Ómnibus donde viaja la Parca sonriente, segura de su cosecha funeraria, de negro y sonriendo al costado del copiloto que empieza a pestañear, delante de los pasajeros aturdidos por el estremecimiento de las pistas y la bellaquería de las curvas diseñadas por ingenieros que juraron (estoy casi seguro) nunca desafiarlas –que para eso está la cholería audaz y omniabusada–.
Todos dormitan en ese vagón del tren de las desgracias, empezando por el copiloto, que ya tiene jornada y media en la cabeza. Da tumbos el ómnibus-camión y, de pronto, a eso de las dos de la madrugada, el primer pestañeo del chofer (o su última temeridad, no importa), la peor angostura del camino que se enrosca entre precipicios medianos y pequeños, y en plena noche, entonces, el abismo: ciento veinte metros del último rodaje, alaridos inútiles, Plan Tolerancia 32 (muertos), señora Verónica Zavala: muchas gracias, firmado la Parca sonriente.
Esta vez la empresa se llama San Juan de Yauyos y tiene seis unidades. La mitad de su flota sería de buses montados sobre chasises de camión. Y muchos de sus asientos carecerían de cinturón de seguridad. Pero esta vez, a pesar de esos datos, la empresa no parece la mayor responsable.
La carretera Cañete-Yauyos pertenece a estándares medianamente internacionales hasta llegar a Lunahuaná. Lo demás es riesgo puro. Y esto que está “concesionada”, es decir privatizada. Pero como dijo el alcalde de Yauyos, Diómedes Inga, la zona donde ocurrió la tragedia –Cerro Loro, kilómetro 130– es particularmente peligrosa porque la empresa que explota el camino –la que te cobra siete soles con cincuenta céntimos en el peaje de Lunahuaná– ha angostado el orillado mientras realiza, a paso de tortuga, unas obras de supuesto mejoramiento. Esto quiere decir que una carretera ya de por sí estrecha y potencialmente homicida por tratarse de una vía de ida y vuelta, tiene ahora tramos donde es imposible el paso simultáneo de dos vehículos que vayan en sentido contrario.
Una persona que hace poco padeció la aventura de pasar por allí escribió el siguiente comentario en la página virtual de RPP: “Los piedrones que han caído en el ripiado lo han hecho más angosto. Igualmente las constructoras del proyecto El Platanal no piensan sino en ellas mismas. A veces se encuentran de frente el ómnibus de San Juan con una 4x4 del Platanal y el ómnibus no puede retroceder porque está el precipicio. Es horrible. Las personas están con el corazón en la mano. Yo estuve el 29 de abril para ir a Canchán y de allí subir a la iglesia de la Ascensión del Señor de Cachuy y todo es muy peligroso. El Ministerio de Transportes tiene que intervenir”.
En noviembre del 2006 entró en vigencia el Plan Tolerancia Cero. Lo cierto es que en los últimos años los accidentes carreteros han subido un 67%, los muertos un 15% y los heridos un 36%. No es el costo de vida: es el costo de muerte que el Perú paga porque el Ministerio de Transportes no pone ni siquiera el número de inspectores necesario en las garitas más importantes de la red vial, tal como lo comprobó la Defensoría del Pueblo en febrero pasado.
No sólo eso: las revisiones de las garitas son una farsa, se permite toda clase de infracciones y los funcionarios del MTC no tienen ni alcoholímetros a la mano. La Tolerancia es Cero pero a la izquierda.
Morir en el Perú también tiene connotaciones de clase. El transporte masivo se descuida tanto como la educación pública o como la asistencia estatal en salud. El asfalto se ancha hasta medidas europeas en la costa playera, se abrevia mientras más se aleja de Lima, desaparece en muchos caminos que conducen a la pobreza rural. Para esos peruanos que no participan de la fiesta del espárrago, del sarao de la alcachofa o del legítimo festival del turismo, el ripio está bien, la polvareda les corresponde, el abismo como que puede estar en su camino.
En la jungla del capitalismo salvaje, la muerte tiene muy claros sus nichos de mercado.
Posdata: ambientalista y urgente.– La empresa argentina Pluspetrol no está contenta con calumniar a los comuneros de Andoas, montar reportajes para Canal N y Canal 4 pintando a quienes se oponen a sus miasmas como subversivos. No, eso no le basta. Ahora ha contaminado con seis mil litros de gasóleo las proximidades de la bahía de Paracas, residencia de una fauna que especialistas del mundo vienen a ver con asombro. Dando instrucciones equívocas al barco norteamericano Cape Knox, los responsables de Pluspetrol hicieron que la nave carguera golpeara con una roca en el puerto de Pisco y dejara escapar por la vía abierta parte del combustible que contenían sus bodegas. La marea negra, de unos 600 metros cuadrados, se estaba desplazando, impulsada por las corrientes, hacia el centro de la reserva de Paracas, a unos 38 kilómetros del lugar del incidente portuario.
