domingo, 6 de julio de 2008

Carta contra mí mismo

Recibo una carta del caricaturista CABE (Carlos Bernales). Considero un deber moral publicar ese texto por lo que tiene de testimonial y por algunas revelaciones involuntarias agazapadas detrás de unos cuantos conceptos y hasta de su sintaxis. Y lo hago a pesar de la distancia que me separa de la estética del señor Bernales.
Lo que debe quedar claro es que jamás le pedí a nadie que el señor Bernales saliera de La Primera. Décadas de ejercicio profesional y un nutrido puñado de reporteros podrán dar fe de que no está en mi naturaleza pedir que echen a alguien porque lo que hace me pueda parecer, en algún momento, sublevante o indigno. En esta vida pública uno está expuesto a todo (inclusive a ser hermanoseado por Eloy Jáuregui, discípulo de Bryce no precisamente por sus novelas) y lo que hago ante episodios como el de la caricatura de Bernales –esa de los apellidos europeos “de tal calaña”– es responder en el estilo de mi amiga Carmen González: de frente y sin máscaras, que estamos hartos de tanto carnaval dizque veneciano.
No hablé sobre el señor Bernales ni con César Lévano, director de este periódico, ni con sus propietarios, ni con el editor general. No hablé ni pedí nada a nadie. Por teléfono, el señor Arturo Belaunde me comunicó, tras la publicación de mi columna, que había tomado la decisión de retirar del periódico al señor Bernales. No hice comentario alguno porque la noticia del señor Belaunde la rescaté de un mensaje guardado en mi teléfono móvil. Y tuve la distraída descortesía de no devolver la llamada. De modo que al acusarme arbitrariamente de haber exigido su salida, el señor Bernales vuelve a ser mezquino y odioso. No importa. Lo que más importa es que el señor Bernales vea publicado su texto.
Y que sepa que si los señores Belaunde me preguntaran ahora cuál sería mi opinión respecto del posible retorno del señor Bernales, expresaría mi total acuerdo. Pero es que no me van a preguntar nada. Como que nunca me han preguntado nada en relación a sus soberanas decisiones. Y eso es lógico: soy un colaborador con algunas prerrogativas, nada más. Y ese estatuto no me da poder alguno, diría que felizmente, en las decisiones empresariales de este periódico donde escribo a gusto y con absoluta libertad. Aquí va la carta, casi sin editar.
Señor César Hildebrandt:
Ha logrado usted que La Primera me considere ilegal y me deporte del periódico. Todo, como dice la ranchera, “por un mal entendimiento” o por varios malos entendimientos.
El primero, suponer que mi caricatura era respuesta a su nota sobre los sudacas, lo que no es cierto. Mi caricatura y su nota aparecieron el mismo día.
Segundo, suponer que yo propongo la deportación de todos los europeos. Eso lo dijo Heduardo en una caricatura que también salió publicada el mismo día en “Perú 21”. En realidad no estoy por la deportación de nadie, tal como explica mi respuesta a usted...
Tercero, suponer que yo he insultado su apellido. Por principio, estoy en contra de cualquier insulto, aunque muchas veces las caricaturas se acercan peligrosamente a esos bordes. El mensaje de mi caricatura era señalar lo que pasaría si en el Perú se expulsara a los “indeseables”. Le recuerdo que en Estados Unidos y Europa ilegal o indeseable es lo mismo.
En ese momento pensé en apellidos que provengan de la oligarquía financiera, luego a los políticos, Lauer apareció en mi mente asociado a los apellidos “cambas” de Bolivia más que por su alanismo, y luego al repasar fujimoristas, lo siento mucho pero apareció el apellido más distinguible de entre ellos.
Habiendo leido lo que usted ha escrito sobre su media hermana, no tuve reparos en incluirla y pensé que mi caricatura dejaba en claro que no estaba dirigida contra usted. Lamentablemente, usted no entendio la distinción.
No es fácil hacer caricaturas a la distancia. Se extraña la sala de redacción, la consulta al editor, estar al día con los chistes del momento. Mi antiguo amigo Carlín señala que acude a los puestos de periódicos para escuchar lo que dice la gente y por allí asoman sus ideas.
Cuarto, ¿por qué se suma usted a Aldo M. al acusarme de actuar digitado por ¿el castrismo terminal? No soy castrista, nunca lo fui, aunque no niego mi admiración por lo que fue la revolución cubana y la rusa de 1917. Nadie dicta mis caricaturas, quienes me conocen saben de mi independencia.
Tengo casi 25 años ganándome la vida en EE.UU. haciendo caricaturas y escribiendo notas políticas, además de entrevistas y reportajes, con absoluta libertad.
No me financia ninguna potencia enemiga o los petrodólares sino el humilde deseo de contribuir con lo que puedo a la causa de la justicia social en el Perú, que creí encontrar en La Primera, sacando tiempo de donde no tengo, comenzando el día muy temprano para leer, mínimo dos horas, los periódicos peruanos. Luego, escuchando Radio San Borja, que muchas veces grabo por no tener tiempo para seguirla en simultáneo, también viendo el espantoso noticiero de Canal 4.
Además, me toma dos o tres horas hacer el dibujo y pensar casi todo el día en el tema a tratar y buscando el humor, una tarea que es más difícil que cualquier drama.
Como dijo alguna vez Chumi Chumez, a quien tuve la suerte de conocer, “no es fácil hacer reir, fácil es hacer llorar, para comenzar podría contarles mis problemas ersonales...”
Todo eso ha sido tirado por la borda del mal entendimiento y lo que es peor se me expulsa sin derecho a pataleo, sin explicarle al público mi retiro y las causas de ello. Es decir, además de ilegal-indeseable y deportado, paso a la condición de desaparecido.
Esta nota salió más larga de lo que pensé. Le ruego me disculpe por ello. Para terminar, le pido que, como se decía en las solicitudes de papel sello quinto, interponga usted sus buenos oficios para que se publique esta carta de respuesta y concluir así mi paso por La Primera”.

