Me envía Javier Valle Riestra un libro de 741 páginas titulado “Manual de los derechos humanos” (Ediciones Jurídicas, noviembre del 2008) y me lo envía con una dedicatoria fervorosamente inexacta: “A mi genial antipatizante César Hildebrandt”.
Este tocho con pinta de imprescindible, este mamotreto que suena a río, este río que trae piedras caídas de una montaña de conocimientos, le sirve al jurisconsulto Valle Riestra para hacer benévolo abuso de su ingenio dedicatorial.
Sin tomar en cuenta ni remotamente lo de genial, que es un cumplido versallesco, debo desmentir, con energía, lo de antipatizante.
Valle Riestra, al contrario, me simpatiza. Es un barroco de palabra y un duelista que se ha quedado sin contendores. Y a mí los barrocos me caen bien porque el barroquismo, aunque chirríe y a veces linde con la cursilería, siempre demandará cultura, riqueza de léxico, amor por el oxímoron y comercio con otras depravaciones del idioma.
No conozco a ningún barroco que provenga de la vulgaridad. Valle Riestra, como Max Hernández, vienen de la sofisticación, aunque el jurista haya llegado al cinismo filosófico y Max se haya quedado en agonista y dramaturgo de su propia existencia.
Y si los barrocos me caen bien porque los siento cofrades, los duelistas que se han quedado solos –al revés que en el cuento largo de Conrad- me caen todavía mejor. Y eso es lo que ha pasado con Valle Riestra, que es viudo de Congreso y huérfano de memoria parlamentaria.
La verdadera razón por la que Valle Riestra quiere largarse de ese Congreso donde Raffo y Espinoza no son incidentales, es porque no ya no tiene con quién polemizar. Instalada la afasia involuntaria y la grisura con diplomas, lo que reina en el Congreso es el silencio.
Ya no están los que debieran de estar y están, en grandes sumas, los sobreros. De tal modo que Valle Riestra es un espadachín a solas y un polemista sin remedio enfrentado a la propia sombra. Un sobreviviente, en suma, que va al salón de los pasos perdidos y no encuentra a nadie.
Valle Riestra es, fundamentalmente, un solitario que le dio vacaciones a su hurañez dejándose amar por algunas mujeres. Y es, por supuesto, un aprista que se quedó sin Apra, un hayista que no se resigna a Alan, un niño bien que jugó a la revolución siempre y cuando la revolución se quedara en discurso de Haya y en emoción retórica.
Si Washington Delgado quiso construirse un Perú con palabras, Valle Riestra es el arquitecto de la revolución que no se hace (porque eso cuesta sangre y mil probables infamias) pero que se lee y, ante todo, se escucha.
Así huyó Valle Riestra del sonsonete bruto de las derechas. Es más, si la derecha peruana hubiese estado llena de personajes como Riva Agüero, Valle Riestra no se habría movido de ese balcón aristocrático de los González Olaechea. Porque el tribuno no se hizo aprista leyendo la prosa pesada e imperfecta de Haya sino escuchando al líder que inventaba la eternidad con cada párrafo. Valle Riestra, como Haya, corresponden a la fase oral del marxismo latinoamericano.
Dicen que García es un gran orador. Lo dicen los que jamás escucharon a Haya, que no es que hablara sólo bien sino que tenía la prudencia de llenar de sentido las palabras. Haya no era un parlanchín en trance sino un hombre de ideas en un país en el que jamás interesaron las ideas. Su desmoralización final empezó con ese primordial desencuentro.
Valle Riestra tiene la nobleza de la decadencia ilustrada. Es un fin de época, el último ejemplar de una raza de políticos que asaltaron en su niñez las bibliotecas y se hicieron adictos al buen decir, aunque al final no tuvieran a quién decírselo.
Pertenezco a la generación de García y alguna vez fui hasta su amigo. No obstante, hay en la mirada de García un paisaje de dunas muertas, un ruido de borborigmo y un apagón de todas las ilusiones. Valle Riestra, a pesar de sus mil contradicciones, más allá de su condición de rara avis in terris, luce ahora más vivo y más prójimo que ese líder vencido por las circunstancias.
Así que, como se ve, no soy antipatizante de Valle Riestra. Ambos somos duelistas que, para nuestro tormento, nos hemos declarado la paz.
sábado, 6 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Las razones por las cuales Javier Valle Riestra defiende la inocencia de Alberto Fujimori, que se dan después de que el congresista visitara a Fujimori en su encierro en la Diroes, van quedando claras. Y van quedando claras, de la misma manera como queda claro que su agitada vida política ha estado siempre llena de ambigüedades.
Son innegables los grandes dotes intelectuales que ostenta Javier Valle Riestra, como connotado constitucionalista y notable abogado. Pero en el plano político es muy diferente.
