viernes, 31 de octubre de 2008

El teatro de la comedia

La foto de Mario Vargas Llosa que ayer publica “Caretas” es una cruel venganza del tiempo y sus ácidas funciones.
Aparece nuestro mayor novelista vestido de Aladino, de amante de Sherezade, de califa en Fa y luce bordados dorados y zapatos plateados a la purpurina.
Y todo para hacer de actor junto a una Aitana Sánchez Gijón disfrazada de “mi bella genio”, de danzante ventral con el ombligo al aire y las carnes sufridas.
Todo para interpretar “Las mil y una noches” en versión teatral de Vargas Llosa y con el escritor subido al escenario y colgado de sus parlamentos.
Digo que es una venganza del tiempo porque hace un par de décadas hubiera sido imposible imaginar a Vargas Llosa haciendo un ridículo de tan ecuménicos alcances. Y porque de la pluma de Mario nació alguna vez un formidable artículo sobre la huachafería limeña. Si el rigor fuera lo suyo, Mario tendría ahora que reescribir ese artículo y situarse él mismo en primer plano, en la cima de lo huachafo y presidiendo esa nación casi en calidad de dictador vitalicio de estirpe haitiana.
Cuando Mario hace cosas como esta, uno se pregunta de qué material tan duro está hecha la huachafería peruana como para que asome de una manera tan triunfal en un personaje culto y cosmopolita como es Vargas Llosa, que ha viajado tanto y ha leído tanto y ha recibido tantos y tan justos homenajes.
O es que quizá las cosas no anden por allí, por el lado del buen gusto perdido. Es que tal vez todo esto tenga que ver con el ego insaciable y la vanidad descontrolada que empuja a algunos íntimos de Mario a seguir llamándolo, en privado y entre ellos, “Zeus”.
¿Porque qué otra cosa que la vanidad ilesa y sin tratamiento puede instigar a un escritor de su importancia a salir al escenario y a ser lector de velada universitaria y actor aficionado y sin remedio?
Mario pasará a la historia de la literatura universal por sus tres primeras novelas. Su proliferación posterior, en mi opinión, ni quita ni añade nada a su imponente biografía de narrador. En todo caso, no necesita salir disfrazado de raso o lamé a frasear su propia –y hartamente discutible- obra teatral, obra que hasta su casi seguro servidor Alonso Alegría hubo de criticar por simplona y esquemática (en referencia a “Al pie del Támesis”).
El teatro de Vargas Llosa es escalofriantemente malo. Que un gran novelista escriba teatro malo puede ser considerado un vicio tan autodestructivo como el tabaquismo. Pero que un gran novelista interprete su teatro malo vestido de Omar Shariff en el plató de la Metro, eso no puede ser otra cosa que la venganza que el tiempo se cobra contra quien fuera el más agudo censor de la huachafería nacional.
Tengo la impresión de que los secos suecos le niegan el Nobel ya largamente merecido sólo por darse el gusto de no alimentar más el ego XXXL de este magnífico escritor.
Dicen que, en 1880, el senador Víctor Hugo escuchó en plena sesión una frase protocolar y zalamera con la que el subsecretario del Interior –monsieur Constans- decidió empezar su intervención: (“Ustedes, que son el orgullo de Francia, la gloria de Europa...”) y, de inmediato, se paró a agradecer. El escritor-senador creyó que la frase estaba dirigida sólo a él porque en francés el “Vous” sirve tanto para el plural como para el singular y lo mismo sucede con el verbo “êtes” (“es” o “son”), aplicable indistintamente al “usted” y al “ustedes”. Claro, Víctor Hugo no podía imaginar que, estando él en su escaño, tales palabras se desperdiciaran como encabezado formal dirigido a toda la asamblea.
Sobre Víctor Hugo ha escrito Vargas Llosa un muy valioso ensayo apologético (“La tentación de lo imposible”, 2004).

jueves, 30 de octubre de 2008

Impertinencias

*Moquegua quiere un cambio en el derecho canónico.
*A los argentinos siempre se les termina cayendo el peso.
*Nadie gana en la lucha contra uno mismo.
*La abandonó un ajedrecista. Esa sí que fue una partida decisiva.
*Con Maradona las aspiraciones de Argentina serán muchas.
*De puro coherente, Martin Rivas ha pedido que, cuando muera, su cadáver sea cremado.
*La decepción consiste en saber lo que en realidad ocurrió.
*Como lo demuestra Alex Ferguson, el inglés también puede aprehenderse.
*Siempre he sospechado del agua potable.
*Y ahora las FARC quieren vivir del canje.
*Los mejores planes de salud son los de las enfermeras.
*Las monarquías me tienen hasta la coronilla.
*Se llama ministerio del Interior porque nadie sabe qué pasa adentro.
*En la pubertad el sexo se conoce de primera mano.
*¿Por qué habrían de suspenderle la militancia aprista? ¡Más aprista no podía ser!
* “La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos es una cojudez”. (El embajador de Dios en el Perú).
*Ni cien mil lavadores harán del dólar algo limpio.
*Los hermanos Tudela parecen muy deprimidos: sólo piensan en la muerte.
*Luciana León cree que los tipos de interés deberían figurar en una lista y con fotos.
*Felizmente que el doctor García es un caballo de paso.
*Laura Bozzo está dispuesta a besuquear cualquier axila.
*Sólo se aburren los inteligentes.
*La banda que toca en vivo es la de Panamericana.
*En todo olvido hay algo de perdón.
*Chang quiere ver al Sutep en el Presbítero Maestro.
*Ese capitán Alatriste debe oler a taxi malagueño.
*Hugo Neira padece del mal francés.
*El sueño del cura Romaña es revender indulgencias.
*Al “tigre” Gareca le siguen poniendo rayas.
*Platero se reunió con Chemo del Solar en Pasto, Colombia. Intercambiaron ideas.
*McCain ya está hablando de una mano negra.
* “Papito, estoy para apoyarte”. (Carlos Cacho)
*Un borracho llorando es una bomba lacrimógena.
* “Si algo le falta a los militares es cultura, general”. (Anónimo)
*Cuando Haya de la Torre preguntaba “¿y quién moraliza al moralizador?” estaba procreando al Apra del saqueo.
*Era un hombre tan triste que cumplió una pena de quince años.
*Juana de Arco fue una gran cruzada.
*La neurosis es una arma de repetición.
*Les fascina mandar a quienes más obedecen.
*El KO del boxeo es un viaje a las estrellas.
*Hannibal Lecter amaba las mentes abiertas.
*No hay felicidad más grande que la que esperamos.
*Lo que Freud quiso decir es que el orgasmo es el principio del placer. El de la realidad es el matrimonio.
*La vara de Manco Cápac fue el primer caso de tráfico de influencias.
*Las AFP están en cuenta regresiva.
*La verdadera píldora del día siguiente es la que usan las peperas.
*Yale no quiere devolver a Toledo.
*Cuando no te dan la Visa ponen cara de American Express.
*Las señoras de Eisha sólo van a las bodas de plata.
*Cuando el tono se endurece es que alguien está vendiendo coca.
*Al final, Genaro terminará pagándolo todo.
*Antes de matarse dejó una carta libre.
* “Me quieren usar como chivo expiatorio”. (Beto Ortiz)
*Las cuentas son a plazo pero las quiebras al contado.
* “¡Los viejos a la tumba! ¡Los jóvenes a la Obra!” (Cipriani).
*Los discos duros eran los de Nirvana.
*No es cuestión de comprar patrulleros sino de impedir que la policía esté en venta.
*Lucianita se rompió el peroné cayendo en algunas contradicciones.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Impertinencias

* Si matan a Obama, la democracia norteamericana vestirá para siempre de riguroso negro.
*En el terreno de las elecciones, el avión de Lula también aterrizó de emergencia.
*Alguien está escribiendo “El fin de los Fukuyama”
*A la computadora de Rómulo León le entró el gusano Rospigliosi.
*César Gutiérrez resultó siendo petrosexual.
*Cuando García se enfurece asistimos a un capítulo del calentamiento global.
*El problema de las Bolsas es que muchas están llenas de basura.
*El rey Juan Carlos siempre fue muy franco.
* “¡Pero si es una nena!” (Rómulo León).
*Murió el director de “Garganta profunda”, que es también la historia de una bocona.
*Don Juan Carlos se equivocó y pidió ir al Coño Norte.
*De todos modos, Obama terminará siendo blanco de alguien.
*Los que no dan la cara es que la están buscando debajo de la cama.
*El capitalismo consiste en que se joda el otro. El comunismo consiste en que se jodan todos.
*La cantante Fetiche fue un descubrimiento de Marx.
*El precio del barril sin fondo sigue bajando.
*La eternidad cada día dura menos.
*Yehude Simon aspira a ser uno de los siete ensayos de Mariátegui.
*No hay nada más viejo que los neonazis.
*El problema de las embarcaciones de madera es que a sus dueños les faltó el vil metal.
*En “La República” a Edmundo le han puesto la cruz.
*A esa teniente que degradaron se le vino un descenso.
*El director de PerúPetro debía llamarse Daniel Sabe.
*Rómulo León se está tirando una canita al aire.
*Beto Ortiz salió del clóset vestido para matar.*Ningún aprista enseña sus canas.
*John McCain sigue siendo un prisionero de la guerra.
*Han nombrado a un nuevo ministro de Defensa Propia.
*Ya llegan los cuernos de Acho.
* “El Comercio” es una presa tamaño familiar.
*Puno limita al norte con la indiferencia.
*Estados Unidos desclasifica documentos cuando los sátrapas a quienes apoyó ya no gobiernan.
*Chicho Mohme quiere que la república de Weimar le sirva de corresponsalía.
*Mirko Lauer traduce al checo “Bajo el volcán”.
*Los caníbales estaban pendientes del precio del crudo.
*Pasaron las vacas gordas sin que los pobres se dieran cuenta.
*Don Juan Carlos exigió ir al Cuartel de Borbones.
*Nicolás Lúcar defiende a Magaly Medina en el canal de la mafia mexicana. ¡Ese es un guión!
*Wálter Alba desenterró a Velásquez Quesquén.
*Beber vodka en pequeños sorbos es una bomba de tiempo.
* “Soy una mujer abierta al diálogo”. (S. Díaz).
*El sexo fuerte es el que tenemos muy de vez en cuando.
*¿La sangre en la Feria del Señor de los Milagros, es la de Cristo?
*Sueño con una golfa pérsica.
*En los cementerios crece la verdura orgánica.*Los vocales supremos cobran en letras.
*Gisela Valcárcel bailaba al comienzo por un sueño.
*Robocop se ha aliado con Rómulo León.
*Bernardo Roca Rey era el chavo del ocho.
*El marido de Tula es uno de los 90 segundos de Canal 2.
*Radio Capital parece de provincias.
*Más que cadenas, los peruanos siempre arrastraron deudas.
*La lucha contra la pobreza ha cumplido cinco mil años.
*En el Hospital del Niño están comprando equipos de chuponeo.
*Los cancilleres de Chile y Perú mantienen magníficas relaciones. Siempre hay un roto para un descosido.
*A Kenita Larraín, en cambio, sólo habría que afinarla.
*Nombrarán a un fujimorista de horca y cuchillo como ministro de Cultura. La dinastía Chang se extiende.
*Hilaria Supa tiene cara de Potosí.
*Por si acaso, Pardo’s Chicken no es la historia del civilismo peruano.
*Los líos del fútbol sólo se resolverán en el área penal.
*El 007 será ahora el porcentaje de crecimiento en Europa.
*Puede ser que Dios nos inventara. Pero que nos ha dejado solos, nos ha dejado solos.
*Lo más profundo que tiene Juan Paredes es la voz.
*Lo único que García devuelve son las visitas.

