domingo, 23 de noviembre de 2008

Tres pesadillas inventadas

-UNO-

El 21 de agosto de 1998 el señor Carlos Álvarez tuvo una pesadilla espantosa. Soñó que los tiempos de la dictadura se ponían más feos que nunca -el miedo se veía en todas las caras-, que la calle se ponía más dura todavía y que él terminaba en el canal del Estado contratado por un tipejo que atendía con el torso apenas cubierto por un bividí mugriento, muy al estilo del Toni Corleone, el hijo del Padrino.
En la pesadilla, un Álvarez ruin denigraba a los adversarios de la dictadura y adoptaba el abecé ideológico de un íncubo llamado Chino Maldito. Pero eso era al final.
Al comienzo, guiado por el hombre del bividí, Álvarez fue adentrándose -en la pesadilla, se entiende- en una especie de palacete de Santiago de Surco, un adefesio arquitectónico salido de la cabeza de un parchador de llantas.
-Chino Maldito va a empezar un discurso -dijo el hombre del bividí-. Tienes que oirlo para entender cómo debe ser tu nuevo programa en el canal del Estado.
En efecto, un hombre de ojos orientales y con la cara salpicada de cráteres se disponía a hablar ante un tumulto de mujeres en sostén y hombres -para redundar- en bividí.
-El Perú -dijo el hombre que se parecía a Tojo-, es un lodazal oceánico donde sólo deben de sobrevivir los anfibios, una chacra donde, gracias a Dios y el esfuerzo de todos, la mentira ya es una religión, el latrocinio un mandamiento, el asesinato un servicio postal, la falsificación un tic, Laura Pozo un vertebrado, la manopla una alhaja, la puñalada una instancia judicial y la adulación rastrera el único pasaporte que reconoceremos...
Los descamisados aplaudían a rabiar y miraban a Álvarez, que también empezaba a aplaudir.
Pero la pesadilla no terminaba allí. Seguía con Álvarez en Canal 7 burlándose de los opositores, franeleando a Chino Maldito, haciendo alusiones a la homosexualidad presunta de un combatiente de la dictadura y, en fin, convirtiendo su propio talento en un chancay de a 20 pisoteado por una barra brava.
-¡Me he convertido en una puta!- gritó Álvarez en la pesadilla.
Entonces, también en la pesadilla, un montón de putas salieron de todos los rincones y empezaron a perseguirlo tirándole piedras y zapatos con taco aguja y mazos de naipes del Tarot.
-No nos insultes, Álvarez -gritaban las putas-: nosotros somos putas por necesidad. Tú eres puta porque te da la gana.
Álvarez corría menos rápidamente de lo que debía -eso pasa en todas las pesadillas- y al fin era alcanzado por ese puterío en armas que lo descuajeringaba, lo troceaba y lo desaparecía.
Álvarez despertó sudando de ese sueño profético. Despertó porque el teléfono había timbrado. Lo llamaba un empresario de caravanas que, además, era dueño de un burdel muy famoso. La llamada era para contratarlo.
-¿Para las caravanas? -preguntó Álvarez.
Un largo silencio fue la respuesta.

-DOS-

Gustavo Mohme Llona se sobresaltó con muchas pesadillas a lo largo de su vida, pero ninguna como la de una tarde-siesta en la que soñó que un hijo suyo heredaba el periódico.
Vio a ese hijo sentado en la silla del director tomando un extraño brebaje que lo llenaba de pelos y convertía su voz de Televisa en un rugido de cachaco.
-¡Que me traigan “El Popular”! –gritaba ese hijo.
Y se lo traían. El hijo lo revisaba, se detenía en los traseros, en las ciénagas de la farándula y en las vicisitudes de la sangre de las páginas policiales.
-¿Por qué no hay una sola violación? –preguntó el hijo (en la pesadilla, por supuesto).
Quien hacía de director de “El Popular” le respondió:
-Ya sacamos la misma tres veces. Y la gente ha empezado a darse cuenta-.
-¡Carajo, búsquense otra, consíganse otra violación! -bramó el hijo de Mohme Llona.
-¿También la ponemos tres veces? -preguntó el director, que había dejado un poco de masa encefálica en aquel bar sin puertas al que acudía, puntualmente, todas las noches desde hacía 43 años.
La pesadilla continuaba cuando el hijo, al que tanto amaba, tomaba otro brebaje y recuperaba su lampiña serenidad. Así es como entraba a las oficinas de “La República”, el diario que seguía siendo, gracias a la presión de sus otros hijos y a pesar de algunos lúmpenes taurófilos, una publicación respetable.
Por esa magia un tanto maligna de los sueños, Mohme Llona pudo saber más de su hijo-director gracias a la adivinación telepática. Mohme Llona supo entonces que aquel hijo, a quien tanto le debía, era ahora socio de los Miró Quesada y que se había vuelto millonario y había hecho ricos a sus hermanos (todo lo que él soñó pero jamás pudo lograr).
Y en la pesadilla, que ya no lo parecía tanto, este hijo, mucho más prodigioso que pródigo, había logrado hacerse accionista de Canal 4 sin poner un solo centavo (gracias a la mediación de Toledo, a la generosidad de Bertini y al olvido en mancha de sus visitas al SIN para hablar con Montesinos de los problemas con Ecuador, los descubrimientos de Magallanes y la teoría cuántica de la incertidumbre).
Al final del sueño, sin embargo, una pincelada de tristeza agitó aún más al soñador Gustavo Mohme Llona. Sentado a solas en su escritorio de nuevo engreido del establecimiento, el hijito de Mohme Llona pensaba dónde podría conseguir un brebaje que le permitiera escribir y dónde un antídoto que le permitiera leer.
Mohme Llona despertó sudando copiosamente.