Carlos Bernales.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lee por Internet los diarios. Ve todos los días el noticiero por TV, y sintoniza las radios peruanas en varios momentos del día, gracias a la revolución en la difusión de los medios, puede estar muy cerca de lo que pasa en el Perú. Su nombre es Carlos Bernales, un ingeniero graduado de la Universidad Nacional de Ingeniería, que diariamente satiriza la actualidad política en uno de los diarios más críticos del Perú. Este Incansable caricaturista de larga trayectoria, a sus 62 años y desde Nueva York, renueva con su humor franco y audaz, su incansable interés por el cambio político y social de una nación que no ha sabido avanzar.

De un sentir político que desde muy niño lo acompaña y que quiso el destino se acaramele de humor. Su fascinación por las caricaturas brotaron en tiempos de dictadura militar del general Manuel Apolinario Odría (Mao, como Sofocleto, otro caricaturista, lo llamaba por sus iniciales). “Mi padre compraba El Comercio todos los días, en su edición matutina y en la vespertina que creo se llamaba El Gráfico. Entre sus páginas habían buenas ilustraciones entre las que destacaban las de Julio Málaga Grenet, un verdadero maestro de la caricatura. Un día vi, yo tendría 4 años, que mi padre rió mucho con una caricatura de Odría, y yo intenté reproducirla en la pizarra en la que mi hermana estudiaba. Parece que salió bien porque cuando mi padre la vio rió mucho, por su parte, mi madre me llenó de besos y de mucha ternura lo que sentí como el mejor premio.

Ha trabajado en varios medios, en Lima y en Trujillo, y participado con caricaturas en cuanta revista a mimeógrafo se hizo y también en muchas aventuras editoriales, hasta que decidió emigrar, y pensó que para ello debía adquirir unan disciplina en algo con lo que me ganaría la vida en el extranjero. Por eso entró a colaborar, en 1984, gratuitamente, aunque pagado con la experiencia adquirida, en El Observador. Adquirió allí el seudónimo de Cabe, que en realidad son sus iniciales, pero también es una zancadilla, lo que aprovechó para títulos, como ”Tropezón Político por Cabe” y ”De todo, Cabe”. Aunque su destino original era el sur de Francia, de paso para ese país estuvo en Nueva York, donde al llegar hice una serie de caricaturas sobre los personajes políticos locales. Para adquirir experiencia intentó un trabajo en “La Prensa” de Nueva York, un cotidiano fundado en 1920 y que tiene un tiraje diario bastante importante para una comunidad que se calcula sobrepasa los dos millones de habitantes. El mismo día en que se presentó fue contratado, como caricaturista, ilustrador y también para escribir notas de opinión, es decir, la oportunidad de hacer lo que le gusta y ser pagado por ello. No quiso abusar del destino y es así como se quedó en esa ciudad, conocida como “La gran Manzana”, o la capital del mundo, y que en una de sus caricaturas bautizó como “la ciudad más desarrollada del tercer mundo”. Hizo muchas caricaturas, de políticos, artistas, cantantes, actores y actrices, a veces hacía de cuatro a seis caricaturas al día, no era fácil pero le dio mucho entrenamiento y no pocas satisfacciones.

Para ser un humorista político es fundamental una visión crítica de la vida, ser actor activo de la realidad que nos sucede, CABE resalta lo laborioso de dedicarse a trabajar con la política, concepto de por si tedioso y abrumante, y con el humor, una curiosa maquinaria de vitalidad y alegría. “Trabajar con el humor no es fácil: es un trabajo muy serio. No es lo mismo ser humorista que ser un chistoso, lo importante, creo, es apreciar con buen humor y mejor carácter las cosas que a muchos escapa pero que siempre tienen su lado gracioso o irónico. La mayor parte de caricaturistas que he conocido son pésimos para contar chistes, lo que debe interpretarse que no es lo mismo ser humorista que ser chistoso.” Esta historia demuestra que mediante el humor también se educa, porque mostrar la realidad a la gente, también es educar.

Anónimo dijo...

