lunes, 22 de diciembre de 2008

El fin de la hegemonía del pensamiento neoconservador

Por Manuel Rodríguez Cuadros

En los últimos treinta años el pensamiento neoconservador ha influido decisivamente en la política interna y externa de Estados Unidos. Y por difusión en el mundo entero. En América Latina no ha tenido seguidores teóricos importantes, pero su influencia práctica ha sido casi hegemónica. Los gobiernos de Fujimori y Alan García son expresiones criollas del neoconservadurismo, aunque es posible que ellos mismos no lo sepan.
Como señala Francis Fukuyama, el pensamiento neoconservador se origina en la conversión de izquierdistas anticomunistas en derechistas mesiánicos. Su origen se ubica en los intelectuales de ascendencia obrera e inmigrante del “City College de New York” de los años 30 e inicios de los cuarenta: Irving Kristol, Daniel Bell, Irving Howe, Philip Selznick, Nathan Glazer, Patick Moynihan y Norman Podhoretz..
Con Ronald Reagan el neoconservadurismo llega al poder y se difumina por el mundo como políticas prácticas del pensamiento único. En la década de los noventa William Kristol y Robert Kagan desde “The Weekly Standar” impulsan las ideas neoconservadoras a sus parámetros actuales: Elevación del mercado a una categoría ideológico-política, sustitución de la idea del bien común por un individualismo egoísta, oposición a toda ingeniería social y unilateralismo en la política exterior.
Con el gobierno del presidente Bush las ideas neoconservadoras se ejecutan con mayor profundidad. En la economía se afirma in extremis, como bien dice Barack Obama el “…absolutismo del mercado libre, una ideología de pocos impuestos, poca regulación y ninguna red de seguridad, una ideología que, de hecho, propugna la ausencia de gobierno más allá de lo necesario para proteger la propiedad privada y financiar la defensa nacional”.
En la política interna, se divide el país en “buenos” y “malos”, se introduce el miedo como instrumento del poder, se debilita la tradición norteamericana de respeto a las libertades y los derechos humanos. En política exterior el pensamiento neoconservador actúo bajo los supuestos teóricos de que el mundo está dividido ideológicamente entre el “bien” y el “mal” y que la diplomacia se ejerce a través del poder unilateral, al margen del derecho y los organismos internacionales.
Los resultados son conocidos. Estados Unidos está sumido en una grave crisis social y económica. Y su poder internacional ha perdido eficacia y legitimidad. Esa es la herencia neoconservadora.
Barack Obama durante la campaña no se limitó a presentar un programa. Opuso al pensamiento neoconservador un pensamiento alternativo. El subproducto más importante de las elecciones norteamericanas quizás sea ese, revalorizar el debate político de las ideas.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada que ver,es solo una grave coyuntura,provocada por el mismo gobierno estadounidense;soltar $8 billones en el mercado financiero en pocos años,y no haberse percatado hace 5 que la disparada del precio de los inmuebles(ejem:hace 10 años una casa en terrenos recién urbanizados de California,costaba $90 mil;5 años después el precio llegó a los $500 mil),era totalmente irreal é insostenible,yá,para ese momento.
Con Obama seguirán las mismas empresas,los mismos banqueros,los mismos servicios,instituciones,entes de gobierno,los mismos o nuevos ricos,la misma clase media con su consumismo,el mismo trato con las naciones extranjeras,las mismas alianzas(Israel),etc.Solo que la salida de la crisis(que,aún no muestra su apogeo),será,muy lenta;como,lenta,es recuperar la confianza en las instituciones de gobierno,entidades financieras,empresas,directores y gerentes,sindicatos,y en los economistas que se toman como los más influyentes en la sociedad.

Anónimo dijo...