martes, 28 de octubre de 2008

Impertinencias

*La quimioterapia te toma el pelo.
*Qué tal si no hubiera sido la guerra del pacífico.
*Hay ladrones tan coherentes que hasta tienen una banda en el estómago.
*Lo que estamos viendo ahora es el Discovery Channel del petróleo.
*Rómulo León terminará en Punta Cana.
*El “mago Valdivieso” ha desaparecido las ampliaciones presupuestales.
*El rey Juan Carlos nació de veras en Sofía.
*El problema de la Contraloría es que allí también está Genaro.
*Si así es el primer ministro, cómo será el último.
*El rey de España ha preguntado mucho cómo es eso de Polvos Azules.
*El problema con el perdón a los asesinos es que ellos no lo han pedido todavía.
*Las FARC creían que siempre iban a tener a un público cautivo.
*A Zoilamérica Narváez le salió un padrastro.
*George W. Bush dirige la Banda Republicana.
*Fujimori sólo tiene memoria caché.
*Lucianita León creía que “El sí de las niñas” era parte del arreglo.
*Hay tantos audios y tantos sinvergüenzas que ya parece una nueva banda sonora.
*Si Darwin visitara el Congreso peruano abjuraría de la teoría de la evolución.
*El juego favorito de Rómulo León era el del teléfono malogrado.
*La del patriarca Tudela es una pieza arqueológica.
*Ese Cristo también está morado por la asfixia.
*León Alegría se trompeó con el mouse de su computadora.
*Eso de reforestar con taras suena a programa partidario.
*¿Cómo le pueden pedir a una niña que se levante la inmunidad?
*¿Y por qué Raúl Vargas no nos vuelve a hablar de ING?
*Garrido Lecca es tratante de bancas.
*La cantinflada de Nakazaki en defensa de Magaly Medina ya tiene nombre: “El señor fotógrafo”.
*Montesinos se vendía como asesor.
*El intento de despenalizar la difamación es una injuria.
*El general Pérez Rocha jamás fue tan brillante como cuando dejó la dirección de la Policía.
*Ya viene Acho con todas sus bestias.
*Algunos idiotas te envían sus cosas por Correo.
*Gisela Valcárcel debería casarse con Carlitos Spá.
*El INPE se equivocó de Guerrero.
*Cuando dormimos es que estamos ensayando.
*¿Cómo va a tener éxito el Hábeas Corpus con un fantasma de por medio?
*Fernando Vivas está muy mal de la columna.
*Los enemigos íntimos de Alianza son los jugadores.
*Los León Romero son un buen par.
*La polémica sobre el origen del pisco la zanjó Francisco Morales Bermúdez en Santiago. Fue la noticia bomba de la Cancillería.
*Los marines tienen servicio delivery.
*Al bombero Del Castillo lo está envolviendo una cortina de humo.
*La bruja que acompaña a Fujimori debió haberle prestado la escoba durante su gobierno.
*Lo que en el Perú se ha derogado es la ley. Así de simple.
*Los Estados Unidos se pudren en dinero.
*Con Obama cambiará absolutamente todo lo superfluo.
*Las ruinas de Alfonso Ugarte también son de barro. Como las de Chan Chan.
*La verdadera fuerza armada es el sexo.
*¡Y resultó que la media luna boliviana era un cachito!
*Ollanta Humala se jacta de su muñeca.
*¿Es bóveda celeste o carpa nomás?
*Si Dios existiera ya habría corregido el estropicio cometido.

lunes, 27 de octubre de 2008

La visita de los reyes de España

Hoy se inicia la visita oficial de los reyes de España, Juan Carlos y Sofía. El pueblo peruano los acoge con la simpatía que genera su inteligente y democrático ejercicio de la investidura real. Su reiterada presencia en nuestro país expresa la renovada importancia que el gobierno español otorga a sus relaciones con América Latina y particularmente con el Perú.
El 2004, el Partido Socialista Obrero Español definió los dos ejes de la visión conceptual de su diplomacia iberoamericana. Volver a una política exterior de autonomía hacia la región, dejando de lado la diplomacia de acompañamiento a los Estados Unidos que el gobierno de Aznar impulsó en la región. Y dotar a esa autonomía no sólo de mayores cifras en la inversión, el comercio y la cooperación, sino de un revalorizado componente político, diplomático y social.
Bajo la inteligente y eficaz conducción de Miguel Ángel Moratinos, la diplomacia española ha sabido asociar a la región al ejercicio de “un poder blando” a favor de una gobernanza mundial racional y razonable, que recree espacios multilaterales de solución negociada de los conflictos y no sacrifique ni la democracia ni los derechos humanos en la lucha global contra el terrorismo. Quizás la expresión más acababa de esa visión global de la diplomacia española sea la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones, promovida directamente por el presidente Rodríguez Zapatero. El valor de esta iniciativa reside en el hecho de asumir la diversidad no como una atávica determinación del conflicto, sino como una riqueza de oportunidades para la paz y el diálogo. España es, ahora, un factor de equilibro y sereno optimismo en la construcción comunitaria, especialmente después del fracaso de la aprobación de la constitución europea. Y a ello añade una renovada acción en Asia y África que globaliza su política exterior. Moratinos ha sacado a la política exterior española del hiperfactualismo, coyuntural y a la larga inoperante.
En relación a América Latina, hay una sólida diplomacia de asociación. La institucionalización de la comunidad iberoamericana ha sido un avance histórico, cuyos frutos silenciosos serán cada vez más visibles. Se han establecido vínculos de asociación estratégica con Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México. El Perú se añadirá a partir de mañana a esta lista, culminando un proceso iniciado con la visita de Estado que hiciera el presidente Toledo.
Las relaciones peruano españolas pueden aún fortalecerse más. Para ello, sería bueno que el Perú salga de su ostracismo diplomático y comparta con España y la región los desafíos del aterrizaje democrático de un mundo en transición.

Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.

domingo, 26 de octubre de 2008

Televisión Plana

San Diego, California,

Octubre 23.

Un gas utilizado para la construcción de televisores de pantalla plana provoca fuertes emisiones de efecto invernadero, al menos cuatro veces más potentes de lo que se estimó originalmente. El trifluorido de nitrógeno, que es como se denomina el gas, es 17,000 veces más nocivo que el dióxido de carbono y sus emisiones, dada la masiva venta de aparatos de pantalla plana, están aumentando 11 por ciento cada año. Sólo en lo que va del 2008 han subido a la atmósfera 5,400 toneladas de ese gas. El estudio ha sido hecho por un equipo investigador de la Universidad de San Diego, California, dirigido por el geoquímico Ray Weiss. Los televisores planos empezaron a venderse en el año 2006.
(Noticia difundida ayer por la agencia Europa Press).
Cuando el hombre había conquistado lo que nadie hubiera imaginado en los tiempos en que Leonardo da Vinci hacía maquetas de ingenios voladores, un gerente de una corporación japonesa le preguntó a su androide más inteligente:
-¿Algo te disgusta de este mundo que hemos creado virtualmente para gente como tú?
El androide disparó su respuesta en dos centésimas de segundo:
-Me disgusta el grosor de los televisores. ¿No se podrían hacer delgados?
A ese sucesor de Akio Morita la sugerencia del androide le pareció genial, así que convocó a una reunión del Departamento de Innovaciones Tecnológicas (DIT).
Cuarenta cerebros acudieron a la sala de conferencias del DIT y cuarenta días (con sus cuarenta noches) fue el plazo que el CEO de esa Corporación Multinacional, con sede en Tokio, les dio para que trajeran un proyecto que permitiera estilizar, hasta la inverosimilitud si fuera necesario, la profundidad de los receptores de TV.
Así que durante cuarenta días con sus cuarenta noches los genios de la corporación, auxiliados por sus computadoras táctiles y parlantes y los sendos androides que les fueron asignados, trabajaron en el proyecto.
Cerca del plazo dado, en la noche número 36, cuando todo parecía perdido, tres androides concibieron la solución luego de ser transfundidos electrónicamente con miles de algoritmos.
-La salida no es la miniaturización, como creíamos. La salida es la química- dijeron haciendo uso del sincronismo que tanta impresión causaba todavía y empleando esa voz gangosa que salía de una laringe de titanio y aluminio.
Eso era todo lo que los humanos necesitaban para replantear la investigación y encontrar, por fin, la luz del túnel.
En menos de setenta y dos horas, a la hora señalada, el brain staff de la corporación presentó el proyecto de 44 páginas que habría de cambiar, para siempre, la estética de los televisores.
Dos años después, la corporación lanzó el primer “pantalla plana” al mercado internacional. Presentaron al ingeniero en jefe a cargo de Investigación y Desarrollo, oficina de la que dependía el DIT, callaron el servicial protagonismo de los androides y empezaron a barrer de la faz de la tierra los televisores regordetes que hasta hacía pocos días habían sido parte de la decoración de buena parte de las casas del mundo.
La corporación entendía perfectamente que el televisor no era más, desde la refundación del mundo planteada por Ronald Reagan, un mero artefacto. El televisor era, al fin y al cabo, el aparato por el que llegaba a las casas La Televisión.
Y La Televisión era ventana al mundo, fuente de sabiduría estilo CNN, crisol ideológico en cánones de la Fox News, pareja sustituta gracias a los canales porno de acceso abierto, válvula de escape, motor de la emulación publicitaria, vendedora de felicidad al crédito, útero de Marita y del nuevo hombre hecho para el consumo sin tregua, hermana gemela de la realidad, reemplazo de la vida, trasatlántico de los pobres, candado ideológico de las derechas reunidas, cinturón de castidad en contra de las ideas socialistas, géiser de mentiras con sabor a fresa, pantalla de la resignación, basurero que se vende como ramo de rosas, monitor del Gran Hermano, mal gusto a la vena, jardín de senderos que no se bifurcan sino que conducen a la Roma de Berlusconi, pócima de Montaner, farsa catódica.
La Televisión era, en suma, el secreto del sistema y cuanto mejor se presentara, cuanto más estética se viera en los salones de las casas, más segura estaría la corporación y más impertérrito el mundo que la sostenía.
Lo que tampoco dijeron fue el asunto del trifluorido de nitrógeno. Pero eso era un asunto menor. Las pantallas planas, esas casi láminas de marcos color negro espacial que titilaban imágenes de alta resolución -1200 líneas de barrido horizontal por segundo en el sistema NTSC- ya se vendían como si fueran una imperiosa necesidad. De éxitos como ese estaba hecho el progreso. El resto era pesimismo de los comunistas.

sábado, 25 de octubre de 2008

El rey de los tabloides

Cuando Lima ya no era el “Palais Concert” sino el “Negro Negro” y el Conde de Lemos había sido cambiado por Zavalita aprendiendo la noche, en esa época de las “Bikini Girls” y Dámaso Pérez Prado apareció el Nosferatu de la prensa popular, es decir Raúl Villarán Pasquel.
Sobre Raúl Villarán trata el último libro de Guillermo Thorndike (“El rey de los tabloides”), que es una biografía holgazana y distante del hombre que se inventó a sí mismo, fundó la prensa de masas y puso la primera piedra de ese monumento vivo que se hace llamar Guillermo Thorndike, su ingrato discípulo.
Es flojo el libro porque Thorndike no ha invertido más de un día en recopilar información sobre Villarán, que fue su director en “Correo” y su maestro en el arte de entusiasmar a las multitudes con letras grandes y escrúpulos pequeños.
Dicen que Thorndike quiso imitar siempre a Villarán pero que nunca tuvo éxito. No me consta. En todo caso, si algo hay de cierto en eso de la emulación fallida, “El rey de los tabloides” es una venganza. Fría y telescópica como dicen que son las venganzas perfectas.
Y esto porque Villarán apenas aparece y Thorndike se dedica a llenar parrafadas con sus delirios seudointrospectivos, su prosa elefantiásica y su lirismo que a veces suena a recitación escolar. Con lo que Thorndike pasa de discípulo a Discépolo y nos vuelve a contar la cumparsita de los apachurrantes años 50, que tantas páginas de éxito le han dado.
Pero este columnista compró el libro para saber de Raúl Villarán, para tener ante sus ojos la primera biografía auténtica del abuelo de “Ajá”, del padre de “Ultima Hora”, del padrastro de “Correo” y “Ojo”, del hijo de la genialidad, la única genialidad de la que puede jactarse la prensa popular peruana. Y lo que encontró fue a un Villarán estroboscópico, que no aparece en las primeras cincuenta páginas y que lo hace de modo intermitente cada vez que el autor recuerda que está escribiendo una biografía.
Si existiera un Indecopi de la literatura, Thorndike sería pasible de un proceso. Porque uno termina de leer las 231 páginas de “El rey de los tabloides” y se pregunta qué fue de Villarán, en dónde se traspapeló, por qué demorada digresión se escurrió. Y, al mismo tiempo: qué pasó con el biógrafo, en qué momento traicionó su tarea.
Suprimir al biografiado de una biografía que aspira a rendirle homenaje es una hazaña intelectual pocas veces emprendida. Guillermo Thorndike la realiza con denuedo y eficacia. Este parricidio profesional y periodístico da para otro libro, pero eso es un asunto que dejamos a los lacanianos.
Y si no está Villarán, ¿de qué están hechas las páginas de “El rey de los tabloides”?
De lo que Thorndike sabe hacer con maestría: meterse en la conciencia de los personajes y atribuirles palabras que nunca habrían dicho, actitudes que nunca mostraron, gestos que nadie les vio y manías que ni sus mayordomos les conocieron. Porque para Thorndike la historia es literatura, la literatura es historia y la biografía es la disparatada hija de ambas.
Ese odio templario por el rigor –el mismo odio que algunas veces demostró como director de sus popularísimos periódicos- lo lleva a inventarse un Villarán que parece un idiota. Y quienes supimos de Villarán vimos apenas a un hombre a quien el periodismo había malgeniado pero que en nada se parecía al fantoche noctámbulo que Thorndike nos pinta cada treinta páginas.
Digamos que Villarán era un misterio con gabardina y todo, un Kane que el Perú secó antes de tiempo, un instinto encarnado que titulaba a gritos, un promiscuo que seducía a multitudes y jamás se saciaba porque ningún tiraje le satisfizo, un inventor del márquetin periodístico, un titulero insigne, un putañero triste, un Napoleón de la tipografía Ludlow. Era todo eso y mucho más. Fue nuestro Hearst sólo que viviendo de prestado.
Y nada de eso está en un libro que cotillea con la redundancia –el Esparza malo, el Beltrán cazurro, el Toto Terry rubio- y adereza tanto el estilo que puede producir indigestión. Para que vean que no hay exageración en lo que escribo, bastaría este ejemplo, que es cuando Thorndike describe el momento en que el viejo Alejandro Belmont decide acabar con la revista “Equipo” y recibe en su sala a Villarán (página 109):
“Al fin oyó Villarán raspar los pies del anciano que se materializó frente a él como una adusta deidad oscuramente ataviada con una bata talar...y, luego de clavarlo en su sitio con un gesto hierático, pasó lento y silencioso, seguido de ingrávidas enfermeras con ropas blancas y fantasmales, altivo y flotante, consumando con cierta gracia un acto de levitación, hasta plegarse y caer suavemente en su sillón favorito, donde las sombras blancas arroparon de inmediato sus huesos de pedernal y sus largos y flacos dedos de azufre”.
Espesado de adjetivos, que le dicen. Escrito en un taller literario puertorriqueño visitado por García Márquez. Homenaje al barroco edematoso. Apoplejía del idioma. Pankreoflat fijo.