En su trayecto político, Javier Valle Riestra siempre ha sido muy controversial y polémico. El “tribuno de polendas” como algunos lo llaman, siempre se ha sentido atraído por el protagonismo, usando muchas veces su condición de abogado como excusa para entrar a la controversia. Y su vida política no ha sido ajena a esa aspiración, “estar vigente”, y que fue esa excesiva búsqueda de protagonismo, el que lo llevo a cometer los más diversos e infelices deslices.
Esta peculiar situación (buscar y cobrar protagonismo) se ha ido revelando poco a poco. Valle Riestra siempre ha sido muy astuto, pero ha dejado las suficientes evidencias para darse cuenta de sus verdaderas intenciones, que muchas veces lo han dejado en “soledad” o en la figura de un hombre enajenado. Su personalidad jacobina ha sido un factor importante en su falta de coherencia política, ya que su costumbre siempre ha sido la de mostrar posiciones muy especiales e impredecibles para presentar tesis ambiguas como claras y legitimas.
La sagacidad de Valle Riestra para estar entre diversas líneas políticas ha sido lo mas evidente pero a la vez lo que menos sospechas despertó, porque ha tratado de mantener una fina línea en medio, me refiero a su actuación como abogado .Ya que el siempre ha fungido de defensor que nunca lo ha hecho por política, sino por un tema profesional y técnico o debido a cuestiones intelectuales, pese a que su actuación política lo contradiga.
Su afinidad con el aprismo, del que nunca fue militante sino más bien un simple simpatizante (el mismo lo reconoce), ha estado impregnada de confusiones y rencillas que nunca logro superar. Desde sus disputas con Haya de la Torre hasta sus distancias con Alan García, del cual despotrico bastante y que ahora lo vuelve hacer (aunque dice ser un gran amigo suyo). En suma su relación con el Apra nunca fue feliz , porque su búsqueda de protagonismo nunca fue le correspondida por el partido del pueblo (como él esperaba). Pero a pesar de ello, el nunca se alejo de Apra, ya que su cercanía a este partido (y cercanía al maestro Haya de la Torre) reforzó su aura de gran “intelectual”, y le permitió ser considerado como una especie de “vaca sagrada” en temas jurídicos y políticos. Y recientemente se sirvió del Apra para “lavarse” un poco la cara de su pasado fujimorista (salió elegido congresista por el Apra), aunque como vemos a la luz de los hechos, Valle Riestra vuelve a estar de lado del fujimorismo.
Los vínculos de Valle Riestra y el fujimorismo no son del todo extraño como algunos señalan, más bien obedecen a los favores y defensas que hizo Valle Riestra de muchas de las posiciones del nefasto gobierno fujimorista y de muchos de los amigos (los hermanos Winter, los Crousillat, etc) del fujimorismo (durante y después del gobierno fujimorista).
Su nombramiento como primer ministro del nefasto régimen, una seductora propuesta que no pudo rechazar, fue el hecho que consumo públicamente su “amistad” con el fujimorismo. La estupidez de querer justificar ese nombramiento con un: “estoy tratando democratizar a este gobierno”; argumento tirado de los cabellos, ya que todo el mundo conocía de las atrocidades que había cometido el régimen fujimorista y de su asquerosa corrupción que brotaba como pus; y el no conseguir el protagonismo que aspiraba hizo que renunciara a los dos meses (pero no renuncio al “fujimorismo”). Sus vínculos con Vladimiro Montesinos son menos perceptibles pero de hecho si existieron, muchos sostenían que eran “amigos” de antaño y existen además “vladivideos” donde se les ve juntos. En uno de ellos, los dos se mueren de risa sobre la institucionalidad de la Fiscalía.
“Valle Riestra Intentó justificar su comportamiento con Vladimiro Montesinos en la época en que fungió como Primer Ministro, aduciendo que tenía que hablar en el mismo idioma que el funesto ex asesor y que lo que decía en privado no tenía ninguna validez, porque lo realmente cierto era lo que decía en público.”
La briosa defensa “política” de Valle Riestra a favor de Fujimori (Valle Riestra señala que Fujimori “por más responsabilidades políticas, no tiene elementos para una condena” , reclama por mejores condiciones carcelarias para el reo, señalando que su encierro es una pocilga y descalifica a los fiscales y jueces que consideran que el ex presidente es responsable de violaciones a los derechos humanos, considerándolos como fanáticos y totalitarios.), y que pretende hacer aparecer como si fuera profesional, es muy simplista y política más que nada. Un intento más de buscar protagonismo y de quedar bien con las huestes fujimoristas que siempre lo han tratado tan bien.