El pensamiento neoconservador, que tiene tras de sí una historia de más de medio siglo, no representa un bloque monolítico, pero Francis Fukuyama cree que su legado se puede resumir en cuatro puntos: la convicción de que la política exterior no puede ignorar la orientación política de los distintos estados, ni su actitud ante la democracia y los derechos humanos; la confianza de que el poder de los Estados Unidos puede utilizarse con fines moralmente elevados; su escepticismo respecto al derecho internacional y las instituciones internacionales; y en el plano de la política interior, su desconfianza hacia los proyectos ambiciosos de ingenieria social, incluidos bastantes aspectos del Estado del bienestar.
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Es decir que el neoconservadurismo combina el idealismo democrático, que se suele asociar al legado del presidente Wilson con una propensión al uso de la fuerza por parte de los Estados Unidos, en la confianza de que América puede defender los valores más elevados mejor que la ONU o cualquier otra institución internacional. Sólo desde esa perspectiva se puede comprender que Bush invocara la democratización de Iraq como una justificación de su intervención bélica. La decisión de invadir Iraq se basó sin embargo en tres errores, según Fukuyama.
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En primer lugar, la administración Bush tergiversó la naturaleza y la gravedad de la amenaza que representaba el terrorismo de Al Qaeda, al suponer, sin pruebas, que Saddam Hussein le podría proporcionar armas de destrucción masiva.
En segundo lugar, no fue capaz de prever la reacción global antiamericana que iba a desencadenar su intervención en Iraq. Y en tercer lugar, infravaloró las dificultades que implicaría la pacificación y democratización de aquel país, un aspecto en el que contravino el tradicional escepticismo neoconservador respecto a los experimentos de ingeniería social, entre los que se encuentra sin duda el intento de transformar toda la estructura y la cultura política de un país.
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Es más, la administración Bush ni siquiera previó que la transformación de Iraq fuera a representar un problema, sino que confió en que los iraquíes se mostrarían agradecidos hacia una intervención que les libraba de la tiranía y procederían a construir un sistema democrático con la misma facilidad con que Polonia, Checoslovaquia o Hungría lo habían hecho tras la caí-da del comunismo. Por el contrario, Fukuyama opina que lo ocurrido en la mayor parte de la Europa excomunista representó un fenómeno excepcional, con cuya repetición en otras latitudes no es prudente contar.
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En términos generales, la guerra preventiva le parece a Fukuyama un planteamiento peligroso, en la medida que su buen uso exige una infrecuente capacidad de prever el futuro. De hecho, no parece nada probable que la administración Bush vaya a recurrir a la guerra frente a los dos miembros restantes del "eje del mal", es decir Irán y Corea del Norte, cuyos inquietantes proyectos nucleares deberán ser controlados de otra manera.
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En cuanto a la retórica de la "guerra contra el terror", Fukuyama es partidario de olvidarla, porque el terrorismo yihadista sólo tiene el apoyo de una minoría de musulmanes, bastantes de ellos jóvenes alienados residentes en Europa occidental, y constituye por tanto una amenaza insurgente que no puede combatirse sólo por medios militares. Y la democratización del mundo árabe es sin duda deseable en sí misma, pero a corto plazo no es de esperar que conduzca a una desaparición del terrorismo, ni mucho menos al triunfo de los valores que defiende Occidente; por el contrario es fácil que inicialmente favoreciera a los islamistas.
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Sobre todo, insiste Fukuyama, hay que tener presente que el impulso fundamental para la democratización vendrá siempre del interior de los países, no de la influencia exterior. En resumen, estamos ante un libro de gran interés, bien servido por una cuidada traducción y un útil índice temático.

Anónimo dijo...

Amigo Cesar nos interesa conversar con ud. para solicitarle una entrevista en una revista que vamos a editar un conjunto de profesores.
si no hay problema sobre nuestro pedido escribanos a daceray25@hotmail.com
Gracias.

Anónimo dijo...

