Se llama Orden Internacional y consiste en que condenan a tres años de cárcel a Muntadhar al-Zeidi, el periodista que lanzó un zapatazo a George Bush, pero nadie condena a George Bush, que lanzó cientos de miles de bombas sobre Irak y Afganistán y mató a miles de civiles de esos dos países.
O sea que una cosa es un zapato que no da en el blanco y otra miles de bombas que sí aciertan el blanco –aunque ese blanco sea un solar familiar, la celebración de una boda que se confunde con un aquelarre terrorista o un edificio de departamentos donde se presume que vive un sospechoso-.
El Orden Internacional consiste en que a Radovan Karadzic, el asesino de musulmanes en Bosnia Herzegovina, lo persiguen por criminal de guerra y lo capturan (qué bueno), pero a Ariel Sharon, asesino serial de niños palestinos, lo nombran primer ministro y lo lloran cuando le da una embolia.
¿Y será Orden Internacional que la ONU sea esa vieja espectral que nadie respeta, a punto tal que cuando su secretario general estaba en Jerusalén la aviación israelí incendió los almacenes de la organización mundial en Gaza?
Es cierto que el Orden Internacional ha sido siempre, desde que exterminamos a los Neanderthal, una expresión de nuestra animalidad depredadora.
Lo que pasa es que ahora el arte de matar en masa ha llegado a estadios magistrales y, claro, eso hace una diferencia de hemorrágicas consecuencias. Una cosa era el combate cuerpo a cuerpo de romanos y germánicos en las cercanías del Rin y otra es una bomba de racimo puesta en un cohete inteligente que llega a tu cuadra casi por Federal Express. Y, además, cuando nos comíamos a los Neanderthal no pregonábamos que éramos civilizados.
Una recientísima muestra del Orden Internacional ha sido lo que ha pasado con España y Kosovo.
En un inusual gesto de independencia y dignidad, el gobierno español ordenó que sus 600 efectivos salieran de Kosovo, la antigua provincia serbia que Estados Unidos y sus aliados han convertido a la fuerza, y ante el cadáver de Yugoslavia, en un país oficial.
Como ustedes saben, la provincia de Kosovo se autoproclamó república independiente en febrero del 2008 y, de inmediato, fue reconocida por los Estados Unidos y los países que más le sirven, esos avecindados en lo que alguna vez fue la Europa de los Medici.
La independencia de Kosovo vino después de que las tropas de la ONU y la OTAN, heterónimos pomposos de Washington, libraran una guerra breve y feroz en contra de los serbios de Milosevic. El pretexto fue que Kosovo, cuna histórica del pueblo serbio, estaba lleno de albaneses. Que es como decir que el estado de La Florida debía ser parte de la república de Cuba o que Tarapacá mereció ser chilena por la presencia extendida de súbditos de Chile en sus parajes.
En fin, que Kosovo es un país falso, tan inventado como Panamá cuando al bruto del garrote se le ocurrió que el Canal debía de hacerlo en una colonia surgida de su imaginación y no en una provincia colombiana sujeta a las leyes de Bogotá (los deudos de los 20,000 trabajadores muertos en la obra no merecieron la indemnización que Colombia habría planteado).
Lo surrealista es que España no reconoce a Kosovo como república independiente. Y no lo hace porque los nacionalismos vasco, catalán y hasta el gallego tienen vocación centrífuga y puede ser que algún día el síndrome de Kosovo prenda como epidemia en esas autonomías. Y ya veremos quién bombardea a quién.
Entonces viene la pregunta: si España no reconoce a Kosovo, ¿qué hacían sus tropas en Pristina, la capital de aquel país fraguado en Washington, cuidando precisamente de que a Kosovo no lo vaya a retar el revanchismo serbio? ¿Estás cuidando las fronteras de un país que has negado? ¿Se puede ser más idiota?
¿Qué hacían las tropas españolas en Kosovo? Pues cumplían órdenes de la OTAN, el portaaviones de los Estados Unidos más gran del mundo.
Así que cuando la ministra de Defensa española, Carmen Chacón, anunció hace poco que las tropas españolas se retirarían de Kosovo nada pudo sonar más coherente ni más sensato ni más decente.