viernes, 24 de octubre de 2008

Dios en la cárcel

Los agnósticos sentimos la culpa eterna de dudar de la existencia de Dios, pero tengo la sospecha de que esas dudas se disiparían si fuéramos a dar a una prisión o si un tumor maligno nos anunciara la cercanía de la Parca.
Eso es lo que pasa, casi invariablemente, con las damitas internadas, por lo general de manera injusta, en el penal de mujeres de Santa Mónica.
O sea que están en lo suyo -tragándose cápsulas con cocaína para convertirse en bodegas aéreas de tacón alto, por ejemplo- cuando les cae el perro mágico de Aduanas y la policía y, si no tienen plata para hacerle un faenón a algún juez, la cárcel. Y cuando están en la cárcel, ¡Dios! Se les aparece el Dios descalzo de la urgencia y las convierte en Marías y las indulta sin faenarlas y las limpia sin siquiera tocarlas.
Siempre me ha maravillado que Dios sea de inmediato invocado por quienes cruzan el umbral de una cárcel, el pabellón de diagnósticos de Neoplásicas, o la sombra de cualquier fatalidad.
Jackie Beltrán adquirió un perfil de Santa Bárbara. Lady Bardales levitó tres veces. Malú Costa se hizo oblea del Señor. Y ahora dicen que Magaly Medina, que era la favorita de Satán, se cubre la cabeza y asiste a la misa de todos los días.
¿Es que la normalidad es atea y la desdicha es creyente? ¿Es que la felicidad no recuerda a Dios? ¿Es que a Dios le encanta reinar entre escombreras? ¿O es que la soberbia del hombre rechaza a Dios pero la desgracia devuelve al hombre a su ínfima vulnerabilidad y allí es cuando Dios se aparece, más grande y poderoso que nunca?
Son preguntas que sólo un especialista en Dios puede responder. De mí pueden decirse muchas cosas pero no que Dios es mi especialidad.
A mí sólo me asombra el oportunismo de los creyentes que viven una emergencia y el pragmatismo de Dios para aceptarlos.
Porque no me cabe duda de que la reclusa vuelta devota al tiro llama a Dios no porque haya sentido el vértigo de la revelación sino porque lo que quiere es el milagro de la liberación. Y el negocio divino –si tanta irreverencia me es permitida- consiste en recibir la solicitud y esperar. Si la liberación precoz se produce, habrá sido un milagro. Y si no se produce, pues entonces la interna autogenerará la explicación: su arrepentimiento no fue sincero (realidad absoluta en la mayoría de los casos).
Admiro, en el fondo, a quienes frecuentan a Dios y aun comercian con su reino desde la normalidad. Es gente que tiene desarrollada la glándula del misticismo (por descubrirse) y copiosa la secreción del narcisismo original (porque no hay nada más vanidoso que creerse hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza para más detalles: ¿se imaginan a Dios diciéndole a Bush “!hijo mío!”).
Pero eso de estar feliz de la vida haciendo todo el mal que se pueda para luego, ante el primer volteo de la tortilla, ser llamada por el Señor para integrar su rebaño es como decir que la religión es un placebo y Dios una maravilla curativa y los milagros unas ocurrencias que se pueden programar. Y lo mismo para los que esperan que un tumor los conduzca a la presencia del Supremo Hacedor (incoherencia relativa porque, si existiera un Supremo Hacedor, a él, entonces, podría atribuírsele también la autoría indiferente del tumor, con lo que no se le estaría pidiendo un milagro sino una rectificación, cosa imposible dada su infalibilidad).
Convertirse a la cristiandad en la cárcel y en los hospitales es como rezarle a un santoral de botiquín integrado por el Señor del Candado, la Patrona del Indulto, la Beatita de la Quimio, el Santo del Sarcoma y la Santísima Virgen del Hábeas Corpus (que es la más poderosa, según Apoyo).

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Posdata.- El nuevo director de “El Comercio” está haciendo una limpieza a fondo. Le aceptó la renuncia a Fritz Du Bois, cuyo derechismo hacía de Odría un revolucionario. Después ha despedido –luego de comprobar una fea traición- al muy infectado sujeto que se atrevió a fraguar informes aduaneros y a vengarse de sus enemigos ensuciando, con viles mentiras, las páginas de investigación del periódico. Y de inmediato ha cortado toda relación con un estudio de abogados que ya parecía accionista del viejo diario. O sea que ratas había hasta en “El Comercio”. Ciertos amigos incondicionales del consumado traidor lo están auxiliando –como siempre- diciendo que “El Comercio” quiere ahora deslegitimar los “petroaudios”. Eso es una vulgar mentira. Lo que “El Comercio” quiere es que, junto a las ratas nombradas por Alan García, se investigue a los pericotes dedicados al chuponeo telefónico y al tráfico de influencias abogadil. Eso es lo justo y eso es lo que hace temblar al protegido de Bernardo Roca Rey y al estudio de abogados expulsado de “El Comercio”. Es una lástima que gente honorable esté cayendo en la calumnia con tal de defender a quien fue capaz de entregarle a Canal 4 las cintas que el director de su periódico –el que le pagaba el jugoso sueldo- había recibido, estaba evaluando y tenía el propósito de publicar. “El Comercio” está en pleno proceso de fumigación.

jueves, 23 de octubre de 2008

La Ley del Embudo

Cuando los faraones gobernaban, ya hacía miles de años que se había inventado la Ley del Embudo.
Inspiración de origen divino gracias a la cual las masas creyeron que su destino era ser azotadas mientras construían lo que los arqueólogos desenterrarían después, la Ley del Embudo procreó la monarquía, la hechicería profética (antecedente de todas las iglesias) y la noción, también de origen celestial, de que los ricos podían no pasar por el ojo de una aguja pero sí por la puerta grande del poder terrenal (que eso era lo que en realidad les importaba).
La Ley del Embudo se ha venido aplicando desde que el primer cavernícola más listo que los demás hizo creer al resto del gentío que él podía arreglar la venida de las lluvias, cuando lo que había descubierto, en realidad, era la cadencia de las dos estaciones más diferenciadas. Por eso es que se creyó, al principio, que la Ley del Embudo era un mero producto de las desigualdades impuestas por la inteligencia.
Ese predominio de lo neuronal acabó muy pronto, cuando un grupo de cavernícolas musculosos, harto de los privilegios que se había ganado, mató al presunto llamador de las lluvias, a sus hijos, a sus mujeres y hasta al improbable tilacino que podía ser su mascota. Ese golpe de garrote –el primer golpe de Estado si se quiere- fundó la verdadera Ley del Embudo, que no es otra cosa que el ejercicio de la fuerza con el consentimiento de todos los forzados.
Sea que se trate de las monarquías hidráulicas –los egipcios, los aztecas, los incas por citar algunos ejemplos-, del converso Constantino o de los sabios etruscos, la historia de la humanidad es la sedimentación de dos cosas: montañas de cadáveres y autoridades ilegítimas.
O sea, montañas de cadáveres producidos en guerras producidas por las autoridades ilegítimas. Demás está decir que tanto los cadáveres como las autoridades nacieron de la Ley del Embudo.
¿Fue la democracia ateniense –un periodo de siglo y medio- un paréntesis en la hegemonía absoluta de la Ley del Embudo? Algunos dicen que sí, aunque sería bueno recordar que en esas ciudades que Pericles hizo brillar los esclavos no dejaron de serlo, con lo que la democracia ateniense mucho le debió también a la Ley del Embudo.
Al Perú la Ley del Embudo le llegó relativamente tarde (como casi todo lo que importamos). Archipiélago de culturas que parecieron desconocerse, lo que hoy llamamos Perú requirió de la Ley del Embudo sólo cuando los Incas unificaron lo disperso, conquistaron lo que no era suyo y sujetaron con mano de hierro el poder que dizque les venía del sol.
Y cuando los adoradores del sol fueron exterminados por los adoradores del oro, una Ley del Embudo de carácter agrícola y más o menos redistributiva fue reemplazada por la Ley del Embudo que venía de los tartesios, pasaba por los visigodos y había llegado a la adultez en la batalla de Toro (1476), cuando Castilla y Aragón se unieron derrotando a las fuerzas proportuguesas.
La Ley del Embudo que primó en la Colonia pudo atenuarse con el nacimiento de la República, inspirada en la revolución francesa gracias al aporte de Bolívar. Pero, como hemos visto, se acentuó a niveles excepcionales y alcanzó su cumbre con la llamada “república aristocrática”, más tarde sustituida –y para siempre- por la gavilla plutocrática que nunca –con excepción de Billinghurst y Velasco- dejó de gobernarnos.
Hoy la Ley del Embudo es más indiscutible que las que descubrieron Einstein y los físicos cuánticos que derribaron la mitad del busto de Newton.
Es tan indiscutible que cuando el Estado de Bush tiene que acudir con billones de dólares de fondos públicos a salvar a la banca tramposa manejada por el gansgtercapitalismo, la gavilla plutocrática nativa dice “¡bravo!, ¡así se hace, machos!” Pero cuando la valerosa Cristina Kirchner, a quien le sobra el huevo que le falta a García, socorre con unos cuantos miles de millones a los pensionistas estafados por las AFP tramposas gestionadas por el gansgtercapitalismo, la gavilla plutocrática nativa grita: “¡Ladrona! ¡Arpía! ¡Puta peronista! ¡Evita! ¡Mala!”
Es la Ley del Embudo en toda su magnificencia.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cuaderno de bitácora

