La calavera de una mujer desaparecida hace 42 años ha sido encontrada junto a una taza de té, que debía de estar tomando cuando la muerte la fulminó, y frente a un receptor de TV en blanco y negro que debió de estar mirando segundos antes de que el corazón la abandonara.
Ha sucedido en Croacia, en un suburbio, y la mujer ha sido identificada como Hedviga Golik, una soltera sin remedio que debió morir a los 42 años, en 1966, cuando dejó de frecuentar los pocos lugares que visitaba. En ese momento, todo el poco mundo que la conocía dio por hecho de que se había hartado de tanta soledad y había decidido mudarse de extramuros.
Bueno, si la muerte es la última mudanza digamos que Hedviga se mudó al territorio donde, dicen, un poco vallejianamente, que todos los jamases son posibles.
Pero esa es una interpretación extrema y solemne. Lo que a mí me parece es que este caso de terquedad televidente y coherencia póstuma demuestra que la TV puede matar.
Es más, creo intuir que Hedviga ya estaba bastante muerta la tarde aquella en que encendió su televisor, se preparó un té, volvió a la sala donde la pantalla resplandecía y se sentó en su silla favorita a ver un programa censurado de la TV titoista con la que fingía consolarse.
¿Sería un programa de concursos? ¿Uno de conocimientos? ¿Uno cómico donde lo único que no era objeto de humor era, precisamente, lo más risible, es decir el intento del también croata Josip Broz (Tito) de ser antiestalinista ejerciendo el estalinismo doméstico y de alentar el Movimiento No Alineado junto a líderes alineadísimos con el bloque soviético?
Conocí a españoles que lucían saludables y tomaban carajillo aun después de que los neurólogos hubiesen decretado su muerte cerebral a causa de la TV franquista. Y en la Cuba del Comandante Irrefutable, lo único que no pudo enfrentar el formidable sistema de salud del socialismo redentor fue la epidemia de meningitis desatada por la TV de las siete palabras. Una vez, visitando la República Democrática Alemana, creí ver a una multitud que aplaudía una pantalla de TV apagada. Nunca supe si ese espejismo avieso venía de mis prejuicios pequeñoburgueses o esos alemanes del camarada Erich Honecker aplaudían su programa favorito y eran, por lo tanto, profetas de la caída del muro.
Lo cierto es que algún día se conocerá el tamaño de la mortandad causada por la TV y el ejército global de zombis que el invento ha creado para su beneficio.
Ahora ya no hay casi ejemplos de televisiones estilo Gran Hermano estalinista. Pero la televisión capitalista-salvaje es virtualmente lo mismo. Sólo que un poco peor. Porque esta TV disfraza su imbecilidad unívoca con la aparente diversidad de sus estaciones. Es como si en una lotería de suerte inversa todos los números estuviesen premiados.
La TV titoista que mató a Hedviga Golik mataba de aburrimiento en un proceso que empezaba con una fiebre leve y terminaba con un ataque masivo del llamado síndrome de la esclavitud estoica. La TV de los cables mágicos manejada por los hijos de Friedman te mata de una huelga general indefinida de neuronas, un proceso vicioso que cambia axión por acción, sinapsis por sinopsis, metadona por dopamina y así sucesivamente hasta llegar a Lúcar. En el periodo terminal de la enfermedad –el mismo que puede durar cuarenta años– Jaime Bayly te parece valeroso, Miami es Atenas, Raúl Romero un comediante. En ese momento la metamorfosis se ha completado: serás Gregorio Samsa sin haber leído a Kafka, degustarás de nuevas alcantarillas y te irás volando de donde alguna decencia te perturbe.
No hay muertos más vivientes que los adictos a la TV “plural” de los Murdoch y sus Televisas filiales. Creen que se informan cuando les mienten. Creen que lo que ven es lo que fue. Creen que el mundo se parece a lo que el pobre Tola les cuenta cada noche.
La TV titoista estaba gobernada por el sueño demente de imponer la felicidad con las bayonetas. La TV capitalista-salvaje made in Las Vegas desea una inmersión planetaria en la tetudez que inmoviliza. Unos quisieron un mundo mejor y nos dieron una pesadilla insuperable. Estos de ahora quieren que amemos el mundo peor por el que matan.
La TV titoista quería creyentes. La TV que nos contamina quiere descerebrados. Y es que un mundo donde Bush puede ser líder del terrorismo estatal en nombre de la democracia exige una gran plebe cósmica parida por la debilidad mental.
La TV mata. El dulce esqueleto de Hedviga Golik, colocado frente a su viejo receptor, nos lo ha recordado.
miércoles, 21 de mayo de 2008
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4 comentarios:
La televisión está convirtiendo a su público en una gran masa. Las características de un individuo masificado son para alarmar a cualquiera: «Es un hombre privado de la voluntad de poseer una forma de vida propia, de ser original en su conducta y de crearse un mundo que le sea propio a él. Un hombre que, ante todo, acepta formas de vida tal y como ellas le son impuestas por una planificación central más o menos anónima y que las acepta con el sentimiento de que eso es justo y correcto; un hombre, en fin, que manifiesta una tendencia espontánea a insertarse en los cuadros, en los planes y no, al contrario, a destacar en tanto que individuo».
Cuando Sartori compara su homo videns, ese desarrollo natural del video-niño, con el homo sentiens de Ferrarotti, encuentra un paralelismo perfecto: al homo sentiens «la lectura le cansa [ …] . Intuye. Prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Ésta le fascina y lo seduce. Renuncia al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo [ ...] . Cede ante el impulso inmediato, cálido, emotivamente envolvente. Elige el living on self-demand, ese modo de vida típico del infante que come cuando quiere, llora si siente alguna incomodidad, duerme, se despierta y satisface todas sus necesidades en el momento».