Para Paul Krugman, norteamericano y Nobel de Economía de este año, no son solo las fuerzas del mercado sino las leyes y las decisiones políticas brutales las que marcan los grandes cambios. El fortalecimiento de los sindicatos, la disminución de las desigualdades, la prohibición de los salarios excesivos, el establecimiento de un salario mínimo, el control estricto de la economía y el castigo fiscal a los más ricos -cuyos efectos positivos se extenderían por más de treinta años-, fueron algunos de esos fallos brutales que Franklin D. Roosevelt adoptó en sus gobiernos. A pesar de la inflación desbocada, de la guerra misma, de la parálisis total de la economía, de las políticas antiinmigración sumamente duras; de la segregación legal, del racismo sureño y de las alianzas del Partido Republicano con la renovada Derecha Fundamentalista y Conservadora, con el fin de tumbárselos, los logros Rooseveltianos sobrevivieron hasta la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca. Las dividendos de la plutocracia no se hubieran reducido a menos de la mitad de la media de principios del Siglo XX, los salarios de los cuadros técnicos desbocado y el de los obreros no instruidos oprimido, de no haberse gravado con impuestos altos a las enormes ganancias, dictado las leyes que se precisaban para controlar la economía y reforzado los sindicatos, como ocurriría, durante la Segunda Gran Guerra y sus cuatro gobiernos. Dos décadas hacía que casi el 20 % del PBI se hallaba en manos de no más de una treintena de familias, las más ricas de la nación, que las desigualdades eran tremendas, que el 10 % de la población activa no participaba en política porque no tenía la ciudadanía estadounidense y que los afroamericanos, que constituían otro10 % del total poblacional, no tuvieran derecho a voto porque estaban segregados. Fue entonces que las medidas económicas y sociales adoptadas por Roosevelt abren las puertas de la redistribución de la riqueza a más del 80 % de la población, que las condiciones de vida y seguridad mejoran con los nuevos Seguro Social, de las Pensiones para Los Jubilados y los primeros hálitos de un Sistema de Salud organizado desde el Estado. Al decir de Krugman, Milton Friedman -que sostenía con agustiniana ironía que la pobreza era una consecuencia inevitable del progreso y que el estado no puede hacer nada contra ella-, «no mereció el Nobel de Economía por el tema de la desregulación y liberalización total de la economía o por su clásico liberalismo, sino por sus investigaciones sobre el consumo y su influencia sobre los mercados». De haber existido el premio en su época, John Keynes - la otra cara de la otra vieja moneda-, lo hubiera recibido por la Certitud Moral de su filosofía, pues para él y sus seguidores – el actual Nobel, uno de ellos- la pobreza material es una contrariedad gravísima de la que el Estado no puede ni debe desbaratarse, sino mas bien enfrentarla, aplicando medidas que la atenúen o desaparezcan del mapa. Dicho de otro modo, en una situación de sálvese quien pueda, es el Estado Providencia el que ha demostrado funcionar bien, incluso con este Gobierno que termina, con la puesta en marcha de un supuesto plan de rescate financiero que por lo menos ha mejorado las expectativas de la aguijonada maquinaria norteamericana que, en esta, la innegable realidad, se encuentra en el lodazal y al borde del abismo, arrastrando con ella a toda la economía mundial. ¿O es que alguien en su sano juicio piensa que George W. Bush II hubiera podido actuar como Franklin D. Roosevelt, o Harry S. Truman, o D. Eisenhower -su ancestro político-, o Barack Obama - la esperanza viva de un Nuevo New Deal- en este, el último de sus dos tristes Gobiernos? No. Claro que no. Primero, porque el señor Bush no es ni se aproxima siquiera a los tobillos de ninguno de ellos, segundo, porque su Partido y los grupos atornillados con él al poder jamás se lo hubieran permitido, y tercero, porque este gallo es el aborto final, el hijo malparido –mejor dicho, bien parido- de un Partido Republicano manipulado desde dentro por un Movimiento Conservador inhumano y desconectado de la realidad. Fue mortal, brutal, terrible, desgarrador y violento aquel espantoso 11 de septiembre, pero ello no justificaba ese bufido, ese exabrupto casi irracional de alguien que se creía capaz de dirigir con prudencia y equilibrio a su país y de representar el estereotipo de Democracia, Libertad y respeto a las Leyes Internacionales que en cierta forma siempre se había arrogado, precipitando más bien una corriente inacabable de opinión mundial contraria y el rechazo casi unánime de su propio pueblo, por desgracia, no poco tiempo después. Lo dicho por el señor Friedman tiene cierto semejante con lo que alguna vez el mismo gallo, la quinta esencia de su pensamiento, el más conservador y fundamentalista de todos los habidos, su mejor y más aplicado discípulo –solo hasta destaparse la verdad de Wall Street y de los Bancos quebrados-, el principal culpable del despilfarro y desastre económicos más peligrosos de todos los tiempos, un tipo duro de roer y record Guinness en frases de contenido célebres, disfrazado de piloto, en un moderno portaaviones de la US Navy, en algún Océano del planeta Tierra, hace algo más de cinco años, dijera: «Misión cumplida, la guerra con Irak ha terminado» o esta otra: «En Somalia la gente se muere de hambre porque tiene hambre», en alguna Conferencia Mundial sobre el Hambre y la Pobreza.