George Bush en Washington, Fritz Du Bois en Lima y Alan García en la luna estaban convencidos de que el mundo navegaba con la esbeltez del Queen Mary rumbo a las islas Paraíso, el último archipiélago de Oceanía convertido en Estado adjunto por la bandera de las barras y las estrellas.
Pero, de pronto, la tersura del oleaje se terminó y una bruma casi del color de Obama invadió la cubierta de Primera y hasta la cabina del gran capitán, es decir Dick Cheney en traje de almirante Nelson (aunque con un loro al hombro, como homenaje a sus ancestros). La taza de agua, entonces, se convirtió en tasa de desempleo y la mar serenísima de Francis Fukuyama cedió el paso a una tormenta perfecta.
Con lo que los gritos de los pasajeros pidiendo margaritas con zumo de sandía se silenciaron y, en vez de ellos, se oyó el pitido de los telégrafos solicitando auxilio a la vieja y despreciada nave remolcadora y rompehielos del Estado.
No sólo eso: en pleno zafarrancho de emergencia, dos espectros pudieron divisarse mientras se dirigían, decididamente, a la torre de mando. Uno usaba muletas y tenía el ceño fruncido y el otro era aún más alto que el primero y llevaba dos libros sujetados con la mano izquierda. Uno era el fantasma beatífico de Franklin Delano Roosevelt y el otro tenía el rostro de John Maynard Keynes. Los pasajeros en la cubierta de Primera no cesaron de aplaudirlos.
Hubo algunos borrachos, claro, que dijeron que la culpa de esta travesía pirateada por la calamidad la tenían las capitanías de puerto y los ministerios de marina y de turismo –es decir, el Estado- por haber “exigido” a los constructores de la embarcación plazos perentorios que impidieron dotarla de radar, sonar y lanchas salvavidas suficientes. La mayoría, sin embargo, no se creyó esos cuentos de sirena. Y menos se los creyó cuando se enteró de que el capitán de la nave, el tal Cheney, había sobornado a los vigías para que no hicieran su trabajo ni ralentizaran el andar de la nave con algunas advertencias innecesarias, del mismo modo que el banco de hipotecas Freddie Mac le pagó a una consultoría republicana, más podrida que Arthur Andersen, para que no dijera nada sobre sus cifras reales.
En este mare mágnum de una crisis que amenaza con ser el mare nóstrum por mucho tiempo, hay un sector de la tripulación –el que sustraía fondos de la Intendencia- que insiste en que el falso almirante Nelson debe quedarse como capitán y que el rumbo hacia el archipiélago llamado Paraíso no debe cambiar, aunque la niebla se ennegrezca más y el sargazo deje de ser sólo una sopa inmovilizadora y empiece a cubrir los ojos de buey. Ese sector que se le ha amotinado a la razón parece estar encabezado por un oficial de mar de apellido italiano, de posible origen peruano y que alguna vez –dicen- tuvo unas aventuras dignas de Sandokán en una pequeña isla, carente de soberanía, llamada Frontón.

martes, 21 de octubre de 2008

El derecho y el revés

En una revista del Colegio de Abogados de Madrid ha aparecido una lista de intervenciones abogadiles y jurisperitas que son para matarse de risa. Son frases escogidas a lo largo del tiempo y, claro, son la excepción y no la regla. Porque, por lo general, tanto en Madrid como en Lima, los abogados son personas inteligentes al servicio de una mentira particular.
“¿Estaba usted solo o era el único?”, preguntó un hombre de leyes a un testigo clave.
Mejor es esta solicitud de precisión:
“¿A qué distancia estaban uno del otro los vehículos en el momento de la colisión?”
O esta, abiertamente filosófica:
“¿Estaba usted presente cuando le tomaron la foto?”
O esta otra: “¿Usted estuvo allí hasta que se marchó, no es cierto?”
Y no digamos nada de este diálogo que de tan excepcional ya parece una calumnia:
Pregunta: Doctor, ¿verificó si había pulso?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Verificó la presión sanguínea?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Verificó si había respiración?
Respuesta: No.
Pregunta: Entonces, ¿es posible que el paciente estuviera vivo cuando usted comenzó la autopsia?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Cómo puede usted estar tan seguro, doctor?
Respuesta: Porque su cerebro estaba sobre mi mesa, en un tarro.
Ese es el lado humorístico del asunto. Lo natural, sin embargo, en el mundo de los argumentadores por recibo, es el lado oscuro de la vida: esa capacidad espantosa de defender con ardor aquello que no se cree, de gastar oratoria teatral atacando el punto de vista que, en el fondo, se sabe verdadero. Porque el día en que la justicia y el derecho se divorciaron tirándose el menaje, ese día nacieron los abogados.
La verdad es que mi madre siempre me dijo que yo podría ser un buen abogado. Creo que era porque estaba cautivada por Raymond Burr haciendo de Perry Mason o por Spencer Tracy haciendo de juez de Nuremberg. O, simplemente, porque creía que mi carácter alegoso podía hacerme famoso en el mundo de las batallas legales.
Yo sentía horror ante la posibilidad de que me fuera impuesto estudiar Derecho. ¿Perder mi vida, el gusto por las letras, mi pundonorosa capacidad para el ocio mientras me sumergía en códigos que debía de memorizar y revisar cada año a ver cómo y en qué habían cambiado? ¿Gastar la finita memoria no para grabarse a Miguel Hernández sino para estudiar qué rendija del código tributario podía emplearse en liberar a tal zamarro?
Y es que sólo en la aséptica ficción de Perry Mason el abogado era un fiel servidor de la decencia. Siempre tuve la certeza de que la raza de los abogados carecía, como mecanismo de defensa surgido de la evolución, de todo instinto ético, de todo amor por la verdad (o como diablos se llame ese misterio que atrae a los otros mortales), de toda devoción no dineraria.
Por eso quizá me hice periodista, que es un modo modesto de emplear el lamparín de Diógenes para iluminar el aquí y el ahora.
Y a lo largo de estos años, la peor gente que he visto, la calaña de gente que está en el vestíbulo del Dante esperando a cobrarle la minuta, viene del mundo de los abogados. Rapaces disfrazados de juristas, constitucionalistas que adularon al golpista, tribunos que sólo piensan en cobrar, los abogados son los que, a semejanza de ciertas señoras de alquiler, jamás le dicen no a un cliente.
Por lo tanto, ya sean O.J. Simpson o los monstruos del grupo Colina, los jerarcas nazis o la banda de Fujimori, todo canalla de este mundo tendrá su acérrimo bufete, su jauría de argumentadores que aullarán incisos, parágrafos, casuísticas, y demostrarán, en el universo pútrido del expediente, que ese crimen no fue crimen sino convergencia de fatalidades, que tal pederasta no lo era sino que había citado una frase de Jesús sobre los niños, que el ladrón no es que robó sino que olvidó devolver y que la hiena que enloda a cuantos puede no es que enloda sino que masajea con barro reparador.
Con excepción de unos cuantos –Alberto Borea, quienes defienden inocentes en las ONG, los que honran la memoria de Laura Caller- los abogados que conozco me merecen el más intenso –sí, ya sé: y también el más inútil- de los desprecios. Sin ellos, no seríamos el país de pleitistas enrevesados que nos gusta ser. Sin ellos, dos tercios de la corrupción que nos hunde se desvanecerían de inmediato. Sin ellos, que mezclan Rashomon con butifarra, no habría verdades “subjetivas” por encima de toda norma civilizatoria. Sin ellos, en suma, tendríamos menos leyes y más humanidad.

domingo, 19 de octubre de 2008

Alarma en el Vrae

El titular más importante de la edición internacional de “El País” era ayer el siguiente:
“El resurgir de Sendero alarma a Perú”.
Es cierto. Alarma a casi todos -pero poco al entorno del doctor García- esta nueva ola de ferocidades de pólvora y puñales y esta endemia de los Artemios que no han leído a Marx y de los lugartenientes sucesivos -siempre capturados y siempre inagotables- que siguen matando al mayoreo.
“El País” nos recuerda que el atentado de hace pocos días, el que mató a trece militares y a tres civiles, es “el más grave en una década” en el país. Y citando a expertos consultados, señala que la militarización del Vizcatán, por ejemplo, no ha tenido ningún significado importante en el exterminio del narcoterrorismo que allí acampa a sus anchas.
El diario madrileño se refiere a lo fácil que resultó para la gentuza que se ha apoderado del Vrae desplazarse por un rato -mientras la presión de los militares “arreciaba”- a la contigua Tayacaja, donde está el distrito de Tintay Punco, el poblado en el que se perpetró la matanza que preocupa a “El País” pero no demasiado al doctor García.
El despacho del corresponsal del diario madrileño cita a Jaime Antezana alertándonos respecto de la movilidad y virulencia de este bandidaje que, adoptando el modelo de las Farc, ya no es que protege a los narcos -como lo hizo en los 80- sino que produce su propia pasta básica de cocaína, en sus propias pozas de maceración, y con sus propios precursores químicos acarreados desde ciudades de la costa.
No es el Sendero polpotiano, entonces, el que opera en esa amplia zona liberada desde la que no nos llegan buenas noticias sino cadáveres. No es Sendero sino que son las leyes del mercado de la droga las que dominan en esos parajes.
Se trata de bandas de productores del insumo esencial de la cocaína. Y de ese próspero comercio provienen sus sistemas de radio, la logística que los acompaña, el suministro de armas y municiones.
Que algunos jefes de esas pandillas rurales se llamen Artemio, Alipio o José no cambia la esencia del asunto. En ese caso, el discurso plagado de maoismo transgénico de los artemios parece más una coartada que una propuesta de incendiar la pradera. Hasta el carácter enclaustrado del escenario se presta para imaginar mucho más un negocio bandolero que una propagación revolucionaria.
Nada de lo dicho quiere decir que el peligro sea menor. Una narcorepública envalentonada, un tumor al modo colombiano en una zona de tan difícil acceso puede esparcir, entre miles de campesinos, la convicción de que defender el trasiego de pasta básica es un asunto de vida o muerte. Y de allí a la anarquía armada habría un corto trecho.
Estamos, pues, frente a un problema que sólo una policía preparada, honesta y con capacidad de infiltración y acopio de Inteligencia podrá enfrentar con éxito -una policía como la que dirigió Antonio Ketín Vidal, el héroe masacrado por el sibaritismo caníbal que padecemos-.
Mientras más “militaricemos” la zona, más nos exponemos a derrotas humillantes. Mientras más brutales y/o incompetentes sean nuestros métodos, más crecerá en el Vrae la atmósfera de letal impunidad que hoy impera.
Esto parece haberlo entendido, felizmente, Yehude Simon, que ha viajado al Vizcatán y ha prometido que la contraofensiva del gobierno en los valles del Ene y el Apurímac “no será sólo militar”.
Hay que reconocerle a Simon este primer gesto de sagacidad. Porque, junto con el anuncio de no cargar las tintas sólo en el frente de las armas, ha hablado del Estado ausente, la infraestructura desatendida, la agricultura abandonada, la salud pública que no llega y la educación que jamás alcanzó. Es decir, ha hablado de ese país que Lima no quiere conocer.
Si Simon le confiere al gobierno del doctor García la mirada provinciana que no tiene y la sensibilidad para captar el peligro que el narcoterrorismo implica, habrá cumplido una primera tarea decisiva y habrá despejado las dudas que pudieron emanar de su pasado.
¿Lo ayudará en esa tarea ese general de lelo discurso que han puesto en el sector Interior? Muy pronto lo sabremos.

