viernes, 6 de noviembre de 2009

Perogrullo nos defiende

“Se aprovechan de la situación. Nuestros soldados están en sus bases y los terroristas atacan desde lejos. Atacan a mansalva y en cualquier momento”.
Esta frase no proviene de un retrasado mental ni de un amante de las obviedades y ni siquiera de Perogrullo, aquel que decía que nadie podría ver las estrellas al mediodía.
Esa frase pertenece al repertorio del señor ministro de Defensa, don Rafael Rey, y fue dicha ayer como glosa de lo ocurrido en Vizcatán: un soldado muerto y otros cuatro heridos a causa de un ataque neosenderista.
Con lo que ya van 41 efectivos del ejército asesinados por la pandilla de alias José en los últimos meses.
Y claro, señor Rey, que las bases del ejército no se mueven (porque por eso se llaman bases) y que las guerrillas sí se mueven (porque por algo son guerrillas) y por supuesto que los irregulares aprovecharán siempre la ventaja de su naturaleza evanescente y desde luego que atacarán a mansalva y lo más lejos que puedan –o lo más cerca si de una emboscada se trata-.
Porque lo que pretende una guerrilla es escoger un escenario propicio y jaquear a las tropas oficiales llevando la iniciativa, demostrando temeridad y desmoralizando al adversario.
Una guerrilla es un matorral que dispara, un árbol que ejecuta, un señuelo que cuesta vidas, un recodo de plomo.
Así fue desde los tiempos de David –cuando los ejércitos judíos combatían exitosamente en contra de los cananeos- y así lo creyó Sun Tzu nada menos que cinco siglos antes de Cristo, cuando en “El arte de la guerra” teorizó, precisamente, sobre el modo de imponerse desde la sorpresa y la velocidad de movimientos.
Es más, Sun Tzu fue el primer ensayista que escribió sobre el papel de la inteligencia militar y lo hizo, con su habitual brillo, en el capítulo 13 del libro, aquel titulado “Sobre el uso de los espías”.
Como se sabe, la versión que hoy conocemos de “El arte de la guerra” es una síntesis y todo apunta a que cada capítulo de la edición que occidente conoce fue en realidad un libro en la versión ancestral.
De modo que cuando don Rafael Rey nos habla, entre la furia y la conmoción, de “la alevosía de los narcoterroristas” lo que está demostrando es que de Defensa no sabe nada y que de manuales antiguerrillas sabe todavía menos y que el papel que cumple es el de guardia suizo del Vaticano fungiendo de ministro en el ministerio que debiera librarnos de la amenaza neosenderista.
Pero si el ministro de Defensa es un amateur y un comandante en jefe de la nada, lo menos que podría hacer el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas es poner las cosas en su sitio.
Y la única manera de hacerlo es replanteando la estrategia en el Vrae. Ese cambio se logrará retomando la iniciativa del combate, renunciando inclusive al concepto de las bases con tal de quitarle al enemigo la ventaja de la predictibilidad, desplegando enérgicas acciones de inteligencia, recuperando el uso del espacio aéreo, poniendo al día el sistema de comunicaciones entre las patrullas y el mando central y, sobre todo, ganándose a la población a través de una benévola presencia del Estado –precursora de proyectos de desarrollo que, más tarde, reciban beneficios tributarios especiales y demanden mano de obra intensiva-.
Si hacemos todo ello, es probable que en un plazo no menor de cinco años podamos decir que el boscoso santuario de Sendero ha sido derrotado.
De lo que podemos estar seguros por ahora es de que la presencia de Rafael Rey en el sector Defensa es algo que alias José nunca terminará de celebrar.
Y cuando nombro a alias José me refiero también a aquella izquierda ambigua –felizmente microscópica- que sigue creyendo que la solución maoísta es la que el Perú se merece.

1 comentario:

AYAR dijo...

Y las recomendaciones de la "Comision de la verdad" ?, que la represion no hace mas que que sigan evolucionando en lo mismo , algunos sectores de la poblacion del Peru.
http://www.cverdad.org.pe/
"Un pais que olvida su historia esta condenado a repetirla", no olvidar esto es lo unico que salvara al Peru de la amenaza del terrorismo.
saludos.