Bastó que eso ocurriera, sin embargo, para que Washington dijera de inmediato que la actitud de España “era decepcionante”. Y bastó que la Casa Blanca abriera la boca para que la derecha española pusiera el grito en el cielo y dijera que no se podía poner las relaciones con los Estados Unidos en peligro, que Carmen Chacón había sido una irresponsable y que qué buenos fueron los tiempos de la rana René, o sea Aznar en las Azores y babeando inglés en Georgetown.
¿Y qué hizo Rodríguez Zapatero? ¿Respaldó a su ministra, que, evidentemente, sólo había expresado una decisión tomada en La Moncloa?
No sólo no la respaldó sino que mandó a Bernardino León, secretario general de la Presidencia, a decir que ya no había retiro y que la voluntad de España “es prolongar la estancia de las tropas mientras sea necesario”.
¿Se puede ser más insignificante? Bueno, sólo si hablamos de gobiernos como el de las Islas Marshall, un archipiélago radioactivo donde los Estados Unidos reventaron 67 bombas atómicas en la posguerra y cuyo producto de bandera es el cheque que Estados Unidos le pasa cada año para que sus 52,000 habitantes se sigan divirtiendo llenándose el cuerpo de tatuajes y hectolitros de alcohol.
Eso también se llama Orden Internacional. Ese orden que Alan García, hijo político de un ciudadano del mundo llamado Haya de la Torre, mira con miedo reverencial. El miedo de quien, ya sexagenario, tomó la decisión más importante de su vida: obedecer.
El tango “Cambalache” no era un tango. Era pura sabiduría. Y no lo escribió Santos Discépolo. Lo escribió Nostradamus.
martes, 24 de marzo de 2009
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4 comentarios:
como comandante en jefe del ejército, el ex presidente George W. Bush fue el responsable de los ataques estadounidenses contra los hospitales de Iraq y Afganistán, del maltrato a que se sometió tanto a su personal como a los pacientes y de que, además de éstos últimos, la población en general de esas dos naciones no pudiese disponer de suministros sanitarios, según manifiesta el Dr. Haas, una autoridad en crímenes de guerra.
La administración Obama continúa perpetrando u no de los más infames crímenes de guerra de Bush: alimentar a la fuerza a los prisioneros, en violación de la ética médica y del Protocolo I de las Convenciones de Ginebra de 1977, señala el experto.
En un nuevo libro en que recopila los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses, “ George W. Bush, War Criminal ?” (Praeger), el escritor y científico político Michael Haas escribe:
“ E n 2001, el hospital infantil de Kabul fue bombardeado, atacándose también el de Herat (ambos en Afganistán), lo que causó alrededor de cien muertos. El hospital Al-Nouman, en Bagdad, fue alcanzado por los bombardeos iniciales de 2003, provocando la muerte de cinco personas” y el Centro Central de Salud en Faluya (Iraq) fue bombardeado en noviembre de 2004, matando a treinta y cinco pacientes y a veinticuatro empleados del hospital.
Además, el Hospital de Urgencias Nazzal, en Faluya, dirigido por una organización de beneficencia de Arabia Saudí, “fue reducido a escombros”, escribe Haas, y cuando las tropas estadounidenses entraron en el Hospital General de Faluya, obligaron a todos los empleados y pacientes del mismo a tumbarse boca abajo en el suelo, atándoles las manos a la espalda.
Los actos anteriores violaron la Convención de la Cruz Roja de 1864, que estipula que “ se reconoce la neutralidad de las ambulancias y los hospitales militares… y los beligerantes deberán protegerlos y respetarlos mientras haya un solo enfermo o herido en ellos”. Esos actos violaron también la Convención de Ginebra de 1929, que afirma que el personal que atiende a los heridos “será respetado y protegido en cualquier circunstancia”.
Pero hay más, el 4 de marzo de 2007, los marines estadounidenses se fueron del campo de batalla en Jalalabad (Afganistán), “sin atender a las personas a las que habían herido”, escribe Haas y, en julio de 2008, los soldados estadounidenses impidieron que aldeanos afganos rescataran a los heridos civiles para poder llevarles al hospital. Esto viola el artículo de la Convención de Ginebra de 1949, que afirma: “Se recogerá y cuidará a los heridos y enfermos”.