sábado, 18 de octubre de 2008

Rómulo y Remo

¿Qué está haciendo la policía para encontrar a Rómulo León?
No mucho, al parecer.
¿Querrá encontrarlo?
No es fácil decirlo.
Pero el hecho es que a la hora en que escribo esta columna Rómulo León sigue siendo un fantasma.
No siempre fue alguien tan elusivo, por supuesto.
Recuerdo que hace muchos años su entonces esposa, la honorable mamá de Lucianita, se quejó de una paliza propinada por el entonces todopoderoso ministro de Pesquería del primer gobierno del doctor García.
Eran los tiempos en que el régimen del doctor García se había dedicado al saqueo masivo de los fondos públicos. Era un robo tan extendido que parecía una confiscación basada en alguna ideología radical emparentada con la abolición de toda propiedad (empezando por la del Estado).
Se robaba con carne podrida comprada como si no lo fuera, con comisiones de todo lo que pudiera ser importado con los famosos dólares del Mercado Único de Cambios, con las licencias de importación/exportación. No era la Bolsa de Valores: era la bolsa o la vida. No era Kautsky ni Rosa Luxemburgo ni el mártir Negreiros: era una constelación de pericotes.
Y fue entonces que muchos apristas pasaron de las clases medias a la riquería. Fue el ascenso social en versión Tatán. Fue Demóstenes remedado por Carlos Enrique Melgar. Fue Hegel traducido por la Garcilaso.
En ese grupo de autoascendidos brilló, con pus propia, don Rómulo León, cuya fortuna galopó a tal velocidad que el señor en cuestión pudo darse el lujo de pasearse en Venecia con su enamorada, la señorita Ingrid Irribarren, hoy embajadora de “Claro” y de otras penumbras.
¡Cómo robaban estos hijos descarriados del frugal Haya de la Torre!
Fue la época en que “Enci” –la Empresa Nacional de Comercialización de Insumos- desabastecía sus mercados mientras vendía en el mercado negro los alimentos comprados con el dólar subsidiado. El mismo dólar intoxicado que usaron los periódicos para importar papel y la TV para comprar películas, series y equipos. Mismo México de Díaz Ordaz y Echeverría. O sea, una especie de PRI-aprismo en acción, algo así como el erotismo de lo ajeno.
Siempre me he preguntado por qué un hombre de pocos bienes y muchos libros como Haya de la Torre pudo tener de discípulos a tantos cacos de hablar rápido y terno a la medida. Y por qué un movimiento que nació para cambiar al Perú terminó siendo, en buena medida y durante el primer gobierno del doctor García (y con el doctor García a la cabeza), una banda armada dedicada a ese arte que hoy los “marcas” practican de modo tan letal. Por qué, en suma, los Rómulos y Remos venidos de los cañaverales desconocieron a Haya y optaron por la loba.
He pensado en ello y no he encontrado ninguna explicación satisfactoria.
¿O es que quizá la leyenda de un Haya austero oculta algunas cosas que nos cuesta admitir?
Es posible. Al fin y al cabo, con excepción de las migajas de sus derechos de autor, Haya siempre vivió del subsidio aprista –incluido el que brindaban algunas familias adineradas avecindadas de sus ideas-.
¿Esta cultura del hedonismo griego, del parasitismo económico y del desprecio por “los valores pequeñoburgueses” (la ética del pan ganado con autonomía, por ejemplo), tuvo algo que ver con la herencia maldita de los pisos en París, las fortunas instantáneas, la apropiación ilícita de los fondos electorales, el paso a la derecha y los ceros al mismo lado?
¿Qué relación hay entre la teoría del espacio-tiempo histórico y las cuentas millonarias en dólares de Agustín Mantilla, ex secretario privado del doctor García? ¿Cómo es que Carlos Langberg pudo llegar hasta donde llegó? ¿Y por qué los Sánchez Paredes planean ahora como una sombra sobre algunos allegados del doctor García? ¿En qué momento, en suma, se jodió el Apra?
Para el doctor García encontrar a Rómulo León será recordar a la fuerza la etapa auroral de sus fortunas.
¿Sólo recordar?
Quizá no tanto. Por algo será que ambos estuvieron hace muy poco juntos en la llamada Escuela de Gobernabilidad que el muy aprista y supermillonario doctor Chang, ministro de Educación, fundó en la San Martín para enseñar qué es eso de ser un estadista y cómo es lo de la globalización y cuánto hay de cierto en el asunto de que asistimos al parto del capitalismo de los servicios y el conocimiento. Claro que sí.

viernes, 17 de octubre de 2008

La sentenciosa Magaly Medina

En el cementerio de las reputaciones malogradas ha habido ayer una fiesta a lo Michael Jackson y su danza esquelética.
Han bailado de gusto los policontusos de Magaly, los muertos del barrio de La Boca, las autopsiadas que Magaly grabó en plena fornicación, las cornudas de las esperas inútiles, los cornudos de la confianza plena, las mentirosas de los teléfonos ocupados, los cínicos del directorio que sesiona cada vez que la noche está propicia.
Pero también han brindado los dañados colateralmente, los niños que se enteraron por la tele, los adolescentes escarnecidos en el colegio después de que su madre saliera haciendo horas extras de calentamiento con un extraño, las chicas que se desmoronaron ante el escándalo.
Un pueblo entero de damnificados de Magaly Medina, un Pisco desplomado de honras fúnebres y vidas pisoteadas, hizo una fiesta ayer y brindó con cachina de Chincha, ese brebaje que sólo los muertos pueden beber sin consecuencias.
Ahora bien, esa infantería de difuntos ¿fue obra de Magaly? ¿O es que Magaly rasgó la cortina y mostró lo que es, que era contrario a lo que parecía? Y si fue de este modo, ¿dónde acaba el derecho invasivo de la prensa?
La pregunta más civilizada tendría que ser: ¿cuál es el límite para el papel fiscalizador del periodismo?
La respuesta de Magaly Medina siempre fue la misma: ninguno. Y por eso se sintió siempre más allá de cualquier obligación.
¿Pero es verdad que la prensa no tiene límites?
Claro que eso no es verdad. En países donde la ley se tiende a cumplir la disputa sobre esos límites es casi siempre judicial y las indemnizaciones impuestas a la prensa abusiva son disuasivas.
Y esos límites tienen que ver siempre con el carácter de posible utilidad pública que contenga (o no) la información difundida.
¿Era relevante saber que la señora Tal, que no aspiraba a ningún otro cargo público que no fuera el de ser ella misma pública, ejercía la prostitución? ¿Era decente inducirla al mercadeo haciendo pasar a un colaborador como cliente? ¿Y era coherente hablar sentenciosamente, tras las imágenes grabadas al margen de la ley, de moral pública cuando, por lo menos en esa ocasión, se habían violado todos los preceptos de la convivencia pacífica, la caridad secular y el sentido del honor?
No lo era. Pero era sádico, popular, caligulesco. Y eso vende. Y si vende es notorio. Y si es notorio tiene la razón de su lado. Esa es la lógica que sirvió de paraguas para el asesinato moral y social que las tropas de Magaly perpetraron cada vez que han podido. Porque nadie podrá negar que Ney Guerrero ha hecho muchas veces de simbólico Martin Rivas viendo qué barrios altos convenía atacar.
El acoso y derribo de personajes de la farándula es también una versión deforme y a veces monstruosa de “la investigación periodística”.
No sorprende que el éxito indiscutible de Magaly Medina se haya dado en un canal que pertenece –ilegalmente- a un mexicano de hábitos truculentos, que paga con lúcares, silencio informativo y banalización de la información el sucio favor que recibe de los sucesivos gobiernos peruanos que lo han utilizado.
Muchos están hablando de cortina de humo a raíz de la medida judicial tomada ayer. Pero lo cierto es que Magaly Medina ha sido ella misma la más eficaz cortina de humo de ese mexicano de cartel de Chihuahua que se apropió del Canal 9.
¿Era de interés público enterarnos que Luis Cáceres puede beber como un cosaco y ser grosero como cualquier borracho? No, no lo era. Pero era sádico. Y lo sádico vende. Y si vende, etcétera, etcétera.
La función de Magaly, en realidad, es la de vengadora. Para mucha gente ella cumple una tarea profiláctica despanzurrando las mentiras de la apariencia, poniendo en su lugar a quienes viven de la buena fe ajena, desenmascarando a los adúlteros y enterándonos, con la ayuda de los celulares anónimos, de que a Fulana de Tal el fellatio le parece pan comido y que a Perencejo, que parecía tan caballero, le gustan las amigas de todos de alquiler.
Y como muchas mujeres tienen, en potencia, a un tramposo durmiendo en la misma cama, y como un montón de caballeros dudan del monopolio que deberían ejercer por contrato respecto de los ductos centrales de sus mujeres, pues entonces Magaly Medina es la que interpreta esa desconfianza, la que lincha por ellos, la que ampaya en nombre de la lucha contra la hipocresía.
La verdad es que en ese escrutinio dirigido a comprobar si hay alguna brecha entre lo que se dice y lo que se hace, muy pocos saldrían absueltos por unanimidad. Si esa humana hendidura no existiera, el lenguaje no habría inventado la palabra intimidad. Y el respeto por ese ámbito misterioso debería ser tan principista como el reclamo por la libertad de expresión.
Lo tragicómico es que la mayoría de los periodistas tienen un concepto ingenuo sobre la libertad de expresión y confunden opinión con información.
La libertad de expresión, como concepto liberal y antídoto en contra del totalitarismo, es, sobre todo, libertad de opinión. Y hasta la opinión tiene que estar sujeta a la ley. El derecho a difundir información tiene las restricciones que la ley plantea y las que la ética de cada medio añade. Creer que el carné de periodista es licencia para matar empieza a ser una deformación gremial que lumpeniza el oficio y permite a ciertos periodistas descartar la necesidad de informarse bien y enmugrar a quien convenga en medio de la impunidad más absoluta.
Magaly Medina debería salir libre esta noche. La jueza que pretendió castigarla la ha convertido en heroína, en la María Parado de Bellido del ampay. En todo caso, la mejor sanción para Magaly sería obligarla a que sus sicarios de la cámara la persiguieran durante una semana, de día y de noche, de noche y de día y de tarde y de siesta, a ver si el personaje público construido durante once años se parece a la mujer que esa privacidad violentada terminaría por revelarnos. Es decir, ¿Magaly Medina saldría ilesa si fuera acosada por Magaly Medina?
Qué interesante programa sería ese.

jueves, 16 de octubre de 2008

Una vida memorable

Se nos ha muerto un poco la memoria con la muerte de Demetrio Bonilla Rodríguez, el legendario jefe de los archivos de “Caretas”.
Bonilla era gordo, rengo y brillante. Sabía qué foto estaba en dónde y qué texto podía hallarse buceando en el año de gloria respectivo. Y si no sabía, preguntaba. Y si no podía preguntar porque todos los testigos estaban muertos, invertía horas, días, semanas en la búsqueda. Y siempre entregaba algo: la joya buscada -y entonces su sonrisa era la del triunfador- o un premio consuelo, un sucedáneo –y entonces miraba hacia donde la vista lateral choca con el desaforo-.
Era el Indiana Jones de los contactos, el Julio C. Tello de las hemerotecas, la memoria viviente de las últimas décadas.
Había sobrevivido a la poliomielitis, al polvo de los sobres llenos de papeles tísicos, a los cierres de “Caretas”, a las demandas en clave de histeria de los redactores apurados.
Los que lo queríamos pensamos que nos sobreviviría largamente y que metería en un archivador la nota de nuestro viaje rumbo a nada. Acabamos de darnos cuenta, sin embargo, que Bonilla era mortal.
Y cómo no ser mortal en el Perú, un país que ha desterrado la pena de muerte pero que la practica con los jubilados, los niños de la tos, los pobres diversos.
A Bonilla, que en México hubiese tenido una vejez digna, le asignaron una pensión por invalidez cuando las secuelas de la polio y el mal de Parkinson lo inmovilizaron. Recibía novecientos soles mensuales por todo recibir. Novecientos soles por haber trabajado durante cuarenta años en “Caretas”, “Expreso” y “Ojo” y por haber documentado millares de artículos que jamás lo nombraron.
A principios de este año, la Oficina Nacional Previsional le envió una serie de notificaciones a un domicilio vacío –Bonilla se había ido a vivir a la casa de su sobrino Luis Cotrina, que lo cuidó todo lo que pudo hasta el último día-. Y como en el domicilio vacío nadie contestaba –eso suele suceder en las casas vacías- y la ONP quería “verificar”, de modo ocular, la invalidez impía de Bonilla, sucedió lo que la burocracia peruana trama con goce y ejecuta con el resentimiento de los brutos.
O sea que Demetrio Bonilla se vio privado de su pensión desde marzo pasado. Eso le subió la presión, le quitó las pocas ganas de seguir en esta chamusquina y lo terminó de apagar el 24 de septiembre del 2008, olvidado por todos a quienes recordó efemérides y agravios, por todos a quienes sirvió, tan anónima como silenciosamente, desenterrando columnas, conectando una declaración con su pasado, buscando la consanguinidad de dos titulares que aparentaban no tener nada en común.
Hay otras cosas, sin embargo, que explican la muerte de Bonilla a los 64 años. Cosas que están más allá de la mezquindad, la ONP y los sufrimientos endocrínicos que a veces lo convirtieron en el lóbrego mamífero vallejiano que también fue.
Yo quiero creer, necesito creer que no han sido, en el fondo, los pesares del cuerpo los que han archivado en tierra a Demetrio Bonillla el memorioso.
Quiero creer que a Bonilla lo han matado también el Google, la Wikipedia –ese barniz instantáneo-, Bill Gates, la vasta conspiración de Microsoft. Lo ha matado la velocidad del rayo, el nanosegundo del chip navegante, el filo de los discos duros.
¿Cómo podía enfrentar todo eso un hombre que había estirado la memoria hasta los confines del milagro? ¿Cómo luchar contra eso si jamás previste que una tableta de sílice iba a contener la memoria de elefante de todas las manadas?
¡Cuánto de melancolía hay en esta muerte inolvidable!