-TRES-

Frankenstein gritó expulsando partículas de óxido. Desde el fondo de esa garganta sopleteada y tergiversada, salió un alarido que lo despertó.
¿Lo despertó? ¿Es que ese cuerpo plagado de costurones zafios estaba despierto en algún momento?
Lo cierto es que Frankenstein creyó haberse despertado bajo el imperio del terror.
Había soñado que se convertía en Laura Pozo y que le daba un beso en la boca al asesor de Chino Maldito.
Como es de suponer, Frankenstein le temía a muy pocas cosas. Las dos más importantes eran el desamor y Laura Pozo (y ni siquiera en ese orden).
Combatía el desamor robando cadáveres con fines que no es menester precisar, pero contra Laura Pozo no tenía defensa.
La había conocido en un festival de donantes involuntarios de órganos y fue, auténticamente, horror a primera vista. Frankenstein admitió muy pronto la superioridad de ese ser que hedía sin estar, mataba sin ver, chupaba la sangre con cañita, degollaba con bufandas de seda, envenenaba el árbol del curare, prosperaba sólo en la sombra, se maquillaba con cal viva, aseguraba con pruebas que Tutankamón había sido impotente y juraba, con vídeos de respaldo, que era la amante del asesor de Chino Maldito.
Y ahora Frankenstein había soñado, después de haber visto la película Transformers, que un día amanecía de espaldas, sobre la caparazón de Laura Pozo, con la cara de roquera asesina de Laura Pozo, las casacas con lentejuelas de Laura Pozo y las argumentaciones de metralla de la mente inagotablemente criminal de Laura Pozo.
-Ay -gimió Frankenstein-. Una tuerca cayó desde su improvisada glotis.
Arrastrando los pies, fue hasta el baño. Se miró en el espejo. Hizo una gárgara de aceite de oliva, sacudió su brazo izquierdo y sacó sus abdominales al jardín, para que tomaran el sol. El día parecía encarrilarse a la normalidad y terminaría, como casi siempre, en el cementerio. Pero tuvieron que pasar muchas horas para que Frankenstein empezara a olvidar aquella pesadilla.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Para los que no se han dado cuenta. Gustavo Mohme Seminario, OCULTÓ su visita al SIN de montesinos a su padre porque en realidad hizo un TRATO con el ex-capitán traidor a la patria. Ya es sabido que en esos tiempos los diarios estaban siendo acosados por la sunat y poco a poco iban cayendo como moscas y otros se alinearon al FUJIMONTECINISMO. El diario la República estaba en bancarrota y es por eso que Gustavo Mohme hizo ese trato con montesinos para salvar su diario ("había que pagar las cuentas del diario")
Montesinos favoreció con contrato millonario a empresa de Mohme Seminario Este reportaje revela un contrato de más de 7 millones de soles otorgado por el Estado, en tiempos en que Vladimiro Montesinos, a Gustavo Mohme Seminario. Se pagó dicha cifra a Mohme Seminario para que su empresa constructora construyera un aeropuerto en la frontera con Colombia.

Humano 666 dijo...

-Uno-
Es un acto literario para crucificar a un payaso, al terminar la lectura me imagine a un pobre bufón exhalando su último aliento, me da pena Álvarez, esta vez me hizo llorar, lo único que le queda es volver a pedir perdón y "reir"

-Dos-
Hasta donde puede llegar la baja moral ante la banca rota.

-Tres-
Me hizo reír mucho, Hildebrandt tiene un gran talento.

Saludos desde Arequipa

Aquiles Martin dijo...

Todo exquisito como siempre señor Hildebrandt pero, ¿Tony Corleone? Creo haber visto El Padrino y por el bividí supongo que se refiere al querido y explosivo Sony o Santino.
Saludos muy buenas sus columnas, es decir sus posts.

Miguel González Aranda dijo...

Me gustó tu blog. Te invito a que visites el mío:
http://miguelgonzalezaranda.blogspot.com

Un saludo

Anónimo dijo...

Perdonen por cambiar de tema pero quiero dar unos datos:
Don César se acuerda de la empresa de lácteos LA CERENISIMA(auel de los duendesitos)sus verdaderos dueños eran:Alan Garcia y Remigio Morales Bermudez;lo asqueroso del tema es la manera como desaparecio de la faz de la tierra.Un supuesto comando de SL destruyó la fábrica(como en LAIVE)faltando pocos dias para que Alan dejara la presidencia.Cualquier buen empresario reconstruiria su planta(misma LAIVE),pero no,desaparecio.Investiguelos don César por favor.Gracias

Anónimo dijo...

Por favor, si pueden indicar en este blog, el link, para acceder a los videos referentes a la forma de EEUU para entrar en guerras, que no puede anotarlos ayer
Gracias,