Haa s señala también que el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld emitió una orden negando a los prisioneros el derecho a que los visitara un médico durante seis semanas, desde el 2 de diciembre de 2002 al 15 de enero de 2003, en oposición a lo que señala el artículo 15 de la Convención de Ginebra de 1949: “La potencia que retenga prisioneros de guerra está obligada a proporcionar de forma gratuita todo lo necesario para su mantenimiento y para los cuidados médicos que requiera su estado de salud”.
H aas escribe que los prisioneros que sufrían asma, diabetes, dificultades coronarias, hepatitis, heridas en las piernas y otras enfermedades se quedaron sin recibir tratamiento alguno en los países de Oriente Medio invadidos por EEUU, y que a los prisioneros en Guantánamo se les negaron las visitas médicas con objeto de “inducirles a la cooperación”.
“ Las instalaciones médicas, medicinas, personal y suministros fueron inadecuados para el inmenso número de prisioneros en Abu Ghraib (Iraq)”, escribe Haas, y los prisioneros en Guantánamo fueron alimentados a la fuerza a pesar de que la Declaración de Tokio de 1975 prohíbe a los médicos que interfieran sanitariamente con quienes no quieren seguir alimentándose.
Y aunque la Convención de Ginebra de 1949, artículo 55, afirma: “La potencia ocupante tiene el deber de asegurar los suministros médicos y alimentarios de la población”, los vetos británico y estadounidense en el Consejo de Seguridad bloquearon el envío de 500 millones de dólares en fondos de la cuenta de Iraq en Naciones Unidas “petróleo por alimentos”. En su lugar, desviaron el dinero a la Autoridad Provisional de la Coalición (APC), “que no adquirió los suministros que se necesitaban”, escribe Haas…
Y aunque la Convención de Ginebra de 1949, en su artículo 56, afirma: “Se permitirá que el personal médico de cualquier categoría desempeñe sus funciones”, el 23 de mayo de 2003, la APC despidió a todos los empleados del gobierno iraquí de alto nivel, incluido el personal médico. “El mejor hospital de Bagdad fue convertido en un hospital militar estadounidense”, escribe Haas, y el administrador sanitario enviado por la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), el Dr. Frederick Burkle, fue despedido después de una semana “porque carecía de contactos políticos…” Haas añade que la persona que le sustituyó “no autorizó los fondos necesarios para las salas de urgencia que tenían que tratar a las víctimas de la insurgencia, el problema médico más importante en aquel momento”.
Según Haas, un médico belga que visitó veinticinco instalaciones médicas en abril de 2004, concluyó: “Desde que acabó la guerra, no ha llegado a ninguna parte material nuevo alguno”, y que no había instrumental estéril en el hospital de Al Nour, “como consecuencia de lo cual todos los pacientes con quemaduras importantes están condenados a la muerte”.
Haas afirma que “el resultado principal de la nefasta ocupación de Iraq es una destrucción total de la sanidad pública”. Señala que las autoridades estadounidenses “redujeron el número de medicinas disponibles mientras ocupaban el país” y que los niños continuaban siendo víctimas de la leucemia porque el ejército estadounidenses “se negaba a utilizar contadores Geiger para localizar y eliminar los restos de artillería que contienen uranio empobrecido a pesar de los ruegos de la OMS. En materia de salud, los estadounidenses se han posado como una plaga de langosta sobre Afganistán e Iraq”, concluía Haas.
El libro de Haas enumera 269 categorías distintas de crímenes de guerra de los que es responsable el anterior presidente George W. Bush. El libro está redactado para que cada categoría y el correspondiente y aplicable estatuto de crimen de guerra aparezcan juntos. Aunque esos crímenes acerca de las torturas y la ausencia de proceso debido son bien conocidos, el libro de Haas incluye una amplia serie de violaciones y crímenes de guerra desde la falta de respeto del marco legal de los países invadidos a l fracaso a la hora de liberar con prontitud a los prisioneros de guerra y al fracaso a la hora de proteger las propiedades públicas.