Anónimo dijo...

Sin la crisis inmobiliaria.MacCain seria el nuevo presidente sin duda alguna.

Anónimo dijo...

NOOO!!! No exageres. la mitad del pueblo americano ya estaba harto de la mediocridad de su presidente y la otra fiferencia de seguro entendiò al fin que la crisis fue el resultado de de la peor de las administraciones republicanas

Anónimo dijo...

Una muestra de la transparencia de la que harà gala la pròxima administraciòn. Me pregunto si McCain hubiera hecho cosa parecida de haber sido equivocadamente elegido: http://www.pic2009.org/page/content/donors/

Anónimo dijo...

Si Bush Jr. no hubiera sido el causante de esos desastrosos e irrecuperables ocho años de patraña y el Partido Republicano el resultado de las barbaridades neoconservadoras de ahora e Hilary continuado en la carrera y Obama nacido en Kenia, quizá, quien sabe, McCain hubiera sido elegido presidente y otra hubiera sido la historia.

Anónimo dijo...

En estos momentos Obama no se pronuncia respecto al bombardeo israelí,espera la reacción de otras naciones ó personajes internacionales,para luego acomodarse a la situación y salir lo más airoso posible;es decir,totalmente neutral.

Anónimo dijo...

Hoy lunes 29 de diciembre de 2008 en Estados Unidos hay un solo presidente y ese es Bush,nos guste o no. Acuerdate que Obama no solo es progresista y liberal, tambien es un tipo extremadamente inteligente, cauto y conciliador.

Anónimo dijo...

Obama ha mantenido cierta distancia con los lobbies, especialmente judíos, de Washington en su campana y ahora como presidente electo. Tengo cierta esperanza que, a pesar del apoyo ancestral que los americanos siempre han dado a los judíos, que, dicho sea de paso, estaba fuertemente influenciado por esos lobbies siempre dentro del poder, maneje el asunto con objetividad y logre una paz duradera e impensable hasta hoy en día. Habría que ver si sus valores pesan más que la posición de Hilary, su futura mujer fuerte en asuntos internacionales, respecto a este conflicto, en este espinoso tema.

Anónimo dijo...

Nada,ni una reacciòn de Obama.Si se manda contra Israel,todos los medios de comunicaciòn norteamericanos(en mayoria propiedad de judios)lo "marcaràn",y cuando quiera proyectar sus ideas a la naciòn,estos medios,riculizaràn(sutilmente)sus propuestas.

Anónimo dijo...

Obama no seha vendido a ningùn lobby,menos judìo Chequea este site donde aparecen todos los donadores hasta el dìa de hoy para la ceremonia de inauguraciòn delproximo 20 de enero. Esto es una novedad pues todos los anteriores gobiernos esta tipo de informacòn siempre la han guardado secreta: Obama no seha vendido a ningùn lobby:
http://www.pic2009.org/page/content/donors/