaridad de que esto no nos iba a afectar para nada, el Presidente García no diga ni pío sobre el tema y prefiera hacer declaraciones orientadas a mantener la impunidad en torno a la muerte de cuatro campesinos en Ayacucho y una señora embarazada a manos de una patrulla militar.
El terremoto internacional tiene muchas diferencias, pero algunos parecidos con la crisis de corrupción de Perú: personajes inescrupulosos, abuso total de los dineros del público, un estado permisivo y cómplice, desregulación y privatización. También algunas consecuencias de estas dos crisis son parecidas, como la confianza de la gente, que en ambos casos prácticamente ha desaparecido. La diferencia en este caso es que, en la crisis financiera, la gente tiene una salida, que es retirar su dinero de los bancos y financieras, aunque sea tras haber perdido 30% o 40% del mismo. En cambio, ante la pérdida de confianza en el gobierno poco es lo que podemos hacer de manera individual, y la búsqueda de opciones colectivas, es más lenta y difícil.
Recién estamos viendo las primeras consecuencias de la crisis internacional sobre nosotros: alza del dólar con sus duros efectos sobre quienes tienen deudas en esa moneda y caída de la bolsa de valores que afecta también a los afiliados a las AFPs. Otros efectos los veremos en los próximos meses, dependiendo de la reacción del gobierno. La caída del precio del cobre y otras materias primas reducirá los ingresos fiscales, pero el gasto público en educación, salud y carreteras sólo se afectará si predomina la clásica visión fondomonetarista del ajuste. El crédito posiblemente se haga más difícil de obtener y suban las tasas de interés, por lo que pagar deudas en la medida de lo posible es una medida prudente. El crecimiento económico se detendrá, y con ello el empleo.
Pero recuerden que estamos en medio de un terremoto. No se puede saber cuánta más crisis tenemos por delante ni cómo se resolverán las cosas al final.
Holas mi nombre es Elias Anahua pues me da gusto haber encontrado el blog de el periodista Cesar Hildebhandt pues lo admiro cuando estaba en la tele no me lo perdia ni una noche era interesante verlo yo franca mente ya hace tiempo que lo estaba extrañando
soy de juliaca puno
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