- El perú fue y será una porquería ya lo sé, en 1985, en 1990 y el 2001 también, que siempre ha habido leones alegrosos, garridos leccas, donjuanes garcias,
contentos y enriquecidos, valores y mermelada.
- Pero que el siglo veintiuno es un despliegue de maldá insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un muladar y en el mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser traidor como vladi, ignorante como la beteta y el alcalde de tacna, sabio como tongo, generoso como rómulo ante sus mujerzuelas , estafador como leon rupp.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro como gustavo espinoza que un gran profesor como luis alberto sanchez!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao y superao...
Si uno vive en la mazmorra
y otro roba en su ambición lobbysta, da lo mismo que sea cura como cipriani el cojudo,
colchonero como baruch el judio, rey de bastos como garcía,
caradura como venero o polizón como la cabanillas.
- ¡Qué falta de respeto, qué meada a la razón mejor señorzuela irribarren bajese el calzón!
¡Cualquiera es un señor,cualquiera es un ladrón, cualquiera es un huevón, cualquiera con carnet aproso hace su faenón!
Mezclaos con Stravinsky van don Omar y el grupo cinco,
don Nicolas de Bari y Napoleón, Martin rivas y San Martín.
- Igual que en la vidriera apestosa de los cambalaches se ha mezclao la vida las cuchi cusman y las nores,y herida por un hueco sin remache ves llorar las arcas públicas contra un gran caimán.
¡Siragusa como es la mía!
¡Jorgito Hicimos un gran faenón!
¡Hernán te regalo este rollex!
Una década después de la guerra "liberadora" de Kosovo, el Primer Ministro de Italia, Silvio Berlusconi, a quien nadie puede acusar de "comunista", sale iracundo a una conferencia de prensa y literalmente vomitando de asco dice que la guerra de Kosovo fue una monstruosidad cometida contra el pueblo serbio con la participación vergonzosa de Europa.
Berlusconi llamó “infamia” que los países del hemisferio Occidental reconocieran alegremente a la República Independiente de Kosovo.
“Esa guerra -dijo- ha sido una verdadera infamia militar y de propaganda”..!
Lo interesante, lo que debiera hacer reflexionar, es que el multimillonario italiano, dueño de una cadena de hoteles, club deportivos fútbol (Milán), cadena de televisión etc, acusado, incluso, de ser cabecilla de una mafia y bla, bla, bla, es el Primer Ministro de ese país del Primer Mundo, no es ningún "comunista" quien hizo esta denuncia
Enterado de esta “bomba” mediática que la prensa nacional e internacional sospechosamente esconde, ¿no sería interesante indagar sobre la idoneidad de los corresponsales que cubrieron la guerra de Kosovo ahora que el Primer Ministro de Italia la acusa de “infame”..?
Que destacados “periodistas” que cubrieron ese conflicto sólo vieran las glorias de los bombardeos gringos pulverizando una nación sin capacidad de respuesta, hace legitima nuestra pregunta: ¿Fue en realidad lo que realmente vieron..?
¿Vieron sólo cuanto escribieron, nada quedó en el tintero o en vuestras conciencias..?
El informe de la ex fiscal suiza, Carla Del Ponte, fiscal encargada de la Naciones Unidas sobre las ATROCIDADES de la guerra de Kosovo fue el detonante que hizo explotar a Berlusconi. La señora Del Ponte, actual embajadora de su país en Argentina, concluida sus investigaciones en el epicentro de la guerra, ha escrito el libro ‘The Hunt’ que acaba de salir al mercado.
El libro de Del Ponte es escalofriante, habla de una parte macabra de la guerra que curiosamente los periodistas que cubrieron el conflicto "no vieron". Una vergüenza.
Al finalizar la guerra de los Balcanes en 1999, los separatistas albanos de Kosovo a quienes los serbios brindaron refugio en su territorio, de pronto quisieron apropiarse de ese sector de la antigua Yugoslavia y plantearon abiertamente separarse. El hemisferio Occidental apoyó en solidaridad con Washington a los separatistas albaneses llamados "independentistas".