miércoles, 15 de octubre de 2008

Era una buena oportunidad

Entrevistan en RPP al general Remigio Hernani Meloni. Pobre hombre. No está enterado de nada, no tiene planes sobre nada, no se pronuncia sobre ningún aspecto. La cartera le da vértigo.
Muerto de prudencia, aterido de miedo, fantástico de puro inexistente, en suma, Hernani Meloni no sabe si la distritalización policial proseguirá, si la coordinación con el ejército en relación al rebrote narco-senderista deberá avanzar sobre nuevas premisas dada la gravedad de la situación, si los recursos con que se cuenta serán los suficientes, si la lucha en contra del pandillaje deberá reinventarse. No sabe nada y casi se jacta de no saber nada. El humor (involuntario) es su divisa.
Al final dice que cuando esté “empapado” de la situación podrá opinar. ¿No debería estar chorreando de situación si ha aceptado estar al frente de más de cien mil policías?
¿Es justo nombrar ministro del Interior a un señor de estas características en los momentos precisos en que asistimos a un rebrote en serio de la amenaza narco-senderista?
El mensaje del doctor García sigue siendo el mismo:
-Hago lo que me da la gana. Sigo siendo el rey.
El problema de García es que se cree rey imaginario de una república inconclusa. Por eso es que la idea del califato siempre le ronda la cabeza.
Es cierto que Luis Alva Castro no era una valla muy alta que superar. Pero tengo la impresión de que el nuevo ministro del Interior ocupará un puesto de honor en el registro de los funcionarios más incompetentes de la burocracia peruana.
Quizá sea que García siempre ha subestimado el frente interno, al que confunde con la red de informantes que su voracidad chismográfica siempre demanda. Recordemos la prolongada gestión de Agustín Mantilla, su secretario personal, en el sector Interior y la nula eficacia que demostró en el combate al terrorismo (para no hablar de la “fraterna” escapada de Víctor Polay por un túnel).
Pero esta vez la cosa es más seria para la posteridad del doctor García. Porque en su primer gobierno pudo decir que la ola terrorista venía de cinco años atrás. Ahora, en cambio, si lo del Vrae, en general, y lo de Vizcatán y Tayacaja, en particular, se convierte en un incendio de vastas proporciones estaremos en condiciones de decir que ha sido el doctor García –y sólo él- el responsable de tamaño desmadre.
Por eso es que los balbuceos salivosos del general Hernani Meloni no tienen nada de cómico y sí mucho de preocupantes.
Era una gran oportunidad para captar a un ministro del Interior que entendiera que la seguridad de la gente y la lucha contra el delito -incluyendo el narcoterrorismo- son prioridades absolutas y no cuestiones adjetivas de la agenda nacional.
Claro que no es la única oportunidad desperdiciada.
Era una oportunidad para adecentar, deschilenizar y desrratizar el ministerio de Transportes y Comunicaciones. Allí tienen a la honoraria funcionaria de LAN al frente de lo mismo.
Era una buena oportunidad para matizar el blanco humo que tanto gusta al ministro de Economía, para girar unos grados sin cambiar el modelo si se quiere, para redistribuir la carga tributaria, para pensar en el mercado interno. Allí está, impertérrito, el señor Valdivieso para decirnos, como llavero del reino, que el gabinete Simon es la misma señora aunque con otro peinador.
Era una buena oportunidad para darle a Pesquería un poco de equilibrio, algo de comprensión en relación a la flota vikinga y a los intereses de los que no tienen padrinos poderosos. Pero para que nada esencial cambie han nombrado a una respetable dama que ha sido, entre otras muchas cosas, consultora de USAID y del Banco Mundial –o sea alguien que parece estar a la derecha de Rey, hazaña euclidiana difícil de lograr-.
Era una buena oportunidad para enmendar algunos grados el rumbo y alejarse unas millas náuticas de la ortodoxia catatónica que la derecha considera el mejor amarradero.
Era una buena oportunidad y allí está Yehude Simon Munaro, que con su pan se lo coma.

martes, 14 de octubre de 2008

La insoportable levedad del Zar

En una revista semanal checa acaba de publicarse una investigación que estremecerá a los devotos de Milan Kundera, el autor de “La insoportable levedad del ser”.
El trabajo, firmado por el periodista Adam Hradilek, se inscribe en una amplia indagación sobre la cultura y las conductas en los regímenes totalitarios.
Y en una de esas excursiones por los archivos de la policía secreta checa es que se ha hallado un documento que prueba que Milan Kundera fue alguna vez un soplón del Ministerio del Interior checoslovaco, ese que describió tan bien Arthur London en “La Confesión”, ese que retrató de modo tan excepcional Constantin Costa Gravas en la película que se basó en el libro de London y se llamó de la misma manera.
El informe del Mininter checo lleva el número 624, es del año 1950 –cuando Kundera tenía 21 años- y dice textualmente lo siguiente:
“Hoy, hacia las 16 horas, un estudiante, Milan Kundera, nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, residente en Praga VII, Ciudad Universitaria, calle del Rey George VI, se ha presentado en este departamento para informar de que una estudiante, Iva Militka, residente en la misma Ciudad Universitaria, había indicado al estudiante Dlask, de la misma Ciudad Universitaria, que esa noche debía encontrarse con un tal Miroslav Dvorácek. Este último ha desertado aparentemente del servicio militar y ha viajado durante la primavera del año pasado a Alemania...”
De pocas palabras están hechas las lápidas. Ésta de Kundera tiene la precisión lacónica del parte policial, la frialdad de una bayoneta hincando la nieve.
En efecto, Miroslav Dvorácek fue arrestado en el lugar de la cita, condenado a 22 años de cárcel y enviado a pudrirse a una mina de uranio. Había desertado de la escuela de aviación y se dedicaba, cuando fue delatado por Kundera, al activismo contraestalinista tras la llegada al poder del títere soviético Klement Gottwald.
Luego de 14 años de gulag, Dvorácek fue liberado y partió al exilio. Durante todos estos años de residencia en Suecia creyó que quien lo había delatado era su amiga de la infancia Iva Militka, que estudiaba en la Escuela de Cine de Praga y a quien le había dado, de puro confiado, algunos detalles de sus actividades clandestinas.
Precisamente ha sido la ya anciana Iva Militka la promotora de esta revelación que ha empezado a carcomer a Kundera. Fue ella la que le pidió al periodista Hradilek que investigara en los archivos cómo es que ocurrió todo. Y vaya que Hradilek hizo su tarea.
Kundera ha pretendido negarlo todo, aunque no ha puesto en ello demasiada energía. Quizá intuye que la batalla está perdida y que lo mejor sería pedirle perdón a sus lectores, a Dvorácek y a sí mismo.
Al fin de cuentas, la delación fue un arte sombrío y frecuentísimo en la Unión Soviética y en sus patios traseros. Y muchos cayeron en tan santo oficio para congraciarse, sencillamente, con el terror imperante, para escalar, para obtener una beca, para vengarse, para ejecutar una envidia y hasta por el gusto maligno de sentirse un dios de caqui y faltriquera y decidir el destino de otro.
Dos años antes del trágico soplo, Kundera había sido expulsado, en extrañas circunstancias, de la Juventud Comunista. Ahora muchos se preguntarán si aquella sanción no fue una maniobra para sembrar al joven aspirante a escritor en las filas de la resistencia.
“La insoportable levedad del ser” es un libro símbolo que mi generación leyó con respeto y admiración. A mí nunca me terminó de gustar porque pienso que está salpicado de consejería ensayística y “frases-para-la-posteridad”, pero jamás pensé que en el pasado de ese escritor talentoso y libertario podía agazaparse un chivato sin escrúpulos.
Lo cierto es que el estalinismo reclutaba los miedos más aviesos y las debilidades más espantosas. Como lo recuerda Vitali Shentalinski en un libro ya citado en esta columna (“Órdenes son órdenes”, 18/9/2008), en 1937, en pleno terror estalinista, el poeta ruso Konstantín Sédij le escribió al delegado de la Unión de Escritores Soviéticos en la región de Irtkus, camarada Iván Molchánov, las siguientes y deliciosas líneas:
“El 30 de noviembre por la tarde, I. Trujin, a quien usted conoce de sobra, vino a verme acompañado de un desconocido...Me extrañó mucho que Trujin viniera a verme...Por ello lo recibí con mucha frialdad...En la conversación que mantuvimos a continuación, Trujin, sin venir a cuento, lanzó un repugnante ataque contrarrevolucionario contra el camarada Stalin. Éstas fueron sus palabras:
-Me importa un bledo todo. Y si por mí fuera, Stalin podría irse al infierno.
Le interrumpí inmediatamente y le dije que informaría al representante de la Unión de Escritores Soviéticos sobre su comportamiento. Seguidamente los eché, a él y a su amigo, de mi casa...”
Es que detrás de Berlín 53, Budapest 56, Praga 68 siempre estuvo el terror soviético administrando lo que mejor supo administrar: el silencio.

Después de la crisis: Los desafíos de la gobernabilidad

Las revelaciones sobre el “lobby” de la corrupción no han impactado sólo en la estructura del gobierno y la vida nacional. Lo han hecho también en la imagen del Perú en el mundo. Se ha recreado en las cancillerías extranjeras y en la prensa internacional la imagen de un país cuyos déficits institucionales, autoimpulsados por la corrupción y el autoritarismo, se imponen a los positivos superávits de la eficacia macroeconómica y el crecimiento.
Haciendo un balance de los efectos de la crisis que sacude al Perú, el diario español “El País” esboza una conclusión: “De momento, el gran perdedor de esta crisis es el gobierno, con un jefe de Estado cuya popularidad roza el 15% pese a que Perú, incluso en tiempos de turbulencia financiera internacional, vive su mejor momento económico en décadas. El alza de precios y la corrupción son los males por los que se recuerda la nefasta primera administración de Alan García. El otro es el narcoterrorismo, que reapareció esta semana de mano de Sendero Luminoso con un atentado de 16 muertos”.
En realidad el gran perdedor podría ser el Perú, pues si el país se desmorona social y políticamente en el contexto de una economía que se encuentra en su mejor momento de los últimos sesenta años (no obstante que el crecimiento caerá en 2,2 para 2009 según el FMI), se habría despilfarrado irresponsablemente una oportunidad histórica.
Esa es la enorme responsabilidad que asume, con valor y legitimidad, Yehude Simon, el nuevo presidente del Consejo de Ministros. Para no reproducir la tragedia de otra “prosperidad falaz”, será indispensable un cambio de políticas, no sólo de imágenes. En la economía, impulsar la transformación productiva para dar sostenibilidad al crecimiento, articular la indispensable disciplina macroeconómica con el financiamiento de una estrategia de desarrollo social, hoy inexistente. Asumir la agenda de la redistribución del ingreso. En lo social, insertar y rediseñar los programas sociales en una estrategia nacional de cohesión social y lucha contra la desigualdad. En lo político, introducir prácticas de gobernanza basadas en el diálogo, la concertación, el respeto escrupuloso del principio de legalidad, lucha creíble contra la corrupción. Reactivar la agenda positiva de la regionalización. Reconocer al “otro” como actor legítimo del sistema político, recuperar la agenda democrática.

Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.

lunes, 13 de octubre de 2008

Ironías de la vida

Dialogo

Cecilia: Oye Rosa Maria, y por qué sólo atacamos a los congresistas, ministros, y al premier ¿por qué no a Alan?
Rosa Maria: Porque sólo Alan tiene poder como para enviarnos a la SUNAT, al Poder Judicial o a INDECOPI y eso no nos conviene. Sobre todo no le conviene a Ivcher, el dueño de tu canal, que le debe no sé cuántos millones a SUNAT.
Cecilia: Ah. O sea los ministros y congresistas no tienen ningún poder ¿por eso los hacemos piñatas?
Rosa Maria: claro hija, dónde haz estado, qué te haz tomado si tú conoces de esto más que yo. Pero ya no me hagas preguntas tontas y vamos a prepararnos para lo de esta noche.
Cecilia: Y qué vamos a hacer esta noche, Rosa Maria.
Rosa Maria: Lo mismo que hacemos todas las noches, Cecilia. TRATAR DE ENGAÑAR A LOS PERUANOS.

Canción

Son Rosa y Cecilia, son Rosa y Cecilia,
una de rodillas, la otra en cuclillas,
durante el atardecer su plan desarrollarán
y a las once de la noche al país le mentirán.
Son Rosa y Cecilia, son Rosa y Cecilia,
una ‘alanista’, la otra ‘fujimorista’
LAN, Telefónica, Alan García,
a ellos defenderán,
y hasta su vida sacrificarán,
rán, rán, rán (bis)
¡NARF!

