viernes, 20 de junio de 2008

Días de radio

El periodista recibe una llamada a las 8 y 20 de la mañana.
-No hay fluido eléctrico en las cuadras 22 y 23 de Javier Prado. Se fue después de las 7 de la mañana –le dicen.
Entonces, no hay programa. Qué pena. No pudimos decir que el acta del acuerdo con Moquegua quería mantenerse como secreta, a pesar de ser, en líneas generales, un logro plausible de las autoridades moqueguanas y de la PCM. Tampoco pudimos decir que el ministerio público ya ha comenzado las investigaciones in situ para pedir el apresamiento de “los cabecillas” de la asonada popular –como si unos cuantos pudieran mover a quince mil y obligar a cientos de ellos a pernoctar por turnos en un puente durante ocho días–, acatando, con literal diligencia, la virtual orden emanada de la presidencia de la República.
Ya el martes había pasado que una baja de tensión en la mismísima cuadra de Radio San Borja casi nos sacó del aire. Los técnicos de Luz del Sur dijeron, tras una revisión y una hipotética reparación, que no había nada de qué preocuparse.
Y ahora esto.
A comienzos de la semana, llamadas pactadas un día antes –una relacionada con Moquegua y la otra con la concesión de los puertos a probables accionistas chilenos– no habían podido culminarse a pesar de la insistencia.
Sus destinatarios le dijeron a Rebeca Diz que sus teléfonos ni siquiera habían timbrado y que las llamadas aparecieron, horas después, en el rubro de Perdidas. ¿Congestión del servicio y falta de redes? Puede ser. Ya hemos vivido antes en el escenario de los hechos coincidentes y las explicaciones diversas.
Al mismo tiempo, la pundonorosa hija del Piojo Valenzuela se atreve, disfrazada de buganvilia, a vincular a este diario con el narcotráfico y con las FARC. Por supuesto que no aporta ninguna prueba, indicio, documento que le permita sostener tales infamias. Lo importante es señalar que tan tenaz trepadora tiene un vínculo especial con Palacio de Gobierno y que algunos de sus flatos verbales podrían ser, perfectamente, una manera más de ascender en el escalafón de las validas. Desprestigiar a este periódico se ha convertido en una tarea de necesidad pública para el séquito del doctor García.
Mientras tanto, el embargo publicitario en torno al programa de Radio San Borja se mantiene al ritmo de llamadas, amenazas y advertencias. El miedo y la conveniencia hacen el resto, a despecho de la inmensa sintonía que la gente nos brinda.
El periodista ya ha pasado por esto una y mil veces. Está curtido pero vivo, empobrecido pero sin arrastrarse, exiliado de las luces que nunca amó, feliz de no deberle a nadie esos favores que deshonran. Y está dispuesto a seguir pensando que vivir de verdad consiste en evitar la muerte del alma. Sí, porque una cosa es ser agnóstico y otra es creer que sólo somos la banalidad que nos ocupa y las tripas que rugen. Cuando el alma se te muere te conviertes en la persona que hubieras despreciado en tu juventud.
Por eso, veterano de ninguna victoria decisiva, el periodista va a un estante, coge un libro y lee: “Castilla varonil, adusta tierra/ Castilla del desdén contra la suerte/ Castilla del dolor y de la guerra,/ tierra inmortal, Castilla de la muerte...”
Y se pone a pensar (a colores) en las musarañas.

3 comentarios:

richardqt dijo...

Dde forma inequívoca, el actual gobierno esta pretendiendo caer en la ilusión de lograr un periodismo que solo se enfoque en las "noticias positivas", como ya le ha pasado a tantos en la historia de la humanidad desde que el periodismo existe. Tanto el tiranico dictador militar como el gobernante democrata pero autocrático, intentaran vanamente dominar al periodismo con los mas diversos medios. Podrán dictar leyes reguladoras y antimonopolicas, censores estrictos, listas negras de publicidad oficial o promesas de jugosos negocios sin lograr absolutamente nada. De la misma forma que al vino que se le agrego agua, esos intentos de control no pasaran desapercibidos. Aquel medio que se deje acallar o manipular por el estado, en poco tiempo se quedara sin lectores, televidentes u oyentes. Todos los políticos, cuando llegan al poder, fantasean con un periodismo que les sea benigno con sus errores o que se haga la vista gorda, sin pensar que la definición de dicha actividad radica en lo contrario: descubrir las corrupciones y mantenerse inconformista respecto de la información que provenga del poder. ¿Quiere el Gobierno que el periodismo no lo moleste? Pues simplemente que no mate, no robe, no mienta, no codicie los bienes publicos, no tome el nombre de la Constitución en vano y que honre al pueblo que lo eligio por sobre todas las cosas.

Anónimo dijo...

Que patetico eres richardqt, opinas sobre tu propia publicacion, que ni siquiera es tuya, lo unico que haces es copiar el texto de hildebrandt en el paskin la primera

Anónimo dijo...

richardqt es la hembrita (o el macho) del Chato. Como comenta todos sus posts. Que lindos palomitos!