Recordemos que esta defensa ha ido en aumento con el pasar de los años y respecto de la situación jurídica del Fujimori. Que comenzó cuando hizo pública su tesis sobre la inconstitucionalidad de la inhabilitación política que recaía sobre Fujimori, pasando por su augurio sobre la imposibilidad de que Chile extraditara a Fujimori (y sigue diciendo que el fallo final no se debió dar), y ahora coronando su “defensa”, proclamando la improbabilidad de que Fujimori pueda ser condenado. El tiempo y los hechos lo refutaron implacablemente en sus dos primeras “convicciones”, y por lo hasta hoy visto en el juicio a Fujimori, lo más probable es que también yerre en su vaticinio sobre la exculpabilidad a Fujimori.
Y no hay que olvidar, sus otras “diversas posiciones”, como su posición frente al terrorismo y a la subversión, apoyando a Polay, Lori Berenson y Antauro Humala. Que definitivamente ahonda aun más sus evidentes contradicciones.
Por un lado aprista, por otro fujimorista conspicuo y por otro revolucionario y defensor de terroristas. ¿Como se explicar esto?. Excesiva búsqueda de protagonismo, una personalidad muy peculiar que le permite dejar de lado la coherencia política, una gran capacidad “acomodaticia” y una sagacidad impresionante.
En todo este tiempo, Javier Valle Riestra apostó manifiestamente a ser un protagonista de nuestra política , de sus vaivenes y contorneos. Sin embargo su personalidad anhelosa de protagonismo, seguramente siempre quedara insatisfecha, ya que se recorrió todos los rincones políticos sin conseguir el protagonismo que seguramente aspiraba.
Es evidente que, así como un enfermero no puede analizar los cursos de acción de un medico, tampoco lo puede hacer un Técnico a un Ingeniero, por su falta de nivel, preparación y experiencia; de la misma forma un periodista parcializado, poco culto y arribista, no puede analizar ni comprender los cursos de acción de un político de viejo cuño como el Dr. Javier Valle Riestra, por que se corre el riesgo de leer un articulo de tan baja calidad como el que antecede.
Solamente en situaciones culturales críticas los mediocres se atreven a criticar, calificar y juzgar a los capaces, más allá de los errores humanos de estos últimos.
Cordialmente
Si Javier Valle Riestra califica a Hildebrandt como "antipatizante", es porque ha recibido durísimas mordidas y embates de la agudeza mental de Hildebrandt, hombre que no se casa con nadie, que no conoce la palabra piedad o recuerdo bueno como amortiguador ante los amigos del pasado, si algo está mal, simplemente lo despedaza.
Lo triste de ser un libre pensador es que te puedes quedar solo, no puedes creer en los leales al cien por ciento, ni en los que dicen seguir tu causa, ya lo dijo el Sr. Hildebrandt: "Pertenezco a la generación de García y alguna vez fui hasta su amigo...", pero, ahora que este ha traicionado sus ideales, al Señor Cesar Hildebrandt no le quedo más remedio que atacarlo con la ferocidad de un rottweiler, ya ven, si toman a Cesar Hildebrandt por maestro lo que les queda es sufrir constantemente la perdida de amigos, pero a cambio tendrán el premio de seguir un sueño grande, una meta que le pertenece a toda la humanidad, el triunfo de la justicia social, de la hermandad, de ese humanismo utópico por el que muchos ya han muerto en este largo camino, la felicidad de poder decir al final que nunca comieron pan escupido.
Lo que me ha gustado de esta entrada es como dos viejos enemigos se respetan, y los motivos son la cultura, la palabra y la modestia. Soy muy joven aún para entender plenamente la nostalgia de estos señores, a los que admiro de forma sincera.
asi como un enfermero.... bla bla bla; caramba que hay gente que se deja impresionar con el verborreo medioeval de baile vienes, que eminente nominación superlativa exhibe don Javicho? el frivolo besucon de momias esperpentas colombroñas de manuel pardo, el disparatado actor excitado ante las luces de cámaras, el disvariado defensor de derechos huevanos como los de Fujimori o esa cosa llamada Medina, ponerlo en el Olimpo puede ser religión de algun mentecato; Cesar Hildebrandt no ganaría nunca un concurso de simpatía pero que tiene una tanática pero precisa mordida que envidiaría un ilustrado pitbull ¿quien lo puede negar?
Aclaración:
En mi comentario no me réferi a Cesar Hildebrandt, sino mas bien al comentario de Aldito M.
Cordialmente
Claro pues Jorge, todos entendimos menos el retrasado ese que te antecede por segunda vez.
Loc clubes de infimos sinápticos tienen como virtud la lealtad, tal como lo hacen los simios inferiores, como vemos este par que antecede de jorgito y su felledorcillo político defensor, hacen honor a esa pobreza endemica de ideas trascendentes en el Perú, su mensaje lacónico acorde a su capacidad lo muestra en su magnitud.
Muy buen artículo maestro, aprovecho la oportunidad para publicitar mis artículos. Orgullosos de ser peruanos
www.chasquimall.com
Publicar un comentario