Publicación independiente. No vinculada a César Hildebrandt.

domingo, 12 de octubre de 2008

Simonizando el coche presidencial

Un converso tibio ha llamado a un converso radical. García pasó del aprismo mesocrático y reformista al club de PPK, donde sí se admiten mujeres con tal de que se parezcan, en cuerpo y alma, a Susanita de la Puente. Lo que quiero decir es que García se extrajo el aprismo de un modo laparoscópico y se planchó la memoria donde Morillas, todo para que Vega Llona lo sintiera prójimo y Eisha lo declarara suyo y la señora Giulfo le elogiara la corbata.
La biografía de Yehude Simon es bastante más drástica. Lo menos que se puede decir es que pasó de la sangre al arrepentimiento y del arrepentimiento a la moderación de derechas.
Es muy difícil olvidar que este nuevo primer ministro dirigió la revista “Cambio”, que fue vocero indiscutible del MRTA, en tiempos en que el MRTA era la segundilla de Sendero. Esto quiere decir que el MRTA mataba menos pero mataba; secuestraba a pocos pero secuestraba; y predicaba la solución de un baño María en hemoglobina ajena aunque multitudinaria.
El señor Simon escribía editoriales con tinta Rh negativa mientras la banda que decía imitar a Túpac Amaru mantenía a sus secuestrados en habitáculos inmundos destinados a matar el ánimo, doblegar la voluntad y esperar en la agonía mientras las familias juntaban el rescate.
Así estuvo mi amigo Héctor Delgado Parker: siete meses en una cueva de cemento, herido de un balazo durante su secuestro, poniéndose él mismo la sonda uretral que le permitió orinar y le dejó estar vivo. Héctor, sin embargo, quedaría marcado por ese secuestro y los que lo conocimos no tuvimos duda de que su muerte prematura a causa de un derrame cerebral quedó sellada durante ese cautiverio.
El señor Simon escribía y escribía sus profecías de Che lambayecano mientras el Perú –con cada dinamitazo, con cada coche bomba, con cada viceversa de pólvora y locura- se convertía en una una mala película plagada de efectos especiales.
Y cuando el fascismo en uniforme tomó el poder fáctico y empezó a esgrimir el terror indiscriminado como arma en contra del terror que tanto animaba el señor Simon –a la sazón socio minoritario de Abimael Guzmán-, en ese momento –estoy seguro- el señor Simon y sus allegados de “Patria Libre” sintieron que habían cumplido su tarea. En efecto, la democracia había fracasado y los milicos co-gobernaban y “las contradicciones se habían agudizado”.
¿O sea que ya venía la revolución?
No, lo que vino fue la caravana de la muerte, la que empezó en Uchurajay y siguió en decenas de aldeas altiplánicas y prosiguió en Los Molinos –donde sesenta jóvenes del MRTA fueron asesinados por órdenes del primer gobierno de García- y galopó sin pausa por el Perú rural. Al final, como se sabe, no vino la revolución: ¡llegaron Fujimori y sus piltrafas!
Que el señor Simon haya sido malamente enjuiciado en un proceso sumario sin estándares internacionales y que luego fuera liberado por el gobierno de Valentín Paniagua, no significa que debamos olvidar qué hizo ni a cuántos dañó. Y que el señor Simon se haya arrepentido no implica que los asesinados por su secta puedan volver a estar entre nosotros. Y que haya pagado con ocho años de encierro su deuda social no significa que nos despojemos del doloroso recuerdo de sus “hazañas”.
Ahora el señor Simon es un conservador que es muy bien visto por los sectores empresariales. Es legítimo, entonces, que sea llamado por el gobierno de los empresarios.
Lo que no es serio es que el señor Simon diga ahora –después de haber adulado durante meses al régimen del doctor García- que quiere unir puentes “entre la izquierda y la derecha” mientras, simultáneamente, confirma en sus cargos al señor Valdivieso, plenipotenciario del FMI; al señor García Belaunde, autor de la única política exterior regional que no existe; y a la señora Aráoz Fernández, una señora de buen ver que habla como si el Perú fuese una boutique en temporada de remates (y lo más triste es que tiene razón).
No, pues, señor Simon. Usted no ha sido llamado para ser bisagra o puente. Usted ha sido llamado para continuar la política económica de los Vega Llona y los Romero. Y el hecho de que ahora hable de “una tregua política necesaria ante la crisis internacional” constituye casi un plagio de los reclamos sindicales, dirigidos a pedirle al régimen una tregua piadosa en la aplicación de su fórmula económica.
El señor Simon preside ahora un fantasmagórico Partido Humanista y ha dicho en más de una ocasión que postulará a la presidencia en el 2011. Esta será una fuente de roces con el doctor García y, probablemente, la causa de más de una ambigüedad en el discurso del doctor Simon. A no ser que el propósito del doctor García sea incinerar políticamente al señor Simon para limpiarle más el camino a Castañeda Lossio.
Lo que está claro es que el doctor García ha inquietado a los corresponsales menos avisados. Estos hablan “de una apertura a la izquierda en el gobierno peruano”. Nada más tonto. El Simon que García acaba de contratar es el que, con sus elogios, simonizaba cada vez que podía el coche de la presidencia. El Simon ultraconverso que admira a García por las mismas razones que muchos otros lo encuentran abominable.
En todo caso, un derechista de pasado guerrillero podría ser el refinamiento más retorcido de este gobierno. El problema para García es que no hay ningún acertijo que descifrar: la derecha sigue gobernando, aunque ahora vista chaqueta provinciana y un cierto aire de novedad descentralista. La torta no ha cambiado: el muñeco sí. Y que el diario “La Razón” haya saludado con tanta comprensión el nombramiento del nuevo primer ministro confirma un rumor circulante: Simon, que fue perdonado, sí avalaría el perdón precoz de Fujimori (casi inmediatamente después de la condena).
Fui alguna vez amigo de don Alfonso Barrantes, el único líder de izquierda que pudo llegar a la presidencia. Y si de alguien me habló pestes el doctor Barrantes fue, precisamente, del señor Yehude Simon, uno de los que más hizo para dinamitar, desde adentro, a Izquierda Unida. Cuando Barrantes hablaba de Simon una mueca de desprecio le torcía la cara. “Es el peor de los traidores”, me dijo una vez.
Claro que Barrantes era un hombre de pasiones. No tantas, sin embargo, como para dirigir desde “Cambio” la orquesta roja del terror emerretista.

sábado, 11 de octubre de 2008

¡Por fin se fue Del Castillo!

Rolando Sousa, fujimorista hasta la mugre, estaba feliz ayer. Preguntado por Canal N después de la masacre palaciega, señaló:
-Jorge del Castillo ya no merecía la confianza del país. Su problema es que estaba siendo candidato para el 2011.
Y cuando le preguntaron si Yehude Simon lo haría bien, añadió:
-Tampoco lo haría bien. Porque él también quiere ser candidato y lo que se necesita es una persona que sólo piense en el puesto de primer ministro.
Todo un estadista había resultado este Sousa, que es el que le colabora a Fujimori en el asunto de los prontuarios y los esqueletos de la trastienda (mientras el médico Aguinaga censa bultos, palpa ganglios y baja lenguas).
El camino para el pacto final y el canje de amnistías entre el doctor García y el señor Fujimori parecía plenamente despejado y Sousa lo hacía notar con su entusiasmo de barrista bravo. Con Jorge del Castillo no sólo se iba el hombre más odiado por el antiaprismo Kalashnikov de estirpe estalinista. Se iba también el único aprista que se había enfrentado a la banda del Chino en pleno megajuicio, donde recordó cómo es que obtuvo los primeros y definitivos papeles bancarios en torno al enriquecimiento ilícito de Montesinos. Porque ahora que está caído es menester recordar que con las revelaciones de Jorge del Castillo en el diario “Liberación” empezó la caída de la dictadura.
Y se iba Jorge del Castillo, además, embarrado por unas voces de hampones que lo tuteaban y manoseaban y por desayunos que lo comprometían y por algún dominicano que pagaba para hacer antesalas de vértigo mientras lanzaba monedas al pozo (petrolero) de los deseos.
¡Una maravilla de faena!
Keiko Sofía, la becada con nuestro dinero, también añadió jolgorio a la jornada y habló de Jorge del Castillo en gozoso pretérito indefinido: “Lo que le faltó a Del Castillo fue tener una política social más efectiva”, dijo a CPN.
También estaba feliz la que el SIN educó con las partidas 1 y 2 de la corrupción.
La verdad es yo no sé si Jorge del Castillo está metido en el barro del oro negro. Que la justicia lo persiga y su conciencia le muerda los fondillos, en todo caso. Lo que sí sé es que los fujimoristas están felices con su derrota política y su linchamiento moral.
Lo que sé también es que en el ministerio del Interior ha habido ayer caras felices. Lo que sé de todas las fuentes es que Castañeda Lossio, el candidato de García, no cabe en su pellejo. Y lo que no necesito saber porque lo sé desde hace mucho tiempo es que el doctor García por fin se ha deshecho del bombero que acudía a los fuegos prendidos por el propio García. ¿Por qué Del Castillo cumplió tan masoquista tarea? Porque eso de ser bombero y trabajar para un pirómano es un asunto que sólo Max Hernández nos podría explicar.
Lo que pasa, quizá, es que para alguna gente que se porta como cualquier inquilino del viejo manicomio de Charenton, no hay placer mayor que apuñalar al que le ha servido ni más alta victoria que quedarse sin segundo de a bordo. Sólo en ese momento, tras matar al Segundo Sombra inaceptable, el loco en cuestión siente que la nave es completamente suya, la cubierta entera para él, el mar un mar privado y el horizonte la línea donde asoma la gloria que jamás habrá de compartir.

viernes, 10 de octubre de 2008

Náuseas y arcadas

Hubo una vez un periodismo que no era parte del poder sino que era, más bien, su desacato.
Ese periodismo no tenía imperios que conservar ni televisiones que arropar ni constructoras que proteger ni favores ilícitos que ir pagando en cámara lenta. Es decir, que ese periodismo no tenía otra cosa que defender que su inmensa reputación.
Y cuando ese periodismo investigaba lo hacía contra viento y marea y a pesar de todas las presiones. Y sus conclusiones, extraídas de pistas cubiertas y documentos examinados, eran, por lo general, muy poco discutibles y del todo esclarecedoras.
Ese periodismo, además, no se había convertido en una oscura profesión carnetizada sino que era, muchas veces, ocurrencia magistral de los mejores. Fue así como el novelista Émile Zola acusó a Esterhazy y defendió a Dreyfus aquella famosa mañana del 13 de enero de 1898, el día en que la opinión de un hombre honesto pudo más que la pólvora reunida de un ejército imperial.
Ese periodismo no sólo carecía de inmuebles en demasía y acciones al por mayor sino que también estaba libre de la servidumbre partidaria y del odio heredado y panfletario. De modo que ese periodismo no insultaba como reflejo condicionado. Le bastaba con pensar.
No se parecía en nada ese latido libertario, claro está, al periodismo que consiste en recibir voces grabadas por una empresa que tiene deudas con el Estado. Ni al que ejercen, con cara de novicias, señoras que recibieron dineros del sumamente prófugo Juan Carlos Hurtado Miller. Señoras cuyos maridos son apoderados de la empresa que tiene deudas con el Estado y que está interesada en sacar de la escena a Petroperú, la entidad que la obligó a pagar 23 millones de dólares que quería seguir birlándose.
No es el periodismo que ejerce, desde la hamaca del receptador, ese empleado de la embajada de los Estados Unidos que siempre estará presto a sacar la cara por los intereses del país que lo banca, el suertudo postal que acaba de darle una mano gigantesca a la estadounidense empresa obligada a pagar los 23 millones de dólares que se había robado.
En esos tiempos primordiales el periodismo no trabajaba con bufetes de abogados que alguna vez fueron procuradores nombrados por el más corrupto de los tiranos y que se llevaron la videoteca de Montesinos al cuchitril de una notaría. Abogados que tienen entre sus clientes, precisamente, a la empresa que quería seguir robándose los 23 de millones de dólares y que hoy hacen dúo con un viejo periódico dispuesto a todo con tal de favorecer a Chile y a su línea aérea, jugarle sucio a Bavaria después de usar su nombre para comprar irregularmente el Canal 4 y sacar su parte en la derrota de una minera peruana –contaminada por el pasado narco de algunos de sus allegados- a manos de la canadiense Sulliden, tan capaz de todo como la también canadiense Barrick.
Rómulo León y Alberto Químper son de vomitar, por supuesto. Y de vomitar es que el Apra siga siendo el MBA del latrocinio y la Sorbona de la cutra. Pero de arcadas son también las jugadorazas que hacen de monjitas, los gringos de Chicago que vienen a hacer aquí lo que Nixon hacía en su establo oval, la prensa del gran billetón jugando a que se juega mientras se encarga de editar audios para que nada roce al doctor García, que se morirá en París sin aguacero pero con una lluvia de millones que para qué te cuento.
Había una vez unos periodistas que se arriesgaban por deporte, descubrían por vocación, deducían de puro brillantes y publicaban por cojones. No eran parte del poder sino su negación. Y por eso la gente los quería.