¿Para impunidades como ésta es que el gobierno del doctor García quiere un Ministerio del Medio Ambiente controlado por los grandes intereses extractivos? ¿Es que los perros del hortelano también son ambientalistas y el doctor García desea envenenarlos? ¿Con un bocado de crudo?
jueves, 8 de mayo de 2008
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2 comentarios:
Los achuar constituyen una de las 46 etnias que aún subsisten en la Amazonía peruana, con una población numerosa de varios miles de habitantes y que conviven en familias y aldeas en un territorio que se encuentra en la frontera con el Ecuador, de tal manera que hay también hermanos achuares en este país.
El territorio achuar es el de la Selva Baja, con el gran río Marañón y sus afluentes de la margen izquierda como entorno ecológico. En su territorio está la gran reserva de biodiversidad del Pacaya-Samiria, pero todo el espacio, y más allá de su territorio, es parte de la gran reserva de vida natural de la Amazonía y del planeta en que vivimos.. Como todo pueblo originario, los achuar quieren su tierra porque en ella encuentran su sustento vital, su energía espiritual, y nadie tiene el derecho de molestarlos en nombre de un supuesto bienestar que les ofrece el capitalismo transnacional. El ingreso del capitalismo comercial y extractivo del caucho, las maderas, los peces ornamentales, las resinas, las pieles de animales silvestres y de cocodrilos, llevó hasta los territorios indígenas a los comerciantes y extractores de productos de exportación. Entonces los achuar y sus hermanos de otras etnias empezaron a luchar con su propia fuerza, pero sin asesinar a nadie.
Hacia los años 70 empiezan a llegar las empresas petroleras como OXI, PETTY, PRAKLA, OIL y otras que han venido cambiando de nombre de acuerdo con las necesidades de seguir explotando el petróleo de la Amazonía. Las primeras empresas eran de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, pero hoy hay transnacionales de otros países, incluso latinoamericanos, como es la actual empresa PLUSPETROL (argentina) que está operando en territorio achuar y que tiene como base el pueblo de Andoas, con un aeropuerto para sus servicios de transporte rápido. La presencia de otras transnacionales del petróleo están destruyendo la vida de los achuar y demás etnias vecinas. Los ríos y lagos se están contaminando, como es el caso de los ríos Tigre y Corrientes, disminuyendo su riqueza de biodiversidad. Los animales silvestres ya no pueden reproducirse como antes. Los propios achuar se han dividido porque las empresas petroleras sobornan a muchos de ellos para que les permitan explorar, perforar y explotar petróleo. Los están convirtiendo en peones de las empresas con salarios diferenciados para dividirlos. A eso lo llaman progreso para los indígenas. Tanto el gobierno central como el gobierno regional de Loreto apoyan a las transnacionales y no a los indígenas.
A principios de este mes se inició en Andoas, base de operaciones petrolíferas de PLUSPETROL, una lucha de los trabajadores de origen achuar por reivindicaciones salariales, a la que la empresa se niega atender. Después de dos semanas de lucha sin conseguir nada, los trabajadores se atrevieron a tomar el aeropuerto, siendo reprimidos con brutalidad por la policía que envió el gobierno central. Numerosos indígenas han sido heridos con bombas lacrimógenas y municiones. Un policía murió y nadie sabe hasta hoy quien lo mató. Esto ocurrió entre el 20 y 22 de marzo. Más de 50 indígenas fueron detenidos, más unos cuantos mestizos. A los detenidos los han traído a Iquitos, capital de la región Loreto con más de 500 mil habitantes. Con la lucha de los sindicatos y del Frente Patriótico de Loreto, han sido liberados 16 indígenas y otros están en la cárcel. Hay abogados que los están defendiendo, pero el gobierno y la policía los acusan de criminales y pretenden llevarlos a Lima para que sean juzgados lejos de su pueblo y de su familia, pese a que en su propio territorio hay juez y fiscal, en la ciudad de San Lorenzo, capital de la provincia de Datem del Marañón. ¿Por qué no los juzgan en su propia provincia? Se nota que quieren hacerlos sufrir para que no vuelvan a reclamar nada. Se nota que puede haber infiltrados mestizos que han dirigido la ocupación del aeropuerto con el fin de que la policía intervenga y los reprima, con un objetivo de escarmiento.
Es necesario que en todo el mundo haya un movimiento de rechazo a estas prácticas de los gobiernos que defienden los intereses de las transnacionales petroleras. En el futuro inmediato será peor en la Amazonía peruana cuando se inicien las exploraciones de decenas de lotes ya concesionados por el gobierno. No solamente se trata de la vida de los indígenas amazónicos, sino de la defensa de la más grande biodiversidad del mundo.
Una de las cualidades de la derecha creolla,es que aun en sus mejores momentos de lucidez ,no transmiten algo sustancial,que no sea el como ser vil angurriento,descompuestos en esa voragine de autismo social,vendiendo panfletos de epicas historias todas ellas ,llenas de trapicheo,contubernio,corrupta mentalidad,y profundamente patriotas,(depende de la patria)si es con estrellas un saludo(yes sir),si es con una sola ;de a cuatro patas,y encima despues de todos sus atribuibles"exitos" se desnudan por un plato de lentejas sabiendose que el unico papel historico,que les depara,es una gris amanecer de gloria;subte y futuro bobalonico.
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