El informe de la fiscal Carla Del Ponte narra no sólo las matanzas por placer a cientos de serbios que habían perdido la guerra fundamentalmente por los bombardeos norteamericanos, sino que explica en detalle la suerte de cientos de ellos que fueron secuestrados por los triunfadores albanos para contrabandear con sus órganos humanos que vendieron a clientes adinerados alrededor del mundo a través del Internet. Tal fue el escándalo que los EEUU prohibió la venta de órganos humanos por el Internet y puso filtros en la red para dar con los infractores.
El día de hoy (24 de Marzo 2009) el ministro de RREE de Kosovo, Vuk Jeremic, ha manifestado que El Vaticano enfáticamente ha dicho que no piensa reconocerlos como estado independiente.
Aquí la nota:
http://glassrbije.org/S/index.php?option=com_content&task=view&id=2063
Radio Srbija
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Y así informó la prensa gubernamental serbia:
BELGRADO: INVESTIGACION DE LOS ALEGATOS SOBRE LA VENTA DE ORGANOS DE LOS SERBIOS SECUESTRADOS
26.03.2008.
El Consejo para Crímenes de Guerra del Tribunal Distrital de Belgrado, ha iniciado la investigación con motivo de las afirmaciones de la ex fiscal jefa del Tribunal de la Haya, Carla del Ponte, de que integrantes del Ejercito Liberador de Kosovo (UCK) vendían en 1999 los órganos de los serbios kosovares secuestrados. La Fiscalia para Crimenes de Guerra ha comunicado que esta verificando las informaciones de que durante los conflictos de 1999 terroristas albaneses secuestraron a mas de 300 serbios y que los transportaron a campos de prisión en Albania, donde a los prisioneros se daba muerte y luego se los usaba para la venta en el mercado negro. Carla del Ponte indico en sus memorias recientemente publicadas que durante la investigación de los crímenes de los integrantes de UCK, a la Fiscalía del Tribunal de la Haya se informo que los individuos secuestrados en los conflictos en Kosovo y Metohia eran victimas de la operación se contrabando de órganos humanos
Aquí en enlace:
http://www.glassrbije.org/index.php
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El 4 de abril del presente año Human Rights Watch escribió al Primer Ministro de Kosovo, Hashim Thaci y al Primer Ministro Albano, Sali Berisha pidiéndole que se abriera una investigación inmediata bajo la supervisión internacional. Ambos mandatarios ignoraron la misiva aduciendo que las alegaciones de la fiscal Carla Del Ponte son insustanciales. Washington, of course, no ha dicho nada.
De acuerdo a informaciones periodísticas recogidas de primera mano, se sabe que los albanos secuestraban a sus víctimas serbios y los mantenían en locales convenientemente acondicionados. Tenían distintos alojamientos, incluidos apartamentos en las ciudades de Kukes y Tropoje. A diferencia de otros cautivos que eran severamente torturados, las fuentes informaron a la fiscal Carla Del Ponte, que los prisioneros jóvenes y de aspecto saludable, eran bien alimentados, con frecuencia examinados por doctores y jamás fueron golpeados.
Los secuestrados, en un número indeterminado que se desconoce pero se habla de varios cientos, fueron posteriormente transferidos secretamente a casas de alojamiento en el centro de la ciudad de Burrel de Albania, donde profesionales de la medicina después de doparlos, extrajeron a los cautivos sus órganos internos. Estos órganos fueron transportado fuera de Albania desde el aeropuerto de la capital Tirana. La mayoría de las víctimas fueron serbios que misteriosamente desaparecieron después de la llegada a Kosovo de los cascos azules de las Naciones Unidas y las Fuerzas de Paz de la OTAN.
Muchas de las víctimas fueron mujeres serbias, de Rusia y de países eslavos.
En febrero del 2008 la Asamblea de Kosovo declaró su independencia como la República de Kosovo, rápidamente 52 países miembros de las Naciones Unidas, entre ellos Perú, lo reconocieron como un miembro más de la ONU.
Cartago
Gracias a César Hildebrandt por describir y aclarar tan bien la situación de Kosovo.
Una serbia
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