Frente a las crisis mundiales no hay blindaje, debe haber responsabilidad

El gobierno está difundiendo la idea equivocada que el Perú está blindado ante las crisis mundiales. Lo que es cierto es que estamos mejor preparados para afrontarlas. El ministro de Economía, con mayor rigor habla de enfrentar la crisis. Estas declaraciones en sí mismas suponen efectos negativos de las crisis en la economía nacional. Y hablo de las crisis en plural pues a la financiera hay que añadir y no soslayar la crisis alimentaria. El propio director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, demandó ayer enfrentar ambas crisis y adelantó que en su informe semestral de octubre, el Fondo revisará sensiblemente a la baja las previsiones de crecimiento de la economía mundial.
Strauss-Kahn ha adelantado que la desaceleración del crecimiento será mayor en EEUU y Europa. El Perú y América Latina no serán ajenos a esta caída del crecimiento. El ministro Valdivieso ya ha señalado que el crecimiento caerá del 8.9 al 7% el 2009. Y podría ser menos. Con la inflación la situación es también riesgosa. El FMI ha adelantado que “los riesgos de inflación siguen siendo relativamente altos en varias economías emergentes y en desarrollo debido a las continuas presiones derivadas del ajuste ante los altos precios de las materias primas y el peligro de que aparezcan efectos de segunda ronda en la inflación subyacente”.
Por otro lado, según la FAO estaría ocurriendo en la región un dramático retroceso en la situación de hambre, desnutrición y pobreza extrema. Debido al alza del precio de los alimentos y la incidencia de la inflación en la canasta familiar de los más pobres, los avances obtenidos en los últimos seis años en reducción de la extrema pobreza y lucha contra la desnutrición – de no aumentarse los ingresos de esas familias –se perderían y se retrocedería, el 2009, a los niveles de los años 90. Haití, Perú y Bolivia serían países muy perjudicados por ser importadores netos de alimentos y porque en sus índices de precios al consumidor la incidencia de los alimentos es la más alta de la región (50.4, 49.6 y 49%, respectivamente).
El ajuste para ser responsable debe enfrentar las dos crisis. Y hacerlo con equidad.

Artículo escrito por Manuel Rodríguez Cuadros. Ex-canciller de la Republica.

jueves, 9 de octubre de 2008

¿Las ratas pueden hablar?

Corrupción también es defender a los violadores de derechos humanos y a los asesinos en serie de las fosas comunes.
Y eso es lo que ha hecho el doctor Alan García ayer, dizque recordando a Miguel Grau (el héroe generoso que no se ensañó ni siquiera con el enemigo de la patria invadida).
“¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando el maltrato judicial a nuestras Fuerzas Armadas, las que nos salvaron del peligro del terrorismo?”, preguntó el doctor García.
La pregunta implica una mentira del tamaño de un Mirage y del peso de una casa en Naplo. Porque no son las Fuerzas Armadas las que sufren acoso judicial y escrutinio de las organizaciones nacionales e internacionales defensoras de los derechos humanos.
Las Fuerzas Armadas del Perú no pueden confundirse con el Comandante Camión, los psicópatas de Putis, el sanguinario Telmo Hurtado, los rematadores del Frontón, los “vencedores” de La Cantuta y los “húsares” de Barrios Altos.
El doctor García ha insultado a las Fuerzas Armadas peruanas, de las que es, por mandato de la Constitución, comandante supremo.
Y el comandante supremo que enloda a sus subordinados bien podría ser tratado de traidor.
¿Y por qué ha escogido el doctor García el aniversario del combate de Angamos para equiparar a los enterradores de Cayara con los que han honrado el uniforme venciendo a las hordas de Guzmán sin necesidad de matar niños, ancianos, mujeres embarazadas?
Porque lo del Frontón no prescribe y porque las investigaciones forenses sobre el caso Accomarca siguen en pie. Y el doctor García quiere escudarse en las Fuerzas Armadas para su propia ley del punto final. No vaya a ser que la justicia internacional haga lo que la nuestra no se atreve y resulte que él y el almirante Giampietri –su vicepresidente y “héroe” del Frontón- sean requeridos en San José para los descargos de ley.
El doctor García está muy indignado con el asunto del lobby petrolero. Y cita a Jesucristo y recita a Dios y habla de los infiernos y los dientes que allí chirrían en dantesco bruxismo.
Pero enseguida defiende a los asesinos que él permitió y hasta instigó durante su primer gobierno.
Y se cree muy ético cuando toma distancia de los León y de los Químper pero no toma ninguna de los canallas que, con sus abusos, casi nos hacen perder la guerra con Sendero.
E insulta al ejército de Bolognesi y a la marina de Grau y a la fuerza aérea de Quiñones diciendo que la justicia embiste a las instituciones militares.
No, doctor García. Las instituciones estarán tranquilas y limpias si usted no las mezcla con sus vergüenzas ni las confunde con sus peores sombras. Porque decir que los Martin Rivas representan a las Fuerzas Armadas es como decir que Moisés Wolfenson representa al empresariado periodístico y que Rómulo León encarna al aprismo de base.
Además, el doctor García ha merodeado el crimen con más temeridad que en otras ocasiones cuando ha insinuado que el linchamiento de los sediciosos hermanos Gutiérrez –asesinos del presidente Balta en el siglo XIX- es casi un precedente de “justicia popular”.
“A veces dan ganas de que el pueblo se tome la justicia por su cuenta”, ha dicho el doctor García en un ataque de retórica neanderthal. Y ha hecho recuerdo colorido de los hermanos Gutiérrez aporreados, mutilados y colgados.
¿Qué le pasa al doctor García?
¿Está muy nervioso por lo que puede descubrirse? ¿Es que las ratas pueden hablar y una de ellas –rata de bodega pesquera- ya lo ha amenazado con contar algo de las viejas travesías?
En todo caso, cuando el país merecería más que nunca serenidad y buen gobierno sale el doctor García a honrar a los sin honor y a recordar -con nostalgia- el salvajismo que sólo horror debiera producir.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Que nadie se mueva

La II Internacional Liberal Idiota se ha declarado en sesión permanente y de emergencia.
Permanente, de emergencia y definitoria.
Porque se trata de los tiempos más difíciles que se hayan presentado desde que los niños descubrieran que Papá Noel no existe y que Bugs Bunny era gay. Con lo que es tiempo de elaborar una Estrategia Mundial del Disimulo.
Decir, por ejemplo, que pedirle al Estado que salve al hampa financiera no es un retroceso doctrinario ni una vergüenza de cuatro esquinas sino “un reacomodo del sistema” es parte de esa Estrategia Mundial del Disimulo.
O sea que hasta cuando te salva el Estado es malo, inútil, defectuoso e imperdonable. ¿Pero te salva o es que salva una determinada e histórica (y por lo tanto perecible) manera de acumular riquezas para unos cuantos?
En realidad de lo que se trata es de lograr que se siga remando en la mierda con la condición de que ningún remero se dé cuenta de cuál es el material de ese océano amarronado que todo lo ralentiza y odoriza.
Porque se trata de que los pobres paguen por los ricos y que los ricos no paguen nunca. Y se trata, además, de que los pobres no hagan olas en el océano ambarino que no huele precisamente a ámbar.
Y de que todos sigan remando hacia las Baratarias del Orden y el Progreso, donde todos seremos felices y los bienaventurados serán los que hoy son los desdichados de la travesía (alabado sea el Señor).
Porque sufrir en vida es pasajero mientras que el goce de la vida eterna no tiene vencimiento y de ese goce disfrutarán los dolientes pobres diablos que hoy perderán sus casas, que ayer perdieron sus ahorros, que hace tiempo perdieron su libertad sin darse cuenta y la conciencia frente a una pantalla de TV, pero que nunca perderán la esperanza. Porque la esperanza –ya lo dijo Ferrando- es lo último que debe perderse.
La II Internacional Liberal Idiota se ha declarado en sesión permanente porque tiene que lograr que ocurran las siguientes cosas:
1) Que nadie se mueva porque esto es un asalto;
2) Que nadie vaya al fondo de las cosas ni vea a la madre del cordero;
3) Que nadie se meta con el sistema, que es como Enrique VIII llamaba a sus decapitaciones, Hitler a sus manías asesinas, Reagan a la próstata por donde discurría y el FMI a sus recetas de ricino.
4) Que nadie dude de la sabiduría del mercado ni de la palabra de los catedráticos de la UPC.
Porque los cerebros de la II Internacional Liberal Idiota lograrán siempre, con el apoyo de los medios audiovisuales y letrados, que la derrota sea considerada empate, que el empate sea considerado victoria, que la victoria sea considerada gloria y que la gloria sea la del Señor que a todos nos congrega en esta hora santa del arrepentimiento y la reconciliación, hemos dicho. (Firman: Rupert Murdoch, Tony Soprano, Tony Montana, Trini López, Margaret Thatcher, Sebastián Piñera, Andrónico Luksick, Chicho Mohme, Federico Salazar, Nicolás De Bari Hermoza, Fundación Lampedusa, Rómulo León, John McCain, siguen firmas y carteles).

martes, 7 de octubre de 2008

Un show con pájaros fruteros

Se está robando en Essalud a manos llenas. Y a manos llenas se está robando en el asunto de las concesiones carreteras. Y se ha robado en la no-reconstrucción del sur. Y se sigue robando en el asunto de las adquisiciones de bienes, las licitaciones amañadas, los terrenos e inmuebles subvaluados. Y no son “honorarios de éxito” de cien mil dólares: son decenas de millones de dólares los que se esfuman en el caso de la “Transoceánica”, por ejemplo.
Rómulo León es un breve pájaro frutero frente a los que trafican influencias alrededor del doctor Alan García –con su anuencia o sin ella, no se sabe a ciencia cierta todavía pero ya se sospecha y con indicios-.
Y el doctorcito Químper será ave menor frente a lo que encontraría –si quisiera- el contralor que no controla y el sistema anticorrupción que no funcionó ni funcionará para los Ugaz y afines.
A Alan García le adelantaron el viernes por la noche lo que se venía en “Cuarto Poder”. Por eso salió a decir el sábado que los corruptos no tendrán cabida en su gobierno y tatatín tatatán. Por eso habló de ratas y alimañas. Sonó como Savonarola predicando en Florencia. Zumbó como un mosquito disfrazado de DDT.
Y por eso pudo redondear el show que se armó a las 11 de la noche en Palacio (con todos los extras ya advertidos).
Darle una mano a García era de necesidad pública para un Canal que cuelga de un hilo de baba encima de un charco de inmundicias legales que tienen que ver con su compra tramposa y su más que discutible propiedad.
Y ahora nos quieren hacer creer que la corrupción estaba sólo en Perú Petro y que el doctor García reacciona como el Hombre Araña ante la podredumbre. Como si él le hiciera ascos al fujimorismo corrupto. Como si él hubiese dejado de admirar (y agradecer) a Agustín Mantilla, guardián sacrificado de parte del tesoro del pirata. Como si él no tuviese un departamento en París comprado con plata inexplicable.
Mientras tanto, la Contraloría sigue en manos de un triste maniquí que ni siquiera termina de gastar su presupuesto, los procuradores ya son casi todos apristas y los bienes públicos se siguen subastando a los amigos mientras los cajeros de Su Majestad recaudan para el futuro diferente de su acrecida familia.
Está muy bien que León Alegría y Químper sean procesados. Pero ellos representan el centaveo de la burundanga. Los mayoristas del saqueo, las grandes firmas de la cutra pública merodean Palacio y amortizan sus deudas en sus inmediaciones. Eso ya se verá. Y, por supuesto, no se verá ni en Canal 4 ni en “El Comercio” ni en “La República”, todos deudores de favores sin los cuales no serían –ni siquiera- los inquilinos precarios de la gran tele.
Cuando eso se revele –porque se va a revelar-, ¿quién dará la conferencia de prensa cerca de la medianoche? ¿Acaso Mauricio Mulder y el Apra asqueada que debería de representar?
Falta poco para saberlo.

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Posdata: La extrema paradoja de todo este asunto es que haya sido un ex ministro de Toledo el que recibiera (“de una mano anónima”) el sobre con los audios comprometedores. Porque fue Toledo quien puso a Matute en la Contraloría. Y lo puso precisamente para que casos como el de Químper pasaran piola.