Y con estas características, ¿qué falta para ser convertido en hombre masa, en un individuo miembro de una tropa? Poco, quizá el último empujón, que puede ser dado por la misma televisión o por cualquier poder que utilice los medios de comunicación.
La gran aportación de Sartori, en este pequeño e interesante libro, consiste en discutir los efectos perversos de la televisión y los medios que utiliza ésta para «validar» su proceder: las consecuencias para la educación familiar, escolar y universitaria del video-niño, o los resultados de la video-política, los peligros de la televisión para la democracia, la difusión de la intolerancia en la vida civil, la fragmentación («aldeanización») del mundo… así como el valor real de las noticias televisivas, de los sondeos de opinión y las encuestas («esas prostitutas de la comunicación», como las ha llamado Froylán), las diferencias entre subinformación y desinformación, etcétera, sin omitir su propedéutica para el Internet: «La paideía del vídeo hará pasar a Internet a analfabetos culturales que rápidamente olvidarán lo poco que aprendieron en la escuela y, por tanto, analfabetos culturales que matarán su tiempo libre en Internet, en compañía de "almas gemelas" deportivas, eróticas, o de pequeños hobbies».
En definitiva, Homo videns es un texto que ayudará a pensar a padres de familia, educadores, comunicólogos, politólogos, sociólogos y una amplia gama de personas.
Personalmente, una de las razones por las que creo que el mundo del arte en particular en el mundo de la televisión está tan "menospreciado" a la hora de número de programas, emisión de estos, duración, horarios…es por la forma de plantearlo. Se intenta dar la idea de seriedad, de eruditos que hablan sobre cosas que la mayoría de mundanos no conocen.
A lo mejor el fenómeno "blog" está en contra de eso y por todo ello tienen éxito muchos de sus formatos en cuanto al arte. Es una forma de expresar cosas de tú a tú, no para eruditos, no hombres estirados desde su galería de arte explicándonos su concepción metafísica.
Yo abogaría por un programa de arte, que es el que me gustaría, joven, fresco, innovador. No simplemente decir una obra tras otra o un artista y otra galería, otra feria…sino explicar los por qués de forma más directa, sin tecnicismos.
Vamos a ser realistas, en el mundo en el que estamos viviendo la rentabilidad económica es uno de los pilares de muchas de las cosas que se hacen. Es normal, de algo hay que comer. Pero no creo que se haya sacado todo el jugo cultural a los programas.
Sabemos que la televisión está muy supeditada a las opiniones de expertos que, normalmente, ven a la gente joven como inexperta y se estancan en formas de realizar, ver y sentir la televisión.
Internet ha obligado a la televisión a un movimiento, unos cambios, que no estaba acostumbrada. Quizás es el momento de la cultura, de hacernos un hueco desde las nuevas tecnologías para inundar el espacio cotidiano de las personas a través de la televisión, de los periódicos…
Y volviendo a la cuestión anterior, la televisión es un reflejo de la sociedad que lo que pretende es divertirse. La mayoría de nosotros van a casa hartos de trabajar y aguantar a los jefes, para divertirse, evadirse. Por eso existen los juegos de ordenador, los libros, la televisión. Por eso ¿qué te ofrece un programa cultural para divertirte? Por eso mismo no tienen éxito, a mi juicio, en la gran mayoría del público.
Y por eso mismo no tienen éxito en la parrilla televisiva.
Primeramente, debes de cambiar la forma en que copias y pegas o tipeas, en fin, los artículos de Hildebrandt... pues debes de separar los argumentos, y no presentarlos de un todo... se ve feo.
Por otro lado, dejame felicitarte por ese gran trabajo que haces, publicar todos los articulos de este gran periodista.
Ahora, yendo al tema de la Tv, Cesar está en lo cierto, "richardqt" ya lo menciono. La Tv, ha destruido a la sociedad, lo ha matado y lo sigue haciendo. Ese sueño - para mí - que tenian Negroponte, Mac Lujan, entre otros, se convirtió en una mezcla farragosa, donde la Tv se apoderá del internet. ¿Como comprobamos eso?. Fácil, con decir que en Internet se difunden canales de Tv y en ellos su alongado programa de asesinos. En erl caso del Perú, están: Lima Limón, Ha Bacilar, Magaly, El Especial del Humor, Hasta Bayli, en fin la lista en infinita ...
Esto de la croata muerta frente a un televisor me parece un cuentazo. ¿Que haya estado muerta por 35 años y recién se encontró su cuerpo momificado? Con todos esos años, estaría ya esqueleto, y a un esqueleto no se le dice cuerpo. Además para momificar hay que embalsamar para que no se descomponga. Y si la han embalsamado entonces no se trata de muerte natural sino que ahí alguien mató y escondió el cadaver embalsamándolo. Además 35 años sin que el departamento dé señales de vida, eso no ocurre en lugares donde la pobreza es una como la de Croacia. Un departamento abandonado en esas poblaciones es una tentación. Yo creo que Hildebrandt debió corroborar esta noticia antes de lanzarse a elucubrar sobre que la televisión mata y demás, noticia que aunque venga de la CNN, puede ser como el caso ese del pianista amnésico que todo fue un cuentazo y Hildebrandt se comió esa noticia con piano y pedales.
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