En este malentendido tanto Cesar Hildebrandt como Carlos Bernales quedan parejos , tablas, por decirlo de un modo deportivo. Hildebrandt hace honor a su trayectoria y publica una carta que bien pudo haber tirado a donde quiera menos darle el destino que quizo darle.Por otra parte Carlos Bernales aclara cual fue su intencion con la caricatura motivo de esta discordia.Hasta aqui casi empatados con la diferencia que CABE se quedo sin chamba.Pero lo que es mezquino y casi ronda con la cobardia es la actitud del director y el editor de este periodico.Ellos estaban obligados no en un editorial ni en una gran nota sino en unas cuantas lineas informar cual era el destino del caricaturista que hasta ese momento habia trabajado para ellos. Pero se portaron con la actitud de cualquier caporal de service que presto y sin chistar obedece lo que el patron decida aun asi esto sea contra los principios que dicen defender.Y al tal Belaunde ese me importa una primera si su origen es vasco o su prosapia characata. El cretinismo no respeta linajes ni abolengos .

Anónimo dijo...

Lamentable la censura al caricaturista de La Primera. El eco de la censura a las caricaturas rebotó en un periódico que leía por su tolerancia con las diferentes posiciones de sus comentaristas y caricaturistas (incluído usted señor Hildebrandt). Parece que olvidó, en el afán diario de escribir con el hígado otro artículo en su blog, que la caricatura de CABE simplemente hacía uso de eso que su oficio se llama sátira para cuestionar un problema actual en la cual los apellidos que expuso, creo yo, no tenían ninguna connotación ofensiva hacia usted o hacia el señor Belaunde. Es lo mismo que hace usted en casi cada artículo, crítica qe se llama, no? Que ahora pretenda que su reacción de ofendido exagerado, que demostró criticando a CABE, no tuvo nada que ver con la salida del mismo, lo pinta a usted como una burda caricatura del señor Huamán, escondiéndose en su retórica, después de haber lanzado piedras, para limpiarse el polvo y la paja de su ajado saco. Y La Primera? Supongo que a Cecilia Bákula se le quitó medio peso de encima.

Anónimo dijo...

El caricaturista pagó pato

Después de que Hildebrandt descargara su indignación por haberse su apellido (y el de su medio hermana Martha) mencionado en una caricatura de esas faltosas (que se celebran cuando no van contra uno, pero que arañan cuando van en contra de uno), la gente de "La Primera", aquella gente con poder de veto y despido, vetó y despidió a su propio caricaturista, por haber tocado, con el pétalo de una caricatura, a uno de sus propios columnistas: Hildebrandt. Una especie de cosa vista ("deja vú", para los cultos) del caso Quijano vs Bákula, donde, en aquella ocasión, saltó todo el mundo y parte del ejército.

En este caso, al caricaturista, luego de la caricatura faltosa y del reclamo del faltado, le dijeron "no vas más", y en efecto, no fue más.

Esta mañana, Hildebrandt lanza una "carta contra sí mismo", y cual comedia de equivocaciones, en ella el caricaturista se defiende de la arbitrariedad contra él cometida. De Ripley, ¡le pagan (?) por ser faltoso, y cuando lo es, lo despiden!

Hildebrandt dice que él no tuvo la culpa de que le hayan dado forata al caricaturista, como tampoco tendrá injerencia en si lo reponen o no. Pero, en un diario que se precia --en ejercicio de su libertad de expresión-- de decirle la vela verde a todo el gobierno y que también demanda y exige libertad de expresión como derecho sagrado, al caricaturista lo sacaron... ¡por expresarse!

Y eso que, lo que el caricaturista decía del apellido Hildebrandt, era nada comparado con lo que el mismo Hildebrandt escribió tiempo atrás de su media hermana (esto es, pestes).

Dice el caricaturista en su carta: "Habiendo leido lo que usted ha escrito sobre su media hermana, no tuve reparos en incluirla y pensé que mi caricatura dejaba en claro que no estaba dirigida contra usted. Lamentablemente, usted no entendió la distinción".

Y teniendo esa columna de Hildebrandt sobre Martha como antecedente, y sabiendo que Hildebrandt escribía en el mismo diario donde el caricaturista colabora, fue que se mandó la caricatura.

Este caso de censura (?) recién ha ocurrido, así que la reacción de los correctos políticos aún no se ha difundido. Sólo espero que así como saltaron por lo de Quijano, salten ahora por CABE (Carlos Bernales), el piña.

Anónimo dijo...

Solidaridad con Carlos Bernales...

Desde esta pequeña tribuna de noticias y opinión JINRE, expresamos nuestra solidadridad y sentimiento de extrañeza para con la ausencia del caricaturista solidario Carlos Bernales en la publicación del Diario que inspira respeto: LA PRIMERA.

Manifestamos nuestra espectativa por la reincorporación de su inteligente tribuna de reflexión, la que sentimos se orienta al servicio de la Justicia, Cultura y Dignidad Humana, tarea necesaria para el mañana colectivo que abrigamos.

Con gratitud e indeclinable convicción de que otro mundo es posible.

Desde el lado del corazón.

Colectivo de Noticias y Opinión JINRE.

jinrejinre@gmail.com